Andruetto: «La escritura ha sido siempre muy reparatoria»

En el marco de la 21° Feria del Libro, la reconocida escritora María Teresa Andruetto hizo un repaso sobre su libro “Los manchados”, ligado a su relación con La Rioja como territorio de ficción. Pasado, presente y futuro de una de las voces esenciales de nuestra literatura.

María Teresa Andruetto es, sin lugar a dudas, una de las figuras insoslayables de la literatura argentina, siendo autora de poesía, cuentos y novelas. En 2012 se convirtió en la primera escritora de nuestro país y en lengua española en conquistar el premio Hans Christian Andersen, reconocimiento que se sumó a tantos otros que la distinguen y que, en realidad, vienen a dar cuenta de una obra que le pertenece por sus características únicas y que se caracteriza por su alto nivel en valores literarios, prestando atención a temáticas esenciales como la construcción de la identidad individual y social, las secuelas de la dictadura y el universo femenino.

De alguna manera, todos esos tópicos que acompañan a Andruetto desde la publicación de su primera novela “Tama”, vuelve a situarse en “Los manchados”, cuyo territorio de ficción se constituye en la Rioja, geografía a la que la escritora cordobesa reconoce como propia, a partir de experiencias personales que marcaron no sólo su vida, sino también su escritura.

Al respecto de “Los Manchados”, el escritor Hernán Ronsino supo señalar: “es una novela que –inscrita en una clara tradición literaria y política– profundiza el notable trabajo que María Teresa Andruetto viene desplegando desde sus libros anteriores. La reconstrucción, a través de diversos relatos, de una vida o de la historia de una familia. Pero esa reconstrucción también es la de la vida de un pueblo, porque en la obra de Andruetto esa relación entre sujeto e historia es central. Un sujeto es su época. Pero una época también puede ser alterada por los sujetos. Por eso, en Los manchados, la búsqueda que lleva adelante Julieta sobre su historia familiar, a partir de distintas versiones y voces de los habitantes de Tama, recupera también las esquirlas dejadas por las tensiones de la política nacional: desde los relatos sobre el Chacho Peñaloza, ese padre de todos, esa especie de Pedro Páramo, pasando por el bombardeo a Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez, el genocidio del 76 y el exilio. Todo eso está incrustado en la memoria familiar. “La memoria es algo extraño”, dice un personaje. De modo que resuena, siempre, en el fondo de la escritura de Andruetto la conciencia de una clase popular que ha sido diezmada pero que, a pesar de eso, resiste en la oralidad de los humildes, sobrevive en esas huellas que Julieta recupera a lo largo del libro y que -como la mancha que los manchados llevan en la piel– también la constituyen”.

Sobre todas estas anotaciones, pero también sobre su derrotero personal vinculado especial y estrechamente con La Rioja en alguna parte de su camino, Andruetto dejó en la 21° Feria del Libro una palabra que, en todos los casos, ilumina.

LEÍ POR ALLÍ ALGO QUE ME LLAMÓ MUCHO LA ATENCIÓN, ALGO SOBRE LO QUE HICISTE PARTICULAR MENCIÓN Y TE CITO EN ESTE SENTIDO: “A LOS 28 AÑOS EMPEZÓ LA ESCRITURA PARA MÍ TAL COMO YO LA ENTIENDO: EL DESEO DE DESARROLLAR UN PROYECTO Y TENER LECTORES. ANTES NO TENÍA ESA NECESIDAD. ESA NECESIDAD EMPEZÓ EN LA RIOJA, EN CHILECITO, EN LA CASA DE UNAS TÍAS ABUELAS DE MIS HIJAS, PORQUE ESTABA CURSANDO UNA CONVALECENCIA. ALLÍ FUE QUE EMPECÉ A ESCRIBIR TAMA”. ¿QUÉ NOS PODÉS CONTAR AL RESPECTO?

