Cada lunes, a partir de las 15, el aire de Radio UNLaR (91.1) abre las puertas al programa “En la hora de clases” que conduce Ada Cortez, un espacio en el que se invita a la reflexión y el pensamiento en torno a la educación y el decir de sus principales referentes. El proyecto comenzó como un sueño y ya lleva más de un año de vigencia indagando sobre una temática que debe interpelarnos a todos, pero que en muchas ocasiones termina por perderse o quedar en segundo plano, en medio de un contexto complejo al que asistimos a diario.
Allí, precisamente, surge la voz de una mujer que apela a su pasión y su compromiso con el aula, pero también a la búsqueda y entrega de una espiritualidad que la define y acompaña también en su arte poética, con varios libros en su haber y un recorrido que supo darle un nombre y un reconocimiento más que merecido.
“Son temas con los que trabajo, con los que transito lo que me interesa, son cosas que me movilizan”, afirma Ada Cortez a 1591 Cultura+Espectáculos, dando así las primeras señales claras de cuál es su posicionamiento respecto de una problemática sensible y que impacta directamente en la sociedad. “Es como un sueño”, sostiene de inmediato respecto de “En la hora de clases” y recuerda con detalle cómo fue surgiendo esta propuesta radial que comenzó el 12 de abril de 2022 y que hasta el día de hoy permanece en el aire de Radio UNLaR, alimentando una programación que tiende a generar consciencia sobre cuestiones que abarcan a la comunidad y que, como tales, deben ser debidamente analizadas. Pero Ada va incluso un poco más allá para afirmarse y sostenerse en sus dichos: “En los momentos críticos que pasé, las dudas más profundas que tuve, siempre fue un libro el que me dio las respuestas”. En su vida, entiende, hay un devenir de circunstancias que fueron marcando su camino en lo previo y que, al mismo tiempo, la fueron preparando para lo próximo. “Siempre en una preparación previa, sin un interés direccionado, en el fluir de la vida, siempre abierta a las sorpresas”.
Y es desde ese lugar de disposición al asombro que lanza al viento una definición que marca, definitivamente, su hacer: “Lo que quería era mostrar la belleza que hay en la educación, y cuando digo belleza tiene que ver con ese trabajo artesanal, silencioso, de mucha entrega”, destaca. “Hay belleza en el acto de enseñar y aprender, en esa relación de dos seres humanos, que es muy rica. Se trata de moldear, de ayudar con los padres, con la familia a moldear ese corazón, ese ser que se está gestando para el futuro, pero el tema es ahora. Que se pueda mostrar la belleza de quienes hacen de la educación una posibilidad de calidad de vida”, reafirma y recuerda que “han pasado por el programa estudiantes, docentes, directores de área, siempre con una disposición hacia el sí”.
¿TE HABÍAS VISTO EN ESE ROL DE COMANDAR, DE LLEVAR ADELANTE UN PROYECTO ASÍ?
No, pero siento que es como un deber, un ofrecimiento, un devolverle a la vida lo que yo recibí de parte de la educación, una devolución. Es hasta como ceremonioso, si se quiere, porque es una ofrenda. Esto lo tengo que hacer por agradecimiento, y por los muchos otros que vienen caminando, porque alguien me enseñó a caminar, a abrir puertas, y a ese granito de arena lo tengo que aportar. Cuando la vida te ha sido generosa y los aspectos humanos están bien, como la vida quiere, ese bien se tiene que seguir expandiendo. No siento que me pueda quedar quieta en el sentido de un movimiento que ayude a generar bienestar.
¿CÓMO SE VINCULAN TODAS LAS “ADAS” CON SUS DIFERENTES NECESIDADES, CON SUS DISTINTAS EXPRESIONES, FORMAS DE VER LA VIDA?
En el trato. El trato con las personas, el trato con las responsabilidades, con los proyectos. He transitado y conozco de educación, soy muy crítica, pero estoy más atrás, en el sentido de que son las personas las protagonistas. El silencio también ocupa un lugar en el diálogo, en la conversación. No le leo mi poesía a mis alumnos, es la libertad del otro. Dejo que el otro busque, decida, defina, indague. Eso también es un reto, un desafío. Entiendo que esa libertad la debe vivir el ser humano, no como un mero contenido, sino como algo que aprendamos y desarrollemos juntos, un aprendizaje común que al otro lo libere, que lo haga ser cada vez más él, más persona.
