En el principio, la geometría

La reconocida artista riojana Maricel Andrada dio a luz desde su particular creatividad a una nueva y exclusiva colección de diseño que, una vez más, se afianza desde las raíces para convertirse en testimonio ineludible de los orígenes de la existencia del universo. Delicadeza y creatividad, al servicio de lo esencial de nuestra tierra.

Hay una conexión. Hay una conexión con un punto de partida. Hay una conexión con un punto de partida que es esencia. Hay una conexión con un punto de partida que es esencia que se convierte en raíz. Y hay una mujer. Hay una mujer que una vez fue niña. Hay una mujer que una vez fue niña conectada con un punto de partida que es esencia que se convierte en raíz, hasta nombrarla. Y en ese nombre cabe, exacto, lo ancestral del universo vuelto presente. No hace mucho tiempo atrás, debajo de la galería de su lugar en el mundo, en un atardecer que se debatía entre azules más claros y azules más intensos esa mujer, la misma mujer que ahora dibuja pensamientos en un bar del centro de la ciudad, viajaba junto a 1591 Cultura+Espectáculos hacia el tiempo en que una niña, con gotas de lluvia cayendo desde sus dedos, pintaba los orígenes de su existencia en las raíces de su mundo, en el pequeño pueblo de Aminga. Sus padres la bautizaron Maricel; los pigmentos vinieron, luego, a confirmarle la vida y su urdimbre artística, a llenarle el latido de su corazón de los antepasados que la atraviesan. Desde entonces, u desde su multiplicidad artística, Maricel va por la vida dejando testimonio, conexiones, puntos de partida, esencias, raíces.

«Geometría ancestral» es su última colección como diseñadora y es, además, un preciso muestrario de su evolución constante como resultado de la búsqueda de una identidad que ya le es propia, pero que no sólo habla de ella, sino de los orígenes de un tiempo que nos abarca, que nos contiene y que nos define. De un tiempo sin el cual no podríamos ser, pero que muchas veces, en la vorágine de lo cotidiano, olvidamos. Allí radica, precisamente, una de las tareas fundamentales a la que Maricel asiste con consciencia plena: ser custodio y voz de nuestra historia, de nuestro origen, más aún en estos tiempos en que todo tambalea. Los mismos tiempos en que ella se reafirma.

«Nunca me bloqueó la pandemia» afirma Maricel, aunque reconoce que, en su caso, «ha influido en el estado de ánimo; sufro mucho el tema del encierro. Mi vida transcurre en la calle, en mi lugar de trabajo, ir todos los días a la oficina, almorzar e irme al taller. Mi taller es mi templo y es lo que necesito a diario. Es algo que para mí es parte de mi vida, no es un hobby, no es un pasatiempo, no es algo que ni siquiera considere un trabajo. Es placer y lo hago con esa urgencia de estar produciendo todo el tiempo, probando, experimentando, descubriendo, uniendo y últimamente haciendo una especie de testimonio. A esta última colección, ‘Geometría Ancestral’ la tomo como poder testimoniar a partir de mis prendas largas experiencias, historias muy antiguas y traer el saber de muchas generaciones, de muchos lugares del mundo, no solamente de América».

Esa es su tarea, la cual asume con responsabilidad absoluta, a partir del momento mismo en que trazó su destino vinculado a las expresiones artísticas. Ese compromiso, precisamente, es el que la lleva a continuar formándose en un perseguir de manera constante la perfección en su mensaje. «En 2018 egresé como diseñadora de indumentaria nacional, que me titulé en un instituto de Buenos Aires. Lo hice porque me sumó conocimiento específico sobre confección y sobre toda la terminología propia del diseño, de la moda, de las tendencias. Vengo trabajando en el rubro del diseño y veía que era necesario», cuenta. Sin embargo, ese seguir formándose en nada modifica su sustancia, eso que corre por sus venas, heredado desde el principio mismo de su simiente. «No cambié mucho en mi mirada hacia el diseño, mi esencia. No lo tomo como los diseñadores que admiro y respeto mucho y que buscan estar al día con las tendencias, con la competencia. Para mí el diseño es una herramienta necesaria para expresar, al mismo nivel que tomo los instrumentos para hacer pintura, para hacer escultura, para mis investigaciones, mi parte artesanal. Valerme de estos elementos para mostrar, para llegar con lo que quiero decir. Poner de manifiesto y dar al público un poco de nuestra esencia».

