En lo irremediable, nosotros

Una reseña para el libro «Las preciosas», de la escritora riojana Cecilia Pagani.
Cecilia Pagani trabaja sobre lo irremediable. Es, su tarea, un punto de encuentro con el abismo posible, en lo constante. La lectura de sus libros -de cada uno de ellos se ha dicho mucho, ya, y se seguirá diciendo- implica asumir el ejercicio de enfrentarse de lleno con la realidad, sin atenuantes. No hay en la escritura de Pagani ningún tipo de resquicio que permita escabullirse, escaparse, huir. Se la toma, necesariamente, con una determinación irreductible que es, a todas luces, la misma que ella emplea en cada una de las páginas en las que queda plasmado su sello, su manera de decir y de envolver(nos) al decir, de atrapar(nos) al decir, aún cuando en ese derrotero por el que atraviesa quien lee, muchas veces se imponga la angustia existencial como una especie de asfixia de la que uno debería intentar salir para inhalar el aire que sentimos nos falta, pero que sin embargo y al mismo tiempo obliga a permanecer en una espera activa, en guardia, anticipando el golpe.

Puede que ese impulso sea, tal vez, el más secreto y preciso mecanismo con el que la escritora riojana (pero que ya ha trascendido todo límite de riojanidad) logra mantener la tensión y la atención, el establecerse en la historia. Puede, también, que no lleguemos nunca a saberlo, porque su arte narrativa y sus recursos literarios se renuevan, se reconstruyen y se afianzan también en el territorio de lo intangible. Y también en el de lo irremediable.

Es que -una vez más- Cecilia Pagani trabaja sobre lo irremediable. O, mejor dicho aún, en lo irremediable (de lo que también se hace parte). Y no es su tarea la de tomar lo irremediable para remediarlo, no. Tampoco lo es blindar la realidad de manera tal que no duela, que no inquiete, que no incomode. Muy por el contrario, todo parece indicar que Pagani se vale a la perfección de lo roto, de lo fracturado, de lo fragmentado hasta la mínima expresión para rearmar (ahora sí) la geografía de una descomposición en la que a diario nos abismamos, igual que peces que nadan en aguas contaminadas buscando tal vez algo de transparencia entre tanta verde putrefacción. Entre tanta “preciosa” putrefacción, al referenciar esa mirada de la escritora fuera de todo deleite o gozo. Cómplices, por omisión, las más de las veces; callados, por decisión propia, otras tantas; indiferentes, por ecpatía, las restantes, nosotros.

“Las preciosas” (Metrópolis Libros) se resume a sí misma como el cruce de las historias de dos mujeres (una muy joven y la otra ya madura) que viene a develar un pasado obturado de secretos en la vida de ambas y conduce hacia el intento de reconstruirlo, entenderlo o remediarlo. ¿Pero cómo se puede reconstruir lo que se ha ocultado durante tanto tiempo, al punto de desvanecerlo? ¿Cómo se puede entender lo que ha perdido su forma, su estructura, al punto de disolverse? ¿Cómo se puede remediar lo irremediable, eso que ya nos desbordó la existencia? Eso sobre lo que Pagani trabaja. Eso en lo que la escritora se va expandiendo con la prestancia y la habilidad de una equilibrista para ofrecer(nos) mucho más que la lineal historia de dos mujeres atravesadas por los prejuicios y la violencia; por el abuso y la violación ejercidos, en ambos casos, sobre sus cuerpos, sobre sus palabras y sobre sus silencios. Y sobre los cuerpos, palabras y silencios de todos y cada uno de nosotros, sin excepciones. Tal y como nos toca.

Ocurre que, muchas veces, de las realidades atroces logramos evadirnos, ausentarnos. Ocurre que, muchas veces, de los sucesos cotidianos alcanzamos a desertar, a desentendernos. Ocurre que, muchas veces, de la verdad acuciante conseguimos librarnos, hacernos humo. Pero ocurre también que de las paredes de espejos que Pagani construye en sus libros para que a nuestro alrededor nos veamos atrozmente reflejados, no hay subterfugio que valga.

Así queda largamente demostrado desde su punto de partida literario con “El cruce del umbral” (donde en cada uno de los cuentos desnuda a los personajes con una voracidad casi criminal, sin tener por ninguno de ellos la más mínima de las contemplaciones), luego ratificado con creces en “Cautivos” (donde cada tramo del relato va en la dirección de una concepción ajedrecística de la historia, pergeñada por la autora de manera tal que quien se sumerja en sus páginas no pueda despegar la mirada del libro) y en “Puntos sueltos” (donde se vale de la microficción para volver a ponernos frente a frente con la incontrastable necesidad de hacernos responsables no sólo de nuestros monstruos, sino también de los monstruos ajenos, en lo que bien podría considerarse un arrojo de vital solidaridad, aunque más no sea en clave de desgracia); para luego derivar en “Interiores” (novela que obtuvo el Premio Literario Provincia de Córdoba 2019, haciendo gala Pagani de su destreza y ductilidad a la hora de trabajar con las palabras que le permiten ensamblar tres historias, tres mujeres, tres miradas, tres voces, y una voz más (una cuarta voz), fantasmagórica y transversal a cada una de las anteriores).

Siempre sobre lo irremediable. Siempre en lo irremediable. Allí, donde describe eso que nos pasa de manera tan cercana y que nos empeñamos en no querer ver. Allí, donde nos despierta del letargo del tiempo que queda suspendido entre eso que nos pasa y eso que nos obstinamos en omitir. Allí, en ese frente a frente con nosotros mismos que viene a desnudar lo roto, lo fracturado, lo fragmentado hasta la mínima expresión para rearmar (ahora sí y a partir de allí) la geografía de la descomposición en la que a diario nos abismamos. Cómplices, por omisión, las más de las veces; callados, por decisión propia, otras tantas; indiferentes, por ecpatía, las restantes, nosotros.

Y no es su tarea la de tomar lo irremediable para remediarlo, no. No, no es lo de la escritora Cecilia Pagani la complacencia ni frente a sus personajes ni frente a sus lectores. Pero puede que, como ocurre en “Las preciosas”, luego de ser develado ese pasado obturado de secretos en la vida de sus personajes (y en nuestras vidas), nos conduzca al fin hacia el intento de reconstruir(nos), de entender(nos) y de remediar(nos). Después de todo (ahora lo sabemos más que nunca), también somos nosotros parte de lo irremediable.

SOBRE CECILIA PAGANI. Nació en La Rioja, Argentina. Es licenciada en Letras y trabajó como profesora en el Instituto Superior de Formación Docente Sánchez Barros. Ha escrito cuentos, microcuentos y novelas. Sus relatos fueron publicados en revistas literarias como Crepúsculo y Rumbos (Argentina) y Por Escrito (México), y también en el blog de Literatura e Historia Cita en la glorieta (España), e integraron diferentes antologías, como Rufianes, curanderas y otras yerbas (EDUNT, 2014), Palabras sin fronteras (Aries, 2015) y Cuentos y poemas (Rumbos Libros, 2016). Ha recibido premios y menciones tanto en Argentina como en México. Es autora del libro de cuentos “El cruce del umbral” (Rumbos Libros, 2017); de las novelas “Cautivos” e “Interiores” (ganadora del Premio Literario Provincia de Córdoba 2019) y del libro de microcuentos “Puntos sueltos” (Macedonia Ediciones, 2019). “Las preciosas” fue editado por Metrópolis Libros en 2022.

 

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