“Valentango” suena como un desgarro, como un dolor profundo, tan profundo que se vuelve intangible, aunque indeleble. Pero “Valentango” suena también como un quiebre, como una fractura que es, al mismo tiempo, un punto de partida, un nuevo comienzo, un volver a nacer, desde esa vida pequeñita que se disipa de esta faz de la tierra, pero que perdura entre las manos, en el aroma de las manos apretando el aire como se aprietan fuerte los sueños, los anhelos, que de eso se trata, en definitiva, estar vivo. Estar viva, aunque fragmentada por una pena, pero viva, recogiendo los pedazos de si misma para reconstruir una vez más y otra vez más el aire, para darle forma, para componerlo con sus dedos sobre las teclas de un piano, inventando la melodía, esa melodía que le dé un nombre y que en ese nombre la perdure, la prolongue en lo intenso de ese sentir que se abre como una cajita musical, pura y plena en ese sentir que abraza.
“Valentango” es una puerta abierta al universo de Negracha, una puerta abierta que invita a pasar, que invita a descubrir, a ver más allá de lo que se ve en ese paisaje norteño que es entrega, ofrenda apasionada, tango que nace allí, en la raíz misma de sus raíces, donde se reconoce ella, mujer, cuerpo, alma, música: Noelia Díaz, esa puerta que se abre como se abre de par en par su sonrisa, expresando la calidez de su presencia del otro lado, desde un más allá que se torna cercanía. Desde la vecina provincia de Catamarca, en su espacio cercano, hasta aquí, hasta esta Rioja que le tendió una mano y a la que afirma amar.
Desde la nostalgia que se desprende de cada melodía de su “Tango Norteño”, hasta este punto de encuentro en la palabra que se torna generosa, que abraza y que va detrás de las raíces. Las propias y las de una raza que se extingue bajo la presión de lo impuesto por las civilizaciones. Y otra vez las propias, aferradas al sueño de la integración regional, de la federalización del tango al que se aferró desde muy pequeña, en la casa de sus abuelos paternos y en las teclas de un piano, ese “monstruo” al que admiraba con sus ojos de niña asombrada, sin saber quizás que asistía a la presencia de su primer amor.
“Yo creo que en el piano encontré mucha devolución; de por sí ya me impactaba el tamaño que tenía, de chiquita es como que yo me sentía…”, recuerda y se queda suspendida en un pensamiento profundo, que nace desde muy adentro y que viene a reafirmarla en esa elección que sigue haciendo a diario, junto con ese propósito inclaudicable de torcerle el brazo a los designios de lo preestablecido, de lo estereotipado, de las estructuras que aprietan, que comprimen y que no permiten expandir los deseos de un género musical sin límites, sin fronteras, restringido mayormente al centralismo porteño.
En esa convicción de pluralidad se reafirma. Y en el diálogo con 1591 Cultura+Espectáculos, desde su tierra natal, expande su horizonte hacia una mirada cristalina, transparente, que también la define. Sinceridad al palo, honesta simplicidad, pero también esa búsqueda de grandeza, de inmensidad y de trascendencia que ya le permitió escribir algunas de las páginas más extraordinarias de su vida. E, incluso, ir por más.
“Yo creo que la pandemia fue la que gestó del todo el disco, mi primer disco”, sostiene con una sonrisa amplia cuando se le pregunta por cómo se llevó con ese proceso tan traumático que nos tocó vivir como sociedad y que aún perdura en sus efectos colaterales. “Empezar a trabajar en los arreglos, buscar músicos, empezar a tratar de concretar algo que hace mucho que lo quería, pero no se venía dando por tiempos, por dinero, por muchas cosas; la pandemia no fue tan mala hasta cierto punto en mi caso, ya que el primer año por lo menos pude ahorrar”.
VENÍAS TRABAJANDO HACÍA MUCHO TIEMPO CON EL TEMA DE LA COMPOSICIÓN, DEL TANGO, YA TENÍAS UN MATERIAL IMPORTANTE…
Hace 12 años que estoy componiendo tangos, 12 años que vengo trabajando con el tango norteño. Esta inquietud de hacer tango surgió después de un momento bastante importante de mi vida. Tengo un hijo de 20 años, y a esto lo hice después de la muerte de mi hija Valentina, que es cuando nace mi primer tango.
