Fitito Green: el artesano de la sonrisa

Su oficio es uno de los más antiguos y de los más replicados en el mundo. Sin embargo, la manera en que asume ese rol tan particular y la innovación constante, lo convierten en un “distinto”. Destacado por la tarea que asume con tanta responsabilidad como cariño, Fitito Green, el personaje, escribe su historia, al tiempo que Marcelo Castro, la persona, escribe la suya. Aunque, si de regalar alegría se trata, allí es donde siempre confluyen ambos.

Los característicos colores que lo definen y esa actitud positiva que enarbola como bandera, lo convierten en un verdadero clásico y en uno de los más buscados para las animaciones de fiestas y los eventos populares.

Cultor de un oficio milenario, conserva en la simpleza de su esencia el gesto calmo y la percepción consciente del mundo que lo rodea, y esa sonrisa que nace desde el interior y que lo determina en el arte de andar por la vida ofrendando alegrías para los otros y, muy especialmente, para los más pequeños, a los que abraza con cariño reparador, como quien se sabe portador de un don que a pocos les es dado cuando de transformar la realidad en sueños se trata; la imaginación en una aventura y las palabras en un juego que atrae y entusiasma.

Tanto, que llega un punto en que resulta casi imposible discernir si se trata de la persona o del personaje. Si se trata de Marcelo Castro o de Fitito Green, en esa confluencia constante e inevitable que hace del hombre esa manera tan particular de asistir a lo cotidiano con la misma naturalidad con que construye la rutina en la que niños y grandes quedan encantados, hasta que la magia de su arte se convierte en recuerdo imborrable y la historia vuelve a comenzar en otro lugar. Una y otra vez.

Si de indagar en la historia se trata, es necesario remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar los primeros rasgos definitorios del “payaso”. Bucear en los antecedentes es encontrar datos como que la palabra “clown” fue registrada por primera vez hacia 1560 y que los atributos típicos del personaje fueron desarrollados a principios del siglo XIX por Joseph Grimaldi, que interpretó a Clown en la pantomima de Charles Dibdin (1800).

Mucho más acá, insertos ya en la era de lo tecnológico y de la virtualidad, no deja de llamar la atención que ese personaje tan tradicional, no haya perdido en sustancia lo peculiar de su existencia y que aún tenga en sus cultores a verdaderos artesanos de la sonrisa, como es el caso de Marcelo Castro. O Fitito Green, que para el caso viene a ser exactamente lo mismo. Y viceversa.

“Uno busca que el otro se ría con cualquier cosa; me gusta hacer reír, que la gente la pase bien, me gusta ser así”, afirma Marcelo Castro a 1591 Cultura+Espectáculos y traza, de esa manera tan simple, un mapa para la geografía de su existencia. Se define desde una manera de ser que lleva en sí misma una aptitud innata para ofrendar alegría por donde quiera que vaya, siempre con una sonrisa bien dispuesta y la broma a flor de piel, como cuando se le pregunta por su sueño más grande y sin dudar afirma: “quiero ser presidente”. Y, de inmediato, suelta la carcajada que contagia.

No hace mucho tiempo atrás, el Concejo Deliberante de la Capital lo distinguió como Ciudadano Destacado por su labor. Y, en rigor de verdad, no puede haber una distinción mejor otorgada para quien hace de la sonrisa un arte indispensable.

¿CÓMO FUE QUE COMENZASTE CON ESTO DEL PERSONAJE, DE LAS ANIMACIONES?

Siempre me gustó actuar en los actos de la escuela, desde chiquito, desde el jardín. Recuerdo que el primer papel que tuve, por llamarlo de alguna manera, fue el de Cristóbal Colón, en jardín, y de ahí la seño decía: ‘quién quiere participar’ y yo estaba listo. Con mis amigos, en el barrio, siempre jugábamos al circo, el circo siempre nos llamaba la atención. Yo nací en Buenos Aires y a los dos años, dos años y medio a mi viejo le salió un trabajo acá; él es riojano y nos vinimos a vivir a Anillaco. Mi papá era enfermero y después se dedicó a otras cosas. Cuando se inauguró el hospital de Anillaco en la época de Carlos Menem, lo llamaron y se vino, pero al mismo tiempo cambió de lugar por los problemas de salud de mamá; necesitaban un lugar más seco.

¿EN ANILLACO HICISTE EL JARDÍN, LA PRIMARIA?

Si, ahí empezó todo; un lugar mejor no podría haber sido gracias a Dios y a la Virgen. Mi infancia fue la mejor del mundo. Hice toda la Primaria, la Secundaria y ya me vine a la Capital. Voy siempre, para las fiestas, cuando puedo, uno no se despega.

