Confesiones

El músico riojano Juan Arabel lanzó el primer sencillo de su nuevo trabajo discográfico y puso en marcha, al mismo tiempo, una nueva etapa en su carrera artística, aunque con idéntica honestidad, compromiso y respeto por el arte.

El pasado viernes 2 de octubre, el músico riojano radicado en Córdoba presentó el primer sencillo de su nuevo álbum que ya tiene nombre: «Trigo», y que cuenta también con fecha posible de salida para el mes de febrero del año próximo. Precisamente, «Plegaria», fue la excusa para que 1591 Cultura+Espectáculos se pusiera en contacto con Juan Arabel, pero también la puerta de acceso a un diálogo abierto, profundo y sincero que atravesó por diferentes temáticas, siempre desde la honestidad de quien se ha convertido con el correr de los años en uno de los referentes ineludibles de la música de nuestra tierra.

Ganador argentino del Premio Ibermúsicas a la Canción 2019, Juan Arabel desanda sus días ligados a la música también como director e instrumentista, sin dejar de lado su faceta de compositor que se afianza con el paso del tiempo, las experiencias de vida y una percepción constante y comprometida de lo cotidiano y sus avatares, como ocurre con este tiempo tan particular por el que transitamos y al que asiste desde su reducto en «la docta».

«A ‘Plegaria’ la compuse el año pasado», cuenta. «Es un rezo, un pedido de un poco más de paz, de tranquilidad; nació como un pedido de cambio personal, como un manifiesto personal y se fue convirtiendo en el contexto en que estamos en un manifiesto humano, social, un pedido de más amor y más paz para el mundo». Esa primera aproximación a su nueva obra no es tan solo un punto de partida para esta etapa que el músico riojano emprende, sino también el eje esencial para un trabajo que promete mostrar a un Juan Arabel «íntimo» y «al desnudo», como no lo hizo hasta ahora. Aunque, vale decirlo, igualmente reflexivo, pensante y paciente. Y, sobre todo, alejado de los tentadores espacios que ofrece la conformidad.  

«Lo que tienen de bueno las canciones, cuando uno hace una canción de este tipo, es que se contextualizan todo el tiempo, van cambiando de sentido, esa pluralidad de sentido que se la da quien escucha o que uno mismo le va dando a medida que pasa el tiempo» afirma volviendo sobre «Plegaria», un nombre que cobra especial significado en estos tiempos de pandemia y confinamiento pero que, en lo personal, remite también a una instancia de quiebre.  

«Compuse este tema en un momento especial de mi vida, después de una separación, después de un cambio grande. Fue uno de los primeros temas que compuse después de todo aquel proceso, e inmediatamente cumplía años una sobrina del corazón y sentí que se acercaba mucho también a los niños, o a ella, como pedir un poco limpiar este mundo para el futuro. Con la pandemia terminó siendo un pedido no sólo por la pandemia sino por todo lo que hay detrás; este despropósito que estamos teniendo con el mundo, con el planeta, y que hoy se resignifica con los incendios que estamos teniendo en las sierras cordobesas, tiene que ver con la lucha del medio ambiente. Es una canción que se la puede llevar para muchos lados, la letra, la música, traté de universalizar todo eso. Es una canción fuerte, importante para mí y que sentí que debía salir ahora, como adelanto».

Desde ese lugar, el músico riojano planta bandera y se esperanza en que, si todo sale bien, «Trigo» podría ver la luz para el tiempo de la Chaya y presentarse como «una buena contrapropuesta artística. No sabemos qué va a pasar, ojalá esté todo mucho mejor, no son muy buenas las expectativas, pero sacar un disco en este contexto se está convirtiendo en una muestra de resistencia, una respuesta, una reacción». Y, en su caso, una apuesta fuerte al arte, a la cultura y a continuar dejando huellas en un andar que no sabe de geografías, porque siempre lo trae hasta sus raíces más profundas, completamente teñidas de riojanidad. 

