«Siempre ha sido más fuerte la pulsión de estar vivo»

Pano Navazo es uno de esos artistas imposibles de clasificar. Desde una militancia constante por lo esencial de la vida, construye una identidad cultural que va hacia lo colectivo, hacia el abrazo que habita en un instante de silencio, cuando el latido de esa existencia se hace escuchar con la fuerza de un grito que pare lo universal de la reflexión, aferrado al arte como un espacio en el que surge el escenario del principio de una libertad posible, y que lo tiene como actor principal.

Siente, luego existe. Busca en lo más profundo de la esencia de su ser, en el punto de partida de sí mismo, para expresar, para decir. Y desde allí, dice. Sin términos medios. Sin concesiones. Sin eufemismos. No necesita crear un personaje para ser una persona. Simplemente es, por derecho propio a ser, por convencimiento, por principios y por inquebrantable compromiso con el escenario que pisa. Y donde pisa, deja huella. O al menos la delicada estela de un mensaje que cala en los huesos del alma.

Siente, luego existe. Late palabras, gestos, señales propias de una existencia que no pasa desapercibida, como una carcajada al destino que tuerce todo lo previamente escrito, lo preconcebido en el prejuicio que aún opone resistencia -desde la hipocresía de un discurso acomodaticio- a lo diverso, a lo disidente, a lo distinto. Pero es desde lo distinto, desde lo diferente, que construye una identidad cultural que va hacia lo colectivo, hacia el abrazo que habita en un instante de silencio, cuando el latido de esa existencia se hace escuchar con la fuerza de un grito que pare lo universal de la reflexión aferrado al arte como un espacio en el que nace el principio de una libertad posible.

Pano Navazo es uno de esos creadores imposibles de clasificar. Siente, luego existe. Y desde ese sentir para existir le da forma también a un pensar que se traduce, a su vez, en un poner en evidencia lo que no suele resultar evidente (aunque en estos tiempos mucho más) para una sociedad muy afecta a mirar hacia otro lado, a dar la espalda, tan apañadora de los centros para dejar en los márgenes lo que no cabe, lo que no encaja, lo que incomoda, lo que perturba, y así fagocitarlo. Callarlo, para que no haya que ponerle nombre y se diluya, indefectiblemente, ausentado por carencia de identidad.

Siente, luego existe, Pano Navazo. Y desde ese sentir para existir se abre paso. Desde los bordes hacia el centro, para luego retornar a los bordes. Allí, donde se convierte día tras día y a fuerza de poner el cuerpo, en un militante inclaudicable de las causas esenciales de la vida, esas que no saben de tiempos ni de espacios, sino de una continuidad en la concepción de un ser que es estrictamente consecuente entre lo que se siente, lo que se piensa y lo que hace. En la manera en que existe, desde que existe.

Por eso -pero no solo por eso- Pano Navazo es uno de esos artistas que no se pueden encasillar. Sin importar el lugar ni el momento en que circunstancialmente pueda ubicarse, lleva consigo la clara consigna de romper las estructuras, de fracturar las resistencias y poner en jaque a los sistemas opresores. Al igual que respirar, le resulta natural dejar la piel en esa batalla por sacudir la modorra larga de lo habitualmente aceptado para dar paso a un nuevo sujeto cultural, conformado al calor de un proceso que lleva tantos años como los años que recuerda que tiene de aguantar, de resistir los magullones de los abusos de la siempre vigente intolerancia y sus variadas formas, frente a lo que es genuinamente diferente.

Pano Navazo siente, luego existe. Y muestra una autenticidad que se traduce en una sonrisa amplia y un decir despojado de purismos, mientras revuelve el café sentado en una mesa de la librería Rayuela, pasadas las 18 de un viernes, cuando inaugura un viaje de ida hacia la reflexión para 1591 Cultura+Espectáculos.

¿DÓNDE O CÓMO SE TE PUDE UBICAR? O, EN TODO CADO, ¿DÓNDE TE UBICARÍAS VOS EN TU HACER?