¿Y CÓMO RECORDÁS ESTO DE LA ACTUACIÓN? ¿DE DÓNDE VENÍA, HABÍA ALGÚN ANTECEDENTE FAMILIAR O ERA ALGO INNATO EN VOS?

Mi hermana tenía una guardería y ahí empezó el contacto con los niños. Yo tenía 11 años y ayudaba a cuidar niños. Volvía de la escuela y estaba lleno de niños, me gustaba hacerlos jugar. En ese tiempo no teníamos celular, entonces armaba juegos para los chicos; ya tenía eso incorporado también de la docencia. Fui creciendo y la docencia me llevó por otro camino. Soy profesor de Educación Física, pero eso también me llevó a lo que hoy soy, me dio muchas herramientas, juegos, dinámicas. Fue un conjunto de cosas que siempre las tuve: la primera vez que me disfracé de payaso fue para la guardería, con mis amigos, con mis vecinos. Tenía 11, 12 años. Nos reíamos con mis amigos, pero los niños lloraban, tenían miedo. Después vino la época del Profesorado y empecé a trabajar con un amigo, Adrián Rizzonelli; comencé a animar cumpleaños. El ya hacía eso y me invitó, me insistía para que trabaje con él, pero yo estaba en otra cosa, estaba estudiando. Pasaron los años, dejé el Profesorado, fui a trabajar, volví, lo terminé. Pasaron un montón de cosas, pero vino lo más importante, que es mi hija. Nace mi hija y me encuentra sin trabajo. Entonces usé la herramienta que más a mano tenía. Primero fui de profe, sin pintura, nada, pero no me sentí cómodo. En ese momento no podía, no me sentía cómodo, necesitaba algo más, entonces me inventé un personaje. Me acordaba de lo que había hecho cuando era niño. El nombre que elegí primero fue por el color, que es mi favorito y por el auto que siempre quise tener cuando era chico. Fue algo rápido. Me decidí y le dije a mi señora que iba a empezar a trabajar en los cumpleaños.

¿CÓMO FUERON ESAS PRIMERAS ANIMACIONES, YA CON EL PERSONAJE? ¿QUÉ TE PASABA EN ESE MOMENTO?

La primera vez fue en los cumpleaños de mis sobrinos; nada que ver con la pintura que uso hoy, no estaba armado el personaje. Lo fui perfeccionando. Fue algo gracioso para los chicos, más en el interior, que es raro que vaya un payaso. Mis sobrinos eran chiquitos y les animaba los cumpleaños, y a partir de ahí fui tomando confianza.

¿TE SENTÍS MÁS CÓMODO EN ESE PAPEL QUE SIENDO EL PROFE?

Sí, me siento cómodo. Hoy ya pasó eso de la primera vez. El personaje te hace hacer cosas más graciosas que un profesor no las haría.

¿CÓMO FUE LA EVOLUCIÓN DE FITITO GREEN? ¿CÓMO ES ESTO QUE EL PERSONAJE TE HACER COSAS QUE EL PROFE NO HARÍA? ¿CÓMO FUNCIONA?

Soy más libre. Me pinto, me pongo la nariz, y soy más libre que en mi persona. Uno siente que el otro te está observando de otra manera.

NO SOS MARCELO EN ESE MOMENTO…

Es otra cosa, porque vos llegás a un cumpleaños como payaso y no es lo mismo que llegar como profe. Y hoy soy más reconocido como personaje, que como persona. Es diferente, se siente diferente con los chicos y con la gente. Y en cuanto a evolución del personaje… empecé pintándome con lápiz labial; mi señora me ayudaba. Luego fui evolucionando, comprando pinturas, la nariz, que forma parte del personaje, lo mismo que los lentes. Elegí algo que sea diferente al resto.

¿ES DIFÍCIL DIFERENCIARSE, SER DISTINTO?

No, no es difícil. Uno mantiene la línea, aunque a veces se mezcla. Con mi grupo de amigos siempre fui de querer sacar sonrisas, de generar cosas.

¿HAY ALGO EN VOS QUE ES INNATO Y TIENE QUE VER CON ESTO DE GENERAR UN BUEN MOMENTO?

Uno busca que el otro se ría con cualquier cosa. A mí me gusta hablar, me gusta hacer reír, que la gente la pase bien, me gusta ser así.

¿Y CÓMO SE LLEVA MARCELO CON FITITO? ¿HABLAN ENTRE USTEDES?

Fitito salva mucho a mi persona, me sirve como una catarsis, como una liberación. Imaginate que a veces hay días que uno no está bien, que tuviste alguna discusión y justo fue una hora antes de un evento, ¿y qué culpa tienen los niños? Vos te olvidás de eso, eso es lo bueno. Te vestís, te vas y al mismo tiempo que vos das todo, te liberás también de esa angustia. Hubo cumpleaños en los que terminé mi rutina, me subí al auto y estaba llorando. Pero uno va y da todo. Te libera, llegás a tu casa y ya está.