Escribía desde antes de un modo fragmentario y escribía solo para mí. Esa necesidad de avanzar en un proyecto de escritura más hondo, más profundo, más largo, por una parte, y ese deseo de llegar a otro, de ser leída alguna vez, aunque después para eso debieron pasar diez años para que yo publicara esa novela, que salió en el año ‘93 a raíz del premio Luis de Tejeda, pero esa necesidad, ese deseo de ser leída, apareció a mis 28 años en ese tiempo que pasé en la casa de esas tías políticas. Yo me crié en un pueblo de la llanura cordobesa y a mí me parecía que ese pueblo no tenía nada que mereciera ser escrito. Conocí a esa zona de La Rioja un poco antes, pero cuando me enfermé y tuve que hacer esa convalecencia y vine a Chilecito y esas tías me cuidaron, esto fue en el año ‘82, uno de los años más difíciles de mi vida, sentí en el paisaje, pero también en las voces de ellas, sobre todo, mujeres mestizas entre lo español, lo indígena lo diaguita y lo negro, una fuerza de lo latinoamericano que yo no había percibido en mi lugar, y eso me produjo una atracción muy grande para la escritura. También ahí sucedió otra cosa, que es que yo siento y lo siento todavía ahora, que una cosa es escribir y otra cosa es ser escritor, porque la escritura es algo que sucede hacia adentro de uno, en la privacidad, en esa relación tan intensa con las palabras. Pero ser escritor es desear ser leído por otro, por lo tanto, desear publicar o hacer público lo que uno escribe. Es otra cosa, es eso justamente, publicar o leer en público. Es poner la palabra privada en el espacio público y también exponerse, someterse de algún modo a la valoración de los lectores, al encuentro con los lectores, o al desencuentro, uno no sabe qué va a pasar con eso. Todo eso sucedió en relación a esa escritura que tomó a La Rioja con un nombre ficcional que después descubrí que era también un nombre real. Seguramente lo habré oído y olvidado como hacemos muchas veces. La Rioja aparece con el nombre ficcional de Tama. Digo ficcional porque, aunque hay una Tama en La Rioja, el paisaje de esa Tama de mi ficción tiene las montañas, no es la llanura, no es los Llanos.

TAMA, QUE APARECE EN LOS MANCHADOS Y QUE DE ALGUNA MANERA SIGUE APARECIENDO EN TU ESCRITURA…

Sí, sigue apareciendo en las sucesivas escrituras. Tama es mi primera novela, así se llama. Es una novela que obtuvo el Premio Luis de Tejeda, tuvo una edición de premio en el año ‘93 y en 2002 tuvo una reedición. No he decidido reeditarla. Pero ese nombre, ese lugar, ha reaparecido. Y en Los manchados es importante, es un lugar central, porque Julieta va a Tama a averiguar por su padre.

CUANDO UNO ENTRA EN “LOS MANCHADOS”, DESDE UN INICIO, DESDE EL PRINCIPIO MISMO DE LA LECTURA, SE ENCUENTRA CON SEÑALES. LA PRIMERA DE ELLAS, UNA POESÍA DE JUANA LUJÁN QUE DICE: DEDICADA / A DESTEJER LA LÍNEA / ANTIGUAMENTE TRAZADA CON SEMEN / A DAR TESTIMONIO / DE SUS MITOS / DEL GENS MORTALIUM / BUSCA NOMBRES / ENTRE LOS NOMBRES / HASTA DAR CON EL SUYO / Y CERRAR EL CÍRCULO.

El poema es de mi Juana Luján, mi hija querida, pero fíjense ustedes, esas tías abuelas suyas, La Rioja con su historia, con su geografía, con su potencia, con su lucha en el federalismo. Esta mañana fui al memorial de Facundo Quiroga y hay una parte de una carta de él que se escucha y dice: ‘Porque no quisimos ser cualquiera en el mapa de la patria’. Me pareció tan potente esa expresión. Por todo eso La Rioja, por la vida que yo tuve aquí, por el cobijo, por el cuidado, por la importancia que tiene en la vida de mis hijas, en las de mis nietos… hace unos días mi nieto, que tiene tres años, se despertó y le dijo a su madre: ‘extraño la chaya’. Tan así es.

A PROPÓSITO DE ESTA CITA, ¿CÓMO ENTRA TU ROL DE MADRE O ESTA RELACIÓN MADRE-HIJA QUE TAMBIÉN APARECE EN “LOS MANCHADOS”?

Yo había escrito antes ‘Lengua madre’, donde el centro claramente es la relación entre una hija, su madre y su abuela, atravesadas entre otras cosas por la dictadura y muchos lectores me preguntaban: ‘¿y el padre? ¿Qué pasa con el padre?’ Desde algún lugar fue calando eso y unos años después, porque escribí ‘Lengua Madre’ entre 2003 y 2006, me parece, y escribí Los manchados entre 2012 y 2014, más o menos. Bastantes años después algo pregnó ahí, en la búsqueda del padre, entonces la mujer más joven de Lengua madre, la protagonista más joven de ese trío de mujeres es la que va a Tama a averiguar sobre su padre. Ella no está en la novela, ella escucha. Ahí hay una cantidad de mujeres, un grupo de mujeres que van contando la historia y entonces está la maternidad atravesada; la paternidad también porque son mujeres que hablan sobre el padre, entonces lo que uno puede ver creo yo es esa relación de las mujeres con la maternidad, ya sea de mujeres o de varones y después también está la relación mía con mi hija en el poema, ese poema que ella escribe y que yo tomo y que de algún modo muestra el arco familiar que va desde esas mujeres, esas tías que contaban historias de La Rioja, que me contaban, que yo les conté a mis hijas y que una de ellas la vuelve poema y me la devuelve para que yo la ponga aquí, en esta historia.

