Alejandro Jassan: «Mi lugar es La Rioja»

Formado en Argentina y Europa, el director de orquesta riojano Alejandro Jassan ha desplegado su talento en escenarios de todo el mundo, desde el Teatro Estatal de Praga hasta el Teatro Colón en Buenos Aires. Con una carrera que no se detiene ni para de crecer, reflexiona con 1591 Cultura+Espectáculos sobre su experiencia multicultural y la riqueza de un repertorio que transita del barroco al tango contemporáneo, sin dejar de hacer eje en sus raíces.
Alejandro Jassan es un director de orquesta que lleva en su batuta el pulso de diversas culturas y tradiciones musicales. Nacido en La Rioja, su trayectoria lo ha llevado a estudiar y perfeccionarse en composición, dirección, contrabajo y piano, obteniendo el Diplôme Supérieur en dirección de orquesta en la prestigiosa École Normale de Musique de París. Su formación se enriqueció bajo la tutela de maestros de renombre como Johannes Schlaefli, James Lowe y Donato Renzetti, moldeando una carrera que combina técnica rigurosa y sensibilidad artística.

Jassan ha dirigido en escenarios de gran prestigio internacional, como el Auditorio Nacional de Música de Madrid, el Teatro Estatal de Praga, la Salle Cortot de París y el Auditorio Nacional exCCK de Buenos Aires. Ha trabajado junto a destacados solistas como Shlomo Mintz, Philippe Entremont, Saioa Hernández y Franco Fagioli, y su versatilidad le ha permitido transitar con soltura por la ópera, el ballet, la música sinfónica y el tango.

Su paso por la dirección artística y musical de la Orquesta Estable de Tucumán (2018-2021) dejó una huella profunda, con temporadas en las que se combinaron grandes producciones con proyectos pedagógicos y giras internacionales. Con una carrera forjada en Argentina, España, Francia y Alemania, Alejandro Jassan encarna una mirada global y diversa que se refleja en cada una de sus interpretaciones.

Sin embargo, y más allá de todo lo recorrido y conquistado, Jassan no deja de expresar su profundo deseo de regresar a La Rioja -a la que siente su lugar- para compartir su experiencia y talento en proyectos que vinculen su formación internacional con las raíces locales. A pesar de su ajetreada agenda de giras por el mundo, mantiene un vínculo emocional con las montañas de nuestra Provincia, y sueña con proyectos que le permitan devolver algo de todo lo que recibió de su región. Precisamente sobre su amplia experiencia de vida y profesional, pero también sobre sus comienzos y el recuerdo indeleble de las calles de su barrio en La Rioja, el talentoso músico traza con 1591 Cultura+Espectáculos las líneas en el mapa de una trayectoria que no solo merece el aplauso, sino también la admiración.

ESTUVISTE EN MUCHOS LUGARES, ES EVIDENTE QUE TE VAS ADAPTANDO A DISTINTAS SITUACIONES….

Empezando desde chiquito, que nos vamos a Buenos Aires cuando tenía 13 años, y después ya estuvimos en Madrid viviendo 10, 12 años, en Francia, en París, y ahora en Alemania.

¿ESTABA EN TU MENTE ESTE IR RECORRIENDO DISTINTAS GEOGRAFÍAS, DIFERENTES CULTURAS?

Honestamente tuve la suerte de empezar a viajar desde chico, y abrir un poco la mente también; de hecho, el primer viaje que hice al exterior fue con el Coro de Niños de La Rioja, aunque todavía no estaba cantando. Estaba Andrés Flores dirigiendo al coro que después hizo proyectos hermosos y tuvieron la idea de irse a Europa, a España y a Italia. Tenía unos 8 años y me colé, porque mi hermano y mi primo cantaban ahí y yo quería cantar también. Después, cuando volví empecé a cantar, pero nunca me imaginé ni tenía planificado ir acá o allá, sino que me dejo llevar un poco por las situaciones. Lo que sí me gusta mucho es viajar, y me gusta mucho, sobre todo, abrirme a otras culturas, a otra gente, me parece que es un privilegio y que además debería ser casi obligatoria la posibilidad de contactarse con otras culturas o con gente que piensa de una manera diferente, con otros idiomas.