Es un tema ese. En la comunicación, donde tengo años trabajando, no soy uno del palo. Y en el teatro también soy un bicho raro. En la gestión cultural, antes se decía producción, es un lugar en el que mucha gente me recuerda. Mucha gente me relaciona también con ese palo y posiblemente ahí no se discute mucho que yo soy eso. He tenido reconocimiento en radio durante muchos años, pero qué se yo, están puestos en un lugar. Me siento muy cómodo en todos lados.

EN TODOS LADOS Y ESPECÍFICAMENTE EN NINGUNO…

…Tiene que ver con los momentos que uno va transitando en la vida; me parece que uno tiene momentos. En mi caso puedo mezclar el teatro, la radio…

¿LA RADIO SERÍA TU CONSTANTE?

Ha sido mi constante y mi gran contenedora también, en un lugar muy árido. Yo creo que la radio ha sido para mí en algún momento como una barricada, una trinchera, no como un lugar de pelea, porque si no, no hubiera podido hacer lo que estaba haciendo. A este lugar, a nuestra gente, si te escuchan el tono peleador de entrada no te escuchan por más que seas de los de ellos. Tuve la oportunidad de irme de este lugar muchas veces, de vivir en otros lugares y de aprender en otros lugares; de aprender por la vida misma, por la curiosidad y por los regalos que te da la vida que te cruzás con gente indicada en el momento justo y te abre puertas de conocimiento, de experiencias, que es lo más rico que tiene el andar. Y después volver a La Rioja, porque siempre vuelvo.

SIEMPRE VOLVÉS… ¿POR QUÉ?

No sé…porque soy porfiado…

¿SENTÍS QUE ACÁ TENÉS TODAVÍA ALGO POR HACER?

Si…hay algo. Sí, claro, aunque también lo puedo sentir en otro lado. Pero aquí siento que voy viviendo el proceso con mi gente, el proceso de cambio. Y en mi vida, con mi gente, no me pongo en otro lugar, me pongo al lado, por más que lo que intento hacer siempre es abrir una ventanita nueva, pero desde el acompañar. Entonces uno puede latir ciertas cosas desde la sensibilidad y encontrar caminos de expresión en todo lo que hago. Después, me he dado cuenta en esto de viajar, de moverse, en lo que hacemos los artistas, los comunicadores, que hay un preconcepto respecto de La Rioja.

¿TE MOLESTA ESO? 

No…estoy convencido de que esas cosas no existen, aunque las grandes capitales del arte cuenten con todo lo que cuentan, a diferencia de los lugares como el nuestro, donde somos carecientes de la mayoría de esas cosas. Sin embargo, no se deja de decir y hacer cosas maravillosas y producir cosas hermosas, a pesar de eso que parece tan pobre desde el lugar a donde vas, pero que además culturalmente a los riojanos nos han dicho que somos históricamente pobres y no hemos podido romper todavía ese cascarón, desgraciadamente, porque eso también nos ha convertido en pobres culturales, en objetos del manejo cultural. Por suerte eso está cambiando, pero es una metodología muy jodida con este discurso que es real, no vamos a negar la historia, pero eso nos ha sometido culturalmente y nos creemos todas esas cosas.