AFIRMASTE QUE PARA VOS “HAY DOS GRANDES TIPOS DE NOVELA: LA NOVELA DE ENIGMA Y LA NOVELA DE VIAJE”. SI TUVIERAS QUE UBICARLA EN ALGUNA DE ESTAS CATEGORÍAS, ¿DÓNDE ENTRARÍA “LOS MANCHADOS”?

Para mí es la novela de enigma. Así como Tama podría ser una novela de viaje, que relata la historia de una familia de un modo más lineal, acá me parece que el enigma es quién es el padre, quién es, qué hizo, no quién es porque se sabe su nombre, su apellido, si no cómo es para que esa hija lo pueda entender, pueda entender lo que hizo. Y quienes dicen acerca de ese padre, casi todas, salvo uno, dos, son mujeres. Hay un coro de voces, un coro voces de mujeres en torno a quien pregunta.

HAY UN CORO DE VOCES QUE VA DANDO FORMA A “LOS MANCHADOS” Y, DE ALGUNA MANERA, A UN ENTRECRUZAMIENTO DE MIRADAS QUE DEJAN VER, PERO QUE NO DEJAN VER DEL TODO. VOS EN ALGÚN MOMENTO Y A MODO DE SEÑALES SOBRE TU ESCRITURA, HABLASTE DE “LAS VOCES DE LA MEMORIA”, EN PARTICULAR RESPECTO DE LAS TÍAS QUE TE CUIDARON DURANTE CASI UN AÑO EN FAMATINA Y CHILECITO. ¿ESAS VOCES SE REPLICAN DE ALGUNA MANERA EN LAS VOCES QUE COMPONEN ESTA NOVELA?

Eso es muy interesante. Me preocupé mucho por eso. Evidentemente es una ficcionalización, una metaforización de la lengua local. No es una copia. Algunas palabras son de aquí, otras son de algunos lugares de aquí, otras son palabras que les he escuchado a personas serranas, del lugar donde vivo, modos un poco más arcaico si se quiere. A partir de eso se arma un como sí, digamos, un como sí, una lengua de un lugar que además es un lugar ficcional, porque tampoco pretende ‘Los manchados’ ser una novela histórica en el sentido de poner una fidelidad en un modo. Podría haber registrado, grabado el habla real de algunas personas y construir desde ahí, pero no quise eso, quise algo que estaba en el oído, algo digamos un como sí, pero a la vez, lo que me provocaba en realidad y lo que yo trabajé mucho es que esas mujeres eran de Tama, de esta Tama ficcional, entonces debían hablar parecido, pero yo no quería que hablaran igual, quería que cada una tuviera una lengua singular, así que hice yo un trabajo de oído y de simulación que plantaba una diversidad en la proximidad. Si uno mira con atención, en un caso una de las mujeres le dice m’ija, la otra señorita, hay algunos rasgos porque también el trabajo en ‘Los manchados’ todo es oralidad, prácticamente todo, salvo algunos pequeños párrafos. A mí la oralidad es algo que me interesa muchísimo. Es el modo en que la lengua habita en nuestras bocas, que no es siempre igual ni en todas las geografías del mismo modo, ni en todas las generaciones.

A PROPÓSITO DE LAS VOCES QUE SE PUEDEN ESCUCHAR EN “LOS MANCHADOS”, DICE MILAGRO LINARES: …Extensos jarillales rodean a Tama y el viento le silba entre los cerros. No siempre ha sido así, pero ahora duerme en un arrullo de bagualas y despierta moviendo sus majadas hasta la mina. Los hombres suben al Nevado antes del alba. Tocan el oro con las manos, el polvo dorado les acaricia la piel, se les pega en los pulmones, les vacía la cabeza, les chupa el corazón, y bajan encogidos, secos como lagartos a la noche de Tama. Las mujeres visten casi siempre de negro, porque nunca falta un muerto para entregarle el alma. Apenas pasada la niñez, los senos, las caderas, revientan los vestidos floreados y los cabellos oscuros desbordan los pañuelos o luchan por salirse de las trenzas, pero según la vida las atrapa, un hijo les crece en las entrañas y trocan las flores por los vestidones, las zapatillas, los mantones, el pelo recogido en la nuca… todo es seco. La tristeza invade las tardes y la risa espera el año entero que llegue la Chaya. La Chaya es la venganza de Tama. El pueblo sólo tiene esa fiesta, con su lluvia de harina que se deposita en las mejillas frescas y en los surcos de las viejas y en los patios con sombra y en la plaza. Para entonces, todos van a la plaza. La caja bagualeando al hombro de los más viejos y prendida la albahaca en los pelos renegridos de las jóvenes o perfumando las faldas. Varios meses antes a ellas se les inquieta el sueño. Preparan en secreto los disfraces y el miedo de ser vistas mece los rostros, humedece los sexos, pone un poco de color en las mejillas. Se esconden tras las máscaras, se ocultan bajo bolsas de lienzo o arpillera con huecos en los ojos y en la boca para que nadie dé con el rostro que las lleva bajo las ropas del padre o del hermano, tras los guantes para que no se vea el tañir delicado de los dedos cada febrero, cuando el aire huele a magnolias y su perfume espeso se mezcla con el flujo de la plaza, salen las mascaritas tirando albahaca y harina, mientras los bagualeros sacuden en el cuero de las cajas, el dolor y las ganas…