ME HABLABAS DEL CORO DE NIÑOS CANTORES, DEL PROFE ANDRÉS FLORES, ¿QUÉ SENTÍS QUE TE MARCÓ DE ESA ÉPOCA?

En lo en lo profesional, en lo musical, a mí marcó una cosa que me di cuenta mucho más tarde y es justamente esta experiencia de cantar en un coro. A esto se lo dije al profe Andrés muchos años después, cuando lo encontré de casualidad en una peña en Buenos Aires, donde ya estaba estudiando Dirección de Orquesta. Resulta que en el Coro estábamos haciendo música a tres voces, a más de tres voces, estábamos cantando en otros idiomas, estábamos haciendo música de periodos desde el 1600, 1700 hasta algo más popular. Era algo que en su momento yo no tomaba conciencia, pero años después, ya estudiando música, me di cuenta de lo que me marcó realmente ese contacto, ese hacer música y por supuesto también algo que tenemos mucho en La Rioja y en el interior del país, que es agarrar la guitarra, el fogón en el asado y cantar, hacer música. Curiosamente lo que me costó mucho fue que cuando voy a Buenos Aires toco con unas bandas de rock, guitarras, bajo y después cuando empiezo a hacer música clásica siento que estoy como por detrás, con un hándicap, pero por detrás de toda esa formación tan clásica porque yo venía de tocar la guitarra en un fogón, de hacer rock, entonces en mi cabeza decía: ‘bueno me tengo que convertir en músico clásico’. Después de muchos años me di cuenta de que la riqueza de la música estaba en volver a lo que yo tenía cuando era chico, que era sentarse a tocar, a cantar, a hacer música de manera natural, a disfrutarlo, y que la música clásica, en su momento, fue música cuasi popular que se tocaba en el día a día.

¿LA MÚSICA EN VOS ESTUVO SIEMPRE? ¿TUVISTE ALGUNA INFLUENCIA FAMILIAR, O FUE ALGO QUE TAMBIÉN FUISTE DESCUBRIENDO EN EL TIEMPO?

En mi casa siempre había música, aunque no de manera profesional; teníamos un vecino que vendía órganos antiguos, con dos teclados, y mi papá tocaba boleros y algunas otras cosas, pero de manera muy amateur. De chicos siempre hicimos guitarra, flauta, algo de teclado también, cantábamos, es decir, siempre estuvo la música en mi casa. Siempre se escuchaba música, aunque no música clásica, pero siempre había algo sonando, siempre había música. Profesionalmente no, que yo sepa, salvo mi bisabuelo que fue clarinetista en la orquesta del Ejército en Turquía, pero creo que nadie en la familia pretendía que le salga un hijo músico.

ENTRANDO YA UN POCO EN TU TRAYECTORIA, EN TU FORMACIÓN, QUE HA SIDO MUY IMPORTANTE, ATRAVESANDO DIFERENTES PAÍSES, CON MAESTROS MUY RECONOCIDOS, ¿QUÉ APRENDIZAJES SENTÍS O CONSIDERÁS QUE TE INFLUYERON MÁS A LA HORA DE FORMARTE EN TU ESTILO COMO DIRECTOR?

Mi formación honestamente fue muy irregular en el sentido de que no tuve la suerte de encontrar ‘el maestro’, ese que digas ‘me formo, es mi maestro’; eso me hizo tardar más tiempo a lo mejor que otras personas, pero a la vez me hizo encontrar el camino de lo que quería buscar en mi formación. Para mí una de las cosas que más me influenció fue eso: la búsqueda, el observar y el aprender a aprehender de todos, de los que lo hacen bien muchísimo, también de los que lo hacen mal. Toqué muchos años el contrabajo en una orquesta, entonces observaba a los directores y decía: ‘yo no quiero hacer nunca lo que está haciendo este hombre acá’, o al revés: ‘mirá qué bien, cómo manejó esto’. Después tuve mis maestros, pero la verdad que es eso: a mí la vida me llevó a ir descubriendo de a poquito, y eso creo que es un camino muy largo, pero a la vez muy arraigado. Cuando uno descubre por sí mismo el conocimiento, hay determinadas cosas que te quedan de por vida. A veces uno escucha un grandísimo maestro que te dice algo y te enseña una cosa y no la entendés hasta 10 años después, entonces el descubrimiento por uno mismo de un montón de cosas, por ensayo y error, o por darte palos contra determinadas cosas hace también que el aprendizaje sea mucho más efectivo.

