La voz de la consciencia es la voz que asume Alicia Corominas, la destacada y reconocida escritora riojana que nos ofrenda su último trabajo, “Persistente Esclavitud, como una muestra más de su hacer constante e indispensable en busca de un mundo mejor.
Primero en necesario conocer. Conociendo podremos valorar. Y si valoramos vamos a respetar y proteger aquello que conocemos y valoramos. Estas palabras bien podrían funcionar como una perfecta síntesis de una búsqueda constante. El resumen, tal vez y a riesgo de ejercer un reduccionismo inapropiado, de una vida dedicada plenamente a ofrendar sabiduría y conocimiento que nos abra las puertas a una dimensión tan necesaria como superior.
“Persistente esclavitud – Formas actuales de discriminación y sometimiento” es la más reciente publicación de Alicia Corominas, mujer esencial si las hay a la hora de pensar en los pilares que sostienen el armado de un acervo cultural que nos define en la riojanidad pero que, al mismo tiempo, nos amplifica hacia un universo al que no somos ajenos y del que formamos parte en la construcción de un concepto de lo social que se elabora en las formas de lo colectivo a las que muchas veces no prestamos atención, desconocemos o ignoramos, cuestión que en definitiva termina por convertirnos en cómplices de un devenir que, en ocasiones, nos deshumaniza. Así ocurrió a lo largo de la historia a la que Alicia Corominas asiste con mirada aguda y con un sentido de responsabilidad que se traduce, necesariamente, en obras que marcan un antes y un después a la hora de comprender, esencialmente, de dónde venimos. Pero incluso un poco más: a la hora de trazar una línea hacia el dónde vamos. O al menos conocer, valorar y respetar aquello que finalmente conocemos y valoramos, cuando nos dejamos atravesar por las páginas de “Persistente esclavitud” y nos ubicamos en un presente que, sin aquel pasado, sería casi imposible poder comprender. “Desandando La Rioja”, uno de los libros fundamentales de Corominas es, de alguna manera, un punto de partida para llegar a esta última publicación que debe ser material de lectura indispensable, muy especialmente en los ámbitos escolares. Fueron aproximadamente ocho años de una intensa investigación los que derivaron en este trabajo que es, a todas luces, el reflejo más contundente de la profundidad del pensamiento de Corominas, convertido ahora en sincera y amplia entrega que, como tal, debe ser valorada en toda su magnitud.
“Estaba trabajando en el libro Desandando La Rioja, un libro sobre los pueblos originarios que han ocupado este territorio desde 12 mil años antes de la fundación y hasta que termina el gran alzamiento Diaguita-Calchaquí en que los exterminan prácticamente; pero en aquel momento también estaba ya investigando sobre la otra corriente de nuestra identidad que son los negros que vinieron desde un principio con los primeros expedicionarios españoles y nunca fueron reconocidos, al contrario, siempre se los ha considerado como objetos, como cosas”, cuenta Alicia Corominas en una primera aproximación a su encuentro con “Persistente esclavitud”, al tiempo que comienza a trazar los paralelismos. Y detalla: “Venía hablando sobre los negros en el libro ‘Desandando La Rioja’ y cuando fui a editarlo me doy cuenta que era sumamente extenso. Entonces decidí tratar en ‘Desandando’ solo de las culturas originarias y todo lo que significó la invasión del español, la mestización hasta que termina en el siglo XVII, hasta que termina la guerra de resistencia del aborigen contra el español porque el español vino a apoderarse de sus tierras y a destruir su cultura, a imponer una cultura nueva, un nuevo dios, un nuevo rey. Fue así que me quedé con muchísimo material que yo tenía sobre los negros, los esclavos negros de origen africano que ya vinieron con las primeras expediciones”.
