Mujer de chamamé

Desde San Benito, un pequeño pueblo de Paraná, la reconocida acordeonista Marcia Müller abre para 1591 Cultura+Espectáculos las puertas de su espacio de creación, reducto en el que no solo se afinca una de las tradiciones musicales más arraigadas de nuestro país, sino también la construcción de un nuevo ideario en el que la mujer muestra su protagonismo e identidad como banderas de conquista.

El pasado 16 de diciembre de 2020 el Chamamé fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco tras una votación realizada en París y que desató festejos en las provincias de Entre Ríos y Corrientes. El género musical se convirtió de este modo en el tercer bien cultural argentino declarado patrimonio de la humanidad, luego del tango y el fileteado porteño. Muchos son los cultores de esta, una de las tradiciones más arraigadas del folklore de nuestro país. Pero también muchas son las protagonistas ineludibles de una historia que no se escribe solo en masculino, sino que debe reconocer en sus raíces mismas a la presencia de la mujer dándole forma y sustento, tal el caso de Marcia Müller, que en plena pandemia editó su disco «Mujer de Chamamé» nominado a los Premios Gardel en la categoría Mejor álbum de chamamé.  

Su nombre, que comienza a sonar cada vez con más fuerza y presencia en el escenario de la música nacional, se suma ahora a quienes entre los años 1940 y 1960 le dieron una gran popularidad al chamamé: Antonio Tarragó Ros (padre), Ramón Ayala, Ramona Galarza e Isaco Abitbol, añadiédose luego Teresa Parodi, Pocho Roth, Antonio Tarragó Ros (hijo), Mario Bofill y las hermanas Vera y Marilí González Segovia, que en la década del ’70 le dieron forma al Festival Nueva Canción Correntina, para luego dar paso a Chango Spasiuk y Nini Flores que internacionalizaron aún más el género.

Nacida en Campana (Buenos Aires) en el seno de una familia esencialmente chamamecera, Marcia Müller subió por primera vez a un escenario a los 9 años de la mano de su padre, Alcides Müller, tocando la guitarra en el conjunto Inspiración Iberá. Años más tarde, ya radicada en Paraná, su curiosidad la llevó a indagar y enamorarse del mundo de los acordeones, para llegar a ser hoy referente de una de las manifestaciones culturales más relevantes en el entorno del litoral argentino, calando fuerte en la idiosincrasia de sus habitantes. 

Desde un pequeño pueblito de Paraná, llamado San Benito, y gracias a las tecnologías que permiten un acercamiento en tiempos en que prima la distancia social, Marcia Müller abrió para 1591 las puertas de ese espacio en el que habita su creatividad y desde donde hace frente, precisamente, a los desafíos que plantea este tiempo de pandemia en el que, no obstante, pudo concebir un disco que busca homenajear a las mujeres que brindaron su vida al chamamé, al tiempo que brindarle nuevos horizontes a los que abrazar musicalmente.

ALMA CHAMAMECERA

«En mi cuna fuiste arrullo / con tu ritmo eché a volar / En tu esencia late fuerte / y mi voz es sapucai / Soy la herencia en mis ancestros / y de estirpe bien tagüé / hay un grito aquí en mi pecho / soy mujer de chamamé», canta Marcia Müller en el tema que le da nombre a su trabajo discográfico (para el cual recibió una beca del Instituto Nacional de la Música) lanzado el 10 de diciembre del año pasado, a través de Spotify y otras plataformas de streaming musical. «Tuve que reconvertir todo desde lo artístico. Sentí la necesidad de acompañar a la gente y comencé a generar cosas», cuenta la artista cuando se le pregunta sobre cómo afectó la pandemia al desarrollo de su trabajo con la música, punto de partida para un encuentro que, desde la palabra, brindó las señales de un recorrido que viene haciendo desde muy pequeña pero que, al mismo tiempo, siente que recién comienza.

¿CÓMO FUE EL PROCESO PARA LA ELABORACIÓN DE MUJER DE CHAMAMÉ EN ESTE CONTEXTO DE PANDEMIA EN EL QUE AÚN NOS ENCONTRAMOS?