Hay unos juegos que uno hace cuando escribe, porque una de las mujeres a las que le consulta Julieta, que quiere saber sobre su padre, ha escrito hace tiempo un pequeño libro que se llama Tama…

¿QUÉ ENCONTRÁS AHÍ? ¿A DÓNDE TE LLEVA ESE RELATO? ¿DE QUÉ MANERA TE UBICÁS FRENTE A ESO?

Qué encuentro ahí… varias cosas. Encuentro por una parte mi juventud en relación con la palabra, con el encuentro con la palabra. En ‘Los manchados’ como hay fragmentos de esa novela Tama, como si la hubiera escrito uno de esos personajes, puedo encontrar el ayer y el hoy de ese territorio en mis ficciones. Hay fragmentos de esa novela escrita entre los 28, 29 años y la novela que la contiene, que sería ‘Los manchados’, escrita en 2014; entonces encuentro esas dos cosas, y encuentro también que casi todos mis intereses de escritura, por no decir todos, ya estaban ahí: las mujeres, la territorialidad, las voces, la oralidad, la búsqueda de identidad de los pueblos, identidad individual y colectiva, ya estaban en esa primera novela, en esa búsqueda. O sea que uno va y va en la escritura buscándose, podría decir, siempre buscándose.

COMO HICIMOS REFERENCIA ANTERIORMENTE, EN “LOS MANCHADOS” ES MUY FUERTE LA IMAGEN DE LA MUJER MADRE. DIGO, NO SÓLO DE LA MUJER, SINO DE LA MUJER EN SU CONDICIÓN DE MADRE, INCLUSO EN EL CASO DE NO SERLO SANGUÍNEAMENTE.

Sí; muchas veces también la mujer madre sola…

LA IMAGEN MATERNA ES MUY FUERTE, APARECE MUY FUERTE, PERO APARECE TAMBIÉN UNA IMAGEN QUE PODRÍA DECIRSE “PATERNAL”, AUNQUE EN OTRA DIMENSIÓN, Y QUE QUEDA REFLEJADA, POR EJEMPLO, EN LA VOZ DE ELPIDIO MELITÓN BRIZUELA, EN SU ROL DE DIRECTOR DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE LA REGIÓN NOROESTE QUE DICE: “…De modo que su papá supo comentarle a su mamá sobre el Chacho Peñaloza. ¿Me pregunta si tenemos información acerca de él? Imagínese, cómo no, si él es para nosotros el padre de la patria. Venga por acá, por favor, la invito a mi despacho donde hay toda una vitrina con libros sobre don Ángel Vicente Peñaloza, que así se llamaba el hombre, libros donde unos cuentas las cosas de un modo y otros de otra, aunque todos coinciden en que murió luchando contra los mandamás del puerto. Lo mató un mayor del ejército de apellido Irrazabal. Don Ángel se había refugiado en un rancho de Los Llanos, pero Irrazábal lo encontró, lo acribilló a balazos, clavó su cabeza en una lanza y la lanza en la plaza, para dolor de todos los antiguos y de los hijos de sus hijos que fuimos naciendo con esa desgracia en las entrañas. Peñaloza y Felipe Varela fueron los últimos en resistir, después ya los que vinieron se llevaron todo, carne, cuero, y el oro del Nevado. A Inglaterra lo llevaban, dónde si no, y desde entonces aquí hemos estado siempre en pérdida. Ellos mismos tiraron abajo los montes hasta que convirtieron lo que era un vergel en este desierto. Vea usted, si me permite, en este libro se puede leer una misiva que Peñaloza le mandó al general Mitre, donde le manifestaba con claridad la cuestión: Es por esto que los pueblos se han propuesto hacerse justicia, y los hombres no teniendo más ya que perder que la existencia, quieren sacrificarla en el campo de batalla, defendiendo sus libertades y sus leyes… Lo cierto, Julieta, es que los ingleses y sus secuaces del puerto terminaron haciendo este país a su manera, sin importarles lo que buscaban los padres de nuestros padres no lo que necesitamos nosotros…” ME QUEDO CON LA FRASE “FUIMOS NACIENDO CON ESA DESGRACIA EN LAS ENTRAÑAS” Y PIENSO QUE ES AQUÍ DONDE APARECE, QUIZÁ, OTRA MANCHA, A LA QUE LUEGO HACE REFERENCIA TAMBIÉN ARMINDA, CUANDO AFIRMA: “El Chacho ha sido nuestro Tata. Lo mataron cuando vivían todavía los padres de mis abuelos; clavaron su cabeza en una lanza y la plantaron en la plaza, por eso esta tierra está maldita, por eso somos un pueblo que no progresa ni se acrecienta”. Y TERMINA DICIENDO: “…pura barbarie contra los nuestros que son también los suyos, niña Julieta, si es verdad que usted es, como dice, hija de Nicolás. Si lo hubieran dejado luchar, otra hubiera sido nuestra suerte, pero le cortaron la cabeza, la dejaron con los ojos abiertos para el hambre de los cuervos y ya nadie pudo impedir que la miseria nos habitara para siempre”. ¿SEGUIMOS CARGANDO, DE ALGUNA MANERA, CON ESA MANCHA? ¿SEGUIMOS LLEVANDO EN LAS ENTRAÑAS ESA DESGRACIA? ¿NOS SIGUE HABITANDO LA MISERIA PARA SIEMPRE?