Desde ese punto iniciático, desde esa inquietud primigenia, Corominas comienza a delinear su derrotero y a asumir su rol de portadora de la palabra que genera consciencia sobre lo desconocido a lo que alumbrará definitivamente. “Los esclavos eran bienes, eran cosas y tenían un valor, eran mercancías; mercancía negra les decían muchos. El rey de España le otorgaba a los expedicionarios un permiso para traer un pequeño número de esclavos”, explica y agrega: “Al irse terminando el aborigen con el trabajo rudo en las minas, en el campo, con la construcción de la ciudades -porque los que construyeron las ciudades fueron ellos porque los españoles consideraban que esos trabajos eran indignos de su condición superior-, ahí comienza a producirse todo lo que tiene que ver con el racismo y con la discriminación, con el sometimiento; todo eso ya llegó con el español”.
Así va desandando Alicia su argumentación y nos va introduciendo en lo delicado de una práctica que se naturalizó y que terminó por “legalizarse” en base a la imposición del poder despiadado que hizo de la trata de esclavos una moneda corriente para contrabando que se instaló con fuerza en el Río de la Plata. “Cada vez había menos población aborigen y los negros esclavos eran necesarios para continuar con las tareas. Primero llegaban más que todo hombres, pero después se empiezan a dar cuenta los mismos amos que les convenían las mujeres, porque así podían hacer que procrearan y tener más esclavos sin costos. De esa manera empieza a revertirse el interés de los compradores, de los futuros amos, por el sexo de los esclavos. Pedían más mujeres porque se dieron cuenta que la mujer negra era muy trabajadora en el hogar, aprendían también a hacer artesanías, y servían para el cuidado de los hijos de los amos, porque eran muy cariñosas muy amorosas. Se las llamaba amas de cría y estaban también las amas de leche, que daban de mamar a los hijos de los amos; eran tan fecundas, tan prodigiosas que en realidad amamantaban no sólo a sus hijos, sino también a los hijos de los amos”.
Sin embargo, y tal como lo cuenta Alicia, todas aquellas prácticas de la época trajeron aparejadas también infinidad de atrocidades como la ‘fiebre de los siete días’, que era el tiempo que los hijos de las esclavas negras sobrevivían a la intemperie mientras ellas trabajaban lavando la ropa en el río. “Ellas tenían que cargar no solamente con la canasta de ropa en la cabeza, sino con el bebé recién nacido”, narra Corominas. “Los dejaban ahí en el suelo, arropaditos, pero en pleno invierno, helados, se enfermaban y vivían una semana; morían cualquier cantidad de niños negros y quedaban las madres, por supuesto, con leche para amamantar, pero sin un hijo y así se las solicitaba en los diarios de Buenos Aires, donde además se habían convertido en una especie de atractivo turístico”.
¿CÓMO FUE ESTE PROCESO PARA VOS, EL IR DESCUBRIENDO ESTAS CUESTIONES A MEDIDA QUE IBAS DESARROLLANDO LA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS NEGROS ESCLAVOS?
Yo les digo negros no de manera despectiva, sino al contrario, con sumo respeto. Así los llamaban; toda la documentación de esa época está referida con esa terminología, pero para mí tienen un valor extraordinario en la constitución de nuestra identidad étnica y cultural; lo que han dejado tanto los aborígenes como los pueblos esclavos. Ese trato deshumanizado a mí me empezó a tocar el alma y fue una especie de rebeldía contra todo lo que significara discriminación. ¿Cómo es posible que eso en algún momento haya sido normal y que las familias con más prestigio eran las que tenían más esclavos? Y ojo, que no estoy hablando desde fuera, porque uno también proviene de alguna línea de identidad de tipo cultural. No hablo de razas, porque la única raza es la humana. Si hablo de racismo porque continúa hasta el día de la fecha. En nuestro país y en el mundo se vive el racismo y todo eso me fue llevando a valorar a estos pueblos de origen africano que provenían de las guerras, porque en esa época todo pueblo vencido era sometido como esclavo y también el mismo Papa otorgaba permiso a los reyes de Portugal primero, y después al Rey Católico y la Reina Católica para tomar esclavos de toda el África. Cuando se cierra el camino por el Mediterráneo que unía Asia con Europa, se habilita recorrer el África occidental hasta el extremo sur y así llegar a las Indias por el Oriente. Eso también implicaba que de todos los lugares donde ellos hacían escala, podían llevarse esos pueblos para ‘salvarlos de la herejía y convertirlos al cristianismo, al catolicismo’. Así se empezó a promover este comercio de esclavos, la trata de esclavos y fue terrible por la cantidad exorbitante de hombres, mujeres y niños que traían en los barcos. La tercera parte de ellos moría en los barcos; tan es así que el mismo rey otorgaba un permiso de demasía, que significaba que podían subir el precio de la venta de esos esclavos por las pérdidas que habían sufrido. Estaba todo a favor de los poderosos de las flotas de los países. Luego se incorpora a Inglaterra y hay toda una época de predominio de la trata inglesa dependiente del contrabando que fue brutal. Por esa misma razón que era ilegal, no hay registros exactos de cuántos fueron los hombres y mujeres negras que trajeron en esta época. Se dice que ha sido el peor genocidio de la historia.