ENTIENDO QUE ES TAMBIÉN UN APRENDIZAJE CONSTANTE, QUE LO SEGUÍS HACIENDO…

En esto no se deja de aprender nunca; de hecho hay que balancear las energías para ver hasta dónde uno tiene la confianza para decir ‘ok, yo aprendí esto y salir’, porque cuando uno sale a dirigir no puede dudar, no puede estar en el lugar de alumno. Uno tiene que estar toda la vida en el lugar de alumno, pero a la hora de salir a trabajar uno no puede mostrarse en el lugar de alumno porque no es efectivo. Hay que balancear eso en el decir ‘ok me queda muchísimo por aprender, por evolucionar, pero a la vez donde estoy, estoy bien, estoy seguro y vale bien la experiencia’.

HABLANDO DE EXPERIENCIA, QUERÍA QUE ME CUENTES UN POCO SOBRE TU EXPERIENCIA EN FRANCIA, EN PARÍS, DONDE OBTUVISTE EL “DIPLÔME SUPÉRIEUR” EN DIRECCIÓN DE ORQUESTA, ¿DE QUÉ MANERA TE MARCÓ ESE PERÍODO EN TU VIDA Y QUÉ DESAFÍOS TE DEMANDÓ?

Estuve 11, 12 años en España y tanto culturalmente como desde la idiosincrasia, el idioma, casi que no me sentía extranjero. Cuando fui a Francia surgió el gran desafío del idioma; no lo hablaba al francés en esa época y en la escuela donde estaba se suponía que todo el mundo hablaba inglés, pero en la Cátedra de Dirección el profesor no hablaba una palabra de inglés y todas las clases eran en francés. Otro gran desafío fue la idiosincrasia, porque era la primera vez que me encontraba en un lugar en donde el detalle, la tradición, el amor por la cultura propia es enorme. Trabajar repertorio francés en Francia siendo extranjero, hacía que tuviera todas las miradas atentas encima, y la experiencia estuvo muy bien en ese sentido de ir desarrollando un montón de otras cuestiones más allá de lo técnico, de lo musical. Por supuesto que a nivel de aprender el repertorio francés fue fantástico; el profesor que teníamos era un especialista que venía de tradición francesa, entonces estudiar repertorio francés, opera francesa, el tema del idioma, de la pronunciación, fue maravilloso. Después tuve la experiencia de asistirlo a él en la Ópera donde trabajaba, trabajar con otras orquestas, y descubrir cómo son las idiosincracias. Las orquestas francesas, al igual que las alemanas tienen mucho orgullo y cambiarles algo es dificilísimo; no están tan abiertas al cambio porque primero tienen que ser buenos ellos, entonces si lo que uno propone no es algo de lo que no están seguros que es para mejorarlos y que además los puede debilitar en algún punto del proceso, ofrecen resistencia. A mí me gusta conocer culturas, pero no siento que sea algo tan especial estar en un lugar o estar en otro, lo importante es la gente con la que te conectás, con quién vas a trabajar, con quién vas a sociabilizar.

UN POCO HACIA ESE LUGAR VA LA PRÓXIMA PREGUNTA, TU EXPERIENCIA INTERNACIONAL, LOS ESCENARIOS DONDE DIRIGISTE EN MADRID, EN PRAGA, EN BUENOS AIRES, ¿CÓMO INFLUYE CADA CULTURA Y CADA PÚBLICO EN TU INTERPRETACIÓN DE LA MÚSICA?