Lo que pienso es también la actualidad que tienen esas luchas de los pueblos; lo vemos hoy con Jujuy, por ejemplo. Eso, todavía está eso, todavía está esa pérdida, esa rapiña sobre los recursos, sobre los pueblos y todavía está esa lucha también.

HICIMOS REFERENCIA A LA FIGURA DEL CHACHO Y EN “LOS MANCHADOS” APARECE TAMBIÉN, A TRAVÉS DE UN JUEGO DE TEMPORALIDADES, LA FIGURA DE EVA, LA DEL GENERAL PERÓN, LOS FUSILAMIENTOS DE JOSÉ LEÓN SUÁREZ, MONSEÑOR ANGELELLI, LOS CURITAS DE CHAMICAL, ETC. ¿DE QUÉ MANERA CREES QUE FUNCIONA ESO EN EL LECTOR? ¿CUÁL ES TU BÚSQUEDA EN TAL CASO, TENIENDO EN CUENTA QUE NO ENTRA EL LA FICCIÓN TANTO EL ASUNTO POLÍTICO PUNTUAL SINO LA POSIBILIDAD DE QUE ESE CONTEXTO NOS INTERROGUE?

La escritura es un misterio, como yo la vivo, es misteriosa. Es misterioso lo que va apareciendo. Empezó con esa cosa de qué pasó con el padre, con esa pregunta. Un día me apareció esa frase ‘llegó desde el norte’ que es una frase con la que empieza el monólogo de una de las mujeres, que son todos monólogos, en realidad. Una vez que le doy la voz a un personaje, que le entrego la voz, para mí en el narrador está todo. Hay un desplazamiento, soy esa, o soy ese del archivo. Tenía unos monólogos hechos, un par, de estas mujeres hablando y de pronto surge el premio Andersen y fue un año que fue una locura porque me invitaban a todas partes y no sabía graduar eso entre mi emoción, mi deseo de devolver, mis ganas de conocer lugares. Hubo un año en el que no escribí nada, poco más de un año, y al año siguiente, en ese agobio que había sido ese estar hacia afuera me refugié, volví a ‘Los manchados’ y avancé. La cerré en un par de años. En ese tiempo acepté una invitación; tengo una amiga, muy amiga que es monja, o ex monja. Lo cierto es que ella y una mujer, una profesora de literatura, ciega, que fundó una biblioteca parlante en Aedo, me pidieron que fuera al cumpleaños de esa mujer, profesora de literatura, y también al cumpleaños de la biblioteca parlante, porque ella la fundó cuando perdió la vista. No pude decirles que no y fui y me alojaron en un corazón de manzana de un inmenso colegio donde estaba la casa de tres monjas viejas, que vivían ahí su ancianidad, pero donde también alguna gente de esta comunidad religiosa si tenían que venir de una provincia a la ciudad paraban ahí. Estuve tres días con esas monjas viejas que, a mí, que me encantan las historias, me contaban miles de cosas, de cómo habían entrado en la congregación, que eran jovencitas, alguna vez, en algún momento, se arrepentían, cómo habían vivido su menopausia, una cosa impresionante esa posibilidad de acceso al pensamiento y los sentires de mujeres de una condición religiosa, que no siempre se da que le puedan contar a uno esto. Me pedían que volviera, que escribiera allí. Y una de ellas, creen ustedes, había sido secretaria de Angelelli. Más que secretaria, asistente de Angelelli; por supuesto yo no anoté, pero tengo buena memoria para las voces, entonces cuando me iba a dormir anotaba algunas cosas. Se llamaba María Luisa. Ella me contó cosas que quedaron en mi oído. Cosas que ella le decía, si le pasa algo, le acomodaba la camisa, cosas que me quedaron de lo que ella me contaba, detalles que hacen que una voz suene verdadera, porque todo el asunto consiste en convencer al lector de que eso que está escuchando es de verdad, en este caso la voz de la asistente. Después no importa si es exacto o no lo que dicen, lo que importa es esa verosimilitud. La escritura, la literatura, la ficción es un cuento, es una mentira que nos permite llegar a una verdad que a veces es más verdadera que la verdad.