BUENO, YA TE IBA A PREGUNTAR POR ESA SITUACIÓN PARTICULAR, QUE ME IMAGINO DEBE SER MUY DOLOROSA, POR UN LADO, PERO QUE TAMBIÉN SIGNIFICÓ UN QUIEBRE PARA VOS, ESPECÍFICAMENTE EN LO QUE RESPECTA A LA COMPOSICIÓN DE TANGOS; UN QUIEBRE GRANDE QUE TAMBIÉN FUE UN IMPULSO DE ALGUNA FORMA…
Así es; creo que fue la forma en que yo pude canalizar en ese momento algo que no entendía. Siempre una escucha o lo ve desde afuera, pero cuando te pasa es como que te cae la ficha de muchas cosas, de muchas ausencias, fue un momento bastante difícil para mí.
CREO QUE UNO NUNCA ESTÁ PREPARADO PARA ALGO ASÍ…
No, no lo estamos, mucho menos de la forma en que se dio, porque todo fue muy rápido. La muerte, cuando viene anunciándose, te da la posibilidad de despedirte de alguien, pero esto fue muy rápido, muy de imprevisto; ella era muy pequeña, nació prematura, sietemesina y la tuve un día, un solo día la vi…
PERO IMAGINO QUE PARA UNA MADRE ESE VÍNCULO…
No muere…
A PESAR DE QUE FUE UN QUIEBRE Y QUE EVIDENTEMENTE FUNCIONÓ DE ESA FORMA EN VOS, TAMBIÉN HAY UNA CAPACIDAD DE RESILIENCIA MUY GRANDE, QUE EVIDENTEMENTE TAMBIÉN LA ENCONTRASTE EN LA MÚSICA, ¿NO?
Obviamente que es una vivencia muy triste, pero yo quiero darle la vuelta a eso. Es una pérdida enorme, es un hijo, pero musicalmente todo ese momento está plasmado en ‘Valentango’. Yo creo que busqué la forma de que me mi hija no muriera y el mensaje sigue estando y sigue trascendiendo, porque es como que muchos pueden identificarse aun no sabiendo la historia. Me enorgullece poder plasmar no solamente en lo personal sino para todos la pérdida que uno tiene y a veces calla; de eso no se habla porque se sufre, porque es negativo. Me gusta cuando la gente se emociona al escuchar ‘Valentango’, es como que yo lo siento, siento esa conexión que tenemos con el público cuando esta obra suena.
DESDE LA RAÍZ
La música de Noelia Díaz va hacia las raíces, hacia lo profundo de un sentir que, desde sus vivencias particulares, se expande hacia lo colectivo en esa identificación emocional que logra con cada compás. La misma identificación con la música que le viene heredada desde la esencia misma de su ser, conformado por las existencias melodiosas de su padre y de su madre, en el forjar esa infancia llena de imágenes que le perduran en la mente y que le ponen a latir el corazón. Ese corazón que arriba de un escenario deja salir a Negracha, ese alter artístico que es sinónimo de liberación y que la pone a disfrutar en la plenitud del encuentro con el público.
LA MÚSICA TE ACOMPAÑA DESDE MUY PEQUEÑA, DESDE TUS RAÍCES PRÁCTICAMENTE. ¿CÓMO FUE QUE SURGIÓ ESE VÍNCULO TAN ESPECIAL QUE TENÉS CON LA MÚSICA Y QUE DESPUÉS, CON EL CORRER DEL TIEMPO, FUE DERIVANDO HACIA EL TANGO? ¿CÓMO NACE TODO ESO EN VOS? ¿CÓMO LO TENÉS REGISTRADO EN TU MEMORIA Y EN TU EMOCIÓN?
Bueno, la música en mí estuvo desde la cuna porque mis padres fueron músicos. Mi padre fue un guitarrista muy reconocido en Catamarca dentro del folklore; era guitarrista y acompañaba a grandes de la provincia y a otros de nivel nacional como Jairo, como Carlos Torre Vila y en algún momento también tocó con Chito Cevallos. Recuerdo que Quito Carballo se venía a casa en esas juntadas que iban de jueves a domingo. Hay historias para contar sobre mis padres, sobre sus trayectorias. Mi madre era cantante, era ama de casa y cantante, y también tocaba la guitarra, o sea que yo vengo desde niña con esta cuestión de la música. Mi padre había estudiado en un conservatorio en Buenos Aires, durante su estadía allá, porque él se fue de Catamarca cuando tenía 14 años buscando un futuro y la verdad que lo hizo, lo logró dentro de sus aspiraciones. Mi papá logró estudiar música como él quería, logró tener un manejo bastante técnico que era lo que necesitaba para poder abordar otros campos dentro del folklore, y yo aprendí a leer música los 4 años, cuando él me enseñaba.