Por eso febrero y el carnaval aparecen para el nuevo trabajo de Arabel como una ocasión muy especial, en la que la efervescencia chayera estará a flor de piel y anhelante por recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, desde una perspectiva global, Juan no pierde de vista el ir paso a paso y disfrutar de cada instancia del proceso de «Trigo», aún en las circunstancias actuales, sobre las que afirma sentirse un «privilegiado» respecto de «la gran mayoría de los músicos que la están sufriendo». 

«Haber invertido antes de la pandemia en un estudio de grabación, que lo tengo en mi casa, me permitió que al llegar al momento de la cuarentena estuviera trabajando y sin la necesidad de salir, viajar y tocar que es algo que extraño y que fue siempre necesario para mi economía, pero encontré esta otra faceta de la producción. Gracias a la tecnología y a que te podés manejar por internet pude seguir laburando». 

No obstante, y más allá de su situación particular respecto de la pandemia, el músico riojano no duda en afirmar que es «es muy cansadora, muy estresante esta situación, uno se siente apresado, con las alas cortadas y hay una falta importante de libertad, que es necesaria porque es una situación crítica la que estamos viviendo socialmente, está muriendo mucha gente y es algo de lo que debemos ser conscientes, pero a su vez también es verdad que mucha gente la está pasando muy mal adentro de su casa; no quiero saber de la gente que vive encerrada en una habitación, en una casa chica y no puede salir. Es un momento en el que uno debe tener un poco de empatía, salirse de uno mismo y entender lo que sucede en general».

TIEMPO DE CONFESIONES

Al decir de Juan Arabel, «Trigo» surge en una etapa de «resignificación». Esa es, de alguna manera, una de las definiciones que el artista aporta para hablar de su nuevo trabajo, al que también denomina como «un disco confesión». Luego de «Barrio», que por su trascendencia fue un verdadero punto de inflexión en la carrera artística del músico riojano, se le planteó la necesidad de hacer algo diferente y allí están puestas hoy todas las expectativas de quien observa también con mucha atención la manera en que se va moviendo la industria de la música.  

«Está todo listo, están las canciones decididas y estoy en proceso de terminar las producciones», afirma Arabel para luego entrar de lleno en los detalles. «Las canciones un poco muestran mis vulnerabilidades, me desnudan un poco ante el mundo y a su vez es la vulnerabilidad de muchos; yo tengo por ahí la suerte de manifestar eso a través de las canciones, y que la gente se sienta identificada». 

Respecto de la denominación elegida para el álbum, el músico riojano afirma que «Trigo es el nombre de una casa muy hermosa donde viven dos amigos, que son hermanos para mí, y que me cobijaron en un tiempo difícil de mi vida y ahí nacieron muchas canciones, un proceso fuerte, donde empezó todo, por eso homenajee el disco con ese nombre. Además, esa casa se llama así por el «Negro Trigo» que es un desaparecido de la dictadura; acarrea muchos sentidos». 

Desde esos sentidos, precisamente, Arabel anticipa que en este disco va a intentar abrirse a cosas nuevas, a otros géneros y con canciones «más urbanas que tienen que ver con el género de cantautor». No obstante, a la hora de hablar de esta nueva instancia personal, prefiere a la palabra «resignificación» sobre «refundación» y afirma que se trata de «una vuelta a mí mismo». Por otra parte, pero en este mismo contexto, cuenta que «decidí grabarlo en mi casa, y eso conlleva un proceso de aprendizaje desde lo técnico. A todos mis discos los produje en mi casa, en mi computadora, pero siempre fui a un estudio, siempre conté con un ingeniero de grabación, un ingeniero de mezcla y esta vez decidí hacerlo todo yo; producir, grabarlo y mezclarlo, son aspectos técnicos muy complejos que me llevaron también a un proceso dentro mío para decir ‘yo lo puedo hacer’. Es un laburo que un poco se ve circunscripto en este espacio que es ‘Pueblo nuevo’, que así se llama el estudio. La inversión económica que hice fue también por ese lado, para poder tener un disco de calidad, así que estoy feliz por lo que va a llevar este disco, por todo lo que va a significar para mí».

