La escritora chileciteña Gladys Abilar también estuvo presente, aunque de manera virtual, en la 19° Edición de la Feria del Libro de La Rioja, donde presentó, invitada por diario NUEVA RIOJA y suplemento 1591 Cultura+Espectáculos, su más reciente publicación: «Lo que no pudo ser» (Enigma ediciones).
La escritora chileciteña Gladys Abilar también estuvo presente, aunque de manera virtual, en la 19° Edición de la Feria del Libro de La Rioja, donde presentó, invitada por diario NUEVA RIOJA y suplemento 1591 Cultura+Espectáculos, su más reciente publicación: «Lo que no pudo ser» (Enigma ediciones). Se trata de un libro que reúne una serie de 18 cuentos en los que Abilar pone de manifiesto su enorme capacidad lingüistica al servicio de la literatura, pero también al servicio de historias que nos resultan muy cercanas, muy nuestras. Porque «Lo que no pudo ser», paradójicamente y a partir de esa exposición de maestría al momento de abordar la página en blanco, es la dimensión de lo posible. Eso que puede ocurrir y, para ser más exactos: eso que nos puede ocurrir (a todos, sin excepciones).
A «Lo que no pudo ser» la notable y fundamental poeta Lucía Carmona lo definió como «un caleidoscopio siglo 21, eso se me ocurre este libro de Gladys Abilar que nos permite vislumbrar una prosa atrapante, todos los claroscuros que el presente nos hace experimentar con la adrenalina de nuestros días. Urbanos, carnales, apasionados y a la vez con un cierto candor que dejará pasar, a través de la puerta de entrada, toda una vorágine de sensaciones opuestas y coincidentes».
En tanto que, haciendo una extracción del prólogo del libro, el destacado escritor y periodista Antonio Requeni asegura que «la prosa de Gladys Abilar vive, respira, y como ocurre con los buenos libros, el suyo nos produce una gozosa sensación, ese placer que brindan las obras de arte plenamente logradas. Su singular capacidad creadora se manifiesta admirablemente en estos cuentos que enriquecen el panorama de nuestra actual narrativa».
DESDE EL PUNTO DE VISTA DE QUIEN CONCIBIÓ ESTE LIBRO, ¿QUE NOS PODÉS DECIR, GLADYS, SOBRE «LO QUE NO PUDO SER»?
Este libro me resultó un poco rebelde para poder darle forma definitiva, es un caleidoscopio, como bien lo dijo Lucía Carmona. Los cuentos son disímiles; cada cuento es una historia que no se emparenta con la otra, como a veces suele suceder de llevar una cronología, un emparentamiento con el otro, una homogeneidad. Cuando reuní estos cuentos que se venían acumulando a lo largo del tiempo y sucedieron bajo distintas circunstancias, llegó un momento en que había que meterlos en el libro y darles una salida definitiva. Me di cuenta de que se me complicaba, porque había que ordenarlos y son muy distintos, pero en lugar de ser un problema consideré que era algo hermoso, que era una mixtura en la cual cada cuento es en sí mismo una historia diferente y deshermanada de todo, lo que le da una vida propia y un crecimiento propio. Dejé que cada cual ocupara el lugar que tuviera que ocupar.
¿CÓMO FUE QUE LLEGASTE AL CUENTO COMO GENERO?
En realidad, no fue una elección mía, como tantas otras cosas que suceden en forma accidental o como consecuencia de. Fui a taller de Eduardo Gudiño Kieffer para hacer corrección de una novela y él se asombró de que yo aparezca con un trabajo inmenso, una novela muy medulosa, muy intensa y me dijo que cómo yo no había escrito cuentos. Le contesté algo muy simple: yo escribo largo. Tenés que hacer cuentos, me dijo él. El me dio una pauta, una pauta muy sencilla. Así nació la historia con mis cuentos, y me enamoré del género.
Osvaldo Rossi también realiza un pormenorizado análisis de tu libro y afirma que hay tres ejes que resultan relevantes
• La importancia y revalorización de los sentidos, haciendo referencia a una sensualidad que roza a veces el erotismo, y agrega: una sensualidad que, por su delicada forma de administración, acentúa la belleza de las situaciones narradas. Un ejemplo (entre muchos de los que hay en este libro) se encuentra en el primero de los cuentos -titulado «instinto»-, que describe los aprontes de un apareamiento animal.