OTRA CUESTIÓN QUE SE HACE EVIDENTE, TIENE QUE VER, CREO, CON ESA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD, MUY LIGADA TAMBIÉN A TIEMPOS MUY OSCUROS DE NUESTRO PAÍS Y QUE TAMBIÉN TE TOCÓ VIVIR. Y UNA DE LAS FRASES QUE TENÉS SIEMPRE MUY PRESENTE ES LA JEAN COCTEAU, QUE DICE: “TODO PÁJARO CANTA MEJOR SI ESTÁ PARADO SOBRE SU ÁRBOL GENEALÓGICO”. ¿QUÉ SIGNIFICADO REAL TIENE ESA DEFINICIÓN EN TU ESCRITURA, LLEVADA ESPECIALMENTE AL TERRITORIO DE “LOS MANCHADOS” Y A TU TERRITORIO MÁS PERSONAL?

Lo que pasa es que verdaderamente siento eso en el sentido identitario de donde uno viene, en el sentido de buscar en uno mismo. Hay una frase de (Clarice) Lispector que también me interesa mucho. Ella dice que la escritura es un largo viaje hacia la propia cosa. O sea, cuando escribo miro hacia adentro y en ese adentro está hablando de identidad, soy hija de un inmigrante; mi papá era italiano, vino de grande a la Argentina, por mi mamá soy nieta de inmigrantes, soy la mujer de un hombre que debió emigrar por razones políticas antes de volver. Una cantidad de cosas que están como en las capas identitarias mías, pero si uno mira hacia uno mismo como yo creo que es el trabajo de escritura, dentro de uno, en el fondo de uno, si uno mira en profundidad, están los otros, está la sociedad en la que uno vive, cómo esa sociedad lo marcó a uno, en determinadas cosas. Es hacia adentro, para ver en ese adentro cómo el afuera tocó ahí. El largo camino hacia la propia cosa, ¿y cuál es la propia cosa?, es individual y es colectiva también. Griselda Gámbaro dice que no merecemos la escritura si no somos capaces de volver algo a la sociedad, algo que será una historia, una ficción, a la sociedad que formamos parte. Los escritores trabajamos con una materia prestada, robada si se quiere, por un lado, la lengua que no es nuestra, es mía pero no es solo mía, es de la sociedad en que formo parte, por el otro lado ya es sabido que los escritores somos grandes ladrones de historias, todo el tiempo está el oído escuchando una frase, o viendo una escena o recordando algo que alguien dijo, como esto que les estoy diciendo de María Luisa, que me contó acerca de Angelelli; entró en un personaje, en un monólogo de una monja que es una de las mujeres que le cuenta a Julieta acerca de su padre.

ESTA FERIA HACE REFERENCIA A LOS 40 AÑOS DE LA DEMOCRACIA Y PONE EL EJE EN UN FACTO FUNDAMENTAL COMO LO ES LA MEMORIA Y EN ALGUNA OCASIÓN TE ESCUCHÉ PLANTEAR QUE “LA LITERATURA ES MEMORIA”. ¿CÓMO JUEGA LA MEMORIA A LA HORA DE DAR FORMA A UN NARRADOR? ¿Y CÓMO JUEGA LA MEMORIA EN LA RELACIÓN QUE SE ESTABLECE ENTRE LO INDIVIDUAL Y LO SOCIAL?