ES CIERTO…HAY COMO UNA CREENCIA INTERNA DE ESO, COMO QUE ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE ES ASÍ…

Total y absolutamente y damos las razones por las que lo somos. Y si es desde un lugar de cierto plano de pensamiento y de palabra, citamos a grandes escritores que hablan sobre de eso. Hay una cosa melancólica, entendiendo la melancolía como ese espacio, culturalmente estoy hablando, que me parece que necesita una transformación urgente. Hay intentos, como en todos los lugares. Y cuando digo dar pasos no estoy diciendo dar pasos como otros lo dan, porque no existe eso en la cultura. La cultura se construye en el lugar donde crecés, la intercambias, la mostrás, la demostrás, la mezclás, pero lo tuyo es tuyo. Y no es nacionalismo ni chauvinismo, es lo que te hace, lo que te forma. Este concepto de la sociología tan clarito que habla de sujeto cultural que somos nosotros. Cuando voy con estas cosas afuera, donde hay otro sujeto cultural, sorprende y ahí nadie nos mira como pobres, yo no siento que me están mirando como este pobrecito que viene de La Rioja a contarme sobre Pedro Lemebel. También hay que romper con estas cosas que dicen que los del norte tenemos que hacer teatro regional. En un momento el INT, bestialmente, sostenía ciertos festivales que eran teatro regional. Lo regional aparece en la puesta, en como esa mirada de un autor colombiano que vos elegiste para contar algo en tu lugar, aparece en la puesta.

AHORA, HABLANDO DE SUJETOS CULTURALES, TU SUJETO CULTURAL TIENE UN ORIGEN PRACTICAMENTE DESDE TU PUNTO DE PARTIDA COMO SER HUMANO…

Si…medio raro…

ES ALGO QUE TE ACOMPAÑA DESDE QUE NACISTE…

Sí…me parece que sí, pero no sé por qué…

¿QUÉ PASÓ EN ESA INFANCIA?

Yo aprendí a leer y escribir a los cinco años y no se explica cómo; yo vivía en una casa en la que había muchas revistas. Vivía en la casa de mis tíos, por cuestiones familiares, cerca de las vías del tren. El tren para mí es todo, porque ahí hay una anécdota. El tren a Buenos Aires pasaba a las 8 de la noche todos los días, que venía de Catamarca. A los 3 años me perdí, aunque no lo recuerdo. Salieron a buscarme y me encontraron rodeado de un montón de gente y yo haciendo algo, actuando y la gente riéndose, festejando. Por supuesto que eso costó una paliza. Y será que fue mas fuerte la paliza, que no recuerdo la anécdota exacta.

¿QUÉ RECORDÁS, AL MARGEN DE ESTA ANÉCDOTA, DE TU INFANCIA, DE VIVIR CON TUS TÍOS? ¿QUÉ CUESTIONES QUE TE HAYAN IDO MARCANDO EN ESTE SUJETO CULTURAL QUE YA EXISTÍA EN VOS Y QUE EVIDENTEMENTE SIEMPRE QUISO SALIR?

Lo primero fue la música. Y el tren. Para mí el tren siempre fue la posibilidad de irse; eso estuvo siempre en mí. Hoy te lo puedo decir como la posibilidad de irse, yo en ese momento no podía ponerlo en esas palabras, pero sabía que esa era la idea. De hecho, desde muy niño he viajado. Entonces el tren, por ejemplo, es una cosa fuerte, como posibilidad, algo que se mueve; era verlo pasar por el puente y era todo eso que uno puede pensar simbólicamente. Pero después la música…

LA MÚSICA VENÍA DEL LADO DE TUS PADRES…

Sí, ahí está…la música venía del lado de mis padres con quienes yo no vivía. Mi madre ya estaba muerta y mi padre viviendo en la Patagonia. Entonces yo supe muchos años después que ese tocadiscos, que era muy importante, no era un tocadiscos para el ingreso de los tíos con los que vivía. En ese momento no lo sabía; después supe que mis padres si estaban en otra situación económica. Ese tocadiscos era de mi madre, con todos los discos de mi madre y yo recuerdo cosas de cuando tenía cuatro años, como haber aprendido a manejar el tocadiscos y escuchar Chaikovski, jazz, Louis Armstrong, cosas así, que no tenían nada que ver con el mundo de mis tíos. Eran sensibles, no digo que no, pero esos productos culturales evidentemente no pertenecían a ellos y eran la herencia que había quedado en la casa de mis tíos, y a mí me abrió un mundo.

¿COMO FUE LA PRIMERA VEZ QUE TE ENCONTRASTE CON ESO? ¿LO RECORDÁS?