El público influye mucho en el evento, en el día del concierto. Si vos tenés un público receptivo hay una energía que te vuelve de manera impresionante, y tener gente que le importa nada del concierto y está en otra cosa hace que todo sea cuesta arriba, pero no creo que el público influya en la interpretación de la música en sí. Cuando uno se para frente a un grupo, sobre todo en orquestas profesionales, de nivel, ellos ofrecen su interés, son todos músicos profesionales que hicieron esa sinfonía unas 50 veces y uno como director la hace por primera vez. Ellos ya tienen su versión, tienen su interpretación, y a mí me gusta y creo que es inteligente tomar lo que ellos dan; después es como un diálogo. De otra manera sería un absurdo, por ejemplo, decirle a una orquesta alemana que ya viene con un historial determinado, con un sonido determinado, ‘yo quiero que suene como la orquesta italiana’. El grupo, la orquesta en sí, influye mucho en la interpretación musical, después uno siempre tiene sus ideas, su estética. El público en sí no, salvo lo que viene después, la recepción. He estado en pueblitos de España en donde hicimos una traviata por primera vez, y luego vino una señora y me dije: “me salvaron el año, fue lo más lindo del mundo, qué linda experiencia, pero canten en un idioma que se entienda’. La gente estaba encantada de que hiciéramos ópera, pero no entendía que la ópera se canta en otro idioma; estaba acostumbrada a escuchar zarzuelas que se hacen en español. Pero ese contacto con el público, por ejemplo, a mí me encanta, y sobre todo trabajar en lugares donde el público necesita mucho más de eso. Si vos vas a una ciudad grande donde la oferta cultural es enorme, sos un concierto más, pero hay lugares en donde realmente la música le cambia la vida a las personas, es algo único y eso me encanta.

¿NOTÁS, SEGÚN TU EXPERIENCIA Y TRAYECTORIA, DIFERENCIAS ENTRE EL TRABAJO CON LAS ORQUESTAS EUROPEAS Y EL TRABAJO CON LAS ORQUESTAS LATINOAMERICANAS? ¿POR DÓNDE PASAN ESAS DIFERENCIAS?

Hay un abanico de características que se pueden tomar. A nivel musical, en Latinoamérica lo que siempre se hizo es mirar a las escuelas europeas. En Argentina se aprendió de los italianos que vinieron, después de la gente del este. Las escuelas que tenemos en Latinoamérica son europeas y apuntan a ser europeas. Estuve casi cuatro años trabajando en la Orquesta Estable de Tucumán y ahí la gente ya a punto de jubilarse venía con una tradición increíble de comienzos de siglo que fue traspasándose, y las nuevas generaciones todavía no. Ver esa transición era interesantísimo, porque estamos hablando de tradiciones de hace muchísimos años que se seguían pasando de generación en generación. El problema con las orquestas latinoamericanas, a diferencia de las europeas es que como casi todo lo que ocurre en Latinoamérica, la coyuntura es diferente. Uno puede hablar de la tradición y del estudio del instrumento, de la técnica, pero si esa persona antes de ir al ensayo tuvo cuatro horas de dar cátedra en el conservatorio, cuatro horas de clases privadas, más su familia, y todo para llegar a fin de mes con lo justo, no es tan fácil. Se puede y se debe exigir igual, pero uno tiene que entender el contexto. Uno no dirige música, sino que dirige músicos. Entonces cuando vos estás frente al grupo tenés que entender que alguien puede tener un día espantoso, que alguien puede estar eufórico, con ganas de llevarse todo por delante, y que hay gente que está en la miseria absoluta, pero están ahí, sin embargo, al servicio de la orquesta. Eso hay que entenderlo. A la vez, eso nos convierte como músicos latinoamericanos en personas mucho más flexibles, mucho más adaptables al medio. De repente hay orquestas en Latinoamérica que trabajan el repertorio barroco clásico romántico o contemporáneo con un altísimo nivel sin especializarse en ninguna cosa, pero que tienen esa maleabilidad, esa flexibilidad, y a lo mejor hay orquestas en Europa que funcionan muy bien con el repertorio romántico francés, pero no le pidas que hagan repertorio alemán. En ese sentido nosotros hacemos todo lo que se pueda, como se pueda, y eso nos da una flexibilidad, por eso el músico latinoamericano y el argentino en particular es muy bien recibido afuera, porque tiene esa capacidad de adaptación.

