Volver a empezar

La voz de Mariel Valdez se aleja cada vez más de los encasillamientos, de los estereotipos y las determinaciones externas. Luego de una experiencia enriquecedora con el tango, la cantante riojana ya se proyecta hacia nuevos horizontes, dejando atrás la pandemia y sus circunstancias, y apuntando siempre la mirada y el trabajo hacia el territorio del crecimiento.

Si hay una artista en La Rioja que bajo ningún punto de vista ni circunstancia detiene su marcha, esa es Mariel Valdez. Cada vez más alejada de los encasillamientos, la cantante no sólo incursiona en nuevos géneros, sino que también se adentra en el universo audiovisual, con producciones que alcanzan un profesionalismo notable, al tiempo que trazan un nuevo ideario en las modalidades de trabajo en La Rioja, con el objetivo de estar siempre un paso por delante, a la vanguardia.

Mariel, que viene de hacer una experiencia muy enriquecedora de la mano del tango, ya proyecta su futuro con regreso incluido hacia el folklore, pero también con una exploración constante de nuevos géneros que pueden llevarla hacia el pop melódico, siempre gracias a la ductilidad de una voz muy característica, que no sólo la define, sino que también la diferencia y le permite salirse de lo establecido o de lo que, por imposición, suele esperarse de una artista que abrazó en gran parte de su carrera a nuestra música más tradicional. 

Fue a pocos meses de haber dado a luz a su trabajo «Clásicos del Tango», en el que realizó un minucioso recorrido por canciones fundamentales a las que les puso cuerpo, alma y corazón, que Mariel Valdez brindó una entrevista a 1591 Cultura+Espectáculos. 

«Fue una etapa de mucho estudio, como un volver a empezar y entrar a un mundo totalmente distinto, conocer a la gente del ambiente del tango, conocer a los músicos que tienen otros códigos», contaba Mariel en la tranquilidad de su hogar, abriendo de par en par las puertas de su espacio. Aquella afirmación, claro está, hacía referencia a una nueva instancia que encaró y que derivó en un trabajo discográfico minucioso, obsesivo, al detalle. Por aquello, tampoco dudaba en sostener, casi al mismo tiempo, que esa tarea «ha cumplido con las expectativas que tenía; en la preproducción, en la elección de los temas, en el estudio para hacer un producto totalmente diferente a lo que venía haciendo». Y, también, en lo trascendental que supone para la cantante «contar con el apoyo de mi familia, de mi esposo, que siempre me está animando».

Ahora, pandemia mediante, Mariel se plantea un «volver a empezar» en el que, sin embargo, algunas cuestiones no cambian. El respaldo constante de sus seres más cercanos sigue siendo un sostén, aunque, por otra parte, se siente «más madura, más libre». Y desde ese lugar, precisamente, acepta este nuevo convite de nuestro suplemento.

«No puedo estar sin cantar, me afectó emocionalmente» afirma la cantante cuando se le pregunta por este tiempo de coronavirus y aislamiento social. «La música es terapéutica», agrega y, de inmediato, da cuenta de un hacer que no se detiene. «Empezamos a invertir en equipos para hacer lo que siempre nos gustó, que es tener una productora; escribir los guiones de nuestros videos, siempre en función de mi música». La mención, en este caso, es para los trabajos que viene desarrollando respecto de su última producción discográfica que, si bien sólo pudo ver la luz a través de las plataformas digitales, va dejando por otra parte registros audiovisuales que prometen ser largamente recordados por su calidad de producción. Uno de ellos, «El último café», ya circula en pequeñas grajeas por las redes sociales, dejando traslucir un trabajo minucioso y una conceptualización clara: «El tango no es popular también por responsabilidad de algunos de los artistas. El tango es una cultura que es nuestra, es bien urbana y hay que traerlo a la actualidad, ya no estamos en los años ’40. Por eso quiero ser más urbana, más terrenal, modernizar el tango». Y de eso se trata, precisamente, el video que se viene, que cuenta además con la participación de los destacados bailarines de tango riojanos Facundo Oliva y Valeria Castro y la producción de Juan Manuel Facciano (pareja y soporte indispensable). 