¿PREPARÁS ESA RUTINA O DEJÁS QUE VAYA SURGIENDO?

Mitad y mitad. Hay cosas que dentro del evento te dan el pie para decir algo, hacer algo que sea gracioso, lo vas viendo. Pero sí hay una rutina preparada, no sé si tan ensayada. Mi hija está mucho tiempo conmigo y ella me dice: ‘no papá, es aburrido este juego’, y me sirve un montón eso. Ella se disfrazó también; ahora está más grande hace otra actividad que la apasiona y veo que es como lo que yo hago. Te puede salir mal, como todo, pero la próxima te va a salir bien, porque uno ama eso que hace.

¿QUÉ SIGNIFICA PARA VOS EL HECHO DE TRABAJAR PARA LOS NIÑOS?

Primero soy docente y siempre que voy a dar clases, me acuerdo del profe que tuve yo. Tuve profes buenos, profes malos. Lo bueno siempre me marcó y trato de seguir una línea y de lo malo aprendo para no ser así. Los niños son lo más lindo que hay, te salen con cada cosa que te dejan con la boca abierta, y además está el cariño que se genera. A veces me dicen que los niños son fanáticos míos. Una vez fui a una casa y el niño tenía una foto de Fitito Green, dibujos que me había hecho. No lo podés creer. Seis años hace que hago esto y que se haya generado tanto… La nariz es el disfraz más pequeño que hay, y ya no tengo problema que me digan Fitito.

¿NO TENÉS PROBLEMA EN QUE SE MEZCLEN MARCELO CON FITITO? HAY COMO CIERTA MÍSTICA EN ESO…

Si, la impuso Piñón Fijo, pero él es único. Uno tiene que ser como uno quiere ser. Empezamos todos viéndolo a él; es el referente. Pudo mantener durante muchos años esa dinámica, pero en los últimos meses eso también le trajo problemas.

VIVIMOS EN UNA EVOLUCIÓN CONSTANTE, PERO AL PAYASO SIGUE SIENDO EL PAYASO, ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA VOS?

Si, gracias a Dios seguimos siendo. Y no hay muchos acá; eso me sorprende, que no haya muchos colegas. Quizá esto de decir La Rioja es chica, nos conocemos todos y no quieren que se mezcle su vida con el personaje.

LA SONRISA COMO HORIZONTE

Entre Marcelo Castro y Fitito Green hay una complicidad que va más allá de todo. Incluso, más allá de las circunstancias que a diario afectan nuestros estados de ánimo. De ahí que uno y otro se conviertan en artesanos de la sonrisa, pero siempre a partir de la sonrisa interior que los define, esa manera de ser que los determina y que los convierte en uno, con un mismo horizonte.

¿QUÉ ES LO MEJOR QUE TE PASÓ COMO FITITO?

Lo mejor fue compartir escenario con mi hija; ese recuerdo queda para toda la vida. Quizá ahora, ya de más grande no lo haga, porque no quiere y está bien, yo nunca la obligué. Pero en su momento ella quería y pudimos compartir. Hice shows propios en Los Molinos, en Aimogasta, en varios eventos aquí, en el Víctor María Cáceres actué con ella y eso es una de las mejores cosas que me pasaron. Este año lo conocí a Piñón, que era algo soñado. Estaba planeando para ir a verlo en Córdoba, pero se adelantó, vino acá y se dio.

SIN DUDAS QUE FUE UN AÑO IMPORTANTE PARA VOS, TAMBIÉN LLEGÓ EL RECONOCIMIENTO DEL CONCEJO DELIBERANTE, ¿QUÉ TE PASA A VOS CON ESO?

Lo tomo como algo que llega, es importantísimo para mi carrera, para mi vida, pero no es que yo trabaje pensando en que quiero eso. Trato de hacer lo mejor que se puede. A veces sale bien, mal, más o menos, puede gustar o no, pero uno deja todo y a mí lo que más me interesa es la sonrisa del niño; ese es mi trabajo. Lo otro es un complemento. Uno busca eso, la sonrisa del niño. Ellos te llenan de alegría, de amor, de cariño. Es desgastante, pero a la vez te llena el corazón y te da ganas de seguir.

LA SONRISA ES UN IMPULSO CONSTANTE…

Es como un ida y vuelta. Vas y dejás todo, toda la energía… Y eso te vuelve.

¿QUÉ SIGNIFICA ESTO DE DEJAR TODO?