Totalmente, y puedo describir el aparato, cómo estaban dispuestos los discos. Es de las pocas cosas de mi infancia que tengo muy marcadas. No sé por qué, debe ser para estar más vivo, más sano, hay muchas cosas que se han quedado un poco; que no me estoy haciendo el pelotudo, sé que están, que fueron, pero que no forman parte de esa memoria que me ha sostenido y que me sostiene todavía. Ese es uno de los momentos y el otro momento fue en la escuela primaria, en mi barrio, en la escuela San Martín, frente al parque Sarmiento. La directora de la escuela era vecina del frente de mi casa y como yo ya sabía leer y escribir a los 5 años, dijeron: ‘qué vamos a hacer con este chico’, y me llevaron a la escuela. Entonces doña Luisa, que así se llamaba, propuso sacar un tocadiscos y que yo ponga música en el recreo. Siempre ha sido por ese lado, después fueron apareciendo otras cosas. Y después esas revistas que había en mi casa; mi abuelo coleccionaba el Billiken, mi abuelo era muy grande, yo era el último nieto y durante años los había coleccionado y los había encuadernado, clasificado por años y eso pasó a ser mío. Lo que a mí me nutrió mi infancia no lo puedo explicar; el mundo se abría en eso.

¿Y TE ACORDÁS COMO APRENDISTE A LEER? ¿HABÍA ALGUIEN QUE TE AYUDARA?

Si, había una tía que era muy mala conmigo, pero a su vez era muy buena; tenía esa contradicción. Yo abiertamente desde muy chico era putito, pero a mí no me pasaba, ellos me veían, ni sabía que esas cosas estaban mal y, además, aunque no lo hubiese sido, todas mis inclinaciones tenían que ver con esas cosas que se consideraban que eran de maricón, en esa Rioja de los años ’60. Intenté ir a piano a los cinco años y me dijeron que no; intenté ir a danzas y me dijeron que no, entonces todo lo que fui aprendiendo, lo fui aprendiendo por mi cuenta.

TE NACÍA LA VOLUNTAD DE HACERLO, A PESAR DE LAS NEGATIVAS…

Me encantaba, yo lo veía, me moría…

¿Y DÓNDE LO VEÍAS?

Me lo imaginaba o lo veía en fotos. Yo a los ocho años me iba al teatro que hoy es el Víctor María Cáceres a ver lo que había. Por la radio me enteraba, escuchaba mucha radio; entonces yo sabía si había una obra de teatro, pero eran raras las cosas que había y era muy lejos para nosotros llegar hasta ahí…

¿LA RADIO ESTUVO SIEMPRE AHÍ, DESDE QUE TENÉS MEMORIA?

Si…es como que la radio el último protagonismo grande lo tuvo en mi generación, porque después la televisión lo invade todo. No digo que la radio no siga siendo fenomenal, porque no se ha muerto. A los nueve años yo hice un radio teatro en la vieja LV14, que después lo terminó haciendo Marcelo Robledo porque había que viajar y no me permitían, entonces él viajaba. Después, en el ’84, cuando vuelve la democracia, con Alcira Luenga hicimos un programa y ahí aprendí y de ahí seguimos. Recuerdo que lo entrevistamos a Ariel Ferraro, en la única entrevista que hizo cuando volvió. Por ese programa pasó gente muy valiosa en esa época.

LO LLAMATIVO ES QUE, COMO CONTASTE ALGUNA VEZ, CUANDO ERAS CHICO, ADOLESCENTE, TENÍAS CIERTA TARTAMUDEZ…

Fui tartamudo hasta los 13 años, muy tartamudo…sufrí muchísimo, porque era un motivo más de discriminación, hasta que un día se me fue y ahora nadie puede creer que este tipo haya sido tartamudo (risas).

¿Y CÓMO LO MANEJABAS EN EL CASO DE HACER UNA OBRA, DE ACTUAR?