Veníamos armando el disco, íbamos a entrar en marzo al estudio y dos días antes de eso se cerró todo. Una de las chicas que forma parte del trío viajó a Gualeguay y quedó ahí varada. Teniendo la replicación ganada de INAMU se pautaron fechas que se fueron prorrogando; no queríamos perder esa posibilidad, porque era una ayuda muy grande. En cuanto se levantaron las restricciones Nadia se vino, pero en el medio pasaron un montón de cosas. Siempre digo que los temas eligieron el disco, fueron apareciendo y se fueron acumulando ahí. Siempre doy el ejemplo de «Septiembre del adiós», que es un tema que le dedicamos a Ramona Galarza, con autoría de Nélida Argentina Zenón. Si hubiéramos grabado, en marzo ese tema no hubiera estado en este disco. Al estudio entramos en octubre e hicimos una semana de ensayos intensivos, fue muy agotador. Hicimos 70 horas de estudio, el trío básico y un montón de invitados. Hay dos temas con formación de sexteto y varios temas con formación de cuarteto. Fue bastante maratónico; lindo porque teníamos tantas ganas de tocar, fue un desahogo, volcar todas las ganas de tocar y salió este «Mujer de chamamé» que lo subimos a las plataformas el 10 de diciembre de 2020. Es el primer disco que estrenamos en forma gratuita por las plataformas, que fue una decisión que tomamos entre todos por el hecho de que queríamos ofrecer algo a la gente porque a mí me desespera un poco la situación que estamos viviendo, atravesados por mucha oscuridad, por mucha muerte. Siento que en lo personal siempre me he sobrepuesto con el arte, siempre en los malos momentos el arte me salva, me rescata, me hace resiliente, y creo que de esa manera podíamos también acompañar a la gente.

EN ESTE TIEMPO NOS DIMOS CUENTA QUE ES MUY DIFÍCIL PODER VIVIR SIN EL ARTE…

Totalmente. Se ha evidenciado; siempre lo supimos, pero es importante dejar evidencia de que el arte es esencial.

DECÍS QUE LOS TEMAS ELIGIERON EL DISCO, PERO EXPRESASTE TAMBIÉN QUE PARTISTE DE UNA IDEA QUE TENÍA QUE VER CON HOMENAJEAR A MUCHAS DE LAS MUJERES DEL CHAMAME, ¿ESTE FUE EL PUNTO DE PARTIDA?

Sí, la primera idea que surgió hace varios años fue hacer un disco con música de mujeres que tengan que ver con el chamamé. Después llegó el nombre» Mujer de chamamé», por esta cuestión de que nos posicionamos las mujeres en otro lugar y que ya no queremos ser objeto, queremos tener pertenencia, y queremos mostrar nuestra identidad. Ahí surgió el nombre «Mujer de chamamé» y no «del chamamé», como siempre digo. A partir de allí, sentí la necesidad de hacer un tema que tenga ese nombre. En discos anteriores el nombre del disco no había sido la referencia a un tema, sino una referencia al trabajo total, pero esta vez sí, así que empecé a pensar qué escribir sobre mujer de chamamé y empecé a hablar de lo que soy, no puedo hablar de lo que desconozco. Terminó siendo un tema autorreferencial en el que cuento por qué me siento mujer de chamamé. Lo estrenamos en enero de 2020 en la Fiesta Nacional del Chamamé como canción inédita. El disco está trazado todo por este eje y empecé a buscar composiciones de mujeres dentro del chamamé, que me encontré con algunas que ya me gustaban: «Luisa de 15 años» de Marily Morales Segovia y Gisela Méndez Ribeiro; Marily una referente autoral y en muchos otros campos, una mujer muy completa y Gisela una luchadora a la par mía. Por otra parte, una cosa que me di cuenta fue que nunca había invitado a mi viejo, Alcides Müller, a tocar en mi disco. Empecé a pensar en sus repertorios y me encontré con un tema que yo cantaba cuando era gurisa, que él había grabado con otras personas y que se llama «Madrecita Cosechera», un chamamé que le dedicó a mi abuela helena Frate, que sacando la cuenta fue la primera generación de mujeres chamameceras en mi familia. Era acordeonista, tocaba chamamé. Fue un flash grabar ese tema con mi viejo. Otro tema que se metió en el disco porque quiso fue «Autorretrato»; conocí la poesía en enero de 2020 que se hizo la entrega del premio San Martín, una premiación que hace el senado correntino. En torno a esa entrega nos dieron certificados en reconocimiento al aporte de las mujeres al chamamé y yo estaba allí en representación de Entre Ríos; uno de los premios se lo entregan a Marta Quiles, que había escuchado pocas cosas de ella. Martita, su hija, recitó en esa ocasión «Autorretrato» y me atravesó esa poesía. Le puse música y ese tema está en el disco. 

