Liliana Oviedo cuenta los días para la que será la presentación de su último libro, «Lujuriosas», una obra que indaga temáticas que en muchos casos permanecen ocultas en el entramado social, aún en tiempos de revoluciones, y que viene a romper con ciertas estructuras casi milenarias que, como mujer, no le son ajenas.
«Debemos rasgar la cortina, debemos entrar en el discurso, apoderarnos de él, mostrarlo como un pañuelo o una bandera de desafío. Debemos animarnos a desobedecer, porque a pesar de haber estado sometidas por años al silencio, siempre hemos ligado con ese terreno irredimible de la dualidad, y nos hemos ingeniado para parecer silenciosas mientras realizábamos los mayores actos de rebeldía», afirma Paula Benedict en la contratapa de Lujuriosas, el último libro de la escritora riojana Liliana Oviedo. No son estas palabras, en nada, una mera coincidencia. Tampoco lo es, queda claro, la temática que propone el libro que Oviedo estará presentando próximamente y sobre el que las expectativas crecen a medida que pasan los días.
Es que corren tiempos revolucionarios en el universo de las mujeres; un universo que comienza a deconstruirse y que, en esa deconstrucción, nos interpela. A todos. Incluso a la propia autora, que supo vivir su propio proceso de cambio para salirse definitivamente del apremio de los mandatos, para dejar de lado la obediencia debida (y de vida) y asumirse, al fin, mujer. En todas las dimensiones que la palabra abarca, e incluso más.
Lujuriosas, tal como se detalló tiempo atrás en la sección Lecturas de 1591 Cultura + espectáculos «no se articula simplemente en una serie de narraciones en las que la escritora decide inmiscuirse en la intimidad sexual de la mujer (en sus diferentes facetas), resuelta a ofrecerle al lector imágenes muy bien logradas, como si de una película erótica se tratara. Muy por el contrario, lo que Oviedo busca es hacer de ese recurso que en algunos casos se acerca peligrosamente al margen más obvio de lo explícito, una herramienta precisa de exposición de los tiempos que corren, en los que la mujer se abraza a los aires de liberación en pos de hacerse cargo de la parte que le toca -y para la cual ha hecho todos los méritos-, tomando las riendas (y soltándolas, al mismo tiempo) de sus decisiones y deseos, tanto en la cama como en la vida, sin importar los juicios externos.
La escritora, en este contexto, viene a fracturar de manera absolutamente consciente algunos paradigmas impuestos a lo largo de la historia de la humanidad por el machismo recalcitrante; máximas no escritas pero proclamadas, como que los pensamientos más oscuros (siempre según el cristal con que se mire) vinculados con la sexualidad únicamente pueden ser propiedad de la mente del hombre que, según la lógica contractual de la sociedad en que estamos insertos, termina por depositar esos deseos casi salvajes sobre una mujer que es objeto de complacencia y saciedad para esos bajos instintos que debe satisfacer (ella), claro está, en silencio, sin objeciones».
De estas cuestiones, así como también de temas transversales a su última publicación habla con total franqueza Liliana Oviedo al abrir las puertas de su casa, y café de por medio. Sin prisas, pero sin pausas, en el disfrute de una nueva etapa de su vida que no sólo la encuentra liberada de las obligaciones laborales, sino también dispuesta a dar por tierra con todas las estructuras que la acompañaron a lo largo de sus 60 años de vida, aún cuando tiende a considerar que siempre fue «muy provocadora».
Cada una de sus palabras, a lo largo de la charla que se extiende casi por una hora, denotan la madurez de lo vivido, pero también la frescura de estar asistiendo en cuerpo y alma a una nueva etapa; de llevar adelante un proceso que comenzó cuando en su mente comenzó a pergeñar Lujuriosas (hace unos cinco años, para ser más específicos). Aquellos primeros esbozos o ideas previas, la pusieron de lleno y frente a frente con un proceso de deconstrucción propia que aún no termina, pero que bien puede ser empleado como cabal ejemplo del camino que eligió emprender el género, hoy más empoderado que nunca.
«He tenido una formación sumamente pacata, ortodoxa; el matrimonio, 30 años casada, la Iglesia. Y este libro es el fruto de la deconstrucción que ha sido todo un proceso», afirma Liliana mientras su mirada busca un horizonte en el que trazar las líneas paralelas entre lo que fue y lo que es ahora. «He sido educada de manera muy severa, y he sido muy severa conmigo misma; por eso considero que Lujuriosas ha sido como un gran acto de rebeldía. A las mujeres nos castigaron, especialmente en la sexualidad, nos llevaron como ganado, por eso yo aplaudo que las nuevas generaciones sean libres», sostiene con firmeza y, de inmediato, vuelve a la relación con su creación más reciente: «quería hablar de las cuestiones de género, pero luego comenzaron a jugar otras cosas; la idea inicial era hacer un libro sobre sexualidad que se vendiera, pero en el trasfondo había otras cuestiones más personales y privadas que me motivaron».
