La raíz a la que nos aferramos

Una reseña para el libro La Rioja mágica y misteriosa. Mitos, leyendas y creencias populares, de la escritora riojana Teresita Flores.

Hay un principio, un origen, una génesis, un punto de partida. Hay un instante iniciático. Una raíz a la que nos aferramos, aun cuando hayan pasado miles y miles de años y las civilizaciones (mal llamadas civilizaciones en algunos casos) hayan hecho estragos con la ancestralidad que, sin embargo, todavía nos rige, incluso sin que nos demos cuenta, en la mayoría de los casos.

Y nos rige porque está en nuestra sangre, corre por nuestras venas como torrentes de testimonios de aquello de lo que ya casi nadie habla, pero que todos sabemos, porque de generación en generación fue transmitiéndose como un legado indescifrable en algunos casos, dadas las deformaciones o cambios que fueron sufriendo, e indeleble en otros, dando espacio a una determinación en el devenir de nuestro cotidiano. Están ahí. Nos observan. Nos acompañan. Nos definen. Nos anuncian los designios irreparables. Nos soplan lo incierto al oído. Nos estremecen en la velocidad de lo sorprendente. Nos espantan. Nos protegen. Nos ponen en duda. Nos brindan algunas certezas. Nos llenan de magia. Nos envuelven en brujerías. Nos hacen replantear lo que somos y también lo que no.

Resulta fundamental, en este punto, detenerse en un factor clave que permite abordar este libro de Teresita Flores que hoy nos congrega y que, considero, es de lectura indispensable. Y este factor clave no es más que un interrogante. O, mejor dicho, algunos interrogantes que la propia autora plantea a modo de invitación: ¿Existe una vida espiritual paralela a nuestra vida física? ¿Mitos y leyendas fueron verdades alguna vez? ¿Se trata de energías que libera la naturaleza? ¿Es solo la imaginación humana? Magia y misterio. Mitos, leyendas, creencias populares. ¿Cómo se construyen? ¿Desde qué lugar obtienen su sustento?

Esas preguntas no son más que una invitación a indagar y, al mismo tiempo, indagarnos. A poner una pausa en el espacio-tiempo al que asistimos para intentar recuperar, al menos, algo de lo legado por nuestros ancestros. Y he aquí, también, donde radica lo esencial de este trabajo que es, sin lugar a dudas, una ofrenda mayúscula de la escritora hacia el ejercicio de una memoria colectiva que hace, al mismo tiempo, a la identidad. Ya lo dice Teresita: «La humanidad toda es un hilo de la memoria secular y colectiva de la que no puede escapar». Pero esa memoria, precisamente, se despierta a partir de lo minucioso de su tarea. Y es que «La Rioja Mágica y Misteriosa» es mucho más que un libro de mitos, leyendas y creencias populares. Sería un error mayúsculo pretender reducirlo solo a eso.

La tarea investigativa que llevó adelante la escritora y que le insumió, entre otras cosas, el tiempo que le llevó el recolectar cerca de 300 testimonios que dan cuenta de una herencia irreductible, es solo una puerta abierta entre tantas otras que van atravesando, al descubrirse, el análisis en profundidad de la determinación de los pueblos, de acuerdo con los diferentes procesos de colonización que atravesaron y que fueron abriendo heridas que aún derraman su dolor, que no terminan de cicatrizar y que quedaron expuestas a una pena para la cual hubo que buscar una cura milenaria, cuando no algún paliativo ligado a lo fantástico.

«Los mitos y las leyendas enriquecen la memoria popular y sobreviven en el ánimo del pueblo. Nacieron de la necesidad colectiva de los antepasados que nos las transmitieron con su sola evocación. Son nuestros, los heredamos de la antigua raza; otros, los aprendimos de los invasores, se quedaron aquí para ser respetados, aunque la ciencia diga lo contrario», afirma Teresita. Y en ese afirmar, se afirma. Traza con determinación su propio derrotero, al que le pone alma y cuerpo. Mágica y misteriosa, pero por sobre todas las cosas, mágica.  Y es que, en lo concreto, resulta inevitable delinear, aquí, un paralelismo.

Teresita Flores se confiesa enamorada de su provincia montañesa, de su tonada esdrújula, de su gente sencilla, de su historia con héroes brotados del pueblo, hombres y mujeres valientes que colaboraron para reafirmar el amor por la Patria. Y en ese confesarse enamorada de su provincia montañesa, a la que ha recorrido y conoce de punta a punta, del derecho y del revés, escribe también su propia historia, su propio mito, su propia leyenda. Se pone a habitar en el territorio de lo fantástico. Se descubre en un espacio destinado a las supersticiones, pero también a la certeza de ser parte de la supervivencia de lo mitológico. Ocurre que solo deja de existir aquello que no se nombra. Y Teresita, en este punto, ejerce, como en tantas otras ocasiones, el don de nombrar, de poner en palabras. Y de dar vida a lo nombrado, al ubicarlo en la dimensión de lo real para recordarnos que no estamos solos.