Esta nueva etapa, sin lugar a dudas, se suma en el historial de Mariel Valdez al desafío que, en su momento, asumió en un doble sentido: por un lado, quitarse las vestiduras de su estrecha relación junto al folklore, con el que estuvo ligada desde los comienzos mismos de su ya extensa carrera y, en rigor de verdad, desde los comienzos mismos de su vida, aferrada siempre al destino musical que le heredó su padre, el Chango Valdez. Y, por el otro, tomar con responsabilidad plena el reto de sumergirse en un universo tan intrincado como el de la música ciudadana, asumiendo con absoluta naturalidad el peso de una historia y tradición extraordinarias.

Y en este devenir, no obstante, aclara: «Siempre hicimos todo a pulmón, porque siempre nos rebuscamos para hacer las cosas» y, a modo de anticipo, cuenta a 1591 Cultura+Espectáculos que se viene un nuevo audiovisual en exteriores, en este caso para un próximo evento de trascendencia en La Rioja, un ciclo de «canciones al amanecer» que «contará con repertorio riojano, folklore, nuestros paisajes, esos amaneceres diferentes y una estética distinta». 

Esta instancia implicará, muy probablemente, el reencuentro formal de Mariel con el folklore, aunque en rigor de verdad será más significativo aún por el hecho que marcará el reencuentro con sus músicos de siempre, una motivación extra a la hora de encarar nuevos proyectos. «Una extraña el escenario, el contacto, estar ahí, sentir esa energía, el público, la gente. Eso se extraña un montón, igual que la previa, los viajes con la banda. A lo largo de todos estos años hemos tenido un acercamiento muy especial con los músicos que son prácticamente mi familia, aunque soy consciente de que nadie es imprescindible, y que simplemente se trata de volver a empezar» señala, mientras se esperanza con que pronto podrá volver a tocar en vivo, cuestión que, por otra parte, no le impide reflexionar: «Estoy esperando que esto termine y volver a empezar, porque es como que todo lo que hicimos de alguna manera quedó atrás y hay que empezar de cero. Y creo que más allá de todo lo negativo, de alguna manera hay que verlo positivamente: quizá nos hacía falta algo como esto, tal vez nos vino bien ese respiro; tal vez estábamos cansados de nosotros mismos».   

UN NUEVO COMIENZO

Lo diferente, lo innovador, los desafíos que encuentra en lo desconocido, son cuestiones que desvelan a la cantante como un sinónimo de evitar el estancamiento en su carrera musical. Pero también son un punto de partida hacia un nuevo universo en el que Mariel Valdez se asume Mariel Valdez y se hace cargo tanto de sus certezas como de sus incertidumbres, tanto de sus aciertos como de sus errores. «Todo hace a un conjunto que te lleva a crecer, a mejorar y sobre todo a no quedarse, mucho más en La Rioja, donde todo se hace a pulmón. Nunca entré en el circuito de los artistas oficiales, sin embargo, nuestros discos estuvieron en sellos nacionales como Pop Art y Art Music; eso tiene otro valor». Pero no sólo se trata de eso para la reconocida cantante riojana. Se trata, además, de un camino de maduración.

«Son muchos años ya de estar con la música y creo que lo no debo dejar de hacer es el hecho de creer un poco más en mí, tener esa seguridad; quizá anteriormente estuve muy sobreprotegida. Ahora creo que hay una maduración lógica y que también me siento más libre. Me cambió la vida el hecho de haber sido madre; noto una maduración en ese sentido, pero también siento que me sirvió este antes y después, siento que ya tengo más seguridad y a partir de allí creo que mejoraría muchos aspectos, porque también a medida que va pasando el tiempo van surgiendo cosas. Lo único que no cambiaría es el contacto con el público que para mí es muy necesario; es fundamental para mí tener ese contacto, no lo puedo cambiar, forma parte de mi estilo». 