Y va, incluso, un poco más allá: «Es paradójico y no le he contado a mucha gente esto -afirma a 1591-, pero a mí me genera una paradoja total este disco nuevo, este nuevo proceso porque va a ser bastante diferente por lo menos a lo que ha sido ‘Barrio’ y ‘Un ínfimo hilo de luz’, que por ahí son discos similares en cuanto a producción y en cuanto a concepto. Este es totalmente diferente, partiendo del hecho que está grabado en casa y la producción ha sido mucho más lenta, más reflexiva; también he experimentado con otros géneros, con otros sonidos. Este disco viene un poco cargado de loops, de conceptos de música electrónica, de samplers. Eso también me genera mucha satisfacción desde lo artístico; estar todo un día sampleando cajas chayeras y buscando loops con eso, son cosas que no estaban en los otros discos a nivel sonoro».

No quedan dudas, a partir de sus propias palabras, que el artista riojano radicado en Córdoba atraviesa por un proceso que también puede ser calificado como de exploración y que, como tal, plantea una serie de interrogantes que tienen que ver, por ejemplo, con las expectativas que el músico puede tener respecto de la recepción de este trabajo por parte de sus seguidores. 

Sobre ello, Arabel también se sincera al afirmar que «da mucho vértigo por un lado porque son canciones donde confieso cosas, pero a su vez las he escuchado a esas temáticas en un montón de lados: el amor, el desamor, la deconstrucción social, las amistades, el espacio donde vivimos, la casa, la infancia, son cosas que les pasa a todo el mundo en cierto sentido y trato de estar tranquilo con eso. Estoy en una etapa de mi vida en la que ya tengo un par de discos atrás y siento que nunca me he desnudado del todo; siento que he sido por ahí un poco más reflexivo a nivel de qué quería decir y esta vez es como que no lo pensé tanto y son las canciones que están porque tienen que estar básicamente, y creo que eso va a traer un poco de movimiento. Hay una necesidad mía también de poder expandir el público, de que me escuche otra gente».

Tiempo de confesión, de confesiones. Pero también tiempo de crecimiento para un artista inquieto y decidido a dar siempre un salto más allá. «Creo que los discos son procesos de madurez, o culminaciones de procesos de madurez. Y este lo es. Por un lado, culmina un proceso grande y a su vez abre otro nuevo; abre otra etapa de mi vida desde lo artístico. Tengo ganas de salir solo con la guitarra, de defender este disco solo, de viajar y mostrar mi música por otros lugares», afirma y define, además, la dimensión de sus horizontes: «es otra búsqueda, abre otra cosa nueva, siento que no tengo ganas de seguir buscando por la etapa de ‘Barrio’. Nunca me gustó sentirme cómodo con algo, entonces siento que si llego a hacer un disco igual, ya sé cómo funciona; en general me voy a sentir cómodo, se cómo es el proceso, se cómo funciona una banda y ahora quiero probar cosas nuevas. Hace dos años que me estoy dedicando a producir y quiero encaminar mi carrera por ese lado, entonces eso también influye bastante en cómo quiero que suene mi música de ahora en adelante». 

LA CALIDAD, ESE OTRO DESAFÍO

No sólo se trata del reto artístico, al que Arabel encara con sus mejores herramientas, sino también de insertar ese nuevo trabajo en un contexto en el que la lucha por la calidad se ve atravesada por los nuevos modos de una industria musical tan dinámica como compleja, y que requiere de una adaptación al medio en pos de la supervivencia. En este punto, el músico riojano no oculta sus reparos y una mirada crítica, pero reflexiva, a partir de la cual da cuenta de un claro posicionamiento. «El último disco que saqué fue en 2018 y ahora otro disco más ya en un contexto digital más aceitado, y estás en esa lucha constante».

