Referente ineludible de la TV nacional de los ’90, Alfred Oliveri supo ubicarse en el lugar indicado y en el momento justo para pegar un salto transformador en su carrera. Hoy está detrás de cámara, desde donde narra las historias de la alta gastronomía, pero también de lo cotidiano que nos vincula. Su última producción, «Harvest Moon», ya se presentó en los festivales de Málaga y Sonoma, esgrimiendo su particular visión del mundo, en un contexto de búsqueda y construcción permanente de sentido y con el arte culinario como punto de partida para su cine a la carta.
Historias alrededor de la cocina. Historias sobre los procesos de producción del vino. Historias sobre puntos de encuentro. Historias para contar, para dar a conocer a través de una mirada sutil, delicada, profunda en emociones, en sensaciones, en aromas que traspasan la pantalla. Así es el universo narrativo de Alfred Oliveri, que viene de presentar su último film, «Harvest Moon» en el Festival de Málaga (España) y en el Festival de Sonoma (Estados Unidos). Así es también su universo creativo, que lo ha tenido como protagonista excluyente en los últimos 30 años en el mundo del espectáculo y que ahora, en la actualidad a la que asiste, lo ubica en un sitial de privilegio a partir de una propuesta que hace base en la gastronomía, pero que desde allí amplía la perspectiva hacia la cultura global.
Recordado siempre por el público por sus incursiones en radio y TV (El Rayo, CQC y Trip, entre otros), su exitosa carrera derivó luego hacia la dirección cinematográfica, donde ha obtenido un amplio reconocimiento a partir de retratar, con su particular mirada, el universo culinario. Con su productora House of Chef, desde 2018 hasta la fecha realizó cuatro films que retratan la vida de personalidades del mundo de la gastronomía. Sus tres primeras películas, se presentaron en prestigiosos festivales como los de San Sebastián y Cannes.
Además, por estos días, Alfred Oliveri se encuentra en Perú rodando la que será su quinta película, que estará protagonizada por la pareja más influyente de la gastronomía mundial: Virgilio Martínez, responsable del restaurante Central ubicado 4° en el ranking mundial y 1° en el latinoamericano, y Pía León, su pareja, nombrada como mejor cocinera del mundo 2020. El film recorrerá distintas regiones como el Valle Sagrado y la Amazonia, donde se asienta el trabajo de Virgilio.
En ese contexto de búsqueda y construcción permanente de sentido, Oliveri abre a 1591 Cultura+Espectáculos las puertas de su hogar familiar en Holanda, desde donde despliega con absoluta claridad conceptual la geografía de su labor cotidiana, asociada siempre al disfrute de generar un espacio en el que se siente contenido, pero desde el que también puede dar lugar a lo colectivo.
«Estoy muy bien; estoy compatibilizando la presentación de la película ‘Harvest Moon’ con la producción de un nuevo film», afirma cuando se le pregunta por la reciente presentación de su última producción de manera simultánea en el Festival de Málaga y el Festival Internacional de Cine de Sonoma. «Se ha combinado graciosamente, porque la película nueva que estamos haciendo, que ya terminó el rodaje, se hizo durante el mes de marzo en Perú y directamente desde Perú volé a Málaga para el estreno mundial de ‘Harvest Moon’ que se hizo en simultáneo con el estreno en Estados Unidos. La verdad es que estoy como con una cosa y con la otra, pero muy bien».
¿CÓMO DEFINIRÍAS, DESDE TU PUNTO DE VISTA DE DIRECTOR, A «HARVEST MOON»? ¿CUÁL FUE TU PUNTO DE PARTIDA, LA IDEA ORIGINAL, Y CÓMO FUE LLEVAR ADELANTE UNA PRODUCCIÓN ENTRE TRES PAÍSES?