ERAS MUY CHIQUITA…
Aparte era muy de él, estaba mucho tiempo con mi padre y todo lo que él hacía yo quería hacerlo.
ENTONCES, ¿SI TUVIERAS QUE MENCIONAR A UN REFERENTE SERÍA ÉL, SERÍA TU PAPÁ?
Si, en todo aspecto. Mi pilar y mi referencia, aun siendo hombre. Le decía a mi mamá, cuando recién se estaba gestando toda esta movida del feminismo bien potente: ‘yo creo que el papi era una feminista encubierta en cuerpo de hombre’ (risas). Él quería que yo sea netamente independiente, que tenga mi auto, mi casa, mis cosas, mi laburo, mi hijo y así, todo sola.
DE ALGUNA MANERA PUEDE DECIRSE QUE LO LOGRÓ, PORQUE LO SOS…
Así es…
¿Y CÓMO RECORDÁS TU PRIMERA VEZ EN UN ESCENARIO, TU PRIMERA VEZ EN SITUACIÓN DE ESTAR AL FRENTE DEL PÚBLICO?
Yo tenía 9 años. Ya había ido a otros eventos, porque mi hermano también es músico, más grande que yo, o sea que yo desde los 2, 3 años ya iba al Conservatorio cuando lo llevaban a mi hermano. Cuando entré a estudiar en el Conservatorio tenía siete años. Hay un Conservatorio de música que se llama Mario Zambonini, acá en Catamarca, que de haber sido una institución formadora de músicos profesionales de calidad en instrumentos pasó a ser ahora una escuela de oficios. Pero esa primera vez fue a los 9 años, en el Teatro Catamarca, donde había un piano hermoso, un Steinway que desapareció cuando fue el terremoto y la verdad que fue un impacto, porque éramos poquitos los niños que tocábamos, que teníamos la oportunidad de participar en el concierto grande del Día de la Música; ese era el objetivo mayor de todos los estudiantes del Zambonini, llegar al concierto, y la verdad que me acuerdo que era muy pequeña, que me colgaban los pies en la baqueta del piano de cola; me sentía muy chiquita adelante de un tremendo monstruo que para mí ya era mi amor eterno.
¿SIEMPRE FUE EL PIANO, SIEMPRE ESTUVO ESE AMOR COMO VOS DECÍS?
Siempre fue el piano y va a ser el piano toda mi vida.
¿Y POR QUÉ EL PIANO, QUÉ ENCONTRASTE EN ESE INSTRUMENTO?
Yo creo que en el piano encontré mucha devolución; de por sí ya me impactaba el tamaño que tenía, de chiquita es como que yo me sentía… vi pianos verticales como el que tengo, pero cuando entré al Aula II en el Conservatorio y me encontré con él, es como que fue: ‘¿¡Qué es esto!?’ Y justo lo encontré cuando lo estaban afinando, nunca me olvido. Yo tenía cuatro, cinco años cuando lo encontré al afinador que es hasta el día de hoy mi ángel de la guarda, porque creo que fue amor a todo en ese momento. No me desprendí más. Él me preguntaba. ‘¿vos que vas a hacer, vos querés tocar el piano?’, y yo le decía: ‘sí, yo quiero tocar el piano’. Y cuando lo empezó a desarmar, todo fue una vorágine de imaginación: yo decía que era un piano de oro, porque tenía todo de bronce adentro y yo le contaba a mi viejo, de eso me acuerdo, que lo había visto y que sonaba muy fuerte, y que yo quería tocar rápido; lo único que quería era aprender a tocar virtuosamente, pero todavía no me daba ni la articulación, ni el tamaño. Me enamoré profundamente del piano y sostengo hasta hoy que el amor de mi vida está ahí.
¿TE ENCONTRÁS EN ESE LUGAR, TAMBIÉN ES UNA FORMA DE ENCONTRARTE A VOS MISMA CON EL PIANO?
Sí, porque el instrumento es un instrumento, pero lo que repercute en ese instrumento y que a la vez a vos mismo te emociona, sos vos mismo, es uno. Es como que yo siento que el alma se desprende del cuerpo cuando uno toca. Es lo que a mí me pasa; es sublime, no existe más nadie, es una cita entre el piano y yo. Es mi compañero que me ayuda a expresar.