No, cuando actuaba y esas cosas lo manejaba perfectamente. Viste que dicen que los tartamudos, si tienen que cantar, cantan perfectamente, si tienen que leer leen perfecto. Aprendía de memoria ciertas cosas en la escuela. Después, con el tiempo, supe que tenía que ver con mi sexualidad. Yo desde siempre supe que era distinto, lo percibía, lo sentía y le puse el cuerpo y dije: ‘yo voy a seguir para adelante…a mí nadie me va a curar nada’…; no entendía muy bien todas esas cosas…

¿SUFRISTE MUCHO? 

Este lugar hoy es distinto, muy diferente a mi infancia, a mi adolescencia; era muy cruel la mirada del otro, no solamente conmigo, con las mujeres lesbianas incluso era peor. Los modos en que nos nombraban y nos lo decían en la cara, eso es muy fuerte y palabras que por suerte ya no se usan ahora, como ‘cunano’, era muy despectivo para nosotros, y te lo hacían sentir.

¿CÓMO TE REPUSISTE A ESO? ¿CÓMO LE HICISTE FRENTE A TODO ESO?

No sé…las ganas de vivir me parece. Sí, porque creo que es lo que me ha sostenido siempre, en muchas cosas; no quiero entrar en espacios que no puedan interesar, pero quiero decir en este sentido: siempre imperó en mí un deseo, una pulsión de vida. Yo vengo de un nacimiento en el que murió mi madre en el parto y eso…es cultural, ya lo sé, pero tuve que pelear con ese hecho cultural que lo tuve metido tanto tiempo, romper todo eso. Entonces siempre ha sido más fuerte la pulsión de seguir vivo y ponerle el cuerpo a lo que sea. Si a mí me han pegado desde niño, físicamente me han pegado desde niño, físicamente me han abusado los mayores. Soy parte de esa generación que hemos crecido con esa hipocresía tan grande y salir de eso, salir en el sentido de saber que la vida no es eso y que vos no te merecés eso, bueno, me llevó un gran tiempo, una lucha, a veces tengo que explicar todo de nuevo. Pero creo que es una pulsión de vida muy fuerte que me ha salvado en muchas situaciones y que me ha hecho dar pasos como la decisión de tener un hijo; todos esos pasos que he dado creo que tienen que ver con esa pulsión que es la que me sostiene hasta hoy.

HAY UNA FIGURA QUE APARECE EN TU VIDA Y QUE ME IMAGINO QUE HABRÁ SIDO CLAVE EN ESE MOMENTO, QUE ES LA FIGURA DE MONSEÑOR ANGELELLI, ¿CÓMO LLEGÁS AHÍ, A SER EL QUE HACÍA LAS HOSTIAS?

Yo me fui a vivir a la Patagonia cuando tenía 12 años, buscando a mi padre, solo, en un colectivo que demoró 48 horas y llegué a Caleta Olivia sin saber dónde vivía mi padre…

¿Y LO ENCONTRASTE?

Sí, claro. Estuve un año ahí y volví a La Rioja. Era muy raro tener esa edad y ser tan así; pero bueno, no encontraba un espacio y me sumé a un grupo juvenil que había en la Catedral, esto fue en el año ’74, que estaba el cura Gómez, el cura Amirati y a mí eso me abrió la cabeza. Como no tenía trabajo, no tenía dónde vivir y tenía que pagarme la secundaria porque mis tíos ya no lo hacían, entonces me ofrecieron empezar a hacer hostias; esto con 14 años. Ahí tuve la suerte de conocerlo a Angelelli y de conocer todo eso, porque era él y su mundo; porque Angelelli no era solo él, era él y un montón de gente. Lo que pasa es que quedaban eclipsados por esa figura. Para esa época, para este lugar, esta gente que tenía otra mirada…para ese modo que teníamos. Yo ya lo percibía a pesar que era tan pendejo, pero me daba cuenta, porque siempre he sido como muy avivado. Me daba cuenta dónde vivía, sabía. Ahí mamé todo eso que a mí me potenció porque evidentemente eso estaba dentro mío también, de algún modo; siempre he sido muy idealista, de las utopías…

PERO DE ALLÍ LO LLEVÁS A LA MILITANCIA…

Si, total y absolutamente, claro. Me apasioné, y esa formación que tuve creo que es capital y no me abandonó nunca, a pesar que no lo siga identificando en el plano de la religión como institución y como fe, en esas cosas, pero esa marca me sigue definiendo en la visión que tengo de la vida, en dónde pongo la mirada…

¿Y EN QUÉ CREES?

