Cuerpo y alma

Cambios. Transformaciones. Mutaciones. Búsquedas. Despertares. Un poco de todo eso, pero no sólo un poco de todo eso confluye en la obra de Carla Vergara, joven artista riojana que ya supo inscribir su nombre en el concurso regional del Salon de Pintura, en el año 2018 y que persiste en su camino por descubrir el despertar de un mundo, de un universo repleto de lìneas y de colores sobre un lienzo que es, para ella, tierra fértil.

Lo que se ve y lo que no pueden habitar, confluir en un mismo lienzo como resultante de un proceso que, previamente, se debatió en el campo de batalla de la mente y las sensaciones, en esa búsqueda constante de lo que está siempre esperando, entre la lucidez y lo desconocido, tendiendo puentes uno y otro hacia territorios inexplorados, aunque tantas veces descubiertos en lo inconsciente o en lo onírico que obliga a preguntarse: ¿Cuántas vidas pueden caber en una sola vida? ¿Cuántos cuerpos pueden caber en un solo cuerpo? ¿Cuántas almas? ¿Cuántas miradas hay para un único paisaje, para un único cuadro?

Cuando Carla Vergara busca respuestas en su interior, sus ojos se agigantan en lo profundo de una reflexión que la recorre y estremece por completo, para desembocar luego entre su manos que dan forma a las figuras que la sostienen, criaturas que nacen de una visible delgadez que, por momentos, parece quebrarse, pero que se afirma cada vez más sobre esa base irreemplazable del aire que se desprende de entre los contornos de sus dedos, como pinceles inventándose un cielo posible para el vuelo libre del arte. 

No hay secretos en ese llamado, en esa voz introspectiva que la nombra y que la invita al encuentro con el despertar de un mundo, de un universo repleto de líneas y de colores sobre un blanco que es tierra fértil para el cultivo de una obra que lleva en sí misma lo propio de una identidad que va dejando huellas en un recorrido reciente pero amplio, cercano pero profundo, tan intenso como atemporal. En definitiva, tan suyo. 

«Desde chica que me gusta dibujar», afirma sin dudar a 1591 Cultura + Espectáculos cuando se le pregunta por los comienzos de su relación con el papel y el lápiz. Pero de inmediato agrega: «ya de más grande empecé a pintar; lo tomaba como un ingreso, pintaba mates, macetas, cuadros, cosas más comerciales si se quiere, no tan vinculadas al arte como expresión». Posteriormente, cuenta, «empecé un taller con Diana Guzmán, en La Nube, en 2016. Ahí es como que se me abrió la cabeza. Encontré un montón de técnicas, un montón de significados en los dibujos». 

Actualmente, Carla estudia el Profesorado de Artes Visuales (cursa el tercer año), pero anteriormente cursó la carreta de Trabajo Social, hasta cuarto año. «En la toma de la UNLaR -recuerda- era la delegada de mi carrera y tuve como una revelación; pintaba las banderas de casi toda las carreras. Luego me uní a Acción Poética y estuve varios años con los chicos. Me fui tirando para el lado del arte y con Diana (Guzmán) se produjo la ruptura, cuando me invitó al ARTEBA para hacer un recorrido por los museos. No conocía a nadie. Lo pensé mucho y finalmente decidí ir. Nunca había estado en museos tan grandes, en muestras tan grandes. Fue impactante para mí y me dije que le quería dedicar mi vida al arte; esto me llena. Y al año siguiente (2018) comencé el profesorado en el ISAC». 

Un abrir los ojos. Un abrir los ojos y un asumirse. Así vivió la artista ese proceso de transformación, al igual que cuando con un trazo le da forma a una idea sobre el lienzo en blanco, o interviene la página de algún libro, resignificando mensajes. 