Es interesante eso porque es la memoria y es la memoria, por eso también en general, en mi ficción, en las novelas que es donde uno tiene más posibilidad de explayarse hay más de una voz. En ‘Los manchados’ particularmente hay muchas voces, entonces podríamos decir que la memoria es las memorias, los distintos matices de memoria, porque cada uno recuerda, cada uno habla, piensa, siente, desde el lugar en el que está en la vida, desde el punto de vista en el que está, que es distinto al de otro, los intereses, los perjuicios, los dolores, las alegrías con respecto a un hecho histórico, a una situación, a una escena pueden ser muy distintas de uno a otro, distintos matices. Me gusta eso, escuchar las memorias, imaginar los modos de recordar algo. Pero, por otra parte, la literatura es memoria, los relatos, no solamente la literatura sino algo más grande que la literatura que es los infinitos modos de relatos que tenemos los seres humanos, sin los cuales no habría humanidad porque necesitamos de ese relato para la construcción de la historia colectiva, pero también de la historia personal. Los psicoanalistas hablan de la memoria familiar, la novela familiar como esa historia que nos contamos a nosotros mismos a partir de unos indicios que nos dan nuestros padres, los mayores, las personas que nos rodean. Un relato, los relatos, la infinidad de relatos que pueblan nuestras vidas, también los relatos cotidianos, el modo en que le decimos a los hijos o a los jóvenes qué cosas comíamos, cómo cocinaban nuestras madres, qué leímos, qué escuchamos, cómo jugábamos, todo eso, toda esa memoria que hace identidad.

TU ESTANCIA EN LA RIOJA TUVO LUGAR CASI SOBRE EL FINAL DE LA DICTADURA MILITAR. UNOS AÑOS ANTES, POR EJEMPLO, DANIEL MOYANO HABÍA EMPRENDIDO SU VIAJE AL EXILIO Y HÉCTOR DAVID GATICA HABÍA ESCRITO: “Qué dolor es ver alejarse a un amigo de semejante talla. Antes uno podía verlo cuando quería, pero como no lo valoraba en la medida de una pérdida inmediata, últimamente lo visitaba poco. Ahora que se marchó duele no haberlo visto más seguido, y aquí nos encontramos tan de golpe dejándonos el vacío de su dimensión humana”. TOMO ESTAS ÚLTIMAS PALABRAS: “VACÍO DE LA DIMENSIÓN HUMANA” Y LO LLEVO HACIA “LOS MANCHADOS”, DONDE COMO AFIRMA PETRONA PAULA: “…a su papá supieron decirle en un tiempo Mancha ‘e tigre por ese asunto de la mancha en el brazo, porque en esta descendencia, quien más quien menos, todos nacemos manchados”. A LO QUE SE PUEDE AGREGAR TAMBIÉN LA VOZ DE ARMINDA QUE DICE: “…a veces sucede que la mancha viaja, se disminuye o se esconde, pero aunque escondida sigue ahí, como el dolor y la vergüenza”. VACÍO DE LA DIMENSIÓN HUMANA Y MISERIA DE LA DIMENSIÓN HUMANA, ¿VENDRÍAN A SER LO MISMO?

Tal vez, tal vez sí, porque ahí hay varias cosas. Me parece que podría haber una palabra que las reuniera que sería ‘expulsión’. Ese gran escritor que fue, es, porque su obra está tan viva, Daniel Moyano, expulsado en una cierta condición histórica, política, en ese trauma de nuestra sociedad yendo al exilio, con todo el pesar que tuvo eso para él porque le costó volver a escribir, porque no siempre se puede escribir fuera de la propia tierra, y la expulsión de las mujeres imaginándolas en ese momento en que parían en solteras, tenerle un hijo para el médico, etc., esas cosas que yo escuchaba que son cosas de otro tiempo; han cambiado las cosas, no siempre del todo en todos los lugares, pero las condiciones por las que una persona puede ser expulsada están sobre todo atravesadas, en las mujeres, por la pobreza, porque a veces las mismas cosas en un sector social tienen un cariz muy distinto que en otros.

UN POCO TAMBIÉN LA PREGUNTA IBA EN REFERENCIA A ALGO QUE YA DIJISTE, CÓMO LOGRÁS, O CÓMO BUSCÁS TRAZAR UNA GEOGRAFÍA LITERARIA Y CÓMO SE TRASLADA DE ALGUNA FORMA A LO ACTUAL, SOBRE LO QUE VOS TENÉS UNA MIRADA MUY ACTIVA…