Fue un llamado que recibí de parte de Pablo Bossi, del productor, en relación a una historia de la familia Michelini-Muffato. A los Michelini ya los conocía a partir de que fueron un poco los anfitriones regionales del lugar donde se rodó la primera película, ‘Tegui’, que eso fue en Mendoza, en la bodega familiar de los hermanos Michelini. La verdad es que fue como sumergirme muy rápidamente en una historia que en principio no conocía, aunque a ellos sí, y no sabía exactamente qué era lo que estaban haciendo en ese momento y el despliegue que tenían. Ellos estaban en ese momento en plena vendimia, o por empezar la vendimia en Castilla, en León, en El Bierzo, en España, con lo cual yo muy rápidamente en plena pandemia volé para allá y empecé de alguna manera a estar lo más permeable posible para entender de qué se trataba esta cuestión, más allá de lo evidente de una familia que hace vino. Fui encontrando distintos elementos que se fueron abriendo, que fui descubriendo con el correr del tiempo. El primero fue un criterio, diría, estético en el sentido que todo lo que veía en ese pueblo con tanta historia me llevaba a contar la película en planos muy fijos, en planos amplios, con un tempo determinado, y después lo segundo que apareció tenía que ver con un hecho narrativo en el cual estaba planteándose esta pequeña maratón de ir siguiendo tres vendimias al año, en tres países, en dos continentes con estilos de tierra muy distintos y esquemas muy diferentes. Y después, finalmente, lo que fui entendiendo era que se trataba de una historia de una familia, donde el padre de familia es un soñador empedernido y se genera una triada con su mujer y su hijo mayor a la hora de hacer vinos; que este hijo está trabajando con ellos desde los 12 años y ahora tiene 24. De alguna manera fue entender este planteo familiar, también teniendo en cuenta que no habían empezado de jóvenes, sino que habían empezado como a los 40 años, lo cual para mí tenía una relevancia en el sentido de que hay que tener bastantes cojones para saltar un poco al vacío en un momento en el que cual tenés tu vida un poco organizada, con cuatro hijos, en fin. Finalmente, el último hecho que me fue revelado, inclusive posterior al rodaje principal en Bierzo, fue un llamado de Gerardo -yo aún estaba en Madrid- para comentarme que estaba saliendo la luna llena, la luna de octubre de 2020, una luna muy especial que hacía muchos años no salía y si quería ir a verla y a filmarla. En el correr de esos días de rodaje yo me fui dando cuenta que realmente ellos tenían la mirada puesta hacia arriba, literalmente miraban hacia el cielo y miraban a la luna y miraban su posición, su estado y de alguna manera como quien le reza a un santo o a una virgen, ellos se vinculaban directamente con la luna como un eje rector de sus vidas y de su trabajo. Entonces ahí encontré el último elemento extraordinario dentro de este contexto narrativo de la historia, el significado que para ellos tenía esta luna como una diosa. A partir de ahí no solamente fue seguir lo que estaba planteado, sino también de alguna manera fuimos siguiendo las lunas desde ese momento hasta el final del rodaje que fue en abril de 2021, bastante tiempo con bastantes lunas, entre España, Uruguay y Argentina.
¿TE PASA UN POCO ESTO EN LO PERSONAL, Y COMO DIRECTOR EN ESTE CASO, DE REGIRTE POR LAS FASES LUNARES O CUESTIONES QUE TE VAYAN MARCANDO EN ALGÚN SENTIDO?
No, la verdad que yo no estaba muy metido dentro del universo de la luna en su influencia tanto biodinámica como astrológica. Lo que sí me pasó es que a partir de esa primera luna cobró una relevancia; empecé yo también a mirar bastante para arriba y de alguna manera a emocionarme en cada mes que teníamos esta luna llena, estuviera donde estuviera: en la Cordillera, en Buenos Aires, en Madrid, en Bierzo, o en Uruguay. Era como una marca simbólica y como alguien que de alguna manera nos acompañaba y protegía.
¿Y ESTO QUE MARCABAS RESPECTO DE LA FAMILIA MICHELINI-MUFFATO EN RELACIÓN A LOS SALTOS AL VACÍO, Y TENIENDO EN CUENTA TU AMPLÍSIMA TRAYECTORIA DESDE PEQUEÑO, DESDE QUE EMPEZASTE…?