HABLANDO JUSTAMENTE DE ADAPTABILIDAD Y DE ESA CAPACIDAD DE IR ABSORBIENDO UN POCO DE TODOS LOS ESPACIOS EN LOS QUE ESTUVISTE Y LA GENTE CON LA QUE ESTUVISTE, LAS COLABORACIONES CON ARTISTAS EXTRAORDINARIOS, ¿QUÉ TE PASA CON ESO DE COMPARTIR ESCENARIO CON ARTISTAS DE ALTÍSIMO NIVEL? ¿CÓMO TE PREPARÁS PARA ESAS COLABORACIONES? ¿QUÉ TE GENERA ESTAR EN ESOS LUGARES?

Se me generan dos cosas: miedo de no estar a la altura, de no estar preparado, ya que muchas personalidades vienen no solamente con sus cualidades y calidad artística, sino también a veces con personalidades complicadas, muy exigentes; es gente que está bajo mucha presión, entonces no son fáciles de gestionar. Por otro lado pasa esto que te decía: estoy siempre en el modo de absorber, de aprender, y eso está buenísimo. Cuando vos trabajás con alguien que tiene esa experiencia, esa capacidad, en general son personas muy generosas y te dan muchísimo más de lo que uno puede ofrecer. En ese punto es maravilloso, pero hay que saber pararse también en el lugar que uno está y ser humilde para decir ‘no estoy a ese nivel’ y, por otro lado, ser también honesto para decir ‘haremos lo mejor que se pueda’. Yo me sorprendí mucho, por ejemplo, cuando trabajamos con Shlomo Mintz, que tiene una trayectoria increíble; sabía que el tipo además no era fácil y fui muerto de miedo a los ensayos. Por supuesto que uno se prepara siempre bien, pero para estas cuestiones vos te preparás en todo lo que pueda ocurrir. Mints fue a trabajar con la orquesta de Tucumán, que es una orquesta que, como muchas orquestas, tiene sus cosas buenas pero también tiene muchas falencias desde lo estructural, entonces me moría de miedo de que se cancelen ensayos, que haya huelgas, esas cosas que pasan siempre, pero también estaba el hecho de saber que todos los músicos están preparados para recibir eso, y la verdad que fue una experiencia maravillosa. Mintz es exigente, es un poco cara de perro, pero a la vez estaba encantado de trabajar con nosotros, encantado de dar su experiencia, y eso está buenísimo. Si uno no entiende eso, ya sea por temor o por arrogancia, se está perdiendo algo maravilloso que es la experiencia de estos monstruos que ya pasaron mil veces por ahí. Al final, la música te acerca en ese sentido porque estamos hablando de lo mismo; la música al final no es tan misteriosa, entonces en cuanto bajás del pedestal a esta persona y te subís vos un poquito, terminamos hablando de la música, se rompen todas las barrera, es el mismo idioma, es algo que entendemos todos y eso está buenísimo.

ESO LO LLEVO UN POCO A TU REPERTORIO, QUE ES AMPLÍSIMO, QUE VA DEL BARROCO AL TANGO, LA SARZUELA, OBRAS CONTEMPORÁNEAS, ¿QUÉ DESAFÍOS IMPLICA EL ACOMODARSE A ESOS CAMBIOS DE REPERTORIO? ¿CÓMO SELECCIONAS LAS PIEZAS? ¿TE DEMANDA ALGO EN PARTICULAR, O FORMA PARTE DEL IDIOMA DE LA MÚSICA Y DEL DISFRUTE DE ESE IDIOMA?