VIÉNDOTE TOCAR Y VIENDO TU CONEXIÓN CON EL PIANO, UNO ENTIENDE QUE HAY UNA ESPECIE DE DESNUDEZ, DE DEJAR AL DESCUBIERTO CUERPO Y ALMA EN ESE MOMENTO, ¿LO SENTÍS DE ESA FORMA?
La verdad que sí. Es esa sensación, totalmente. Es como una entrega. La música para mí es como un ritual, y el escenario es el altar de ese ritual, es como que cuando uno sube ahí es sublime, y trato siempre de conectar con la gente. La idea es que la gente pueda disfrutar, que podamos tener una conexión para que ellos también me transmitan a mí su emoción y todo el tema del escenario queda muy palpable, es algo de lo que yo disfruto mucho.
¿Y QUÉ ES LO QUE TE EMOCIONA? ¿QUÉ ES LO QUE TE MOVILIZA?
El amor; primero y principal el amor. Después me moviliza mucho poder percibir a las personas. Cada vez que toco y vienen a escuchar algo que no conocen es sentir esa atracción, porque no es lo mismo que vos escuches un ‘Adiós Nonino’ o la ‘Milonga del Angel’ que escuchar algo que no conocés y que el músico pueda conectar con vos, tener ese vínculo, es como un romance a primera vista, te terminás entregando sin saber qué es lo que te atrae y terminás disfrutando. A mí esa conexión con la gente es lo que más me gusta, es lo que más me apasiona, y de ahí obviamente sentirme yo, porque considero que Noelia Díaz es una cosa y Negracha Triunfal es otra. Me encantaría ser Negracha todo el tiempo, pero no se puede.
¿NEGRACHA APARECE CUANDO TE PONÉS EN MODO ESCENARIO? ¿HAY UNA TRANSFORMACIÓN DE ALGUNA MANERA?
Exactamente. Así, tal cual. Está el temperamento de Noelia, pero la que va arriba del escenario es Negracha. Digamos que para que esta pueda perdurar, la otra sufre. Noelia es la que sufre, la que carga con todo, Negracha es la que se libera.
PERO TAMBIÉN SE PUEDE DECIR QUE SE COMPLEMENTAN, QUE NO PUEDE SER LA UNA SIN LA OTRA…
No. He leído de otros artistas que lo viven de esa manera. A mí me atrapó mucho la vida de Edith Piaf, y siento por ahí ciertas similitudes en algunas cosas, por ejemplo, con respecto a las pérdidas. Los artistas que se han destacado en el mundo siempre han tenido ausencias muy graves, cosas muy trágicas que los han marcado. Yo veía que esta mujer cuando cantaba era Edith Piaf, pero cuando se bajaba era Edith, la alcohólica, la viciosa. Cuando llegaba el momento del escenario era como decir ‘me voy a ese mundo a donde están los que me faltan’. Bueno, yo siento eso, siento también que mis musas siempre van a ser mis hijas, porque he perdido a dos nenas. ‘Valentango’ es una, y ‘Ñustacha apasionada’ es la otra composición que hice para mi otra bebé. Son dos tangos que hasta el día de hoy, cuando los toco, siento que algo pasa, como que se genera esa calidez y de alguna manera yo vuelvo a sentir que las tengo, aunque sea por esos minutos.
TANGO NORTEÑO
La música es herencia para Noelia Díaz. Lo es también para Negracha. Y ambas conviven en un género que también le viene conferido desde lo iniciático, desde ese primer contacto con lo que resulta tan natural como el vínculo con los abuelos. El tango corre por los torrentes de sus venas y se convierte en tierra catamarqueña para el andar de sus pies descalzos, al ritmo de su entorno y en el reconocerse del interior, pero también en el descubrirse en un más allá mucho más amplio y acogedor, en ese espacio que tiene que ver con lo que somos a pesar de las diferencias impuestas a las que asistimos en lo cotidiano. Esas barreras a las que con el amanecer de cada día se dispone a derribar.
¿CÓMO LLEGÁS AL TANGO, COMO LLEGA EL TANGO A VOS?