En este punto, el encuentro con Mariel Valdez comienza a discurrir hacia una nueva instancia, un nuevo comienzo, pero siempre con las mismas bases sólidas que la acompañan prácticamente desde sus inicios. «Me considero una alumna eterna de las técnicas vocales, sigo estudiando. La música melódica es muy distinta al tango y, a su vez, muy distinta al folklore. Como todo, hay que estudiar y tiene que ver también con la exigencia que se pone cada uno. En lo personal, siento que me ayuda a crecer encarar diferentes estilos, porque eso ayuda a encontrar el estilo de uno y a no estancarse. Hoy siento que cuando vuelva al folklore voy a contar con otras herramientas y que a mi voz le voy descubriendo nuevas formas. Quizás antes estuve muy limitada por el género».

«Este proceso en el que siento que he crecido mucho en cuanto a la parte vocal, también me ha ayudado mucho a madurar como persona, a aceptar las cosas que te pueden pasar, a entender que para todo hay un tiempo; así es como aprendí a ser un poco más paciente, a escuchar más y eso me sirvió para poder tomar las riendas de lo que quiero hacer. Son etapas, siento que ya no soy esa nena que necesitaba todo el tiempo de su papá y de su hermano; ahora siento que puedo hacerlo sola y sé que en este disco (Clásicos de Tango) se nota ese crecimiento de interpretación, de maduración, incluso en lo sentimental», aseguraba Mariel a 1591 Cultura+Espectáculos. Y ahora, sin temor a equivocaciones, lo ratifica: «El tango me ayudó muchísimo a canalizar. Como suelen decir por allí, el tango llega a tu vida en el momento justo, no es algo que vayas a buscar, y a mí me llegó en medio de un quiebre con mi banda de toda la vida, con mi hermano, emocionalmente encontré las letras de tango para expresar lo que sentía en ese momento, fue terapia para mí. Pero también es cierto que necesito ponerme a prueba constantemente y ponerme retos; necesito esa adrenalina». 

Por ese camino va desandando sus sueños la voz de Mariel Valdez. Entre lo construido que perdura y la sostiene y lo que está por construir. Un nuevo comienzo que la encuentra con más ganas que nunca y con nuevos aires musicales que la van acercando, en este caso, hacia el pop melódico. «Me encanta el género, me crié escuchando a Ricardo Montaner», cuenta y se pregunta, luego: «¿Por qué me tengo que seguir encasillando? Llegué a una edad en la que voy a cantar lo que siento y lo que a mí me hace feliz; en algún momento, llegué al punto de cantar canciones que a mí no me gustaban; pero lo hacía porque entendía que al público sí. Ahora quiero cantar lo que siento y siento que también hay que animarse a probar otras cosas, que se pueden hacer cosas diferentes». 

Por ese camino va desandando sus sueños la voz de Mariel Valdez. Y no pasará mucho tiempo, seguramente, para que vuelva a sorprender y a encantar a su público. Mientras tanto, no deja de esperanzarse: «Espero que podamos volver a trabajar y adaptarnos a estos nuevos tiempos; estamos con las ganas renovadas y creo que ya es hora de volver a hacer lo que siempre quisimos y lo que siempre nos gustó, aunque sabemos que toda esta situación que nos tocó vivir es un antes y un después en muchas cosas».

Un antes y un después, pero con una continuidad inquebrantable, porque lo que ocurre entre Mariel Valdez y el canto se asemeja mucho a una simbiosis, a una asociación íntima de organismos de especies diferentes que se benefician mutuamente en su desarrollo vital. A la luz de los hechos, resultaría prácticamente imposible establecer entre ambas una diferenciación. Y es que el canto es a Mariel Valdez, lo que Mariel Valdez es al canto: la suma precisa de voluntades transformándose en nuevas canciones. Y en otro volver a empezar.

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