Una reseña para el libro «Lujuriosas», de la escritora riojana Liliana Oviedo
El erotismo va de la mano de la literatura como la literatura va de la mano del erotismo. Desde un principio, prácticamente. Desde el comienzo mismo, podría decirse, en una simbiosis inherente a la humanidad misma, debatiéndose ésta, aún, entre el huevo y la gallina, como una metáfora del existencialismo. De Adán y Eva hacia acá, sin solución de continuidades, la sexualidad fue siempre una temática más o menos reprimida, según la época y el lugar de que se trate, pero siempre en absoluta vigencia.
Desde este punto de partida, precisamente, Lujuriosas, de Liliana Oviedo, se ajusta a un mapa cuya geografía ya es ampliamente conocida en todos y cada uno de sus puntos cardinales. Sin embargo, la autora asume con hidalguía, y sin temor alguno a los lugares comunes, el riesgo del abismo que supone estar frente a la tentación de lo previsible, y apunta sus cañones literarios a ponerse -y a poner a sus pares- en un plano muy superior, a partir de un conjunto de relatos que atrapan al lector por la rigurosa cercanía que evidencian respecto de situaciones que hacen pie sobre una realidad cotidiana y palpable, pero que además ponen el foco sobre la mujer, como una muestra de rebeldía propia y necesariamente empática con el género.
Sería un error imperdonable, en este sentido, quedarse sólo con una lectura superficial que no haría más que llevarnos, cual Titanic, a seguir estrellándonos contra la punta de un iceberg que, en las profundidades, tiene mucho más para interpelar, cuestionar e incomodarnos, tal como nos interpela, cuestiona e incomoda en el día a día la revolución femenina. Y es que Lujuriosas no se articula simplemente en una serie de narraciones en las que la escritora decide inmiscuirse en la intimidad sexual de la mujer (en sus diferentes facetas), resuelta a ofrecerle al lector imágenes muy bien logradas, como si de una película erótica se tratara.
Muy por el contrario, lo que Oviedo busca es hacer de ese recurso que en algunos casos se acerca peligrosamente al margen más obvio de lo explícito, una herramienta precisa de exposición de los tiempos que corren, en los que la mujer se abraza a los aires de liberación en pos de hacerse cargo de la parte que le toca -y para la cual ha hecho todos los méritos-, tomando las riendas (y soltándolas) de sus decisiones y deseos, tanto en la cama como en la vida, sin importar los juicios externos.
La escritora, en este contexto, viene a fracturar de manera absolutamente consciente algunos paradigmas impuestos a lo largo de la historia de la humanidad por el machismo recalcitrante; máximas no escritas pero proclamadas, como que los pensamientos más oscuros (siempre según el cristal con que se mire) vinculados con la sexualidad únicamente pueden ser propiedad de la mente del hombre que, según la lógica contractual de la sociedad en que estamos insertos, termina por depositar esos deseos casi salvajes sobre una mujer que es objeto de complacencia y saciedad para esos bajos instintos que debe satisfacer (ella), claro está, en silencio, sin objeciones.
Lejos de acatar obedientemente estos preconceptos -igual de lejos que de acatar obedientemente tantos otros-, la escritora viene a quebrantar con Lujuriosas la larga cadena de prejuicios -ajenos y propios, seguramente- con los que se intenta someter a la mujer a las expresiones mínimas, dándole así al género un papel protagónico que nada tiene que ver con aquello de ser el «sexo débil», sino más bien con una auto determinación rupturista que intencionalmente la ubique en la vereda opuesta.
Esa mirada que no se queda únicamente en lo contemplativo -y que excede al análisis estrictamente literario- es la que atraviesa a la última publicación de Oviedo, que mete el dedo en la llaga y deconstruye con un lenguaje sin concesiones la dialéctica tradicional de las relaciones, emparejando el peso de los roles. Después de todo, y tal como lo señala la actriz, cantante, comediante, guionista y dramaturga estadounidense Mae West, a quien la escritora cita al comienzo mismo de Lujuriosas, «Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes». Y muy especialmente, del otro lado del límite.
LA AUTORA. Liliana Oviedo es Licenciada en Terapia Ocupacional, diplomada en Autismo y Síndrome de Asperger. Integrante del Servicio de Rehabilitación del Hospital Enrique Vera Barros. Integrante del equipo de Orientación y Apoyo de la Escuela Especial «María Madre del Buen Camino». Es miembro del Ateneo Estudios Históricos de La Rioja. Otras publicaciones: Otras formas de amar (1996); Historias de amor y de vida (1999); Cómo enfrentar las crisis económicas. El desafío del ama de casa (2002); Prostitutas. El modelo argentino (2006) y Aquella Larga Noche (2014).