¿ESA CONTEXTUALIZACIÓN RESULTA FUNDAMENTAL PARA PODER ENTENDER CÓMO SE DESARROLLARON LAS COSAS, PERO TAMBIÉN PARA COMPRENDER QUE HAY CUESTIONES QUE NUNCA SE VALORARON DE LA MANERA EN QUE CORRESPONDÍA?
Lo tenía que contextualizar porque para hablar de la forma actual de discriminación y sometimiento hay muchísimos escritores, muchísimos libros al respecto, pero ¿cuándo lo reconocemos nosotros, argentinos, riojanos, quienes fueren que sean, como parte de nuestra historia a este abuso de poder? Muy pocas veces; se lo narra como historia, pero no reconocemos que aún ahora seguimos con los mismos prejuicios y los mismos intereses de dominación y sometimiento. Entonces, lo que antes fue racismo o xenofobia ahora tiene otra forma. Por eso la primera parte del libro es histórica, para que nos demos cuenta de lo somos capaces, de la atrocidad que somos capaces. Hay un capítulo que se llama precisamente ‘El tráfico atroz’. Realmente lo quise contar con la mayor dureza, porque hasta ahora solo se lo cuenta a medias. Nos contaban la historia a medias, desviando la realidad. Yo dije ‘esto no puede ser; tenemos que empezar a darnos cuenta de las atrocidades que se han cometido y que aún se cometen’, porque antes era hasta casi respetado, era lo común, se distinguía a las familias que tenían esclavos, pero ahora se cometen las mismas atrocidades, en otro sentido de sometimiento, de dominación, de diversificación, en el sentido del rechazo a determinadas personas, y en realidad se las somete también. Lo mismo ocurre con la mujer. En el libro ‘Desandando La Rioja’ hablo mucho de la mujer indígena y trato que se reconozcan los valores y la importancia que tiene la mujer en la formación y en la constitución de la cultura. Con la mujer negra pasa lo mismo. Aquí empieza a interesarme lo de la mujer, porque quiero averiguar qué es lo que se defiende, qué es lo que se defendió cuando surgió el feminismo, qué es lo que se sigue defendiendo. Por eso una parte extensa del libro habla de la discriminación, de la violencia contra las mujeres, del acoso escolar, del grooming, de la violencia sexual a los menores, de la desatención a los mayores, cómo se los abandona, en muchos casos se los explota, también a los discapacitados. Todas estas son formas de discriminación.
“PERSISTENTE” ES UNA PALABRA QUE COBRA UNA FUERZA MUY IMPORTANTE, ¿EN QUÉ OBSERVÁS JUSTAMENTE ESA PERSISTENCIA DE LA ESCLAVITUD QUE QUIZÁ CAMBIÓ SUS FORMAS, PERO SIGUE EN VIGENCIA?