Evidentemente forma parte de cualquier director el tener un repertorio amplio, el poder manejar diferentes estilos. Obviamente, después cada uno se puede especializar en algún periodo o en algún tipo de repertorio por afinidad o por cuestiones laborales; hay que de repente se puso a hacer un concierto de música barroca y empezó a tener éxito con eso, armó su ensamble y es un especialista en música barroca, pero también hay circunstancias que te llevan a eso. Mi repertorio, el que puedo decir que es el repertorio en que me siento como pez en el agua, es el lírico, la ópera, la zarzuela, todo lo que implique tener un cantante, y sobre todo lo escénico. Las cualidades que se necesitan para trabajar en escena son las que se me dan bien y las que a mí me gustan, y ahí me siento absolutamente cómodo. Obviamente, me encanta también hacer una sinfonía de quien sea, o un concierto para piano. También por mi origen de música popular, disfruto muchísimo hacer tango o folklore. He tocado mucho en orquestas típicas de tango y en pequeños grupos de cámara de tango. Estuvimos a punto de hacerlo, pero al final se cayó el proyecto, de ensamblar con compositores riojanos que trabajen los elementos folklóricos. Es muy difícil, hay poca gente que lo hace y poca gente que lo hace bien a eso de llevar el folklore a la orquesta, a lo sinfónico, eso es algo que me encanta por ejemplo, o sea, el unir. Hay músicos que lo han hecho, hay repertorio, mucha gente con tradición o con formación clásica que han metido las raíces argentinas, y ahí también me siento cómodo, en eso de traer la música popular a la orquesta. Creo que es importante estar abierto y aprender de cada cosa. Yo no sería un especialista en Wagner en Alemania porque hay alemanes que llevan la traición del idioma, que es algo muy importante, porque el manejo de la dicción del idioma hace también al fraseo de la obra, entonces alguien que tiene el alemán como lengua materna nunca va a ser igual que yo que lo estoy aprendiendo. Todas esas cosas hacen a la calidad en lo que uno hace en el repertorio, pero sí es fundamental tener un abanico amplio.

¿CUÁLES SON, EN FUNCIÓN DE ESTO QUE PLANTEÁS, LOS PRINCIPALES DESAFÍOS QUE ENFRENTA HOY UN DIRECTOR DE ORQUESTA?

El desafío… antiguamente los directores formaban a las orquestas. Las orquestas tenían muchas falencias y el director venía, hacia un trabajo de 10 años, 15 años con un grupo, los marcaba, trabajaban técnicamente, hacían un entrenamiento más allá del repertorio. Hoy por hoy pasa un poco al revés, es decir, las grandes orquestas son las que forman a los directores. En ese sentido se está perdiendo un poco la identidad de cada orquesta, porque para el mundo global hace que todos escuchemos cómo suena la orquesta de Boston y la Orquesta de Berlín, y mal que mal uno va aprendiendo de unos, de otros. Antes era mucho más marcado cómo sonaba cada orquesta con cada director; hoy es un desafío llevarle una propuesta a una orquesta, porque primero en una orquesta profesional tenés como muchos tres ensayos para hacer un repertorio y en tres ensayos, qué vas a enseñar a una orquesta que ya hizo ese repertorio 500 veces y tiene una historia de 100 años. Hay una dinámica de la profesionalidad de hoy en día que se perdió y que es un desafío muy grande: ¿qué puedo aportar yo como director? La respuesta no la tengo, pero es un desafío.

EN ESE CONTEXTO QUE SEÑALÁS, ¿QUÉ ES LO QUE TE VA GENERANDO LA NECESIDAD DE SEGUIR HACIENDO LO QUE HACÉS?