No sé, son etapas…

¿EN VOS, ESENCIALMENTE?

Y…es en el que menos creo (risas); ¡a veces me pego unas boicoteadas…! No sé, creo en esta humanidad de mierda, aunque soy un pesimista, totalmente. Pero creo que esa idea de un dios ya no forma parte de mi mundo; sí en un espacio melancólico, ¿se entiende? Porque indudablemente, como todo tipo sensible a veces tengo unos bajones impresionantes, sobre todo cuando he terminado de estrenar algo, me quedo vacío y entro en un bajón por dos o tres días, luego salgo, pero ahí aparece la melancolía de ‘hay dios mío’. Aunque soy un pesimista creo en los encuentros, creo en el corazón de mucha gente, si no, no estaría vivo. Creo en eso. Edith Piaf tuvo una vida muy terrible y murió muy joven, a los 44 años, y ella vivió gracias al amor de su gente que la sostenía, porque si no hubiera muerto mucho antes; gente que le entregó todo, que la amo. No quiero compararme con ella, por supuesto, pero creo en eso.

¿Y QUIÉN TE SOSTIENE?

Mi hijo primero, mi hijo es un compañero. También me sostiene en lo creativo, trabaja conmigo, cuando voy a Córdoba, él vive allá, o cuando viajamos se hace cargo de la producción. Y después me sostienen mis amigos, tengo amigos, amigas, y ahí es donde yo creo. Vuelvo a eso de creer, por eso yo creo en la humanidad y creo que es posible. No soy pelotudo, yo sé lo que pasa, pero sí me hago el pelotudo cuando hago arte. Sigo apostando a esas cosas, si no me estaría muriendo.

¿ALGUNA VEZ RENEGASTE DE TU SENSIBILIDAD? 

Cuando he sufrido mucho sí, pero yo he sufrido más por desamor que por otra cosa.

SOS DE ENAMORARTE FÁCIL…

No, no soy de fácil amor, pero cuando me enamoro, me ha pasado de sufrir mucho…

BUENO…IGUAL HAY MUCHAS FORMAS DE ENAMORARSE Y DE DESENAMORARSE TAMBIÉN…

Claro, el amor y el desamor no es solamente cuando uno está en pareja; he vivido mucho eso, sí, pero también me he permitido empezar a disfrutar en cierto momento de mi vida cosas que antes pensaba culposamente. En eso he hecho un gran trabajo, he recorrido un largo camino y estoy muy feliz con eso, conmigo, en el sentido de que siempre estoy buscando. Y ahora estoy en un momento de mi vida en que me importa un carajo todo, no en la visión de cagarme en todo, sino en que no tengo por qué estar pensando ciertas cosas.

¿TE COSTÓ LLEGAR A ESE PUNTO?

¡Claro! ¡Cómo no!

¿Y CUÁNDO SE PRODUJO ESE CLIC?

Cuando me fui a vivir a Europa. Estuve en Berlín, el fin del muro; del ’86 al ’89 estuve ahí y eso definitivamente me cambió, me crucé con gente que me abrió mucho la cabeza y yo ya no fui el mismo, para bien.

¿Y CUANDO VOLVISTE, DÓNDE TE UBICASTE? 