Así, nos va llevando por el discurrir de una historia que atraviesa a toda América, pero que finalmente ancla en nuestra historia, donde mitos, leyendas, curaciones mágicas, brujos, aparecidos, espantos, etc., están insertos en el corazón del pueblo. Nombra y da vida, Teresita. Trae al presente lo que, para muchos, ya sin la fortaleza inicial, quedó en el pasado. Y lo hace a partir de un decir simple, pero contundente; sereno, pero movilizador. Y con la maestría y pericia que la asisten a partir de una mirada curiosa, inquieta y precisa, pero a la vez tremendamente comprometida con lo suyo, como siempre.

Se hace parte y nos hace parte de lo misterioso, del temor, de lo extraño y lo incomprensible. Y aquí, una vez más, pone en marcha su don multiplicador de voces. Desde su voz precisa y clara, le da voz a los sin voz, a los callados, a los desplazados, a los olvidados, igual que cuando al calor de las brasas cocina sabores y saberes y narra la historia política y cultural de su tierra. Y su historia, esa que se va convirtiendo en mitológica, fabulosa, a la par de las criaturas a las que les pone nombre y les da forma. Fenómenos que, de no ser por su maternal sensibilidad, caerían indefectiblemente en el abismo de la orfandad y el desamparo.

Y con ese mismo afecto y nostalgia con que se arraiga a su herencia de sangre y pueblo adentro, Teresita abraza al Mikilo, siempre juguetón y travieso. Le devuelve el protagonismo, lo hace dueño de las siestas, bajo el cálido sol de La Rioja. Mikilo que, por otra parte, ilustra este libro con la obra de Elvidio Chávez, en una muy cuidada edición -también es importante recalcarlo- de Lampalagua Ediciones, a cargo de Marcela Mercado Luna, con diseño de Carlos Paigés.

Sería francamente inapropiado en este momento extenderme mucho más respecto, por ejemplo, de los territorios celestes, la creación de los mitemas cósmicos, cuestión que sucede -tal como Teresita lo señala- desde que el hombre tuvo acceso a la razón; o hablar de los cultos cósmicos, muchos de los cuales permanecen vivos, aunque, en este siglo XXI el avance de la tecnología y de la ciencia del espacio hayan demostrado fehacientemente que los astros no son mágicos ni castigan a la humanidad como sostienen los mitos; ni qué decir de los paisajes lunares a los que La Rioja venera de manera romántica, y que se relacionan con la Chaya y sus decires copleros y la práctica de ciertas supersticiones arraigadas en el pueblo, como las brujas de la Salamanca y «El malo» que, más temprano que tarde, aparece.

Teresita lo sabe mejor que nadie. Ella misma se define con esa hermosa picardía que la caracteriza como «la bruja mayor», amplia conocedora no sólo de los dramáticos efectos de la colonización que despojaron a La Rioja de grupos étnicos puros, sino que también y a pesar de ello, mitos y leyendas, al igual que curaciones mágicas, brujos, aparecidos, espantos, etc. están insertos en el corazón del pueblo. Y en su corazón. Su corazón, repito y digo: ese territorio que se amplifica cada día, hasta alcanzar en base a la ofrenda constante de su ser como un abrazo sincero, esa dimensión inabarcable de su vital presencia en la construcción de nuestro imaginario de riojanidad.

LA AUTORA. Teresita Flores, riojanísima nacida en Sanagasta, es poeta, investigadora, docente y autora de una cuantiosa obra que incluye material inédito.

OBRAS PUBLICADAS

Literarias: Esa dulce tristeza (La Rioja, 1959); Escenas infantiles. Teatro y poesía para niños (La Rioja,  1983); De pie sobre la sed (Buenos Aires, 1987); Incandescencias (Mendoza, 1989); Primeros destierros (Mendoza, 1992); Ocupante del mundo (La Rioja, 2001); La calle y otros sueños (La Rioja, 2000); Razón de ser en Sanagasta (La Rioja, 2004); El ojo de la aguja (Córdoba, 2011); Historias a la olla (La Rioja, 2014); Solamente rescoldos (Córdoba, 2017).

Ensayos: La décima y el trovo en América (La Rioja, 1992); Cocina típica de La Rioja (La Rioja, 1998); La cocina riojana (La Rioja, 2003); De pulperías y otras yerbas (La Rioja, 2004); La Rioja mágica (1° Ed., Córdoba, 2009); La rioja y el maíz de América (La Rioja, 2016).

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