Respecto de lo que me mobiliza… ¿por qué lo seguimos haciendo? Es difícil; esa es una pregunta que creo que en el mundo de hoy deberíamos hacérnosla permanentemente. Yo trabajo en un teatro de ópera en Alemania, en donde el presupuesto es muy grande, aunque obviamente en estos momentos hay como una especie de crisis, porque se está recortando presupuesto en cultura en Alemania, que para Alemania eso es dramático, pero está la ópera de acá, donde estoy, a unos 30 kilómetros está la Ópera de Frankfurt, a otros kilómetros otra con teatro, orquesta, coro, mucha gente, mucho presupuesto. Lo que veo es que por muchos años se dio por sentada la necesidad de la gente de consumir cultura y la necesidad de tener un teatro de ópera, o tener una orquesta viva. Hoy por hoy, la gente, el propio pueblo, lo está poniendo en duda. Estoy hablando de países europeos, quitemos la situación de países como Argentina que es todavía mucho más exagerado todo esto de ‘a mí me está costando llegar a fin de mes, ya no puedo comprarme lo que quería, ¿por qué voy a estar financiando un grupo de 80 personas?’. Ahí creo que nosotros tenemos una responsabilidad muy grande y es saber para qué lo estamos haciendo, y hoy no hay mucha gente que se esté preguntando eso, y creo que vamos a pagar ese error, porque los teatros están cada vez más vacíos, la gente está yendo cada vez menos al concierto por muchos motivos: Netflix, la comodidad de la casa, cuestiones económicas. Para mí no hay duda de la importancia de la cultura, esa pregunta me la hago y me la respondo enseguida, pero también cuando me la hago pongo en la balanza algunas cosas. Son preguntas que la gestión cultural se las tiene que hacer y ver cómo manejarlo. Lo que para mí es indudable es que la cultura, el arte en la sociedad generan un cambio grande; cuando uno va al teatro y ve una obra o escucha una obra y eso lo hace reflexionar, sentir cosas, sensibilizarse, pensar, criticar, enojarse, cualquiera de estas cosas hacen que la persona que sale del teatro con esas reacciones tenga la capacidad luego de enfrentarse a otros problemas que tiene la sociedad actual y hacer lo mismo: pensar, reflexionar, escuchar, enojarse. Creo que el arte y la cultura son lo que nos está ayudando a sostener esta idea de ‘tenemos que pensar, tenemos que reflexionar, tenemos que tomarnos un tiempo’. Ir al teatro o ir a un concierto es eso: tomarse una hora, una hora y media de silencio para sentarse y escuchar; es un ejercicio que en la vida cotidiana no lo hace casi nadie. Hoy no tenemos una hora para estar en silencio, para sentarnos en un parque y observar, para leer un libro y en ese sentido, para mí por lo menos, es esa la función de la cultura, del arte.

ESTUVISTE HACE POCO EN EL TEATRO COLÓN, IMAGINO QUE ESO ES IMPORTANTÍSIMO PARA VOS, ¿HAY ALGÚN ESCENARIO QUE TENGAS PENDIENTE?

Soñar no cuesta nada, pero evidentemente lo del Colón fue muy especial. Para cualquier argentino lo es, porque para muchas personas del mundo el teatro Colón es un hito, es un mojón en el camino poder decir: ‘ok, listo, ya hice un Colón’. En el Teatro Colón pude descubrir la música clásica; fui a ver una ópera y dije ‘qué interesante esto, qué loco, hay cosas que me suenan muy modernas’, y me empezó a cambiar la cabeza. El edificio en sí es increíble, la experiencia acústica es increíble, y es nuestro país. Fue la suerte también de poder hacerlo con mi mujer como solista, y esas cosas suman a que la experiencia de haber ido al teatro Colón haya sido realmente especial. El año pasado estuvimos con la Orquesta de Tucumán en el Auditorio Nacional del exCCK, fue una experiencia alucinante, pero el Teatro Colón tiene una magia muy diferente. En ese sentido estoy seguro que fue una de esas marcas que van a quedar grabadas de por vida y todavía lo estoy digiriendo, todavía me está bajando un poco la información. Creo yo, honestamente, tratando de no ser demagógico, que hay grandes escenarios como la Scala de Milan, el Met de Nueva York, pero el Colón es un techo hermoso.