HACIA LOS ANCESTROS

¿Pero que hay en la última colección de Maricel Andrada, más allá de la belleza que caracteriza a cada una de sus creaciones? «Geometría ancestral» no sólo es el resultado de este tiempo de pandemia, en donde el tiempo, precisamente, derivó en la resultante de una mutación permanente, de una resignificación que puso en jaque también los espacios y las maneras en que se concibe el devenir de los días frente a la ausencia obligada de encuentros, tal como los concebíamos. «Con la pandemia tuve más tiempo para pensar las cosas; en ese sentido me facilitó procesar mejor lo que quería, poder producir. Hice una especialización sobre técnicas de teñido mexicana, siempre estoy estudiando. En esta especialización vi las técnicas de teñido botánico, que me vino muy bien, todo me suma a mi parte investigativa y experimental en el laboratorio del color. Me vino como anillo al dedo para establecer y llevar a la práctica comparaciones que yo venía haciendo sobre las técnicas de teñido ancestral que en toda América se da casi con el mismo patrón, pero con la variante de que para teñir artesanalmente varían las plantas según el clima, la flora, la fauna de cada lugar; pero todas tienen el mismo hilo conductor en cuanto al proceso».

Maricel va tejiendo conceptos con cada palabra, armando la urdimbre de su pensamiento, de su idea, de su concepción de las cosas tal como las observa y vivencia, desde pequeña. Y hacia allí va su memoria cada vez que emprende el camino rumbo a la propia geometría de sus ancestros. «Desde muy niña tengo conexión con las técnicas de teñido; es algo muy natural», sostiene, y además aclara: «Todo lo que emprendo y elijo estudiar es para disfrutar. Hay que tratar de no padecer, ni sufrir. Dentro de lo posible, más allá de los desvelos, que lo tratemos de vivir con placer, que sea un disfrute, porque son etapas que no se vuelven a vivir». Desde ese lugar, desde el disfrute, construye ese mundo en el que conviven pasado, presente, futuro y una obra que es y seguirá siendo persistencia de lo vivo, pero también de lo que se aferra a una memoria tan profunda como sensitiva.

«Creo que hay una conexión de toda mi vida en ‘Geometría ancestral’. Así como yo de niña encontraba los trozos de cerámica que hay en el interior, con pinturas, con diseños, uno crece con eso. Pero a la par de eso crecí con una señora que me cuidaba, que era una artesana, una telera de Agua Blanca. Viví con ella todo el proceso: esquilaba sus ovejas, traía la lana a la casa de mi abuelo, la limpiaba, lavaba y después teñía, luego tejía. Con ella vivía eso de ir a buscar al monte las cosas para teñir, para preparar las tinturas. Cada vez que volvía, seguía compartiendo ese hacer. Cuando hice estas especializaciones en teñido me di cuenta que todo está conectado. Todas las técnicas, ya sea la japonesa, la europea o la americana, tienen patrones geométricos», sostiene. Y, desde allí, traza las huellas hacia un pasado que se hace vigencia en la creatividad de sus manos, siempre en actitud de ofrenda.