La realidad es que la carrera que elegí es una carrera que tiene distintas formas de ser llevada, creo yo, y en algún punto tiene muchos momentos que se pueden ver implicados con saltos al vacío, apuestas. No sabés muy bien cómo va a salir eso; tenés ganas, o la intención de ir en una dirección, apostar por algo y no sabés cómo va a salir. En un punto puedo decir que de alguna manera tengo la ventaja de que siempre supe lo que quería hacer, a lo que me quería dedicar. Tampoco es que había plan B; o salía o salía. Y en el medio han pasado muchas cosas, pero estoy muy contento y muy agradecido del momento en el que estoy y del recorrido también.
EN ALGÚN MOMENTO, Y AHORA, DIJISTE QUE NUNCA HUBO UN PLAN Y QUE SIGUE SIN HABERLO, PERO SI NO HUBIERAS HECHO LO QUE HACÉS, ¿QUÉ OTRA COSA HUBIERAS HECHO?
La verdad es que siempre estuve vinculado al mundo del espectáculo y al mundo del arte y al mundo del entretenimiento, si se quiere, y hay un punto entre estos tres que los une y los convierte tal vez en uno. Nunca me hubiera ido de ahí, Podría ser músico, actor, performer, bailarín; en un punto algo de eso hay en mí, en mi formación, en mi ADN, entonces simplemente la profesionalización de eso es por el hecho de que pueda ser tu actividad principal, que te pueda permitir vivir de ello, lo cual también genera siempre una satisfacción adicional. La diferencia entre el profesional y el amateur es la sensación de que realmente apostaste por algo y lograste ponerlo en valor.
HICISTE APUESTAS MUY FUERTES; EN LOS ’90 FUISTE PARTE DE LO QUE SE LLAMÓ LA «ROCANROLIZACIÓN» DE LA TELEVISIÓN, SIN EMBARGO PUDISTE TAMBIÉN SALIRTE DE AHÍ, BUSCAR OTROS HORIZONTES, CUANDO QUIZÁS LO MÁS CÓMODO HUBIERA SIDO QUEDARSE O PRETENDER SEGUIR…
Lo que pasa es que cuando hay épocas que son muy marcadas, algo que está pasando de una manera muy intensa, lo más probable es que eso deje de pasar y cambie; no hay nada que se pueda sostener en el tiempo cuando es muy potente, y más cuando estamos hablando de una industria como la de la tele, que de alguna manera es algo que te puede comer vivo, es una industria que fagocita sin ningún tipo de inhibición, entonces de alguna manera yo viví ese momento con total intensidad, con total libertad y con total disfrute y de alguna manera siempre hubo algo, si se quiere, que me fue guiando en otras direcciones. Pasaron cosas o dejaron de pasar cosas y eso naturalmente me fue llevando a otros lugares. Pero sí, definitivamente yo considero que es un privilegio haber tenido la posibilidad de tener una dinámica profesional en mi vida que me haya llevado a promover nuevos campos de evolución, de investigación y finalmente de disfrute.
SIEMPRE ESTÁ ESA CUESTIÓN DEL DISFRUTE A LA QUE HACÉS MENCIÓN PARTICULARMENTE. ¿ES FACTIBLE ENCONTRAR EL DISFRUTE EN EL TRABAJO, EN LO QUE UNO DECIDE HACER CUANDO A VECES LOS PROCESOS NO SON TAN SENCILLOS?
Yo creo que es lo mismo que en la vida: uno no está en un estado de celebración activa las 24 horas, o si lo está va a durar poco. Hay grandes periodos de tiempo donde uno va preparando el terreno para momentos donde realmente te dan la razón de por qué estuviste haciendo eso todo el tiempo. Hay como pequeños momentos de gran felicidad y de gran satisfacción. Lo mismo pasa en la vida, donde ratificás por qué estuviste haciendo lo que estás haciendo. Sí es cierto que también con el tiempo uno va tratando de que todos los momentos sean momentos agradables y no que haya que pagar determinados precios para obtener un logro determinado. Por supuesto que en la vida, en las relaciones, en lo que sea, hay momentos que son picos, que de alguna manera ratifican o demuestran el valor de todo lo que uno hace cotidianamente, en el trabajo. Cuando ves estrenada una película, cuando la ves proyectada en un cine, o cuando tenés una crítica, o estás en la oficina y la vez por primera vez luego de un trabajo en el que estuviste embarcado un año, definitivamente hay una sensación muy espectacular, pero la verdad es que a mí me gusta mucho lo que hago, y todos los días me despierto contento y me voy a trabajar con felicidad. Podría tener una panadería y sería igual.