¿ES MÁS COMPLICADO LOGRAR ESTO EN LOS CONTEXTOS QUE VIVIMOS? ¿CÓMO PERCIBÍS LAS REALIDADES QUE MUCHAS VECES NOS OPRIMEN O LIMITAN, SOBRE TODO EN EL APRENDIZAJE COMÚN, EL ESCUCHARNOS, EL VERNOS, EL RECONOCERNOS?
Las personas, más allá de lo que nos atraviesa, somos anhelantes de esa porción de vida que nos sustenta, que es el dialogo, el encuentro. Por más dolido, por más desesperanzado que uno pueda estar, uno es anhelante. El ser humano de por sí es anhelante de los momentos, del encuentro, de la posibilidad que las cosas sean mejores. Es un anhelo muy genuino. Y creo que hay que entrar desde el propio anhelo vulnerado, creo que es desde ese lugar, desde ese ser anhelante como posibilidad vital de un nuevo soplo de vida. Constantemente nos atraviesa la muerte en todos los sentidos, justamente porque estamos vivos. Ese anhelo hace que ante un estímulo algo se despierte. Es una posibilidad de transformación.
¿TE SENTÍS EN PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN?
Personalmente si y agradezco mucho por eso. Transformaciones dolorosas, con el corazón puesto al fuego, pero para desde allí transformar la mirada. El corazón puesto al fuego para pulir, para estar en una transformación constante y para dar cuenta de eso en la práctica.
TOMO EL CONCEPTO DE “BELLEZA EN LA EDUCACIÓN” AL QUE HICISTE REFERENCIA, Y CREO QUE PERCIBIMOS EN GENERAL UN ATAQUE MUY FUERTE HACIA EL SISTEMA EDUCATIVO, ¿CÓMO ESTÁS VIVIENDO ESTE TIEMPO EN RELACIÓN A LA EDUCACIÓN?
Hay que propiciar realmente un debate serio en relación a la educación y que los docentes sean realmente escuchados; y que para quienes sean parte de las decisiones políticas en materia educativa, la voz de los docentes sea la que prime como profesionales del hacer educativo. Son los que están en el aula, en el patio, en lo virtual; hay que plantearse qué queremos, qué estamos haciendo y qué hay que dejar de hacer. Cada vez está más burocratizada la educación, los modos de entender el ejercicio del encuentro de enseñanza-aprendizaje. Hay demandas que no le corresponden a la gestión educativa, a la institución. Hay muchas escuelas olvidadas, con directivos solos y docentes más solos aún. Lo advierto porque ando, soy de ir, de entrar, de estar, de hacer estudios de caso que implican el acompañamiento sistémico en función del estudiante. En lo masivo no se distingue al que sufre. Hay cuestiones que son de forma y no de fondo. El insumo, los recursos no van a la transformación. Hay instituciones donde la violencia, el acoso se presenta y veo a las escuelas muy solas, olvidadas. Hay que estar al lado, hay que ir, entrar, esperar. Se han establecido formas de abordaje que deforman el problema. ¿Y la persona, el ser humano, el adolescente? Estamos haciendo, están las áreas, pero la presencia no está. El apoyo de un ser humano a otro no está. No nos hacemos responsables. En la ciencia se habla de la vigilancia epistemológica; en educación es nuestra tarea hacer la vigilancia de mi hacer. Por eso es tan importante la figura del vigilante, de quien está atento. No podemos conocer lo que no observamos. En esa generalidad se pierden las bellezas.
¿QUÉ OBJETIVOS TE PLANTEAS CON TU PROGRAMA, A DÓNDE TE GUSTARÍA LLEGAR, CON QUÉ MENSAJE?
El objetivo se fue construyendo, pero tiene que ver con esa concepción con la que me manejo, con acrecentar y con la formación. Del programa se presentaron dos ponencias importantes en la Feria del Libro, por ejemplo. Ese es el ofrecimiento. La proyección es conformar un equipo de trabajo, de estudio de las cuestiones sociales, siempre dentro de lo educativo en general. Las personas hacen referencia a lo que hace falta, a los obstáculos, a las falencias. Hay muchos conceptos que se están redefiniendo y el programa es muy rico en ese sentido, humanamente hablando.