«Mi arte en general, todo lo que hago, se conecta y yo me inspiro mucho en las piezas arqueológicas de los pueblos originarios de América y todo su diseño es geométrico. Cuando pensé esta colección lo hice a partir de eso. Trabajo con el patrón rectangular que lo voy adaptando a nuestros tiempos y a que sea una prenda ponible, tanto para la mujer como para el hombre y también seguir un poco lo que tiene que ver con las tendencias y la moda. Por eso se llama ‘Geometría ancestral’, porque es la geometría que viene presente desde siempre, no solo de nuestros ancestros americanos, sino del mundo. Cuando veo los patrones geométricos, por ejemplo, en la técnica Shibori de Japón, tiene patrones de teñido idénticos a la técnica que le llamamos de atado aquí en Argentina, en el Norte y en Bolivia, como la técnica de amarre que le dicen los peruanos y los mexicanos. Los patrones son exactamente los mismos. Todo tiene un origen geométrico, todo lo que nos rodea. Acá uno lo visualiza más; traté de entrelazar las dos cosas. A mis telas les tiño el fondo con estos tintes naturales y les hago este patrón a través de atados, de presiones, de pliegues. Sobre de eso pinto formas o mensajes con nuestra simbología y ahí entrego el mensaje».

En el principio, la geometría. Pero también el claro convencimiento de que «en el universo todo es recíproco: mientras más das, más recibís». En ese delicado pliegue, precisamente, nace esa conexión con el arte que testimonia su infinita proximidad con su tierra, a la que lleva prendida de cada latido de su corazón, palpitando siempre los delicados aromas de la Costa riojana, ese collar de bellezas estratégicamente repartidas sobre el lienzo de nuestra geografía.

«En mis prendas, en mi arte siempre trato de mostrar lo nuestro primero, tengo esa necesidad. Valoro muchísimo nuestro arte, la sabiduría heredada que es tan amplia, tan rica, tan bella, se la lleva en las venas, en la sangre, se vive y se respiran en el aire. Si a todo eso lo puedo contar y llevarlo en mis prendas y que mis prendas vayan a otro lugar y cuenten esos fragmentos, ya soy feliz. Por eso cada prenda es única y lleva, incluso, una etiqueta que cuenta lo que significa, qué significan esos símbolos del agua, la luna, el sol, la montaña; el porqué de las formas y del color. Todas mis obras tienen un porqué que no es accidental. Lo pienso desde el color, desde las variantes que quiero lograr».

En el principio, la geometría. En el principio, Maricel.

EL COLOR, LA SABIDURÍA DE LAS TELERAS Y LA INVESTIGACIÓN

«A los tintes naturales los extraigo de las plantas autóctonas en general. Estudio el comportamiento del color y aprendí el proceso de preparar las tintas. Cuando en el año ’96 decidí que mi temática y estilo a desarrollar iba a ser el arte de los pueblos originarios comencé a viajar, primero a los sitios donde había teleras en la Provincia y luego fuera de la Provincia, especialmente siguiendo la Ruta 40, en toda la zona de Belén, Santa María, luego Salta y Jujuy y empecé a nutrirme del saber de las teleras. Mucha gente no dimensiona ese saber que es tan rico. Admiro y amo a las teleras y desde mi lugar trato de hacer esos rescates, de ponerlas en valor. No podemos dejar que se pierda ese saber. Aprendí que el tinte que yo preparo va a variar según la época del año en que recolecto la materia prima. Las que preparo en verano me dan un color diferente respecto de las que preparo en invierno, según la materia prima que recolecto. Hace años que lo vengo experimentando. Preparo en invierno y verano. En verano todo lo que es de hoja, flores, frutos y raíces; insectos y hongos. Veo cómo las mismas plantas según la zona van variando el color. Llevo muchos años investigando las propiedades, y el comportamiento de los tintes naturales».

LA NECESIDAD DE QUE MÁS GENTE SE AME LO NUESTRO

«Estoy en otro momento de mi vida. Con la pandemia hay un antes y un después, también con mi edad. Este año cumplo 50, y desde hace dos o tres años atrás vengo pensando en darle un giro a esto de enseñar. Es otro tipo de necesidad. Tengo la necesidad de que más gente se enamore de lo nuestro, a partir de la experiencia que yo tengo. Quisiera contagiar a más colegas y a más gente que se está metiendo en el arte o el diseño, que en La Rioja está prácticamente en cero, no es muy tenido en cuenta. Tenemos provincias muy cercanas que trabajan a full con el diseño, como Catamarca. Tengo la urgencia por formar, por entregar mi saber, por enseñar».