Así es como Liliana comienza a arrojar algunas pistas sobre la mesa; indicios de una búsqueda que va más allá de los cinco cuentos que componen Lujuriosas y que significaron para ella, en si mismos, un enorme desafío y una ardua tarea introspectiva, aún cuando los relatos no sean autorreferenciales. «No quiero que este libro se vea como autobiográfico -aclara-, pero sí hay cuestiones mías; disparadores. Todos los cuentos tienen partecitas de mí; no de lo que soy, sino de lo que hubiera querido ser. Todos están salpicados de mi historia vital», cuenta, ya sin los temores ni los interrogantes del principio del camino. Y se reconoce, no ya en lo literario, sino en su propio derrotero.
«No es casualidad que haya sido en este momento, con mis 60 años, ya deconstruída; esto ha sido sumamente catártico y sumamente difícil, por el rol que tenía, con tres hijos varones, educados de una forma machista como lo he sido yo en un principio, y ellos todavía se asombran de la transformación. Me animé. Este libro no tenía nada que ver con mi perfil, pero era algo que necesitaba: deconstruirme. No sólo en lo que a escribir el libro implicaba, sino también en mi vida. Me liberé de todos esos prejuicios, de todas esas cuestiones de género. Ha sido un proceso».
VUELTA DE PÁGINA
La escritora se mira hoy desde otro lugar. Hay en su mirada un brillo particular, especialmente cuando puede reconocerse en la vereda de en frente a la que supo estar y asume el costo como un valor agregado en el «pude hacerlo». Oviedo dio vuelta la página en su vida y esa, tal vez, sea la mejor página que haya escrito. «Vengo de esa cultura en la que se nombraba a los órganos sexuales con eufemismos», aclara, y no duda en afirmar que le «costó mucho romper con esas estructuras; hablar de algo tan íntimo como una relación sexual y describirla; hasta tuve que ver porno para poder contar», afirma. No obstante, y muy probablemente, puede que lo que más le costó a la hora de concebir Lujuriosas haya sido el romper con los mandatos que le fueron impuestos. «Personalmente nunca me planteé la posibilidad de no ser madre y que hoy una mujer no quiera ser madre y decida no serlo, es para aplaudirlo, porque de lo que estamos hablando es de libertades individuales. A la mujer no se le permitió, pero hay que reconocer que nosotras también fuimos obedientes con los mandatos», reflexiona.
Y en esa reflexión va también su mirada de la actualidad de la que forma parte y a la que observa críticamente. «Lo que no mata fortalece, eso ya lo sabemos, y nosotras hemos sido muy agredidas, muy pisoteadas y crecimos de una manera desigual. El hombre, que estaba para protegernos, para cuidarnos ahora ve que nos independizamos y no entiende cuál es su rol. Antes el hombre era productor y la mujer reproductora. Ahora somos productoras y reproductoras, algo que ellos no pueden ser, entonces se sienten descolocados. Es ahí cuando no se bancan que ese «objeto» no sea de ellos», sostiene. Y va, incluso, un poco más allá: «crecimos de una forma despareja, pero nos fortalecimos en la debilidad y el hombre no. Ahora tenemos que emparejarnos y eso va a costar, va a llevar bastante tiempo. Pero lo que yo creo es que nos tenemos que complementar. El ultrafeminismo se pone en contra del varón y eso no sirve. Las mujeres seguimos criando hijos machistas y hay muchas mujeres jóvenes que también lo son y me da mucha pena. Veo una sociedad que no tiene puntos medios, o se va hacia el libertinaje, o hacia la estructura; y entre una y otra prefiero el libertinaje. Creo que para producir grandes cambios tenemos que ir al extremo para luego buscar el equilibrio. Pienso que los grandes cambios sociales no son arenita por arenita; tienen que ser cambios bruscos, como ocurrió a la vuelta de la democracia con la sexualidad. Todo lo reprimido tiende a soltarse».
Y si de cambiar se trata, Oviedo puede ofrecer su propia experiencia como ejemplo de evolución, en medio de un contexto convulsionado, en donde entran en juego muchos intereses. «Me gusta cómo me veo ahora», afirma con una amplia sonrisa. Pero para llegar a esta instancia, Liliana debió superar antes algunos obstáculos. Externos y propios. «Una de las barreras a superar fueron mis hijos. Ya están grandes, pero siempre fui una mujer asexuada para ellos. Lo cierto es que el rol de madre había despedazado a la mujer y hoy ya no soy la madre que ellos conocieron. Ahora me siento libre, pero tampoco reniego de lo vivido anteriormente; hubiera sido mejor que no fuera así, pero me felicito por haber podido deconstruirme a los 55 años (cuando comenzó a escribir Lujuriosas), más teniendo en cuenta que hay mujeres que no lo logran nunca».