Anduve a los tumbos. Llegué a La Rioja, estuve un año, me fui a Córdoba, estuve no se cuánto, me fui a Neuquén…

A ALEMANIA TE FUISTE POR AMOR…

Cuando me fui de La Rioja siempre me fui porque me enamoré, salvo cuando me fui a buscar a mi padre. Pero sí, el amor me lleva. Así vivo el amor, es lo único que me tira.

PERO TENÉS ESA CAPACIDAD DE TRANSFORMACIÓN, EN EL SENTIDO DE TRANSFORMAR ESE DOLOR EN EL CASO QUE TE TOQUE SUFRIR…

Sí, claro. No sé si me sirve, pero sí. Y para entender también muchas cosas. Yo creo que uno va fagocitando todas esas cosas y va haciendo como una mezcla para ser lo que uno es, porque no sé, esa gente que dice ‘yo separo mi vida profesional de mi vida personal’, no sé si en mí se puede dar. Yo soy el mismo tipo sensible en mi trabajo, en el escenario, en esta charla.


EN EL BORDE, PERO EN EL CENTRO

«Cuando te imputan lo marginal, es una forma de anularte. Te dicen ‘tú eres marginal’, te quedas en el margen y desde allí hablas. Yo prefiero intentar otras estrategias, otros cruces de fronteras: moverme en los bordes». La cita que puede leerse en el muro de Facebook de Pano Navazo pertenece a Pedro Lemebel. Y no es pura casualidad. De hecho, nada lo es en el devenir del artista que ha hecho de su vida, desde los comienzos mismos, la búsqueda impostergable de eso que hay más allá. Más allá de lo que se puede ver, más allá de lo que se puede palpar. De allí que Pano Navazo, además de ser un artista que agiganta su figura con cada nueva apuesta, es también un referente ineludible a la hora de hablar de una lucha que ancla, en lo imperioso de la aceptación de la diversidad, la mayor de sus pretensiones, sin que ello sea una imposición, sino el recibimiento propio de lo natural, con los brazos abiertos. Ese anhelo que, paso a paso, va encontrando su espacio.

¿CÓMO ESTÁS VIENDO LA EVOLUCIÓN EN LA RIOJA RESPECTO DE LA TOLERANCIA A LAS DIVERSIDADES?

La Rioja va dando los pasos. Son tiempos menos hostiles, que no significa que no lo sigan siendo. Parecen buenos tiempos, sobre todo cuando hablas con los jóvenes. Ya no diferencian ciertas cosas, está como incorporada en su cotidianidad la diversidad. Eso me parece importante.

¿TE SENTIS EN ALGÚN PUNTO PARTE DE ESA CONSTRUCCIÓN QUE HA LLEVADO TIEMPO, SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS?

Sí, me siento parte y me siento un sobreviviente también de eso en cierto sentido, porque siempre le he puesto el cuerpo desde muy jovencito, aun cuando era muy difícil decir ‘soy puto’ y eso me hace sentir muy orgulloso, no desde un lugar de ego, sino desde un lugar de construcción mía, porque tenía la otra opción de haberme guardado, escondido y haber vivido una vida de mierda, llena de miedos, una vida infeliz, una vida que no era la mía…

POR ESO NO LO HICISTE NI SIQUIERA SIENDO PADRE…

No, siendo padre tampoco. Al contrario, eso ha sido parte de la militancia total. Y me siento orgulloso, a pesar de que he sentido mucho miedo, de que sufrí. Soy un hombre de la cultura de los bordes. En mi trabajo, en mi grupo, somos uno de los grupos que más se mueven en La Rioja. Nos movemos, autogestionamos, buscamos la manera, peleamos, tenemos una obra tres años haciéndola, la llevamos para un lado, la llevamos para el otro. Yo creo en eso. Y eso es romper. Soy un artista de los bordes. Al principio sentía que era discriminado, pero ahora siento cierto orgullo, porque tengo libertad. Claro que cuestan más algunas cosas, pero es un buen lugar estar en los bordes, que no es estar marginado, porque la marginación es otro tema y yo no estoy en un lugar de marginación, estoy en un borde y eso me da libertad.