De allí que anticipa también que no cree que «Trigo» vaya a ser concebido en formato físico, ya que «se ha puesto muy caro y ya casi innecesario». Pero su afirmación no tiene que ver únicamente con un factor determinante como el económico, sino también con una postura de compromiso respecto del trabajo con la música y los músicos. «Hay mucho laburo aquí atrás para luego subir a una plataforma y ver que las regalías son miserables para los músicos, y encima que es miserable el ingreso la calidad se te baja un montón. Uno es consciente de toda la cadena de laburo que hay atrás, pero entiendo cuál es el contexto, ese es el espacio donde te van a escuchar y por donde vos podés generar nuevos lugares y expandir tus latitudes; sé que son las reglas de juego, pero sé también que tenemos que empezar a cambiarlas», afirma convincente.  

Y con esa misma convicción, el artista riojano plantea la lucha por la calidad en un contexto en el que las plataformas digitales ampliaron considerablemente el espectro de las producciones de todo tipo y valía. «La calidad está en la honestidad del trabajo, en saber que sos honesto con lo que estás haciendo, que sos responsable de toda la cadena de producción; desde que empezás a pensar la canción hasta cuando la masterizás, pensando en el arte. Es una seguidilla de pasos que hay que hacerlos con mucha honestidad, eso creo que sí te vuelve», asegura y, desde ese lugar, no hay espacio para ninguna resignificación posible. «Siempre fui muy honesto con mi música, siempre he puesto por delante de cualquier otra cosa lo artístico y voy a seguir haciéndolo. Eso a mí me deja tranquilo; después, ojalá que lo escuche la mayor cantidad de gente posible, pero a mí me deja tranquilo que desde que comencé a escribir la letra todo sale con mucho sacrificio, con mucho trabajo, con mucho amor y con una profundidad que vale la pena entregarla así», concluye. 

RIOJANIDAD AL PALO

«Me siento más riojano que nunca, soy fanático de la riojanidad», afirma Juan Arabel cuando se le pregunta sobre la manera en que juega el hecho de vivir en Córdoba, pero recurrir siempre a sus raíces a la hora de hacer música. «Somos muy patriotas de lo nuestro y eso no va a cambiar nunca. Lo que soy como músico me lo ha dado el lugar en donde vengo, el lugar y la gente con la que me he criado, aunque Córdoba también me ha dado un montón. Esa cosa más conservadora, más arraigada es de La Rioja y la cosa más cosmopolita, más de abrirse al mundo es de Córdoba, porque acá culturalmente te obliga a abrirte un poco más, y me imagino que en otro sentido será Buenos Aires y en otro sentido otra parte del mundo. Convivo con las dos cosas todo el tiempo, pero yo soy un riojano que vive en Córdoba y la gente me conoce acá como el riojano, el chango de La Rioja y a mí me da un montón de orgullo que me conozcan así». 

Ese orgullo, en definitiva, es el que lo lleva a seguir indagando musicalmente sobre los ejes de un arraigo que no conoce de tiempos, mucho menos de fronteras, y que es también una búsqueda en lo constante de llevar a La Rioja hacia territorios impensados. «Todas las bases rítmicas están pensadas desde sonoridades riojanas pero llevadas hacia otros lados, una milonga con cajas, por ejemplo; chayas con guitarras acústicas como si tocaras otros géneros derivados del pop o del rock. Eso sigue firme y es el hilo conductor de mi carrera, mantener la raíz, ser consciente uno de dónde viene, pero también ser consciente de a dónde se puede llegar a ir, o a dónde querés ir con eso. Veo artistas que hacen música de sus lugares y la han universalizado, la han hecho conocida por todo el mundo y a mí me encantaría que eso pase con la música nuestra. Ya deja de ser una cuestión de supervivencia y pasa a ser volar y a navegar por otros mundos, y eso me parece fantástico, porque eso hace que no muera nunca, hace a la renovación constante».