¿Y COMO ES ESTO DE SER MUJER DE CHAMAMÉ, QUÉ SIGNIFICA PARA VOS Y QUÉ SIGNIFICA EN GENERAL?

Si lo tengo que resumir en poquitas palabras, es una filosofía de vida. Si tengo que desglosarlo te tengo que decir que desde que estaba en la panza de mi mamá escucho chamamé; cuando agarré una guitarra y no sabía hacer ningún acorde en la mano izquierda, en la mano derecha ya sabía rasguear chamamé; fue lo primero que bailé, por añadidura el contexto familiar siempre fue chamamecero y empecé a tocar chamamé a los 9 años, los lugares que frecuentaba y la música que escuchaba era chamamé, la primera canción que canté fue «A mi Corrientes Porá», porque me encantaba como lo cantaba Ramona Galarza. Soy consciente que muchos niños y niñas tienen una infancia muy parecida a la mía, sin embargo, en mi adolescencia, en mi juventud ya cuando empecé a explorar el acordeón y empecé a estudiar en la Escuela de Música, estudié canto lírico, que me mostró un mundo totalmente desconocido para mí, me abrió los horizontes, después el Profesorado de Música que también me amplió un montón los conocimientos, me di cuenta que yo seguía eligiendo el chamamé. Después de todo ese recorrido llegué a la composición, me animé a componer, a ser autora. Ahí es como que termino conformando la mujer de chamamé que soy, porque es la forma que mejor me sale de expresarme en los buenos y los malos momentos, la forma más natural en la que yo puedo decir. He compuesto muchísimas canciones de música latinoamericana o con otros ritmos, pero siempre vuelvo al chamamé.

¿CUÁL ES EL ROL DE LA MUJER EN EL CHAMAMÉ, CÓMO HA IDO EVOLUCIONANDO ESE ROL, TENIENDO EN CUENTA QUE LA MUJER EN ESTE ÚLTIMO TIEMPO VIENE DESARROLLANDO UN PROCESO MUY PARTICULAR EN ESTE SENTIDO?  

Digamos que hasta hace 10 años atrás bastante invisibilizada, tanto que las mujeres compositoras le ponían en la tapa de los discos el nombre con una inicial y luego el apellido; son detalles, pero cuando llegás a un cúmulo de detalles te das cuenta que hay una sistematización de invisibilidad, por cuestiones de la historia de la humanidad, imagino, no somos la excepción en el chamamé. La mujer siempre estuvo presente pero siempre se tomó como puntales o ejemplos o referentes estéticos a los hombres. Creo yo que hay una cuestión puntualmente social que indica que la mujer tiene que criar a los hijos, tiene que quedarse en la casa, hasta hace unos años atrás no salíamos a trabajar; está todo referido a una tradición de familia, de estructuras, de roles dados que hace un tiempo se vienen modificando. Puntualmente en el chamamé, la primera grabación de chamamé que existió la hicieron las hermanas Lezcano, que cantaron la primera versión grabada de Chamamé. Esas son cosas que ahora las mujeres estamos hurgueteando un poco y empezando a mostrar también esa parte. Uno de los chamamé más conocidos es «Villanueva» y la autora es mujer. Es como que siempre estuvimos tapadas. En lo personal me ha costado un poco, no tanto en Entre Ríos, pero en Corrientes que es más tradicional, fue más difícil entrar como instrumentista. La mujer en cierta época estaba relegada a ser la cancionista (Cantora o cantante) y estaba muy mal visto que la mujer toque instrumentos. A mi abuela Helena no la conocí, pero siempre traigo a colación lo que me cuenta mi papá, que ella tocaba el acordeón en la familia y que cuando llegaba alguien ajeno a la familia dejaba de tocar. Decía: ‘no, van a pensar que soy una cualquiera’. Muy fuerte, un contexto social totalmente machista o trazado por tradiciones masculinas.

¿SENTÍS QUE ESTÁS ROMPIENDO UN POCO CON ESAS ESTRUCTURAS? 