• La mirada empática y contraria a toda discriminación, en relación a una voz narradora que comprende las circunstancias que viven prófugos de la justicia, personajes con problemas mentales, enfermos terminales, seres que se enfrentan de diferentes modos a «lo que no pudo ser». Una madre que perdió a su hijo se conmueve con la llegada de un joven al que no conoce, buscado por haber cometido un robo: «…lo observó desde el umbral. Vio su rostro joven aún, la placidez dibujada en la expresión de su boca, el cabello revuelto. La sábana descorrida mostraba parte de su cuerpo. Y se conmovió con la actitud de entrega, como si el muchacho hubiera descubierto, al fin, el hogar largamente añorado. De pronto le pareció ver a su propio hijo en esa escena de juventud casi agresiva. ¿Se parecían, o solo era el deseo roto por la fatalidad?»
• Un clima de restablecimiento de la equidad, un clima de reparación moral que está presente en varias de sus narraciones. Hay en ellas una suerte de justicia, y más que de justicia, de equidad, que se manifestará temprano o tarde en la vida -y aun después de la muerte- de los personajes del libro.
¿COINCIDÍS CON ESTA MIRADA? Y SI FUERA ASÍ, ¿CÓMO LLEGÁS A CONCEBIR ESOS ELEMENTOS? ¿HAY UNA BÚSQUEDA EN RELACIÓN A ESO, O SIMPLEMENTE SE DA CON NATURALIDAD TU MANERA DE NARRAR HISTORIAS?
Creo que las cosas se van dando con absoluta espontaneidad. A veces pienso que las historias me encuentran a mí. Muchas veces las busco, pero muchas veces me encuentran ellas a mí. Aprendí como escritora a mirar la vida y yo a la vida le copio historias, después las adapto, hago lo que yo quiero, pero la vida me da todo eso, es el abrevadero que yo tengo. Muchas veces nos quedamos con la página en blanco, no todo es tan fácil ni tan perfecto, entonces recurro a mi abrevadero que es la lectura, el cine, de allí me nutro, veo imágenes que me sugieren historias y las tomo prestadas y las desarrollo. Al cuento «El instinto» lo escribo porque se me presentó en la ventana de mi casa en Nonogasta, me lo mandó la naturaleza, me lo puso frente a mi ventana y yo no podía dejar de ver esa escena artística, algo tan hermoso expresado en los cuerpos de dos animales. Sin ánimo de exagerar, tengo la sensación de haber estado en el Teatro Colón mirando un ballet, algo así como si viera El Corsario. Esas cosas me llegan y las traduzco de la manera en que puedo hacerlo desde mi lugar, desde el manejo de la palabra; puedo darle vida, entidad, así como a muchos otros datos que me llegan de la vida y yo les doy una interpretación y les doy carnadura, y lo utilizo según el cuento o la novela lo requieran.
EN UNO DE LOS PASAJES DE LA SEGUNDA MITAD DEL LIBRO, LA PROTAGONISTA DE UNO DE LOS CUENTOS EXPRESA LA SIGUIENTE REFLEXIÓN, QUE BIEN PUEDE SER UN MANIFIESTO DE LOS NARRADORES O, INCLUSO, DE LA ESCRITORA QUE LOS CREÓ: «… PARA ESCRIBIR ALGO BUENO HAY QUE SENTIRLO EN LAS ENTRAÑAS O SUFRIRLO EN CARNE PROPIA» Y LUEGO ENFATIZA REPITIENDO: «EN CARNE PROPIA». ¿TIENE QUE VER CON ESTA AFIRMACIÓN TU PROCESO CREATIVO?