¿Y QUÉ ES LA LIBERTAD PARA VOS?

Eso: poder ser lo más vos en el lugar en donde vivís. Ser lo más vos y ser consecuente. Para mí eso es la libertad, porque eso que te dicen ‘tu libertad comienza donde termina la del otro’…creo que la libertad es todo lo que uno se puede permitir en su vida que se acerque más a lo que se es, y poder vivirlo, y también poder contagiarlo de algún modo. No digo para que la gente sea como vos, sino como también cierta cosa de decir ‘hay otra forma’ y también se puede ser feliz. También el aburrido pasa conflictos existenciales. Estar en la comodidad también genera conflictos porque sentís que hay otras cosas, siempre estás en esa dicotomía. Por eso creo que la libertad es eso: ser lo más parecido a vos mismo, permitirte. Y por supuesto que entra el otro ahí, si uno es el otro también. No hace falta que alguien te diga ‘comienza o termina’, porque eso del límite es siempre un problema.

¿HACIA DÓNDE VAS? ¿TE LO PLANTEÁS O SIMPLEMENTE VAS YENDO?

No sé…creo que las dos cosas, porque aparece lo finito, la edad, pero yo no sé a dónde voy. Tengo un montón de ideas. Un día te puedo decir que voy a pasar mis últimos años viviendo al lado del mar; ya sé el lugar dónde voy a vivir, ya tengo vista la casa. Otro día te puedo decir que…no sé. Voy y vengo. Pero sí sé una cosa: siento que mis afectos son decisivos a la hora del camino que elija y que cuando tengo que elegir, eso está dentro de las cosas para sostener. Antes no era así, me sentía más libre en ese sentido. No creo que sea menos libre hoy, porque estoy eligiendo.

¿ES DIFÍCIL CONVIVIR CON PANO NAVAZO TODOS LOS DÍAS?

Soy muy silencioso y es muy difícil vivir con una persona silenciosa. Pero no es tan difícil. Tengo muchos valores. Leo mucho, escucho mucha música, veo mucho cine. No es tan difícil.

SI PUDIERAS, Y SI FUERA EL CASO, ¿HABRÍA ALGO DE TU VIDA QUE QUISIERAS MODIFICAR, CAMBIAR?

Creo que no, a pesar que hay momentos que no son muy gratos. No, porque yo soy también eso y hoy puedo ser por todo eso. No. Lo que sí, si me llevás hacia mi nacimiento, muchas veces pienso qué hubiera sido de mi vida si eso no hubiera ocurrido, si mi madre no hubiera muerto. Qué hubiera sido de la vida de mi familia. Todo es una idea, una imaginación que tiene que ver con la ausencia, con el vacío, es difícil eso. Por qué un hecho trágico puede marcar tanto la vida, no solamente la tuya, sino la de todos: la de mis hermanos, la de mi padre, la de mis abuelos, la de mis tíos, todo cambió. Eso es lo que es una incógnita y sé que no se puede decir otra cosa, pero quiero decir ‘qué hubiera sido’. Pero uno es una construcción de sí mismo, más allá de las circunstancias que te toquen, uno se construye a sí mismo.

Siente. Luego existe. Busca en lo más profundo de la esencia de su ser, en el punto de partida de sí mismo, para expresar, para decir. Y desde allí, dice. Sin términos medios. Sin concesiones. Sin eufemismos. Y desde allí, le da identidad a su nombre. Y a su tiempo, marcando también el pulso del nuestro. Con esa pulsión de seguir vivo, entre tanto prejuicio que, por fortuna y a fuerza de sangre, sudor y lágrimas, va muriendo. En los bordes, pero también en el centro, donde necesariamente ubica el eje de su militancia por todo lo esencial de la vida. En el escenario, en el teatro, encarnando un personaje. Pero siendo él y siempre, siempre, lo más cercano a lo que es. En el centro de la libertad: Pano Navazo.

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