NOS QUEDARÍA VERTE POR AQUÍ, EN LA RIOJA, HACIENDO POR EJEMPLO LA CANTATA RIOJANA…

Estaría encantado. Sé que la estuvieron haciendo hace poco con el Coro de Niños. Estuvimos en 2018 con la Orquesta de Tucumán, hicimos una primera aproximación con un grupo de la orquesta que fuimos a La Rioja. Tengo pendiente ver cómo poder hacer algo ahí, porque a pesar de esta cosa de ir viajando por todo el mundo, que me da igual dónde estoy, sí creo que mi lugar es La Rioja, mi lugar en esas montañas tan particulares, y para mí es importante intentar en lo que se pueda, si sirve de algo, devolver. Por eso también he intentado en algún momento generar un proyecto con la Orquesta Nacional para trabajar con compositores riojanos. Creo que son cosas que las voy a buscar siempre, porque es parte de mi ser y de mi interés; ojalá se dé pronto y aparezca un proyecto lindo que me haga volver.

SOBRE ALEJANDRO JASSAN

NACIDO EN LA RIOJA, ARGENTINA, ESTUDIÓ COMPOSICIÓN, DIRECCIÓN DE ORQUESTA, CONTRABAJO Y PIANO. OBTUVO EL “DIPLÔME SUPÉRIEUR” EN DIRECCIÓN DE ORQUESTA EN L´ECOLE NORMAL DE MUSIQUE DE PARIS. CONTINUÓ SUS ESTUDIOS BAJO LA GUÍA DE MAESTROS COMO JOHANNES SCHLAEFLI, JAMES LOWE, DOMINIQUE ROUITS, DONATO RENZETTI, ENTRE OTROS. HA DIRIGIDO A SOLISTAS COMO SHLOMO MINTZ, PHILIPPE ENTREMONT, SAIOA HERNANDEZ, FRANCO FAGIOLI, RAFAEL GINTOLI, PABLO MAINETTI. HA DIRIGIDO PRODUCCIONES DE ÓPERA Y CONCIERTOS EN LUGARES COMO EL AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA DE MADRID (ESPAÑA), TEATRO ESTATAL DE PRAGA Y OPERA DE ÚSTÍ NAD LABEM (REP. CHECA), SCHLOSSTHEATER SCHÖNBRUNN EN VIENA (AUSTRIA), SALLE CORTOT EN PARIS (FRANCIA), ALBERT HALL EN NOTTINGHAM (REINO UNIDO), TEATRO SAN MARTÍN EN TUCUMÁN, AUDITORIO NACIONAL CCK EN BUENOS AIRES (ARGENTINA). DESDE 2018 HASTA 2021 FUE DIRECTOR ARTÍSTICO Y MUSICAL DE LA ORQUESTA ESTABLE DE TUCUMÁN CON TEMPORADAS QUE INCLUYERON ÓPERA, BALLET Y CONCIERTOS SINFÓNICOS. DURANTE ESTE PERÍODO SE REALIZARON ENTRE OTROS PROYECTOS, UNA GIRA CON CONCIERTOS Y CAPACITACIONES EN LA BUCHMANN-MEHTA SCHOOL OF MUSIC DE TEL AVIV Y EN LA ÉCOLE NORMALE DE MUSIQUE DE PARIS, CONCIERTO EN EL AUDITORIO NACIONAL (CCK) DE BUENOS AIRES Y VARIOS PROYECTOS PEDAGÓGICOS. VIVIR Y ESTUDIAR EN CUATRO PAÍSES DIFERENTES (ARGENTINA, ESPAÑA, FRANCIA Y ALEMANIA), HA HECHO QUE SU REPERTORIO SEA MUY AMPLIO Y DIVERSO. INCLUYENDO MÚSICA SINFÓNICA DESDE EL BARROCO HASTA ESTRENOS MUNDIALES, ASÍ COMO MÚSICA DE TANGO, BALLET, ÓPERA Y ZARZUELA. EN 2007 FUE FINALISTA DE LA V EDICIÓN DEL CONCURSO BIENAL DE JÓVENES DIRECTORES DE LA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA.

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