Creo que tiene que ver en general. Las historias que una cuenta, hasta las mismas poesías que una escribe, tienen que estar teñida de sangre, que a quien lo lea le llegue y así lo sienta. Si no te sale desde las entrañas no alcanza el mensaje para el interlocutor. Creo que te tenés que jugar hondo para hacerlo. Yo encontré en la narrativa un camino muy cómodo, porque yo a través de personajes puedo decir cosas sin exponerme directamente; en la poesía en cambio creo que uno se expone abiertamente, no hay un personaje disfrazado. En la narrativa me encanta poder decir las cosas más increíbles a través de un personaje; por ejemplo, me permití eliminar a un abuelo a través de un personaje y hay que hacerlo porque lo requiere la trama y si no lo haces te falta coraje y al coraje hay que tenerlo y hay que ponerle la carga que tiene que tener y hay que decirlo con las palabras que hay que decirlo. Uno tiene que apostar doblemente para que la historia se sostenga.
Tomando palabras de la narradora, poeta y ensayista Graciela Bucci: el acertado uso del lenguaje tiene la virtud de fortalecer el alcance semántico de la palabra. La autora sabe que literatura es sugerencia y la sugerencia es clave de lo literario en el cuento. En requiem para aniceto rivero, cuento al que nos referimos en forma especial, gladys emplea con maestría, imágenes metafóricas, comparaciones que actúan por sugerencia, borges diría que el mundo es un laberinto a descifrar; con esta incertidumbre se encuentra el lector ante este y otros textos, será, entonces, el encargado de descifrar. Todo el juego literario suele basarse en estas composiciones paradojales, siempre lo ajeno unido a lo conocido; se trata, entonces, de una forma de decir alejada del lenguaje cotidiano sin cortar su fluidez. Abilar lo sabe y emplea la metáfora y la comparación con la maestría de quien conoce su oficio.
Tal como afirma graciela bucci, en el texto interactúan elementos necesarios de la narrativa: la fatalidad que lleva a la muerte, el amor prohibido, la traición y la culpa, la redención y el vaticinio. El mundo ficticio es la suma de las acciones, los personajes, los objetos, los detalles los lugares y los tiempos, y, ante todo, de las leyes que rigen las relaciones entre los elementos citados. Desde cada título se intuye el carácter de una escritora cuya mirada no se detiene en el simple devenir, sino que se bucea y remedia, consolida y reta, dice y no dice, sugiere y advierte. Tarea nada fácil por cierto que entraña quiebre y reparación a la vez, y define personajes verosímiles, evidentes». Y agrego yo: un profundo conocimiento del mundo que te rodea, del universo próximo, de tu tierra y de tu gente.
LA MAYOR PARTE DE TU OBRA FUE ESCRITA EN BUENOS AIRES, SIN EMBARGO, HAY SIEMPRE UN RETORNO, UNA REFERENCIA A TU TIERRA, A TU GENTE, A ESE INTERIOR PROFUNDO EN QUE NACISTE Y QUE TAMBIÉN TE DEFINE…
Eso vive ineludiblemente en mí y creo que es un valor agregado que no me lo puedo desprender, ni intento hacerlo, es mi autenticidad. Aunque esté en Japón escribiendo una novela voy a llevar los elementos de mi tierra. La Rioja soy yo, donde esté, no importa la distancia, la llevo adentro y me inspira para hacer todo lo que hago. Aparece y lo nombro. Guanchín, por ejemplo, para mí es la cuna de mi inspiración absoluta, ahí puedo hacer y deshacer, sentirme en mi territorio propio, vuelvo a mis orígenes que son muy ricos.
¿QUÉ ENCONTRÁS EN EL CUENTO QUE NO ENCONTRÁS EN LA POESÍA, EN LA NOVELA? ¿HAY UN GÉNERO EN EL QUE TE SIENTAS MÁS CÓMODA?