Significa que voy a un cumpleaños y desde el minuto cero quiero hacerlo bien. Una vez que el niño se distrajo, no vuelve más. Hay que estar a full y dejar todo como en el fútbol. Ir y dar todo de uno, no quedarte con nada, no especular.

ES TODA UNA TAREA TAMBIÉN EL PERCIBIR POR DÓNDE HACERLO MEJOR…

Ahí me ayuda mucho la música, yo no soy músico, pero me defiendo y eso me ayuda un montón.

HAY UN TRABAJO IMPORTANTE TAMBIÉN EN EL HECHO DE GENERAR PERMANENTEMENTE COSAS NUEVAS, ¿CÓMO SE HACE?

Hoy, con la tecnología, uno puede ver payasos de todo el mundo, qué hacen, qué se puede bajar a nuestro medio. No es igual, pero tiene un aire a lo que hacen otros. Es ir probando también. El payaso nunca pasa de moda y hay juegos que tampoco pasan de moda; no se los puede quitar de un show. Los mismos niños te los piden. A mí, por ejemplo, me gusta cambiar las letras de las canciones, jugar con eso también.

¿SE GENERA UNA INTERACCIÓN A PARTIR DE ALLÍ?

Claro, con los niños y con los grandes también. Lo mismo pasa con la música, la música actual; los chicos escuchan eso, por más que no queramos.

PRESENTE, FUTURO Y SUEÑOS

Los sueños, sueños son, suelen decir por allí. ¿Pero qué sería de la vida sin los sueños? Marcelo Castro, junto a Fitito Green, disfrutan de un hermoso presente, pero también piensan en el futuro. Dos en uno, detrás de los mismos anhelos.

¿A DÓNDE TE GUSTARÍA LLEGAR CON FITITO? ¿CUAL ES EL SUEÑO MÁXIMO?

Cuando empecé lo veía Piñón y a mi chiquita cantando sus canciones. Ese fue un sueño para mí, conocerlo. Todos queremos conocer a Messi, pero más aún los jugadores de fútbol. Para mí conocerlo a Piñón, la humildad que mostró y que me reconozca… Mi sueño fue ese, conocer a Piñón. También sueño con ser presidente (risas).

¿HAY ALGÚN ESCENARIO EN EL QUE TE GUSTARÍA ESTAR COMO SUEÑO TAMBIÉN?

A mí me gustaría salir de gira. No importa si es una plaza; ya sería salir de acá. Es lo que pasa con el interior: cuando me llaman trato de bajar lo más que pueda para que me contraten. Ir al interior es hermoso; imaginate salir de La Rioja. No quiero tampoco poner la vara tan alto, porque tampoco estoy dedicado de lleno a esto. Tengo también mi trabajo de profesor, pero trato de ir creciendo en esto también. El sueño sería ese, salir. Un sueño imposible, un escenario, me gustaría estar en el Gran Rex.

ANTES TE PREGUNTÉ POR LO MEJOR QUE TE HABÍA PASADO CON FITITO, AHORA TE PREGUNTO: ¿QUE ES LO PEOR QUE TE PASÓ Y QUE TE HAYA SERVIDO PARA CAMBIAR ALGO?

Como todo trabajo, cuando uno comienza y no está dentro del ambiente, admirás a tus pares, pero cuando los vas conociendo, se te caen algunos ídolos. Esas son las cosas feas de cualquier trabajo, la competencia mal entendida. No somos muchos y el sol sale para todos, y trato siempre de mantener la humildad. Fallarle a alguien, no poder hacer un show, también es algo muy feo. Pero nunca tuve discusiones, peleas. Puede haber diferencias, pero soy de decir las cosas. A veces es más fácil criticar que jugársela. También me pasaron cosas tristes, cumpleaños de niños, niñas, que después te enterás que tuvieron algún accidente, padres, madres que de pronto ya no están. Pero tengo muchas más anécdotas graciosas que otra cosa. Cambiarles el día a las personas es lo más.

¿ESO ES LO QUE MÁS TE LLENA?

Si, obviamente, ser el que genera esa sonrisa, que la pasen bien. Después uno sabe que se termina la fiesta y todos vuelven a su vida habitual y no todo es color de rosa; uno está con el peso de la vida, del día a día, pero en ese momento me olvido yo y se olvida la gente; uno va y hace catarsis y hasta te podés reír de la desgracia. Trato de hacer cosas para que la gente se divierta; el jugar es volver a ser niños, entonces nunca negocio los juegos, primero los juegos y después todo lo demás.

CONTACTO:

FACEBOOK: Fitito Green

INSTAGRAM: fititogreen

TEL.: 3804543943

Comparte este contenido en tus redes
Facebook
X
LinkedIn
WhatsApp