En la trata de personas tenemos un hecho muy similar, aunque con diferencias. Antes el tratante lo hacía descaradamente. El que compraba, el amo, también lo hacía legalmente. Compraba y vendía. Todo tenía la apariencia de la legalidad. En cambio, ahora, la trata es a la inversa. Se diferencian. ¿Quiénes se benefician ahora y cómo se esconden? Ahora no se sabe quién es el que capta; para que se descubra quiénes son los traficantes pasan años y en muchísimos casos, como el de Marita Verón, por ejemplo, nunca se sabe qué pasó, aunque estuvimos a un paso de encontrarla, pero no está. Antes no se los mataba a los esclavos, sí se lo enviaba a la guerra, en la primera fila, pero ahora se mata cuando ya no sirven o son un peligro, se los hace desaparecer. Todo es oculto y hay una cadena organizada para tal fin, ilegalmente por supuesto y a oscuras. Eso también se trata en el libro. En el caso del racismo, tenemos racismo todavía, tenemos xenofobia, tenemos aporofobia. ‘Yo toqué un pobre’ escuché el otro día en la televisión como algo grandioso. Te das cuenta entonces cuánto tenemos que escribir y tratar de desarrollar esta temática para que tomemos consciencia de que esas son también formas de esclavitud y discriminación. Tenemos que tomar consciencia, sino esto se acaba.
¿CREÉS QUE ES REALMENTE FACTIBLE ESA TOMA DE CONSCIENCIA? ¿CONSIDERÁS QUE SE ESTÁ TRABAJANDO EN ESE SENTIDO, QUE SE ESTÁ RECORRIENDO EL CAMINO HACIA ESE LUGAR?
Hay mucha gente que está trabajando para eso, por la toma de consciencia y la superación de este mal generalizado en el mundo. Yo desde mi pequeño espacio creo en la educación y sigo insistiendo en que se trata poco el tema, muy poco. El tema de la violencia contra la mujer, la violencia laboral, la violencia institucional, la violencia sexual. Se han dado tantos casos de femicidio; casi uno por día. Antes se consideraba como algo pasional, pero no era tampoco en la cantidad que se ve ahora. Ahora es algo desproporcionado, es increíble. También tiene toda la explicación, y eso lo trato en el libro, en el sistema patriarcal; eso también es fruto de este sistema, que está ya instituido desde hace siglos, que hemos heredado de España y todavía existe a pesar de tantas leyes y tanto afán por los derechos humanos, porque se reconozcan y se los viva. El tema de los derechos humanos tiene que ver con todo esto. No se trata sólo de otorgar derechos a tal grupo, sino que los reconozcamos. Son formas de ver, maneras de considerar las problemáticas. Entonces, ¿cómo vamos a progresar si no tomamos consciencia? Siempre son los otros, siempre es allá afuera, y hasta llegamos a naturalizar hechos que son atroces. Con los niños, con las mujeres, con los ancianos, con las personas con discapacidad, con los homosexuales, con los bisexuales, con todo lo que tiene que ver con la falta de respeto a la diversidad. Tenemos que reconocer que somos diferentes y que no somos ni mejores ni peores por ser de otra manera. Tenemos que respetarnos y unirnos en el sentido de que, aunque pensemos lo contrario, respetamos lo que piensa o representa el otro. Si fuera así tendríamos un mundo de paz, armónico, tranquilo, sereno. Estamos viviendo un momento muy difícil.