Sí. Como dicen por allí, renovarse es vivir, y Arabel lo sabe mejor que nadie. Pero eso no le impide afianzarse siempre sobre su tierra y sus afectos, por lo que cuando se le pregunta sobre lo que más extraña en estos tiempos de coronavirus no duda en afirmar: «principalmente a mi familia, los amigos. Soy profesor en la Universidad (UNLaR), viajaba una vez por semana; hace seis, siete meses que no viajo a La Rioja y eso es lo que más extraño porque es lo que más me nutre de mi riojanidad. La tecnología hace que estemos mucho más cerca, pero extraño mucho el contexto de la familia, de los amigos, las guitarreadas. Hay que tener paciencia y redoblar esfuerzos». 

UNA FLECHA DIRECTA

Todos los discos tienen una parte grande de mí, pero este creo que por el proceso y el contexto en que me veo haciéndolo va a ser muy especial. Por el nombre también y por este concepto de la confesión, de confesar sentimientos y sensaciones a través de las canciones y que eso está a flor de piel; siempre uno cuando compone deja mostrar parte de sí pero creo que en este disco está todo a flor de piel, todo está afuera, no tenés que escarbar tanto, cae la ficha al toque, desde la letra, desde la música es una flecha directa. Voy más al frente. Eso lo carga seguramente de una emoción muy particular.  

TENEMOS QUE ESTAR ATENTOS Y JUGAR NUESTRAS CARTAS

Estamos en un proceso de crisis importante, pero que no necesariamente es malo. Creo que es necesario, que el avance de la tecnología ha permitido poder grabar mi disco en casa y subir a las plataformas. En ese sentido, se ha generado un montón de música impresionante, hermosa, tremendamente necesaria y que de otra manera no creo que se hubiese dado a conocer. Por otro lado, las grandes industrias o la industria de la música que maneja, que tiene el poder, sigue manipulando, encontrando la manera de manejar todo eso a su favor y los «pichis» quedamos haciendo la nuestra. Hemos construido nuestro propio circuito y también siento que los grandes artistas se están revelando contra las grandes industrias. Los artistas se están dando cuenta; creo que se está estirando lo más que se pueda ese hilo hasta que se va a cortar; tenemos que estar atentos a ver qué sucede y jugar nuestras cartas, pero jugar nuestras cartas con música, con arte, siempre con arte, eso es lo que nos mantiene vivo. 

REFLEXIONES EN FRAGMENTOS

La profundidad de conceptos que arroja Juan Arabel desde cada palabra vertida en el diálogo con 1591 Cultura+Espectáculos deja una estela de definiciones que no deben perderse de vista. Por el contrario, deben formar parte de un compendio de caracterización para un artista que desarrolla su obra desde el compromiso, como así también desde una mirada global que atraviesa todo su recorrido musical. Aquí, algunas reflexiones en fragmentos.

 SIENTO QUE ES AIRE FRESCO

A nivel energético «Barrio» es un disco que a mí me generó un poco de estrés; por el momento en que lo hice y por la velocidad con que lo hice me terminó agotando en el proceso de la producción. Hice algo totalmente diferente para este, disfrutar de cada momento, disfrutar y trabajar cada momento. Desde ese sentido este disco va a tener otra energía, va a ser aire fresco, siento que es aire fresco y eso a mí me gusta. 

QUE EL PÚBLICO EXIJA ARTE

Uno quiere seguir alimentando el deseo artístico de la gente que te sigue, que te escucha, me importa mucho y agradezco un montón a la gente que comparte mi música, que me sigue, que me va a ver a un concierto. Aprendí de un discurso del Chango Spasiuk en Cosquín que le dijo al público que no sea de aplauso fácil, que le exija al artista, que le exija arte. Me quedó muy grabado eso. 