«Cuando viajé se produjo la ruptura, junto con el taller de Diana (Guzmán) obviamente. Empecé a ver al arte como expresión, como una herramienta que me servía mucho. En ese momento estaba haciendo mis prácticas en Ábitus, donde tenía talleres para un grupo de cinco chicos y luego me pasaron a un grupo de 25 personas, de 17 a 52 años, cada uno con su problema en particular. Comencé entonces a intentar ligar mis talleres desde el arte, con diferentes dinámicas, y a los chicos les encantaba. Entonces digo, me gustaría dar clases relacionadas al arte. Me encanta el arte como herramienta de expresión, siento que hasta te cura. Veía a partir de allí lo impresionante de los trabajos de los chicos y cómo le ponían ganas cuando ven que a alguien más le importa lo que hacen. Me pareció hermoso poder estudiar una carrera como Trabajo Social y el Profesorado de Arte, y me gustaría mucho trabajar en un futuro la salud mental con el arte. Veo al arte como una herramienta de expresión y sanación. El arte cura; me curó a mí». 

El arte en sus diferentes formas, en sus distintos envases contenedores le fue abriendo además otras puertas, otras instancias de alumbramiento personal, como la del Teatro, que también viene a conjugar sus modos y expresiones en la búsqueda de esa sanación que corporiza en todas y cada una de sus obras. Aún cuando sostiene que se siente, por ahora, «más cómoda pintando», Carla no duda en afirmar que el teatro es parte del «descubrirse» y que ese proceso lo inició en Universo Fosse, donde no sólo se trata de teatro, sino también de música. «Hay cosas que no imaginaba, como verme parada arriba de un escenario. Hace un año fue la obra en el Teatro de la Ciudad, nunca me había subido a un escenario. Salió muy bien, pero sentía muchos nervios, nunca había sentido algo igual. Lo que pasa con las artes visuales es que vos hacés un cuadro en la intimidad de tu lugar y lo que mostrás es el trabajo final, en cambio en el teatro es el cuerpo, sos vos en persona», sostiene. Cuerpo. Y alma.

DESPIERTATE NENA

El denominador común al que apela Carla a la hora de poner en palabras una visión de su recorrido junto al arte es el «despertar», asociado no sólo al nacimiento de una obra en particular, sino a todos y cada uno de sus nacimientos como persona, a los que les pone el cuerpo. «Con esto de la cuarentena física pude sacar de cuarentena el alma de alguna manera, que por ahí la tenemos archivada. Mi vida era muy rutinaria», afirma y casi sin querer, pero queriendo, brinda una radiografía de su cotidiano, en la que los descubrimientos se van sucediendo prácticamente a diario. Despiertate_nena es el nombre de su cuenta de Instagram, en la que a diario comparte fragmentos de su arte en fotografías, pero también palabras con las que acompaña y da cuenta de un pensamiento claro en cuanto a posicionamientos frente a determinadas temáticas de estricta actualidad, como los femicidios, esa otra pandemia de la que poco se habla. Y una vez más, afirma: «la cuarentena de lo físico sirve para sacar lo que tenés adentro. Este año comencé a publicar más trabajos. Tengo varias series».

Y precisamente sobre sus trabajos es que se profundiza la charla. «El año pasado comencé con una búsqueda más profunda ligada a la infancia. Empecé a hacer estas nenas sin rostro, fotos mías de cuando era chica», cuenta, mientras la mirada se le escapa hacia un horizonte lejano, pero constante en el presente. «Me interesó mucho esa búsqueda desde la infancia propia y en general. Este año continúo con una búsqueda ligada a la infancia, pero a través de papeles viejos, papeles de carta. El año pasado presenté un trabajo en el Profesorado y se me puso que tenía que ser en papeles de carta. Usaba muchísimo cuando era chica y aún siendo grande me gusta mucho escribir cartas para alguien. Escribir y hacer una carta para alguien en el  Día del Padre, de la Madre, para amigos, para alguna pareja, las cartas me fascinan».

Llama la atención, en tiempos en que la virtualidad se afianza a pasos agigantados, esa necesidad de la artista de dejar huellas, marcas sobre un papel que perdure a través del tiempo y que, al unísono, remita a instancias remotas, como la de anhelar la llegada de la correspondencia.  