PRECISAMENTE RESPECTO DEL TIEMPO QUE ESTAMOS VIVIENDO, ¿CÓMO ESTÁS OBSERVANDO A NUESTRA SOCIEDAD HOY DESDE TU EXPERIENCIA, DESDE TU BÚSQUEDA? ES EVIDENTE Y OBVIO QUE EN CADA UNO DE TUS LIBROS HAY UNA BÚSQUEDA…
Y una entrega…Yo sinceramente a la búsqueda la hice antes de escribir este libro. Lo que quiero ahora es que sirva para algo, para alguien, por eso que ya ha dejado de ser mío y tiene que servir para alguien: familiares, escuelas, que es donde más tendrían que desarrollarse estos temas, estos contenidos que se los toma muy a la ligera, se los rechaza. Con la ESI hay muchísimos rechazos, con la Ley Micaela hay rechazos. Hemos avanzado legalmente en muchos sentidos, como el matrimonio igualitario, el respeto a la diversidad, el derecho de cambiar el nombre según te autoidentifiques; eso es un avance grandioso, porque esas personas que no se sienten dentro del sexo asignado al nacer, en su anatomía, sufren porque se las rechaza y hasta se las margina. ¿Por qué? Es la pregunta que a mí me da vuelta permanentemente. Tengo múltiples respuestas, pero son respuestas que están dirigidas a encontrar responsables de esos hechos, como si fuesen determinados grupos o determinados gobernantes, determinadas autoridades o personas que tienen ese criterio de rechazo, de negación. Ese negacionismo está a la orden del día. No son solamente los gobernantes. Tenemos leyes que después no se cumplen, que son rechazadas por la sociedad, porque, así como se ha luchado por la ley del aborto, la IVE, teníamos anteriormente la ILE y un fallo de la Corte que reconocía la posibilidad del aborto en tales circunstancias, eso está tratado en el libro también, pero hasta se considera que son monstruos los que lo practican. Yo ofrezco lo poco que sé, lo que investigué y lo que yo creo que nos puede llevar a una comunidad más respetuosa del otro, más unida para luchar por otras cosas más importantes. Tenemos que reconocerlo, pero reconocerlo no culpando a alguien, sino aceptando. Es diferente, piensa distinto, pero está, tiene derecho. Si nos respetamos, si nos aceptamos, tendremos una sociedad que podremos construirla juntos.
EN ESTE SENTIDO, ¿QUÉ ES LO QUE TE SIGUE DESVELANDO?
Lo que noto es que hay en una parte de la sociedad el rechazo directo, de frente, el negacionismo y hasta la violencia. Hay otro sector como indiferente, como que no le toca, como que no sabe, como que no está enterado de toda esa problemática, que no le interesa. Y están por supuesto los que luchan por volver hacia atrás, retroceder en todo lo que ha significado la adquisición y la práctica de determinados derechos, que son los derechos humanos. Si estuviesen en práctica los derechos humanos como corresponde, esta sociedad estaría más unida, estaría más tranquila, no habría tanta violencia, también por las grandes diferencias económicas que todavía se dan y se van acentuando, por cómo se niega al pobre y se lo rechaza. El pobre ha venido a reemplazar lo que sería el esclavo en cierta medida. Está para trabajar, romperse el lomo, pero se dice que es pobre porque no trabaja, porque es un vago, porque es un bruto; todas esas cosas que se escuchan todavía me hacen pensar que no hemos progresado hacia un futuro mejor.
SIN EMBARGO, UNO TIENDE A CREER QUE HEMOS EVOLUCIONADO, O QUE ESO SERÍA LO IDEAL, PERO SI UNO SE PONE A ANALIZAR TAMBIÉN ESTAMOS VIVIENDO UNA ESPECIE DE INVOLUCIÓN…
Estamos retrocediendo o estamos paralizados en un determinado momento histórico que creemos superado y no está superado. Por eso hablo de las formas actuales, de la persistencia. No son los esclavos negros o los pueblos originarios…
QUIZÁS EL HECHO DE HABERLO NEGADO, O NO HABERLO MOSTRADO CÓMO FUE EN REALIDAD, HACE QUE HOY SIGA OCURRIENDO DE ALGUNA MANERA…
Por eso lo que yo pretendo es que se tome consciencia, que reconozcamos; que no hacer nada, no decir nada, no ayuda. Hay que hablarlo, dialogar con la gente. Los docentes tienen que llegar, nosotros tenemos que llegar. Conversar no para convencer a nadie, sino para generar un pensamiento, para que cada cual quede pensando y pueda tener consciencia y elaborar por él mismo o ella misma ese problema a superar. Si no lo reconocemos al problema, no vamos a poder solucionarlo.
¿A DÓNDE TE GUSTARÍA QUE LLEGUE “PERSISTENTE ESCLAVITUD”?