El tango llega a mi vida también desde muy pequeña, en la casa de mis abuelos, en la casa de los padres de mi papá, que eran amantes enfermos del tango. ‘Grandes Valores del Tango’, en ATC los programas de tango, la orquesta de tango del canal, había muchas cosas para ver con respecto al tango y verlos a ellos prepararse los sábados para ir al club a bailar o al centro de jubilados, al Club de los Abuelos. Una vez los acompañé, y tuve la oportunidad de ver una orquesta en vivo; yo veía que el pianista hacía muchas cosas, y no era lo mismo verlo por la tele, que analizarlo ahí, al lado, y ver a la gente bailando y que el tipo se descosía tocando. Y yo decía: ‘¿pero cómo hace esto?’ y después lo intentaba; me dolían los dedos. Luego empecé a ver y a escuchar más detenidamente todos esos detalles de las percusiones que hacía incluso el piano con respecto al tango, porque yo estudiaba música clásica, que era todo lo contrario al tango, y lo sigue siendo. Empecé a escuchar más detenidamente y a aprender de Donato Racciatti, de Jorge Valdez y las orquestas de Juan D’Arienzo que era el fuerte; la orquesta de Pugliese, Pichuco, Troilo y el último disquito que a mí me hizo las finales para decir ‘yo quiero aprender a tocar tango’ fue el del maestro Horacio Salgán.
¿Y CÓMO ES LLEVAR TODO ESO EN VOS, EN TU SER, EN CATAMARCA?
Acá, en Catamarca, tenemos muy arraigado el folklore. Te voy a sorprender acá, porque donde yo recibí más posibilidades para poder desempeñar mi arte fue en La Rioja. En 2011 estrené ‘Valentango’ con el maestro Daniel Binelli, que es quien integró el Octeto Buenos Aires con Astor Piazzola. El tipo tocó con todas las orquestas, es el referente más importante que tenemos de tango de la vieja guardia y que puede traer la historia hasta hoy. En ese momento Daniel me dice: ‘Noe yo voy a empezar a trabajar con tu tango afuera’ y es cuando a mí se me abren las puertas del mundo. Así surge mi primera gira a Japón en el 2014. Antes, en el 2012 se me había dado la posibilidad de tocar con el Sexteto Mayor en Catamarca; el año anterior habíamos traído a Horacio Romo con Daniel Falasca a hacer un concierto; vendí mi Fiat Uno para que eso sucediera. Yo en ese tiempo trabajaba en el Conservatorio con una orquesta que habíamos formado con mi hermano y empecé a enseñar tangos. Dije: ‘bueno, hay que armar un semillero tanguero profesional para los músicos’. Acá hay muchos violinistas, pero no tenemos ni viola, ni chelo, ni contrabajo. Fui armando y haciendo escuela con respecto a los espectáculos. Después de eso tuve la oportunidad de trabajar en La Rioja, primero en el disco de Carlos Ferreira, por medio de Luis Chazarreta. En ese tiempo trabajamos con Pablo Jaurena, mi hermano Pablo Díaz en violín, yo en piano y Daniel Falasca en contrabajo. Esa fue mi primera oportunidad dentro de La Rioja. La segunda viene con el Pre Cosquín, que nos convocó Pica Juárez, que en ese tiempo estaba en Cultura y me dice: ‘yo me quiero ir con la delegación completa, ¿quieren venir a representar a La Rioja?’. Yo amo a La Rioja, y mi maestro estaba ahí, Osvaldo Piehl. En aquella ocasión Ganamos el Pre Cosquín, nos fuimos a Córdoba y quedamos finalistas. Desde ahí comenzamos a trabajar más seguido en La Rioja y le digo a mi hermano: ‘¿qué onda si armamos una orquesta aquí también?’ Lo intentamos, pero después fue difícil porque yo empecé a viajar mucho afuera, entonces como que pasaba poco tiempo acá en Argentina. Vuelvo en el 2018, y vuelvo insistentemente con la primera Orquesta Femenina e Inclusiva del Norte. Esto fue para mí el objetivo y el logro más grande, el poder fusionar con músicos de otras provincias, no solamente de La Rioja. Había gente de Tucumán y de Salta. Yo quería gente que se destaque por su sexualidad; quería que se vea arriba del escenario algo distinto, voltear toda una estructura del tango con respecto al hombre y ser mujeres del tango, y a la vez lo inclusivo.
FUE UNA APUESTA FUERTE LA TUYA, MÁS DENTRO DEL TANGO, CON TODO LO QUE SIGNIFICA Y CON TODO LO QUE TIENE ASOCIADO EL TANGO RESPECTO DEL HOMBRE, DEL MACHISMO…
Era justamente voltear todos esos estereotipos. En la Orquesta tenía chicas trans, chicos trans, porque se abrió y le digo a mi hermano: ‘le vamos a tener que cambiar el nombre a Las Milonguitas’. Llegamos a ser 25 en algún momento. Volver a hacer escuela es lo que más me gusta, volver a involucrar no solamente en la música lo que se teje acá, es volver a motivar a las mujeres a que se pongan ese brillo, a decir ‘soy artista’, alimentar a un artista, no solamente desde la parte musical, sino desde un atuendo.