«Hay situaciones de mi vida que se habían dado a través de una carta. Mi mamá que me había tenido muy joven, me contaba cómo había sido su embarazo a través de una carta; muchas cosas de mi vida me fui enterando a través de cartas. Ahora estoy trabajando mucho también con hojas de libros viejos, ese color y textura me encantan y me remiten a muchos recuerdos de cuando era chica. Tenía una amiga, una vecina del barrio, con ella siempre nos mandábamos cartas. Cuando tenía unos 8 años le diagnosticaron cáncer y se fue a Córdoba, y nos mandábamos cartas. Eso creo que me marcó mucho. Ahora estoy trabajando en esto de los cuerpos y agregándole escritos. Me gustaría hacer un libro que tenga dibujos», explica y traza, al mismo tiempo, una línea que va edificando sus despertares, pero también sus sueños, esos que pone en marcha con cada nuevo amanecer.

ALMA. Y CUERPO

«Hablar desde el arte, desde la expresión. Es una forma de dejarte vos de lado un poco, buscarte a través de otra persona. Yo veo mucho crecimiento en mí en este momento actual. Más seguridad de la que tenía antes. Pude sacar muchas cosas, veo otras formas de relacionarme, de expresarme. Antes me costaba mucho todo; cuando fue la toma (UNLaR), comencé a tomar más voz y cuando entró en mí el arte fue mucho más. En un futuro me gustaría estar haciendo también teatro», afirma Carla poniendo un énfasis especial en cada palabra, como si al pronunciarlas estuviera poniendo sobre un papel en blanco trazos de su alma. Y cuerpo. Y es que si hay algo que llama especialmente la atención en la obra de carla, es su capacidad para «poner el cuerpo», en lo concreto y en lo artístico. 

«El trabajo con los cuerpos comenzó a fines del año pasado. No se aún si tiene algo muy profundo; sigo a muchos artistas que dedican su obra a los cuerpos. Simetría del torso, desviación, cierta inclinación, algo que no sea de todos los cuerpos. Me parece extraño cómo los cuerpos pueden ir tomando formas diferentes. Me gusta hacerlos muy expresivos. Hago muchas mujeres. El año pasado estuve en una etapa de infancia propia y si bien sigo haciendo cosas de estas nenas, empecé a hacer mujeres. Supongo que tiene que ver con una transición. Lo ligo a eso, directamente», afirma.

Alma. Y cuerpo. Tal como lo hizo siempre desde el lugar en que le haya tocado estar, acompañando a las diferentes manifestaciones, incluso desde la virtualidad, como lo hizo y lo hace por estos tiempos junto al grupo Cultura Viral Federal. «Siempre fui partícipe de las marchas y de las cuestiones vinculadas con la mujer. La primera intervención que hice fue sobre las mujeres en cuarentena, algunas teniendo que convivir con su abusador, con alguien que las violenta. Esa campaña consistió en la elaboración de barbijos intervenidos y participaron varias artistas. Otras, tuvieron que ver con temáticas como el aborto, la violencia machista, la educación», cuenta. Y, en todos los casos, con su «paso de la infancia hacia la mujer. Es cierto que todavía están en plena convivencia, hay cosas que tengo que sacar, que vaciar, pero antes no tenía las herramientas que necesitaba; sé que hay cosas que únicamente las puedo decir a través de un cuadro. Si no aparecía el arte, esas cosas quedaban ahí, como bloqueadas. Con el arte fue difícil pero al mismo tiempo fue bueno saber que contaba con esas herramientas. El arte me sirvió muchísimo».    

El arte, una vez más. Pero también el asumirse como parte esencial del mensaje que busca transmitir, como una manera de asumir un rol para el que fue llamada, desde la corporización de sus búsquedas. «Cuando empecé el taller buscaba llegar a eso, a una identidad, algo que es muy difícil, porque está todo hecho. Pero cuando dejé de buscar esa marca registrada, empezó a salir, cuando dejé de buscar afuera, salió solo. Eso tiene mucho que ver con lo interno, por eso los cuerpos desnudos que reflejan desnudez del cuerpo, pero también del alma. Algo propio que genera algo en la otra persona. Hay una exposición, son pedacitos que van saliendo, que van descomprimiendo y que van armando un rompecabezas. Mucho más cuando empecé a escribir más y más claro. Antes escribía algo y quedaba allí, ahora intento ligarlo. Ver qué me genera el cuerpo que hice, por qué lo hice», concluye. 