Te puedo hacer un paralelismo entre cuento y novela porque son del género narrativa; a la poesía la dejo afuera porque no puedo meterla acá, la poesía es un género sublime que no admite ni siquiera definición. El día que se la defina a la poesía, será como meterla en una jaula y meterla en una jaula es quitarle la libertad y la poesía sin libertad no es poesía. La novela, como el cuento, a mí me parecen gloriosos, me siento muy cómoda. Con el cuento encuentro cierta comodidad en la satisfacción de encontrar un final próximo, un proyecto a corto plazo, que sé que si empiezo ahora lo puedo terminar mañana, pasado o la semana siguiente, que es más o menos la distancia que requiere un cuento. La novela no, la novela es un proyecto a largo plazo y es un esfuerzo enorme. Lo puedo decir porque tengo tres novelas escritas y es un trabajo arduo, pero la satisfacción de terminarla no se parece a nada, absolutamente a nada. La novela exige aceptar un pacto: vos tenés que vivir con los personajes, no te podés desprender de los personajes, aunque quieras. Si te vas de vacaciones te los llevás, si te vas a la cama se van a la cama con vos, hagas lo que hagas, los personajes están pegados a vos como una mochila. Intenté despegarme de ellos, pero no pude liberarme de ninguno de ellos; hay un momento que te sentís un poco rehén de esos personajes, porque los personajes te están exigiendo que resuelvas su caso. Cada personaje te pide eso y si no lo hacés, tu trabajo se cae. Como dije antes, hay que matar al que sobra; mientras te sirve usalo, que desarrolle lo que necesitás que haga y después, cuando ya está sobrando, tenés que sacarlo porque es tiempo vacío en la historia y no hay que dejar que la historia se caiga. Todo eso te exige la novela y para mí es un género que no se iguala con nada, es increíblemente bello, exigente. El cuento es un proyecto a corto plazo, requiere y exige muchas reglas, eso uno lo va aprendiendo con el tiempo y se va exigiendo. Adoro todos los géneros, incluso el infantil.
YA PARA IR TERMINANDO, EL POETA (JOSEPH BRODSKY) SOLÍA AFIRMAR: «TODO ESCRITOR TIENE UN AMIGO IMAGINARIO. EL MÍO SE LLAMA WYNSTAN AUDEN. YO ESCRIBO PARA ENCONTRARME CON EL, Y HACER LO UNICO QUE SE PUEDE HACER POR UN HOMBRE MEJOR: SEGUIR LA CONVERSACIÓN. EN ESO CONSISTEN, CREO YO, LAS CIVILIZACIONES». ¿QUÉ IMPLICANCIAS TIENE LA ESCRITURA PARA VOS?
Tendría que definir primero por qué escribo. Cualquier cosa que uno haga en la vida tiene que hacerla con absoluta convicción para que tenga sentido y para que puedas reflejarla frente a tus pares. Yo tengo la enorme bendición de ser reconocida entre mis pares, que tal vez sea lo más difícil. Me reconocen en mi trabajo y sé que lo que hago tiene eco. Lo que uno hace tiene que hacerlo con absoluta honestidad. Yo descubrí también que escribo porque en un momento de mi vida la poesía se metió sin que me diera cuenta, me empezó a susurrar, me susurraba cosas muy lindas y empecé a escribir. Escuchaba una voz que se me iba metiendo. Luego fue la novela y luego los otros géneros. La literatura me encendió una lucecita interior que me parece que antes no tenía. Me iluminó.
SOBRE LA ESCRITORA
GLADYS ABILAR
Nació en Chilecito. Su obra literaria es tan amplia como diversificada. Escribió novelas: «Más allá del pecado»; «Eclipse de lubna» y «Las lágrimas de Tánato», que mereció la Faja de Honor de SADE, y cuya tapa está ilustrada por el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró; cuentos: «Doce hogueras», con doce ilustraciones realizadas por el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró; «Destino rabioso», que mereció la Faja de Honor de la SADE y contiene cuentos premiados. «Lo que no pudo ser» (Editorial Enigma 2019). «Las aventuras de lunimar», cuentos infanto-juveniles, ilustración en colores por Valeria Glanzmann, prologado por Bertha Bilbao Richter; aforismos: «Pensar sin permiso», prologado por José Narosky y Eduardo Gudiño Kieffer; poesía: «Ecos del corazón»; «Juguito de rimas, literatura infantil», que mereció la Faja de Honor de la SADE, prologado por María Granata y «La mirada invicta», prologado por Marta de París. Asimismo, participó en más de cuarenta antologías, nacionales e internacionales.