‘Persistente esclavitud’ está escrito como si yo fuese hablando con la gente. De una manera sencilla, simple y elegí como citas a los autores que más claro hablan sobre el tema. Hay muchísimas citas de autores reconocidos mundialmente y en Latinoamérica, en Estados Unidos, como defensores de derechos humanos. Elegí esos a los que se les puede entender, porque yo respeto mucho todo lo que puede ser una investigación científica, a los académicos que hacen investigaciones científicas, y hay reglas sobre cómo hacerlas, existe todo un reglamento; lo conozco, pero no quiero llegar a los académicos, ellos ya lo saben, pueden investigar sobre el tema. Quiero llegar a todas las personas que todavía no se han planteado esta cuestión. Sean quienes sean y tengan la edad que tengan. Estoy convencida que esto lo tenemos que tratar desde el Jardín de Infantes. Todo en su tiempo y en la medida que puedan adquirir determinados modos de actuación con el otro; donde prime el respeto, el cariño, la unión en los juegos; que no haya discriminación, que no haya acoso a los diferentes. Eso se tiene que ir trabajando. Cuando era docente se hablaba de la socialización y es más o menos eso, pero no la socialización en términos técnicos, que significa que el chico puede jugar con otros, darles un juguete o quitárselos, sino que ame al compañerito, que lo quiera, que lo respete y si necesita ayuda que esté dispuesto a ayudarlo; eso se va inculcando desde los primeros años. Muchas familias lo hacen, pero en la escuela, en el jardín es donde debe solidificarse, porque muchas familias pueden estar aún indiferentes a estas problemáticas. Quienes nos han hecho tomar consciencia, por ejemplo, sobre el daño que producía el cigarrillo fueron los niños, mis hijos. Quiere decir que no somos los padres solamente los que enseñamos, también nuestros hijos nos enseñan, porque han ido a una institución donde esta temática se va tratando. Así como se trató lo del cigarrillo, se tiene que tratar el tema de la discriminación. No podemos seguir creando diferencias. ¿Por qué queremos imponer solamente lo nuestro, lo que nosotros creemos? Eso me pregunto. Pienso en todo eso. Diariamente cuando escribo algo, es eso lo que me moviliza. Escribir algo que pueda ayudar a otro. No en la medida que vaya a tener más dinero, que se más rico, sino que sea consciente de quiénes somos los seres humanos, qué somos los seres humanos, para qué estamos aquí, cuánto vamos a vivir y cómo vamos a vivir, y qué hacemos para vivir mejor.
¿QUÉ SENTÍS QUE TE FALTA HACER EN RELACIÓN A ESO?
Yo ofrezco lo que tengo, lo que puedo hacer mejor. Eso lo ofrezco. Si no interesa, me repliego. Se que eso puede ser una falencia. Todas las personas: mayores, jóvenes, docentes que tratan con niños deben tomar consciencia de cómo ir implantando en sus contenidos diarios estas temáticas, cómo las van a ir incorporando, que sea una práctica diaria el respeto a la diversidad. Si inculco que los niños incorporen el respeto a la diversidad, la discriminación se acaba. Lo que no se conoce, lo que no se toma consciencia de que es algo importante, se va descuidando.
La voz de la consciencia. Esa es la voz que asume Alicia Corominas en “Persistente esclavitud”, pero también en su día a día, en lo cotidiano, en su predicar con el ejemplo que la muestra siempre dispuesta a la generosa ofrenda, a la persistente entrega. La voz de la consciencia: esa que apunta de manera directa y precisa a apelar a la capacidad del ser humano de percibir la realidad y reconocerse en ella a partir de una profunda reflexión que le permita encontrarse a sí mismo en el mundo. Conocer, valorar y respetar.
SOBRE “PERSISTENTE ESCLAVITUD”, POR SU AUTORA
“Persistente Esclavitud” consta de 2 Partes: La Primera se titula “La Tercera Vertiente” y la Segunda Parte, “Formas actuales de discriminación y sometimiento”.
“La Tercera Vertiente” trata sobre la esclavitud colonial con la crudeza real que tuvo esta etapa de nuestra historia. A los primeros esclavos negros los trajeron los españoles a las Antillas en el siglo XV y prontamente, el tráfico se expandió hacia el extremo sur del continente americano.