UN VIAJE HACIA LA PLENITUD
La presentación de Lujuriosas abre algunos interrogantes para la escritora, aunque considera que lo más importante es que pudo superar el primer filtro: ella misma. Sabe, mejor que nadie, que este libro puede resultar polémico por su temática, pero también por que quien los escribe ya no es la mujer que muchos conocen. La recepción por parte de los lectores, entonces, es una especie de viaje a lo desconocido para Oviedo, aún cuando ya haya vivido experiencias similares con libros anteriores y, especialmente, con Prostitutas. «Si bien me he mostrado de otra manera en los últimos años, este libro se asemeja un poco a desnudarme, más allá que queda claro que no es autorreferencial. Presentar un libro es engendrarlo y parirlo, luego darlo a conocer, y ya será del público; pero hay uno proceso entre parirlo y entregarlo que es muy complejo. Lo que pretendo es que nos miren desde otro lugar; no que nos juzguen desde lo moral, desde la religión. Actualmente estamos un poco más abiertos, pero creo que va a ser un libro polémico, no sólo por la temática, sino porque soy mujer, vieja, abuela, profesional. No me preocupa eso; en un principio sí, pero la pasé a esa barrera, al igual que la barrera de mis hijos», asegura.
«Hoy me siento más plena, más yo, y no como esa mujer amargada que vieron en muchos años. El mensaje es que se puede cambiar, que se puede ser lo que uno se propone y que lo importante es ser lo que uno quiere ser y no lo que los demás esperan de nosotros; que seamos fieles a nosotros mismos, que podamos ser auténticos, sobre todo las mujeres».
DEFINICIONES DE UNA ESCRITORA, EN PRIMERA PERSONA
LA RELACIÓN CON LA ESCRITURA Y SU PROCESO VITAL
Es paradójico, pero yo soy vaga para escribir; a los libros los tengo en la cabeza. Me ha costado siempre sentarme a escribir, por eso cuando me dicen que soy escritora me da mucho pudor, porque no soy una profesional que tiene la rutina; no soy una gran lectora, no tengo nada de lo que hay que tener para ser un gran escritor. Escribo cuando tengo ganas, lo dejo, lo retomo y en eso pueden pasar años. Este libro (Lujuriosas) tendrá unos 5 años desde que se empezó a gestar en mi cabeza, hasta que se completó. Lo cierto es que tengo que engancharme; una vez que el tema se apropia de mí y yo del tema, puedo escribir hasta en la fila de un banco, y lo hago en una libretita. Arranco y sigo. No fue tan así en este caso. Tomé diferentes temas y luego los fui separando en temáticas; el sometimiento a la mujer, las cuestiones personales, todo estaba mezclado y a veces tenía que tomar distancia. Esos lapsos los atribuía a la falta de tiempo, pero en realidad estaba peleando conmigo misma. Ahora que lo estoy hablando, que lo pongo en palabras, me estoy dando cuenta del proceso, de la lucha interna. Fue muy movilizante y espero que eso se refleje. Me veo muy dual por que por un lado soy muy obediente, pero por otro lado siempre he sido muy transgresora.
LAS TEMÁTICAS QUE LA MOVILIZAN
Esta cuestión de la legalización del aborto, por ejemplo, nos moviliza mucho a las mujeres; nos sentimos protagonistas, aún cuando sea para criticarnos. Esta es una época en la que las mujeres somos protagonistas y me da mucha bronca el hecho de que el hombre se exprese sin saber lo que pasa por el cuerpo, por la psique de la mujer. No es moco de pavo engendrar una vida, mucho menos los primeros años de vida en los que tenemos una función primordial. Si bien es un tema muy delicado y no estoy del todo definida, siento que estoy a favor de la legalización del aborto porque a los males de la sociedad no hay que meterlos bajo la alfombra, hay que visibilizarlos. Al esconderlos se beneficia la mafia, el comercio. Estoy a favor de legalizarlo por ese lado; pero es un tema tan intrincado. Maternar es un compromiso tan grande, tan fuerte, y el hombre no lo tiene. Es un tema muy intrincado, insisto, no tiene que ver con cuestiones morales o religiosas, tiene que ver con una cuestión de salud pública y con que entiendo la vida no sólo como dar vida, sino como la calidad de vida que tiene que tener un ser humano».
LO QUE VIENE Y LOS RÓTULOS
No estoy pensando en nada a futuro, lo que sí es seguro es que no quiero escribir más en papel. Cuesta mucho publicar. Este es mi sexto libro, y desde el primero digo que va a ser el último, pero no creo que sea el último, algo voy a escribir, aunque no sé cuál será el formato en que lo haga. Me tomo mis tiempos. Me da pudor eso de que me digan que soy escritora. Yo soy Terapista Ocupacional, para eso estudié. Las conductas sociales siempre me llamaron la atención, pero yo dejo que fluya. Me lo propongo como un autodesafío y ya no me está sentando mal lo de escritora. Tengo que empezar a sentirme cómoda con el rótulo.
PERFIL
Liliana Oviedo es Licenciada en Terapia Ocupacional, diplomada en Autismo y Síndrome de Asperger. Es miembro del Ateneo Estudios Históricos de La Rioja. Otras publicaciones: Otras formas de amar (1996); Historias de amor y de vida (1999); Cómo enfrentar las crisis económicas. El desafío del ama de casa (2002); Prostitutas. El modelo argentino (2006) y Aquella Larga Noche (2014). Su último libro, Lujuriosas se realizó con el auspicio de la Ley Provincial Nº6539.
(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura + Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)