Personalmente me siento revolucionaria completa. Muchos me deben odiar, otros me aman, estoy acostumbrada a las muestras de cariño extremas. Siempre estuve quebrando un montón de cosas que no me parecieron. Me fui a estudiar sola a Buenos Aires, estudié musicología para aprender un poco más de la investigación, agarré un instrumento que estaba en mi casa y que para mí era natural que suene el acordeón, pero después cuando salí a la calle o subí al escenario me di cuenta que no era tan común porque era una mujer. Cuando fui chica era la novedad y era lo extraño, cuando fui más grande muchos se sintieron intimidados porque la piba empezó a tocar más y ponía en riesgo la virtuosidad de los demás. Toco lo que puedo, con los elementos que tengo compongo lo que quiero decir y me corrí de ese lugar, porque por lo general el chamamé es muy competitivo. Desde lo personal rompí muchas estructuras, y aunque uno no quiera mezclar lo personal con lo profesional, termina siendo una referencia delante de la gente. Yo estoy casada con una mujer, no tengo hijos, soy bastante estricta para trabajar, hay cosas que van haciéndome la persona que soy y eso tiene sus pros y sus contras. Obviamente que a veces me intimida la situación, me canso, tengo mis momentos de bajón, pero entiendo que, si no tengo fortaleza yo, que emprendí este camino para quebrar muchas estructuras, quién la va a tener. Hay pibas de 15, 20 años que me tienen de referente. Me impacta un poco, porque yo siento que estoy como empezando, me siento nueva y pasaron un montón de años. 

ES LLAMATIVO QUE SIENTAS COMO QUE RECIÉN ESTÁS EMPEZANDO, CUANDO EMPEZASTE DE MUY CHIQUITA, A LOS 9 AÑOS YA ESTABAS ARRIBA DE UN ESCENARIO, ESO TAMBIÉN ESTÁ BUENO DESDE EL PUNTO DE VISTA QUE SENTÍS QUE TODO ESTÁ COMENZANDO NUEVAMENTE, ES SIEMPRE UN BUEN PUNTO DE PARTIDA.

Creo que esa idea la mantengo fresca y la quiero seguir teniendo en el corazoncito porque me mantiene activa, porque me molesta mucho la gente que se la cree con una sola cosita y yo digo que no quiero estar allí; lo que más me impulsa es ver cuánto hay todavía por hacer. Hay tanto por hacer, y a veces hasta me desespero y tengo que frenar un toque por la salud, o porque no me dan los tiempos. Soy una generadora de cosas y si no las puedo hacer se las paso a otras personas; siempre estoy haciendo movimientos porque creo que si nos quedamos quietos perdemos; perdemos las huellas de nuestros mayores que ya no nos pueden contar nada, perdemos la música que no se registró, pasan un montón de cosas.

NUEVOS HORIZONTES

A Marcia, «Mujer de chamamé» le abrió nuevos horizontes. En primer lugar, en lo que respecta a la manera en que su música llegó a quienes la siguen, innovando desde las plataformas como una manera, además, de ofrendar a la gente un momento en el que poder olvidar toda la oscuridad de este tiempo, y en segunda instancia, desde la visibilidad que significa para un trabajo discográfico quedar entre los nominados del Premio Gardel, uno de los reconocimientos más importantes a los que un artista puede acceder. Desde ese lugar, el panorama es mucho más amplio y lo que está por venir, la invita a soñar, a proyectar. 

¿CÓMO TOMÁS ESTO DE LA NOMINACIÓN A LOS PREMIOS GARDEL, EN QUÉ MOMENTO TE LLEGA, CÓMO TE MOVILIZA?

Primero fue todo un psicoanálisis que me hice para decidir si postularlo o no (risas). Entiendo que el arte no se puede medir, no hay forma de medirlo. Sin embargo, entendí que el Premio Gardel, en este caso, es un recurso de la industria musical y siendo un proyecto totalmente independiente y en el momento de esta producción en que estamos, que ya tenemos un poco de relevancia nacional, que hemos hecho viajes al exterior, sentí que necesitábamos ese impulso y me la jugué. Es la primera vez que postulamos un disco y quedar nominados fue una alegría enorme, por más que sé que el arte no se puede medir, hay un reconocimiento implícito ahí que a uno le hace bien; hay un reconocimiento a la labor. Somos tres generaciones tocando chamamé y hoy llega un reconocimiento de esta manera. Si uno lo analiza más fríamente es un abrir puertas hacia otros horizontes para un proyecto independiente que viene muy bien; la visibilización nacional ha sido extraordinaria y he podido hacer llegar mi música a un montón de gente que, de otra manera, no hubiera podido.  

¿A PARTIR DE ESTA INSTANCIA QUE VIENE PARA VOS?  