INFLUENCIAS

«Me gusta mucho Egon Schiele, que trabajaba muchísimo el cuerpo humano. Francis Bacon, que también trabaja mucho con los cuerpos. Me gusta el proceso de Picasso, de etapas según las emociones que tenía, del realismo a la deformidad total de sus obras, que es lo que se busca, que puedas jugar, disfrutar el proceso. Es muy difícil romper con las estructuras. Cuesta un montón romperlas. Me costó mucho empezar a mostrar mis trabajos. Me encanta escribir, reflexionar. Transformé un montón de factores. Veo crecimiento en mí y en las oportunidades que van surgiendo a mi alrededor. Sacar lo que no suma deja espacio para cosas nuevas».

DISPARADORES

«Situaciones que se dan en el lugar que trabajo; con esto de la pandemia tengo varias ideas sobre situaciones cotidianas que se ven. Soy como de quedarme mirando, a veces son disparadores para escribir. Puede ser alguna imagen que vea y genere algún cuadro, dibujo, collage, o alguna frase que me guste para desarrollarla. En los cuerpos se ve reflejado bastante». 

MULTIPLICIDAD

«No me encasillaría, soy de mezclar bastante las técnicas. Hago grabado, pintura, dibujo, escultura, cerámica. Mi idea es seguir aprendiendo». 

PONER EL CUERPO

«De alguna manera el cuerpo está presente en mis trabajos, en los visuales y en el teatro también».

UNA SALIDA

«Pienso que todas las personas deberían hacer alguna rama del arte. Cuando no hay salida, ahí está el arte, el que sea. Es una liberación, una manera de descomprimir».

CARLA X CARLA

Mi nombre es Carla Vergara. Nací un 31 de enero en La Rioja, Capital, tengo 26 años. Estudié la Lic. en Trabajo Social hasta Cuarto año, luego  inicié el Profesorado de Artes Visuales en el Instituto Alberto Mario Crulcich. Mi primer acercamiento al arte como tal, comenzó en el 2016,  cuando empecé a asistir al taller de artes visuales «La Nube», dictado por la artista riojana, Diana Guzmán. 

En el 2017, de la mano del taller al que asistía, tuve la posibilidad de concurrir a un viaje a Buenos Aires, donde pude apreciar el arte con una mirada totalmente diferente a la que tenía antes, ahí fue donde decidí dedicarme de lleno al arte. A fines del 2017, expuse parte de mis trabajos en la Secretaria de Cultura, junto con otros artistas que asistían al taller mencionado. Al año siguiente comencé el profesorado y participé en el Salón regional de pintura del NOA, donde quedó seleccionado para exposición «in-situ»,  el cuadro que presenté, en la Secretaria de Cultura. En marzo de 2019 fui convocada para formar parte de una muestra colectiva de artistas mujeres en Club Social, donde tuve la posibilidad de exponer. En este año, además de continuar el profesorado y el taller, comencé teatro, específicamente comedia musical en el instituto Universo Fosse, y talleres paralelos en La Kanoa de Papel. En junio tuve mi primera participación en una obra y presentación en el teatro y a fin de año, fui participe de otra, donde el aprendizaje fue inmenso. También tuve la oportunidad de dar clases a niños y niñas en el instituto recreativo «brincar», todo ese año. En septiembre, tuve experiencia como montajista en el MOC, y en noviembre, junto a otros artistas riojanos, expuse en el Centro Cultural de Aimogasta. Actualmente me encuentro cursando Tercer año del profesorado, virtualmente claro, también continúo con las clases de teatro y me encuentro trabajando en producciones propias y proyectos a futuro que fueron tomando forma más clara en cuarentena en diversas disciplinas ligadas al arte, grabado, cerámica, pintura, collage, etc. Algo alejado de todo lo mencionado, cabe destacar que trabajo en comercio hace 4 años.

(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura+Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)

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