¿ES MÁS DIFÍCIL SIENDO MUJERES ESTAR EN ESTE MUNDO DEL TANGO, TE COSTÓ UN POCO MÁS, LO SUFRISTE EN ALGÚN PUNTO?
Yo no sufrí la inserción, el poder destacarme como artista de tango y como mujer del tango, lo que sí sufrí fue la discriminación desde el Norte hacia el Sur, la regionalización. Cuando fui a hacer mis contactos con respecto al disco hablé a tres discográficas; no era un problema la plata porque había juntado un millón de pesos para poder hacer el disco. Más o menos calculaba entre orquesta, que terminaran los arreglos, las horas de grabación, mis ensayos. Me dijeron ‘los del norte tocan chacarera’, ‘no, yo hago tango’ dije, ‘¿y qué tango haces, tenés algo para mostrar?’ Yo acá tenía muchos materiales caseros, no tenía nada de calidad y no me daban importancia. Y cuando les decía cómo se llamaba el disco (Tango Norteño), peor; creo que era tocar el ego más grande de todos los porteños que me decían: ‘¿cómo que querés hacer tango norteño?’ Entonces lo hablé a Pablo Jaurena, que ya había grabado el disco de Carlos Ferreira y le dije que quería hacer mi disco. Necesitaba alguien que me haga la Dirección General y ahí fue donde apareció Bruno Ludueña que es el director musical del disco. Ahí lo conocí a Boris Peñoñori, del estudio Fin del Mundo, que es donde grabé. La cosa fue cuando empezó a escuchar la música que yo estaba haciendo; ahí cambió todo, pero me costó llegar a grabar ese disco.
NO OBSTANTE, ESO QUE TE COSTÓ DE ALGUNA MANERA TAMBIÉN SOLIDIFICÓ TU BÚSQUEDA DE UN TANGO QUE, COMO VOS DECÍS, ESTÁ INSPIRADO EN TUS CERROS, EN TUS MONTAÑAS, EN TUS CACTUS. DIJISTE: “ACÁ VOY” Y ESO TE PERMITIÓ TAMBIÉN PARARTE DE OTRA FORMA Y DECIR ESTE ES MI CAMINO…
Sí, me di cuenta en el ensayo, en el primer ensayo que tuve con la orquesta, que también era una incertidumbre; imagínate que estaban los mejores músicos que tiene Buenos Aires actualmente con respecto al tango. A Manuel Quiroga, que es el que deambula como mejor violinista dentro de todas las formaciones con todos los músicos, lo tenía yo como primer violín. Y empezó a tocar, porque ahí nadie ensaya, y notó que había una rítmica distinta dentro de un compás de cuatro cuartos, que sería el famoso dos por cuatro del tango. Estaba el folklore fusionado con el tango, pero dentro de una parte rítmica, de contraste. Ahí me di cuenta de que estaba haciendo un tango distinto, entonces, ante su cuestionamiento, le digo: ‘no se toca nada porque esto es tango norteño’. Querían cambiar las acentuaciones para poder ligar y que su oído y su cabeza se amolden, porque lo escuchaban mal, o sea, armónicamente, rítmicamente era como un choque todo el tiempo. Después de eso, ellos mismos me llevaron a la Casa del Tango.
¿TE SENTÍS DE ALGUNA MANERA “ATREVIDA” EN LO QUE HACÉS?
De eso se trata. Es un desafío muy grande para mí ser pionera en todo esto; imaginate la responsabilidad que tengo: no puedo dejar plasmado que es a medio pelo lo que estoy haciendo, tiene que ir con todo, en primer lugar por una cuestión profesional de estudio, de motivar a otras mujeres y a otras generaciones, no solamente mujeres, pero me refiero a la mujer porque el tango no es algo en lo que la mujer esté inserta como en el folklore, seguimos siendo las gatúbelas de la noche, no podemos decir como se dice ‘el macho del tango, la mujer del tango’, entonces trato que eso sea parejo. Si vos te vas a vestir así, yo me voy a vestir así, pero no me vas a venir a tocar, porque yo no soy del burdel. La mujer es cantante de tango, pero es como que todavía forma parte del burdel y no parte de la escena. No se siente esa cuestión de igualdad.
