Invencible verano

Una reseña para el libro «Más allá del invierno», de la escritora chilena Isabel Allende.

En muchos casos, dicen, la realidad supera a la ficción. En otros en cambio, la ficción inscribe capítulos en los que la realidad termina por adaptarse luego, como si aquellos relatos o imágenes se trataran de un presagio. Y en otros, realidad y ficción se ajustan tan perfectamente la una a la otra, que dan lugar al nacimiento de una novela como Más allá del invierno, de la reconocida escritora chilena Isabel Allende. 

Su más reciente trabajo literario, que comenzó a gestarse un 8 de enero (como ocurre siempre con cada novela de Allende) de 2015, tiene como punto de partida una frase del célebre novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés Albert Camus: en medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible. A partir de allí, la autora comienza a entretejer una trama, una urdimbre que, como tal, va presentando la escarpada geografía humana de unos personajes propios de la América actual que coinciden en el más profundo invierno de sus vidas: Lucía, una chilena, Evelyn, una joven guatemalteca ilegal y Richard, un maduro norteamericano.

Un hecho fortuito (como la vida misma) es el que los ubica en tiempo y espacio y da pie a Allende para ir intercalando, capítulo tras capítulo, diferentes escenarios que van dando cuenta panorámicamente de hechos o sucesos que hablan de otras cosas, de otros tiempos, de otras situaciones igualmente necesarias para lograr dimensionar y entender la existencia de cada uno de los protagonistas de una historia que es mucho más que esa historia. 

Hay maestría -como es de esperar en una novela de Allende- a la hora de hacer sentir próximos a los personajes desde un relato que va envolviendo al lector y lo hace sentir parte de esas vidas y sus circunstancias, en lo bueno y en lo malo, en sus preocupaciones, temores, recuerdos y anhelos. Es allí, justamente, cuando la realidad se ficciona de manera tal que no deja de ser realidad, sino más bien una identificación constante, incluso con la aventura que es eje de Más allá del invierno y que, de cualquier otra manera que no sea desde la pericia literaria de Allende resultaría improbable, cuando no imposible.

Ocurre que la autora, en este punto y a través de cada uno de los personajes, se da a la titánica y necesaria tarea de contextualizar a través de otros temas de actualidad, como el drama humano de la inmigración ilegal de México hacia los Estados Unidos, el actuar de los coyotes y el riesgo permanente de morir en el intento; el crecimiento y accionar de las Maras Salvatruchas en Guatemala; la trata de personas; la campaña de Donald Trump, y otros tantos pasados, como el golpe de Estado y la dictadura en Chile, con reminiscencias a la de Argentina.  

Así, Isabel Allende va anclando lo real en la ficción y la ficción en lo real, en un delicado equilibrio que termina por hacer pie en lo cotidiano de unos corazones que empiezan solos y un poco maltrechos, pero que conforme avanza la trama, se van entrelazando y creando vínculos que los unirán para siempre, encontrando la esperanza en el amor y en las segundas oportunidades. Si algo tiene esta autora es la definición milimétrica que hace de los personajes a quienes describe de manera tan metódica y detallista, que el lector se siente parte de sus historias. Con absoluta naturalidad. Igual que ocurre con las estaciones del año: no hay invierno sin primavera ni verano.

La autora. (Lima, 1942) Escritora chilena. Hija de un diplomático chileno que le inculcó su afición por las letras, Isabel Allende cursó estudios de periodismo. Mientras se iniciaba en la escritura de obras de teatro y cuentos infantiles, trabajó como redactora y columnista en la prensa escrita y la televisión. La primera gran novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus, próxima al llamado «realismo mágico», fue publicada en 1982. Fueron precisamente el ambiente y los sucesos previos que condujeron al golpe militar los materiales narrativos que dieron forma esta obra, con la que se consagró definitivamente como una de las grandes escritoras hispanoamericanas de todos los tiempos. Entre sus obras destacan además Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Afrodita (1998), Hija de la fortuna (1999), Retrato en sepia (2000) y el libro de memorias Mi país inventado (2003). Sus obras, que ocupan siempre los primeros puestos en las listas de ventas no sólo americanas sino también europeas, han sido traducidas a más de 25 idiomas.

(La presente nota fue publicada en el suplemento 1591 Cultura + Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)

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