Hay un cambio muy fuerte en la condición, en la lucha de las mujeres, hay muchas cosas que se hacían o se decían o se filmaban, publicidades por ejemplo antes del primer ‘ni una menos’ que hoy no se pueden hacer, no se pueden decir, no causan gracia, ni atraen. Hay mucha transformación, pero sabemos que ese trabajo profundo lleva mucho tiempo y llevará más también. De todas maneras, yo sí quisiera decir que una cosa soy yo como persona, que he salido a la calle o me he pronunciado en ciertas cuestiones, que básicamente tienen que ver con derechos humanos, con luchas con el feminismo y con la docencia. Son las tres zonas donde yo elegí, si se quiere, tener una palabra pública. Sin embargo, a la hora de las ficciones no es ese el origen, ese es el resultado, diría, que aparezcan estas mujeres con estas características, eso aparece de diversas maneras, aparece todo el tiempo. Lo que a mí me preocupa es encontrar una voz que diga, que pueda decir algo y escuchar lo que esa voz diga, eso es lo que trabajo mucho, la cuestión de las formas. En el caso de ‘Los manchados’, había aparecido una primera frase de Emérita, eso fue lo primero que quedó como el comienzo de ese monólogo, y pensé que con esa voz iba a poder contar una historia que no sabía bien cuál era, solo sabía que Emérita le estaba hablando a la hija de un Nicolás Corso, a la hija de un hombre que había vivido en Tama, que había nacido y se había criado ahí. En algún momento esa voz se agotó, entonces aparecieron las otras voces, la idea de una multiplicidad de voces. Es escuchar eso, pero ahí yo trabajo mucho el sonido, leo mucho lo que voy escribiendo y si algo siento que no me resuena como una voz verdadera, vuelvo, reescribo, desecho, es eso lo que me interesa. Me interesa una cuestión de las formas. En este caso sería varios monólogos, varias voces que le hablan a alguien que escucha acerca de su padre a una mujer joven. Varias voces de personas viejas, diría, que le hablan. Y luego algo va apareciendo. Por ejemplo, el hecho de que al final esta tal Emérita se pierda y vea personas sin cabeza, bueno, fue que yo cuando fui terminando ‘Los manchados’ se empezó a perder mi mamá. Hay cosas que entran sin que uno prevea. Lo mismo que la aparición de esa monja que había sido asistente de Angelelli. Ahí yo sí investigué un poquito, porque prácticamente no investigo, siempre es más ese registro de vida que se escucha, pero en el caso de Angelelli, como tenía la voz de una monja que le cuenta a julieta que su papá cuando era un muchachito y se peleó con los suyos se fue ahí a ayudarle al cura, a hacer arreglos, como de muchacho de las tareas de la Iglesia, me fui a ver. Tuve un privilegio. Yo sé de Angelelli por estas tías. En el año ‘82, ellas le tenían un altarcito, y siempre me dijeron todas las veces que yo las vi, mucho antes de que se dijera públicamente que no había sido un accidente, sino un asesinato, una forma de asesinato, ellas decían que no había sido un accidente. Eso ya estaba en el pueblo, o en un sector del pueblo mucho antes que la justicia lo viera, que las organizaciones de derechos humanos pudieran decirlo públicamente y entonces me fui a ver un poco, a revisar un poco, y tuve un privilegio, porque conozco a una persona que trabajó en el juicio y le pedí si no me podía pasar, y hay algunas frases que son del juicio, frases que son casi textuales de las que dicen testigos en el juicio.

ESTA PREGUNTA, EN REALIDAD, IBA EN RELACIÓN TAMBIÉN A ALGO QUE AFIRMASTE EN ALGUNA ENTREVISTA: “A TRAVÉS DEL LAS FICCIONES QUE GENERAL SE VA TRAZANDO UN CAMINO DE AUTOCONOCIMIENTO. Y TAMBIÉN DE REPARACIÓN DE ALGO VITAL”. ¿CUÁNTO TE HAN PERMITIDO CONOCERTE TUS FICCIONES Y QUÉ FUISTE REPARANDO DE VITAL A MEDIDA QUE FUISTE DÁNDOLE FORMA A TU OBRA?

Como en el proceso de escritura lo que quiero, lo que busco en realidad es comprender algo acerca de los otros y de mí, algo de la condición humana, para mí la escritura ha sido siempre muy reparatoria y de un gran aprendizaje de vida. Se habla mucho de inclusión, de los relatos inclusivos y demás, ¿qué puede ser más inclusivo para quien escribe, como para quien lee, en una ficción, si yo para escribir tengo que salirme de mí y ponerme en la voz de una Emérita, o del director de un archivo de un hipotético lugar, o de una monja? Tengo que salirme de mi para mirar desde otro ángulo, y cuando uno lee ficciones, esas ficciones nos obligan a salir de nosotros mismos para ver algo desde otro punto de vista. Eso es un gran aprendizaje acerca de unos otros ficcionales que de algún modo son eco de muchos otros reales.

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