LA EXCLUSIVIDAD EN EL PROCESO

«Me da mucha pena que se va reduciendo, va a menos. Artes visuales, artesanía y diseño. Hace falta salir al rescate de esos saberes. Trato de fusionar las artes visuales, la artesanía y el diseño en una sola pieza. Mis diseños no persiguen la alta costura, trato de mostrar la pintura, la artesanía. El proceso es netamente artesanal. Me gusta ser parte de todo el proceso creativo. Es algo exclusivo. Cada prenda es exclusiva».

EL AMOR POR EL POLIVALENTE DE ARTE

Con cada paso, Maricel Andrada va dejando una huella como señal de su existencia, arraigada siempre a los orígenes. A los propios y a los de sus ancestros. En sus obras, el color es un legado, una ofrenda y un agradecimiento. Así, igual, con cada una de las instancias en su vida. «Desde el Secundario vengo con esa impronta; cuando estudiaba en el (Centro) Polivalente de Arte, amaba el turno tarde por mi pasión que era la especialidad de bellas artes, no salía al recreo. Me encantaba pasar de largo, amaba y disfrutaba producir, aprender, compartir, los aromas del taller. Hasta el día de hoy no deja de emocionarme recordar esa etapa de mi vida. Nunca puedo dejar de agradecer a la vida que me haya dado la posibilidad de pasar por el Polivalente; pasé justo en una generación en la cual nuestros profes no sólo eran grandes profes sino también grandes artistas, que no mezquinaban nada. Aparte de enseñarte lo que decía la currícula o la planificación, te enseñaban todos los secretos y las experiencias como artistas. Crulcich, Pavón, Cisterna, Hugo Albarracín, profes maravillosos. Viví esa maravillosa experiencia, a la que sumo el acompañamiento de mi familia, que hasta el día de hoy me juega a favor».

ADMIRO TODO SU ARTE. CON MARICEL NOS UNE UNA AMISTAD Y UN CARIÑO MUY GRANDE

Maricel Andrada es una gran artista, una mujer con una profunda identidad riojana, la cual se ve plasmada en cada una de las obras que emprende; los colores, los símbolos cargados de pensamiento, las líneas o movimientos que proyecta, develan el modo en el que se relaciona con su tierra, su gente y su historia. Es una artista inquieta, con estilo propio e inconfundible, cimentado en el incansable trabajo por traducir el mensaje de nuestra cultura ancestral, y se encuentra entre las referentes y difusoras más importantes de las artes visuales en nuestra Provincia. La belleza, la creatividad y expresividad de sus obras reflejan el gran amor por lo nuestro, y es precisamente ése amor el que nos unió para enriquecer y potenciar nuestras propuestas artísticas y fortalecer el mensaje de nuestra cultura en cada lugar que tenemos la oportunidad de representarla.

GLORIA DE LA VEGA

EL VALOR AGREGADO DE SU CREATIVIDAD LOGRA COMPLETAR PIEZAS EXQUISITAS

Maricel Andrada es una diseñadora de autor. Sus diseños tienen desde el inicio un sello distintivo: inspirados en la cultura de los pueblos originarios de América y teñidos con pigmentos naturales fabricados por la misma diseñadora.

El valor agregado de su creatividad logra completar piezas exquisitas.

La búsqueda de la sensualidad y feminidad se nutre de recursos morfológicos y textiles que, junto con el trabajo del color, generan una imagen sofisticada con un estilo muy definido.

Este carácter que la distingue es adoptado por mujeres de diferentes generaciones que buscan usar prendas únicas.

Los colores y las telas son diseños exclusivos y las líneas son pensadas para ser combinadas entre sí, logrando un concepto acabado y coherente en cada nueva colección.

JAQUELINE REINOSO

(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura+Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)

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