LE DAS UN VALOR IMPORTANTE A LA FORMACIÓN, ¿PERO QUÉ PASA CON LA ESPIRITUALIDAD QUE TAMBIÉN TE DEFINE?
Es un sustento; si no hubiese un trabajo espiritual, una consciencia espiritual, de entrega en el espíritu no tendría la idea, la fuerza y que ese espíritu se expanda además a mi familia. El programa es un hacer que se va construyendo, que se va expandiendo. Se trata de que la persona se pueda expresar en la medida de lo posible.
¿PENSASTE QUE IBAS A TRANSCURRIR TODO ESTE TIEMPO CON EL PROGRAMA? QUÉ SENTÍS QUE APRENDISTE EN EL MIENTRAS TANTO?
Me está rondando la idea de que lo realmente gratuito se entrega y sale solo. Cuando hay otras pretensiones, con algún interés de por medio, toma otra forma que no es la que coincide con el sentir primario del programa. ‘En la hora de clases’ es una ofrenda.
“AMO ESTA VIDA”
Ada Beatriz Cortez nació el 16 de junio de 1969. Es Licenciada en Trabajo Social y docente en el Colegio Pre Universitario General San Martín, pero en esta ocasión nos abrió las puertas de su hogar para hablar de una de sus pasiones: la escritura.
Se define como “una mujer riojana a quien le gusta escribir y leer”, que tuvo sus primeros acercamientos al amor hacia la literatura “en la primaria, más precisamente en el quinto grado; luego se afianzan y profundizan en el tiempo de la adolescencia cuando -además de hacer las tareas escolares que tienen que ver con la escritura- hacía cartas de amor o versos qué me solían pedir compañeras o compañeros; esos escritos eran de mucha dedicación” pero resalta que primero escuchó “porque había que escuchar algo, para que a uno lo oriente qué es lo que hay que expresar por escrito. Luego pude participar en concursos y comencé a guardar los escritos que yo llamaba mis poesías, lo que me surgía quedaba escrito primero en algunas hojas y luego un cuaderno y otro”.
Ada destaca un libro de su secundaria que aún conserva -aunque ya perdió la contratapa- donde se encuentra “El romance de la condesita” que ella en las horas libres y los recreos en el patio le recitaba a sus compañeros y compañeras. Probablemente ese sea uno de los momentos determinantes en la recitación que luego la llevó al camino de la poesía, con la que ya lleva cuatro libros publicados.
“La primera publicación que logro realizar está relacionada con Mónica Bocalón, que me vincula y contacta con Fernando Justo, quién ha escrito la contratapa de ‘Cántaro de miel’ (2009) y cuyo prólogo está realizado por la querida Lucía Carmona de Chilecito; ha sido y es un honor que ella haya podido leer estás expresiones y le haya puesto la impronta de su palabra. Eso ha sido un empuje importante en poder publicar, en el año 2011 ‘Volcán y Terciopelo’. En el año 2015 ‘Con el alma entre las piedras’ y en el 2017 ‘Sobre piel de papel’”, recuerda Ada, quien asegura ya tener elegido el título de próximo trabajo y mucho material nuevo para compartir.
Un mensaje muy importante hacia la juventud que da Cortez es el seguir lo que nos gusta para elegir una parte de la vida como lo es la profesión: “Decidí ingresar a la Universidad luego de preguntarme qué me gusta, qué es aquello que me llama la atención, qué me gustaría conocer; esas preguntas son necesarias e importantes y fueron decisivas para direccionarme a una elección de la cual no me arrepintiera luego. Y es así que una tarde llego a la Universidad a pedir el plan de estudios sociales y humanas. De esta manera me decido por Trabajo Social, siempre en la base de para qué estaría yo apta y qué es lo que más me gusta: compartir con otros, estar atenta a las necesidades de los demás vinculada a la acción social. Gracias a Dios me recibo y continúo mis estudios. Ser profesora es lo que a mi alma y a mi vida le da un auge y un impulso muy especial”.
Por Anouk Zárate para NUEVA RIOJA