No sé (risas). En realidad, me imagino un montón de cosas, siempre con trabajo y ya estoy proyectando. De este disco nos gustó un montón cómo se logró la sonoridad del sexteto, entonces los chicos ya me están empujando a que escriba más arreglos y hagamos un disco de sexteto solo, que es una locura que tengo desde que empecé a estudiar, animarme a arreglar. Más allá de que sea galardonada o no, ya esto es un premio, la visibilización lograda va a quedar y se va a instaurar; creo que a partir de ahora tengo que ampliar mi equipo de trabajo, prensa, producción. El desafío empieza a ser más grande.

RESPECTO DE ESOS NUEVOS DESAFÍOS, ¿CÓMO TE LLEVÁS CON ESTAS FORMAS NUEVAS DE DIFUNDIR LA MÚSICA, PARTCIULARMENTE CON EL CHAMAMÉ QUE ES TAN TRADICIONAL Y QUE TIENE SUS PROPIAS FORMAS DE DIFUSIÓN? ¿CÓMO TE LLEVÁS CON LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, CON LAS PLATAFORMAS?

Lo veo bien porque amplía personas y todo lo que amplía personas es válido y está buenísimo. Creo que el chamamé puntualmente es un ritmo que masivamente lo consumen personas de 40, 50 años para arriba y se restringe bastante allí la parte tecnológica. Sé que esa franja de gente en lo que más incursiona tecnológicamente es en Youtube y Facebook, entonces trato de acercarles por ahí la música. El desafío de subirlo a Spotify, por ejemplo, ha implicado tratar de encontrarme con una población que consume folklore en general, o que no consume folklore y tratar de acercarles una propuesta que por ahí les puede gustar. Hace un tiempo vengo buscando ese perfil de gente, para tener contacto con la gente más joven. 

¿A DÓNDE TE PROPONÉS LLEGAR? 

Lo que me propuse hace dos o tres años es ampliar la franja etaria dentro del núcleo del chamamé. Otra de las propuestas que me hice y que le hice a mi equipo de laburo es empezar a romper el límite y llegar a Latinoamérica, empezar a vincularme. Estuve en Colombia en 2019, el año pasado hicimos un concierto virtual con una cantautora de Monterrey, México. Por la pandemia me tuve que quedar un poco quieta, pero tengo invitaciones para ir a Brasil, a México; me conocí con músicas folkloristas de Chile también. Empezar a abrir ese horizonte que ya se abrió, de hecho. Busco en Ibermusicas, en el Fondo Nacional de las Artes, en esos proyectos que tienen la mirada abierta a otros países y creo que cuando volvamos de la pandemia tengo que empezar a trabajar para mirar el horizonte de Europa. Creo que lo que hago puede gustar un montón, porque si bien yo hago una música regional, tiene un desarrollo musical, arreglístico y de un montón de elementos que son universales; la forma de cantar que tengo viene del canto lírico, es mi técnica y todos esos elementos pueden ser muy favorables para que tengamos un muy bien recibimiento de la gente en Europa.

¿ESTÁS MUCHO TIEMPO CON LA MÚSICA EN UN DÍA DE TU VIDA?

Depende mucho de las clases que tenga que dar, igualmente dando clases estoy con la música. En algún momento me dediqué a la costura, pagué mis estudios universitarios cosiendo para una casa de decoración, hacía almohadones, cortinas; daba clases de coro y hacía un montón de cosas, limpié casas y demás. Siempre recuerdo todo lo que hice porque hice un esfuerzo tremendo para llegar a trabajar de la música, por más que no sea sentarme a componer un chamamé o tocar mí música. Todo el día estoy con la música de alguna manera; estoy escuchando, buscando recursos para mis clases, mirando documentales de Youtube, lo que vincula la investigación con mi parte docente, pero prácticamente estoy todo el día con la música, de una u otra manera.    

EN ESTE CONTEXTO DE EVOLUCIÓN DE TU CARRERA QUE ES EVIDENTE, ¿QUE ES LO QUE MÁS RECORDÁS DE TU PRIMERA SUBIDA A UN ESCENARIO Y QUE NO QUISIERAS PERDERLO?