UN PUNTO DE PARTIDA
Expresa en cada una de sus palabras una profunda pasión por las historias a las que asiste no sólo como espectador, sino también como narrador necesario. Y es que a nadie puede escapar que, de no estar allí, su mirada convertida luego en una imagen que a su vez traspasa la pantalla, muchas de esas cuestiones extraordinarias pero propias de lo cotidiano, se nos pasarían por alto como tales. Esa especie de obsesión por captar los detalles es la que lo llevó a fundar House of Chef, productora con la que ya lleva cuatro largometrajes realizados contando las epopeyas de grandes cocineros como Germán Martitegui, Mauro Colagreco o Gastón Acurio.
EN ALGUNA ENTREVISTA ANTERIOR HICISTE MENCIÓN A QUE HOUSE OF CHEF «ES UNA PLATAFORMA AUDIOVISUAL Y PARA BIEN O PARA NO TAN BIEN, ES UN SUEÑO PERSONAL PORQUE TODAVÍA PARA MÍ LAS COSAS SIGUEN SIENDO MUY PERSONALES». ENTIENDO POR LO QUE VENIMOS HABLANDO QUE LO DEBÉS SEGUIR SINTIENDO DE LA MISMA MANERA…
Sí, sigue siendo así por un hecho contrastado, en el sentido de que si bien yo ya trabajo con socios o con alianzas estratégicas y gracias a Dios mis películas se estrenan en plataformas que pertenecen a grandes empresas, mi productora es una casa de producción muy pequeña, especializada; trabajamos desde la independencia y desde la autogestión. De alguna manera sigue siendo algo bastante personal y también tiene que ver con el hecho de poder tener el privilegio de poder tener un punto de vista personal sobre los trabajos que llevamos adelante. No solamente tenemos muchas veces la posibilidad de poder elegir los proyectos, sino que tenemos también la posibilidad de poder elegir el punto de vista sobre los proyectos, tanto en la escritura como en la dirección y demás. Siempre hay algo como muy personal y me parece que está buenísimo que así sea, inclusive cuando después uno a veces sueña con plataformas más grandes como el caso de House of Chef, son cosas que nacen de algo muy personal. A ver: difícilmente exista lo no personal; siempre todo eso nace de la impronta y del brillo de individuos que hacen muy bien su trabajo.
¿POR QUÉ LA GASTRONOMÍA? ¿QUÉ TE ATRAE EN PARTICULAR DE ESE NICHO?
Es como una plataforma, un punto de partida muy bueno para poder contar historias. En un punto se podría decir que funciona como una excusa, en el sentido de ser un punto de partida. Podría dedicarme a contar historias de otro mundo, podría pasar, hipotéticamente, en lugar de contar historias de gastronomía, a contar historias de corredores de auto, que es gente apasionada que vive al máximo, que no sabe si al día siguiente va a estar viva o muerta, que viaja por el mundo; no suena mal. Pero la gastronomía simplemente lo que pasó es que tuvo una evolución: pasó de ser un oficio común y corriente a tener implicancias en un montón de órdenes dentro de la sociedad: culturales, políticos, sociales. Me refiero a la identidad con el territorio, con el producto, un montón de ideas que se fueron anexando a la idea de comer, que es de cómo comemos, dónde comemos, cómo lo producimos, de qué manera lo llevamos adelante, el aspecto artístico de la gastronomía, el aspecto territorial, de vanguardia también que es muy importante desde los años ’80 para este lado. Había algo ahí que realmente parecía ser interesante y que el mundo lo percibió porque ahí empezaron a haber cocineros estrellas; se hablaba de las estrellas de rock de la cocina. Por otro lado, en el momento en que yo empecé a ver un poco ese mundo con más atención había ejemplos de shows televisivos que habían ampliado mucho la vara. En ese sentido, lo de Francis Mallmann para mí había sido una referencia muy contundente, me abrió la cabeza, dije: ‘acá se puede hacer mucho más que una receta’. Había mucho por ahí y hay una magia cuando uno entra a una cocina, cuando uno recorre un cultivo, y también tiene su bohemia y su romanticismo de alguna manera. Gente que se pone delantales, que trabaja de noche, que se quema, que vive obsesionada por sus ideas, por sus ideales, que tienen un público noche a noche que los afecta, claramente, si la cosa sale bien o si sale mal. Entonces hay como una especie de analogía teatral, si se quiere, de lo que es un servicio en un restaurante.
¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE ESAS HISTORIAS Y LAS TUYAS, TU HISTORIA DE VIDA? ¿ENTRAN ESAS CUESTIONES QUE PUDIERON MARCARTE EN TU INFANCIA, ALGUNA TRADICIÓN FAMILIAR RESPECTO DE LA COMIDA, DEL ENCUENTRO?
Lo bueno de la gastronomía, que es el hecho de comer, de cocinar, de sentarse a la mesa, de estar en la cocina, es que lo tenemos todos y ese es un hecho fantástico. No sé si hay algo más universal que la gastronomía, porque todos comemos en algún momento del día. Después de respirar viene comer, entonces todos tenemos una abuela o una madre o una institutriz que nos cocinaba bien o mal, o le ponía mucha sal, o hacía algún postre que recordamos mientras gateábamos en la cocina, o cuando éramos chicos hacía las galletitas. Todos tenemos recuerdos; no es que yo tenga que tenerlos. Los recuerdos los tenemos todos. Yo por supuesto que tengo mis recuerdos y tengo a mi abuela que cocinaba, y recuerdo los postres que hacía, pero a mí no me interesó ser cocinero, yo soy artista de otro rubro, yo cuento historias. Pero la mística de la cocina está enraizada en la sociedad como un eje central, como la familia misma y de hecho sin la familia también, porque los que están solos en el medio de la nada también tienen que comer.
SEÑALASTE TAMBIÉN EN ALGÚN MOMENTO QUE LA GASTRONOMÍA FUE UN PASO DIFERENCIADOR, ¿EN ALGÚN PUNTO NECESITABAS DIFERENCIARTE?
No; por lo general dudo mucho, nunca sé si hacer una cosa o la otra, si comprar un boleto de avión u otro, pero hay momentos en los que tomo decisiones y son muy concretas, no tengo ninguna duda; son pocas, pero suceden.
¿HOLANDA ES UNA DE ESAS DECISIONES, VINCULADA AL AMOR EN ESTE CASO…?
Sí, bueno, esa fue una de las últimas personales, pero en términos profesionales el tema de la gastronomía para mí fue como que lo vi muy contundente, también porque no fue la gastronomía, sino la forma de contar la gastronomía. En algún momento visualicé una forma de contar la gastronomía que casi no existía y yo salí a hacer lo que tenía en la cabeza, y cuando salí a hacer lo que tenía en la cabeza, explotó, fue una bomba y fue genial, y de hecho es la base de lo que hago hoy. Tampoco creo que haya cambiado tanto porque realmente había ahí una semilla muy contundente de cómo quería yo contar y sobre todo mostrar y fotografiar todo ese universo que era un fragmento de un universo, no era toda la gastronomía, no salí a hacer un libro de pizzerías del gran Buenos Aires. Me fui a Uruguay, con determinados cocineros que hacían las cosas de una manera determinada y ahí me zambullí.
DE HECHO, PUEDE DECIRSE QUE HOUSE OF CHEF NACE EN URUGUAY…
La primera tanda de rodajes la hice en Uruguay y después volví a Argentina a filmar. La primera pieza que se hizo, que existe de House of Chef es una pieza que se hizo en San Pablo (Brasil), con Tato Giovannoni, que la hizo un amigo, un hermano colaborador mío que es un camarógrafo de Río, que estaba en San Pablo y le pedí que por favor hiciéramos ese trabajo y así empezó. Después me fui a Uruguay, trabajé en un mismo fin de semana muy productivo y después volví a Buenos Aires con mucha determinación. También está el privilegio de recibir el permiso de gente muy talentosa con la cual poder trabajar. Hemos trabajado con los mejores.