El incansable y trascendental escritor riojano confluye con el polifacético artista Martín Ptasik, no sólo desde la amistad, para iluminar una producción poética-audiovisual que promete dejar huellas y que ya tuvo su segunda presentación, esta vez en el Auditorio de Tribunales. Un encuentro con la poesía y con la esencia misma de estar y sentirnos vivos.
Fue en una mañana soleada de enero cuando Héctor David Gatica y Martín Ptasik comenzaron a pergeñar un nuevo plan. La vida los había juntado años antes y ahora los volvía a poner frente a frente con un proyecto en común, en el que la poesía venía a amalgamar visiones y vivencias distintas pero, en un punto en común, ensambladas detrás de un mismo objetivo: poner imagen a la palabra a modo de testimonio que perdure a lo largo del tiempo.
De allí es que surgió “Los días del amor”, un audiovisual poético que indaga delicadamente sobre una de las obras más “intimistas” del prolífico y trascendental escritor riojano. El punto geográfico de partida para la aventura poética y audiovisual de Gatica y Ptasik fue el puente sobre el río de Huaco.
A partir de ese instante, cuando la mañana apenas clareaba pero el sol ya daba sus presagios de intensos calores, comenzaba el viaje hacia la profundidad del amor, revoloteando en el aire las sensaciones como un avioncito de papel lanzado al aire, llevando en medio de la leve brisa noticias de palabras que alguna vez se afincaron en la infancia, pero que con el correr de los días, de los meses y de los años, fueron dejando señales del paso de una vida demasiado ajetreada, razón por la cual muchas veces perdemos de vista las cuestiones simples, aunque siempre fundamentales.
“Gatica es un hombre del campo”, afirma Ptasik “y como hombre del campo hay que sacarlo”, agrega. “Tenerlo a Gatica encerrado es como tener un pájaro en una jaula”, concluye. Y la definición no es menor, mucho menos desajustada a la realidad. La poesía de Gatica es una poesía que habla de la universalidad de su Rioja en lo hondo, en lo recóndito. En ese interior que debe ser recorrido para poder ser dimensionado. Pero por sobre todas las cosas, para poder ser sentido, palpado, desde la alegría y desde el sufrimiento; desde la abundancia (afectiva, generalmente) y desde las carencias. Desde el contexto, en definitiva, en que el amor nace desde raíces que se arraigan al terruño y crecen y se expanden hacia un universo posible, que se afinca en una estructura familiar que sostiene los sueños.
No por nada revisitar “Los días del amor” (el libro lleva cuatro ediciones a lo largo de 40 años), del escritor riojano, implica revisitar nuestros propios días del amor, puestos ahora a disposición de palabras e imágenes/imágenes y palabras que dan cuenta de lo endebles que podemos resultar frente a las vicisitudes de la vida, si no ponemos especial énfasis en lo esencial que nos sostiene, desde el afecto. Pero también desde las ansias de estar generando siempre algo nuevo, algo diferente.
Y si algo pueden tener en común Héctor David Gatica y Martín Ptasik -dejando de lado ya una amistad que supo atravesar el paso de los años y las circunstancias- eso es la calidad de incansables buscadores y generadores de productos culturales que rompan con los cánones de la habitualidad, de lo cotidiano.
Ese factor resulta, en este caso, determinante a la hora de verlos una vez más recorriendo los mismos caminos para dar a luz a este trabajo poético-audiovisual (que el pasado martes tuvo su segunda presentación en el Auditorio de Tribunales), dando cuenta de las muchas maneras en que las letras (y la vida) pueden contarse.
Partiendo, como se dijo, desde Huaco, un desandar por diferentes pueblos de la Costa Riojana fue la excusa perfecta para esta co-producción de “Desierto de los Andes” – Canal 2 – Martín Ptasik que indaga en profundidad sobre una de las obras emblemáticas de Gatica, con esa particular mirada que implica la sumatoria de artes, y el claro objetivo de plantear otra manera de acercar la poesía a todos. Tarea de sustancial nobleza, si las hay (y por lo general absolutamente silencionsa).
En este contexto, poesía e imagen confluyen al igual que Gatica y Ptasik a través de los típicos paisajes de localidades como la ya mencionada Huaco, con ese río cristalino que invita a refrescar la memoria, Chuquis, con sus callecitas plagadas historia, Los Molinos, donde la danza supo atravesar fronteras, o Udpinango, pequeña localidad habitada más por fantasmas que por humanos.
En todas y cada una de esas localidades, las anécdotas de vivencias anteriores y los encuentros con nuevas experiencias se fueron dando lugar con la misma naturalidad con que el escritor riojano da vida a su poesía y la ubica con certera precisión en palabras, desde su voz pausada y consciente.
PALABRA E IMAGEN
“Los días del amor”, se trata de un primer capítulo de muchos que están por venir, pero que promete dejar huellas y, desde allí, abrir paso a nuevas instancias geográficas en las que la obra de Gatica se afinque, siempre mirando hacia el interior profundo (su amado interior profundo) al que Ptasik logra captar con exactitud y suficiencia, inmerso en su propio universo audiovisual que con el Cine Móvil supo llevarlo hasta los puntos más recónditos de la Provincia, a lo que se agrega su amplio y reflexivo conocimiento sobre el escritor.
El propio Ptasik así lo afirma: “Esta hermosa amistad de un “gigante” con un cualquiera como yo, que siempre fructificó en algunas aventuras que me faltan oídos de nietos y vecinos para contar. Ahora en este emprendimiento cultural de usar ese viejo recurso de la poesía asociada a la imagen, vamos juntos”.
“Pequeño (un día) y tremendo rodaje. Nunca dijo un “pero”. Él no sabía nada de nada acerca de lo que me proponía. Yo casi siempre tampoco. Se le agradece la confianza. Lindo desafío. Meterse con un “prócer” de la poesía riojana a “ilustrar” su magia. Tremenda experiencia que este “habilitador” me dio nuevamente”.
“Espero haber logrado algo a la altura del talón de sus letras. Para disfrutar ese libro que dice tanto, que desnuda, que se interpela, que se muestra de raíz y nube. Poesía. Mucha poesía. Solo puedo compartir con ustedes, a modo de invitación, la tremenda fascinación que me produjo zambullirme en un mensaje tan claro y revelador. Ya verán, cuando lo vean, porqué digo esto”.
Las palabras de Ptasik se convierten en una invitación a disfrutar de una producción que se mete de lleno en la sensibilidad del escritor, dispuesto a conmover una vez más el alma con las mismas letras, para dejar un mensaje de absoluta actualidad, que tanto tiene que ver con las dimensiones del amor en que los tiempos que nos tocan apuran y, a veces, nos dejan, incluso, sin esa dimensión real del tiempo.
En las pequeñas grandes cosas que extraviamos a diario, sumidos en el torbellino de la inmediatez y las demandas de una sociedad voraz, van quedando en el camino, también, los sueños y anhelos que supimos acumular en la niñez.
Motivo más que suficiente, este, para regalarse un tiempo y un espacio en el que se pueda volver a creer en avioncitos y barquitos de papel que vuelan y navegan desde las letras como manos de Héctor David Gatica y la ilimitada imaginación visual de Martín Ptasik.