Hay una frase que no recuerdo a quién se la escuché decir, pero que dice algo así como que ‘el día que no te pongas nervioso para subir a un escenario, dejá’; esa es una de las cosas que no quisiera perder porque en ese nerviosismo que uno tiene, cruzado incluso con un poquito de miedo porque uno estrena alguna cosa o por lo que sea, creo que está la responsabilidad ante el público. Otra de las cosas que no quisiera perder nunca es esto de poder conectar con las personas que te están escuchando, en una mirada. Yo soy muy del sapucai, me brota espontáneamente y por ahí necesito esa respuesta, esa conexión que me parece que es vital. 

SOBRE MARCIA MÜLLER

Nació el 10 de junio de 1977 en Campana, provincia de Buenos Aires. A los 9 años comenzó a andar los escenarios de la mano de su padre Alcides Müller, tocando la guitarra en el conjunto Inspiración Iberá. Años más tarde, ya radicada en Paraná, su curiosidad la llevó a indagar y enamorarse del mundo de los acordeones.

En 1996 comenzó su formación académica en la Esc. De Música, Danza y Teatro «Constancio Carminio»; en el estudio del canto lírico y guitarra. Posteriormente inició los estudios superiores obteniendo el título de Profesora en Música. En 2011 inició sus estudios en la tecnicatura de Etnomusicología, en el Conservatorio Manuel de Falla, en la ciudad de Buenos Aires. Ha grabado con personalidades de la música folklórica y popular como Rafael Amor, Monchito Merlo, Dúo Enarmonia, Nélida Argentina Zenón, Polito Castillo, Alcides Müller, entre otros.

Se ha desempeñado como docente de música desde 2005, pasando por todos los niveles educativos. En la actualidad es coordinadora pedagógica del área de música del nivel medio de la escuela de música, danza y teatro «Constancio Carminio» (Uder); como profesora de la carrera de acordeón y del profesorado de música en varias materias de dicha Universidad.

En su carácter de compositora se aboca a distintos géneros musicales, con una gran preponderancia en la música folclórica del litoral argentino. Muchas de sus obras forman parte de sus trabajos discográficos: ‘Chamameceando con Marcia Müller e Inspiración Iberá’ (1998); ‘Sueño en alas de acordeón’ (2001); ‘Siempre’ (2012); ‘Gracias 30 años’ (2017) y el más reciente, ‘Mujer de Chamamé’ (2020). 

12 CANCIONES QUE SON UN COLLAR DE HOMENAJE A LAS MUJERES DE CHAMAMÉ

La acordeonista, cantante, autora y compositora Marcia Müller resultó nominada a los Premios Gardel en la categoría Mejor álbum de chamamé por su trabajo «Mujer de chamamé». En junio se conocerá la propuesta ganadora del galardón. El disco fue grabado y lanzado en 2020 por Marcia Müller grupo, un trío formado además por Maru Figueroa y Nadia Ojeda. Cuenta con doce temas compuestos mayormente por Marcia y algunos en conjunto con figuras como Nélida Argentina Zenón, Miriam Gutiérrez o musicalizando la poesía de la correntina Martha Quiles. El nombre «Mujer de Chamamé» es una síntesis de la vida y obra de una artista que nació en un seno musical en el que creció dedicándose al estudio y la profesionalización de su persona y de su entorno. 

Mujer de Chamamé: 1. Mujer de Chamamé (Marcia Müller); 2. Septiembre del adiós ( Nélida A. Zenón /Marcia Müller); 3. Autorretrato (Martha Quiles / Marcia Müller); 4. Amor de mandarina (Marcia Müller); 5. La Muda (Maru Figueroa); 6. Isidora Portillo (Marcia Müller); 7. Hija de mi corazón (Marcia Müller); 8. Luisa de 15 años (Marily Morales Segovia /Gicela Méndez Ribeiro); 9. El patio del ayer (Marcia Müller); 10. Madrecita cosechera (Alcides Müller); 11. Esperándote (Marcia Müller); 12. Soy mujer (Miriam Gutiérrez /Marcia Müller). Grabación y mezcla: Gualbi Gómez / Masterización: Claudio Gómez / Fotografías: Carla Semprún Díaz / Diseño gráfico: Tomate creativo / Producción fonomecánica: Marcia Müller / Grabado entre octubre y noviembre de 2020; Paraná, Entre Ríos, Argentina.

Página Web:  https://marciamuller.wixsite.com/marcia // Facebook: Marcia Müller // Instagram: @marciamulleroficial // YouTube: MARCIA MÜLLER Oficial // Contacto de prensa – Soledad Castañares. 

(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura+Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)

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