ES UNA PELEA COMPLEJA LA QUE ESTÁS DANDO, NO ES PARA CUALQUIERA…
Si, pero puedo decirte que he luchado más con mujeres que con hombres y ya surgen aquí otras referencias que no vienen al caso, pero trato de sostener siempre mi lema con la parte profesional y sobre todo musical. La idea fundamental es formar músicos de calidad y dejar este antecedente tan importante para el acervo cultural del Norte.
¿TE VES AFUERA DE CATAMARCA, AFUERA DEL PAÍS? ¿O SIN IMPORTAR A DONDE VAYAS VAS A LLEVAR SIEMPRE ESA IDENTIDAD?
El mío es un tango distinto, así que se trata de plantar bandera donde yo me pare. Es volver a iniciar. Cuando estuve en Chile no me resultó tan difícil. En Japón tampoco; muy rápidamente puedo escalar y tener reconocimiento en mi labor. Fui más reconocida afuera que dentro de Argentina. La idea es siempre hacer un tango distinto. Lo que carga de identidad al tango norteño es tener una fusión de folklore que no es percibida auditivamente, pero si al ejecutarse, ahí está la identidad.
¿Y QUÉ SIGNIFICA ESTO DEL TANGO FEDERAL? ¿CÓMO LO EXPRESÁS?
Justamente, que no tenga nada que ver quién ejecuta el tango, que no sea juzgada porque me visto de una manera determinada, que mi identidad cultural no me impida ser ejecutante de tango; que mi color de piel, mi lugar de procedencia, no me restrinja ese poder que solamente lo tiene hoy Buenos Aires, que no me impida tampoco poder regionalizar, son las cosas que a mí dentro de mi tango norteño me identifican. Yo escucho Milonga Catamaqueña y me resulta inevitable imaginarme bajando por El Rodeo; no me lleva a buenos Aires.
¿PENSÁS QUE ES FACTIBLE TRANSMITIR ESO A UN PORTEÑO, POR EJEMPLO, CUYAS TEMÁTICAS ESTÁN MUY ASOCIADAS A OTRAS COSAS, O QUE PROBABLEMENTE NI SIQUIERA TIENE EN CUENTA AL NORTE DEL PAÍS?
Bueno de esto se trata lo de la federalización: se trata de haber plantado bandera en Buenos Aires y tener reconocimiento de los músicos, de los más capos, y de poder plasmar un inicio de historia dentro de la Casa del Tango como pionera de esto. Pienso que ya hay un antecedente y un inicio, que esto ya está caminando históricamente. Y yo sigo como las cabras que van subiendo el cerro y voy haciendo ruido con el cencerro para que se enteren de que voy subiendo.
TANGO PROYECCIÓN
Noelia Díaz, Negracha, ya ha marcado importantes hitos en su carrera musical y dentro de un género que, generalmente, suele ser esquivo con las mujeres. Sin embargo, lejos de dormirse en los laureles de sus conquistas, redobla la apuesta. Y la redobla no sólo desde lo personal, desde su proyección con el tango, sino también y fundamentalmente en el querer dejar algo más, en el plantar bandera para una herencia musical que lleve su nombre, pero que también se convierta en los nombres de muchos más, en ese camino de hacer escuela y abrir el juego hacia la integración.
¿CUÁL ES TU MAYOR ANHELO HOY, TU MAYOR SUEÑO? ¿QUÉ SENTÍS QUE TE FALTA HACER O QUE QUISIERAS HACER?
Tengo varios, no tengo uno solo. Pero de lo más importante para mí es poder viajar por todo el mundo; quiero conocer varios lugares que todavía me faltan conocer, varios países y me gustaría radicarme en el sur de Francia al límite con Barcelona, me gustaría vivir ahí, o en el límite con Suiza, pero dentro de Europa. En su momento me gustó Japón, pero culturalmente no me cierra, soy demasiado loca para tantas restricciones (risas). Es un país bastante fulero en cuestiones de moral, de límites, de reglas.