En esta región, la esclavitud colonial existió tanto en el virreinato del Perú como en el virreinato del Río de la Plata, a los que perteneció La Rioja sucesivamente, desde el siglo XVI hasta 1810.
Hubo pues, además de los indígenas y españoles, otra vertiente étnica, la “tercera”. Así vemos que la matriz original de nuestra identidad está constituida por tres vertientes: los pueblos indígenas, los españoles que nos invadieron y colonizaron y los esclavos negros, de origen africano.
Hago la aclaración que en este trabajo utilicé el vocablo “negro” porque es el que se encuentra en los documentos y en las principales obras que se ocuparon del tema. En ningún caso implica el uso peyorativo del término.
Otros temas de esta Primera Parte son:
DISMINUCIÓN DEMOGRÁFICA de la POBLACIÓN AFRO
Algunas causas
. Participación directa en las Invasiones Inglesas (batallón de pardos y morenos)
. Guerras de la Independencia: Expediciones al Alto Perú, Paraguay y Banda Oriental.
. Ejército de los Andes con San Martín.
. Güemes y sus milicias gauchas.
. Guerra entre unitarios y federales.
. Guerra de la Triple Alianza.
. Epidemias: viruela, peste bubónica, fiebre tifoidea, cólera, fiebre amarilla.
La Segunda Parte de este libro habla sobre las “Formas actuales de discriminación y sometimiento”. Puedo asegurarles que es lo que más me costó, no solamente por los obstáculos para acceder a documentación fidedigna, sino por la actualización de la información que, como es lógico, cambia cada día: por casos nuevos, normas, leyes, protocolos que no se cumplen o se modifican cuando cambia el gobierno y sobre todo, por la sensibilización y el malestar que me producen los hechos de discriminación, desigualdad, inequidad, injusticia, abandono, exclusión, deshonra, entre otras tantas infamias que a diario ocurren.
Es doloroso comprobar que aún existe racismo, xenofobia, aporofobia, trata de personas para explotación sexual o laboral, trabajo infantil, diversas formas de violencia como el acoso escolar o bullying, grooming, distintos tipos y modalidades de violencia contra las mujeres y el colectivo LGBTIQ+: femicidios que lamentablemente se incrementan, feminicidios, travesticidios, transfemicidio, violencia contra personas con discapacidad, abuso y maltrato a la vejez y lo que en muchos casos agrava la situación por la falta de perspectiva de género al aplicar las leyes o por el incumplimiento de las mismas.
Finalmente, el libro consta de un Apéndice en el que se amplía la Normativa mencionada en el texto y a la que remite la correspondiente cita a pie de página. En el Apéndice se organiza la legislación en títulos: Sobre Trata de Personas, Sobre Infancia, Sobre Migraciones, Sobre Pueblos Originarios, Sobre Violencia Contra las Mujeres, Sobre Interrupción Legal del Embarazo, Sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo, Sobre Diversidad Sexual e Identidad de Género, Sobre Personas Mayores y Personas con Discapacidad, entre otros apartados. Cada uno de ellos contiene la legislación internacional, nacional y en letra más pequeña, porque es de interés local, la normativa sobre cada temática, vigente en nuestra provincia.
Todo lo que trata esta Segunda Parte es la problemática de la realidad que vivimos actualmente. Me propuse abordarla en toda su magnitud, aunque advertí que transitaba el límite de mis posibilidades y aún más. Esta obra es el resultado.
CONCLUSIÓN
Solo se podrán superar o evitar estos flagelos sociales de discriminación y violencia, haciendo realidad la práctica de los derechos humanos, reforzando el respeto a la diversidad, la aceptación de las diferencias y el reconocimiento de la igualitaria dignidad de todos los seres humanos.
Es imprescindible generar conciencia y que sea una realidad el derecho a la educación inclusiva; de esta manera se irá conformando una sociedad integradora, democrática y respetuosa de las diferencias, en abierta oposición a la desvalorización, la negación, el sometimiento y la exclusión social.