Cautivos, de Cecilia Pagani
Y el tiempo. El paso del tiempo que es, tal vez, la más cruel de las condenas para cualquier mortal cuando se diluye como agua entre las manos, en una búsqueda tan desesperante como infructuosa, estancada en los vicios de una investigación policial que no va para atrás ni para adelante (como tantas veces) y que los precipita desde las miradas que imponen culpas, al punto que comienzan a derruir las vidas de un padre y una madre que llegarán al último segundo de su ya insignificante existencia con la más apremiante de las asfixias: saber que cerrarán para siempre los ojos sin el mínimo atisbo de comprensión; sin una respuesta que alivie esa parte que no eligieron pero que les toca, y sin poder acariciar, aunque sea una última vez, la suave cabellera de esa hija que se esfumó como el aire.
No hay en Cautivos (Metrópolis Libros, 2018) una sola palabra de más ni una sola palabra de menos. Cada tramo del relato va en la dirección de una concepción ajedrecística de la historia, pergeñada por la autora de manera tal que el lector no puede despegar la mirada del libro, a la espera de una noticia que llegue como un remanso de paz para semejante calvario familiar, o al menos una tregua para tanta pregunta sin respuesta, para tanto espacio vacío en una habitación que permanece intacta y para tanta culpa por no haber evitado lo que bien pudo ser evitado pero…¿Cómo imaginarlo? ¿En qué cabeza cabe?
Al igual que en su libro de cuentos El cruce del umbral, Pagani no deja espacio para las concesiones, mucho menos para las cosas dichas a medias, lo cual le vale establecer un claro y sincero contrato con el lector que, si bien parte de la advertencia de que los hechos y personajes de esta historia son ficticios y que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, no es suficiente para evitar que tanta cercanía en el relato a hechos que nos resultan afines haga prácticamente inevitable ponerle otros tantos nombres a la desafortunada Gabriela y a los cautivos sucedáneos.
Después de todo, desde su exquisita y siempre efectiva pluma literaria, la escritora riojana no hace más que ponernos frente a frente con nuestras miserias cotidianas, esas a las que muchas veces asistimos sin prestar atención o importancia, sosteniendo la endeble teoría que afirma que a nosotros no nos va a pasar. Hasta que un día pasa. Hasta que un día el abismo hacia el vacío ocurre.
LA AUTORA
Cecilia Pagani (La Rioja, Argentina) es Licenciada en Letras y trabaja como profesora en el Instituto Superior de Formación Docente Albino Sánchez Barros. Ha escrito cuentos, microcuentos y novelas. Sus relatos fueron publicados en revistas literarias como Crepúsculo y Rumbos (Argentina) y Por Escrito (México), y también en el blog de Literatura e Historia Cita en la glorieta (España), e integraron diferentes antologías, como Rufianes, curanderas y otras yervas (EDUNT, 2014), Palabras sin fronteras (Aries, 2015) y Cuentos y poemas (Rumbos Libros, 2016). Ha recibido premios y menciones tanto en Argentina como en México. Es autora del libro de cuentos El cruce del umbral (Rumbos Libros, 2017) y de las novelas Cautivos (finalista del Premio Literario Provincia de Córdoba 2016) e Interiores (2017, inédita).