UNIVERSALIZAR LAS COSAS PERSONALES

Creo que la gente que escucha mi música va a recibir muy bien a «Trigo»; espero que así sea, porque sigue teniendo esos hilos conductores, la música riojana y la honestidad en decir las cosas, sobre todo. Universalizar las cosas personales, tratar de ser universal con eso, hablar de los procesos personales, cosas comunes para todos; pero a su vez tengo la intención de expandir, que gente nueva escuche mi música. Me siento muy ligado al folklore, pero este disco intenta de algún modo correrse un poquito de esa música, irse más a la música del mundo, tener otras sonoridades, otros timbres y que las canciones hablen de otras cosas. 

NO HAY POLÍTICAS CULTURALES EN ARGENTINA

Estamos muy desprotegidos los músicos. Dentro del eslabón de las prioridades somos los últimos y eso genera mucha tristeza y preocupación, tengo un montón de amigos que la están pasando realmente mal. Este contexto ha desnudado una falta total de políticas culturales, no hay políticas culturales en Argentina; no quiero ponerme de espejo ante otros países, pero es impresionante, es tristísima la falta de inversión desde el sector político en la cultura, es tremendo, recibimos miserias. No necesitamos subsidios, necesitamos que se haga un circuito y que sea sustentable, que se invierta en eso, que se eduque a la gente para ir a un centro cultural, que pague una entrada, que escuche nuestra música. 

HAY QUE ENTRAR AL JUEGO Y TRATAR DE CAMBIARLO

Si no tuviese fe no estaría haciendo música. La fe siempre está. Uno tiene que ser consciente que puede ser un actor importante en esa movida. No es solamente decir y nada más. Tenemos que ver la manera de cambiar un poco el paradigma, somos nosotros responsables también, somos todos parte de un poco de eso, de una intoxicación en cuanto a concepciones de lo que es la política cultural. Pasa un poco lo mismo con las plataformas, sabés que es adversa la situación, pero es la regla de juego. Hay que entrar al juego y tratar de cambiarlo desde adentro, con lo poco que uno pueda. Necesitamos más inversión en cultura, es muy clave para todo. Más en este contexto.

MÁS FIRMEZA

Estoy con muchas ganas de viajar afuera también; hice una gira por Europa en 2018 pero ahora tengo ganas de afirmar eso, de confirmar esos viajes y de ir con un poco más de firmeza.

ABRIR NUEVAS PUERTAS

Juan Arabel es director, compositor y arreglador de diversas formaciones vocales e instrumentales. Lleva editados hasta el momento cuatro discos: «Juan Arabel Trío» (2010), «Un Ínfimo Hilo de luz» (2016), «Amar la Tierra» (2017) y «Barrio» (2019). Compuso dos obras sinfónicas para músicas en Dirigible (Proyecto llevado a cabo por las cátedras de orquestación, composición y armonía de la Universidad Nacional de Córdoba). Arregló versiones de música popular para cuarteto de cuerdas, versiones para coro mixto, para voces iguales, y para diversas formaciones instrumentales y vocales.

En el año 2019 recibió el premio Ibermúsicas a la creación de canciones, un concurso destinado a premiar a una compositora o a un compositor de canción popular para que creen tres canciones durante un período de tres meses.

Formado en la Universidad Nacional de Córdoba y egresado de la Licenciatura en Composición Musical, Juan supo afirmar ya en alguna otra entrevista que su universidad también han sido la calle, el oído atento y desprejuiciado en la búsqueda de géneros y estéticas. «Siempre adapté todo conocimiento al que accedía, lo volcaba en el folclore, en mi música. No separo mi vida estudiantil de la vida profesional, de los escenarios. Se ha ido retroalimentando».

«Trigo» será su nuevo trabajo discográfico, realizado íntegramente por él, y podría llegar en febrero, en pleno carnaval. En las plataformas ya se puede escuchar «Plegaria», el primer sencillo de un álbum que promete abrir nuevas puertas para el compositor riojano.

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