DEFINITIVAMENTE NO VA CON VOS, PORQUE SE NOTA QUE SOS UNA PERSONA QUE TIENE ESA NECESIDAD DE ROMPER LAS ESTRUCTURAS, DE SALIRTE DE LAS ESTRUCTURAS…
Y así me va también (risas). Siempre termino haciendo lo que yo quiero, pero dentro del respeto a los demás, pienso que eso es lo fundamental. Me gustaría que Catamarca, que el Norte argentino se tomaran un poco más en serio la responsabilidad de volver a culturalizar musicalmente esta identidad que nos pertenece, porque siento que nos están robando la identidad; siento que cada vez más nos dejan sin cultura y sin alimento profesional para poder abordar nuestros sueños y necesidades, y veo que esa realidad está cada vez más palpable en los jóvenes. Todo se estudia así nomás, para hacer la pantomima o el circo de amontonar chicos para tocar en una orquesta, pero no tienen la formación profesional específica para poder decir: ‘salgo de esta orquesta para poder ir afuera’. Hay músicas que van surgiendo pero que no se aprovechan como identidad. Hay rivalidad o diferencias respecto de quién es el dueño de la Chaya, por ejemplo, pero somos de la misma raza. A eso me refiero con todo esto del tango, por eso le puse ‘Tango Norteño’. Hay que buscar lograr una integración.
SIN EMBARGO RESULTA DIFÍCIL INTEGRAR; DE HECHO ESTAMOS MUY DESINTEGRADOS SOCIALMENTE. QUIZÁS A TRAVÉS DE LA MÚSICA SE PUEDE VEHICULIZAR TODO DE OTRA MANERA…
Yo creo que el arte es lo que atrapa, es por donde el ser humano se manifiesta. Los artistas están dejando historia en cada trabajo que hacen, solo que no se está tomado así porque eliminaron a nuestras razas de raíz. Nos quitaron la identidad cuando vinieron los españoles y ahora con las políticas culturales que siguen yendo para menos en vez de sumar. No están generando ese vínculo del artista, o fomentando ser artistas, o fomentando la cultura de decir ‘quiero la identidad de mi región’; yo siento que eso se está eliminando y que lo están haciendo a propósito. Honestamente siento que nos quieren desculturizar para poner otra bandera.
HACÉS MUCHO HINCAPIÉ EN ESTO DE HACER ESCUELA, DE DEJAR TU APORTE, ¿CUÁL CONSIDERÁS QUE ES EL APORTE QUE PODÉS HACER O QUE SENTÍS EL DESEO DE PODER HACER?
Para mí principalmente es poder formar; este género necesita de trabajo, de estudio como cualquier otro género. Lo principal de todo esto es que los músicos que puedan abordar este género tengan la misma destreza conmigo y con cualquier otro grupo, y que puedan seguir transmitiendo el conocimiento. Eso es lo fundamental de todo esto, de tener prácticas de ensamble, prácticas orquestales, porque es lo más difícil y el tango tiene muchos fraseos, ¿que sería el fraseo?: el fraseo principalmente es poder perseguirnos; no hay una indicación que diga ‘bueno, tenemos que podernos marcar’, pero lo que hace el corazón y el oído dentro del tango es un romance que únicamente se gesta trabajando. Entonces a la gente que viene le estoy dejando algo que no se le va a ir más, algo que lo va a incorporar y esa incorporación no tiene retorno. Eso es lo principal: hacer escuela. Y con respecto a la identidad y a la fuerza que tiene el tango, poder tener otras perspectivas. No me gusta la palabra ‘empoderada’, pero pienso que la fortaleza que las mujeres adquieren al interpretar este tipo de música incluso les permite hasta cambiar la actitud, el carácter, se meten en otro mundo que les permite decir: ‘yo tengo más particularidades al expresarme, tengo más identidad al tocar, tengo más seguridad en tal cosa’, porque estamos tocando lo que no se debe tocar.
VOLVEMOS ENTONCES AL TEMA DE LAS ESTRUCTURAS Y AL TRABAJAR PARA PODER ROMPERLAS, ¿NO?
Exactamente, de eso se trata, y de poder poner a la mujer como una figura escénica principal.
EN ESA BÚSQUEDA DE POSICIONAR A LA MUJER DENTRO DEL TANGO, ¿QUÉ ES LA MÚSICA PARA VOS?
Es mi vida, es la vida entera, mi pasión, todo mi ser. Yo no me imagino vivir sin música, sería imposible. Yo creo que hasta el último día mi último aliento tiene que ser musical. No me imagino haciendo otra cosa; he trabajado en mil cosas, pero no me imagino decir: ‘renuncio a esto’, no podría. No puedo renunciar al tango.
“Valentango” suena como un desgarro, como un dolor profundo, tan profundo que se vuelve intangible, aunque indeleble. Pero “Valentango” suena también como un quiebre, como una fractura que es, al mismo tiempo, un punto de partida, un nuevo comienzo, un volver a nacer. Y un nuevo paisaje musical que abraza al norte todo en el nombre de su compositora: Noelia Díaz, Negracha, y los paisajes musicales de su Catamarca.