Mariel Valdez muestra en su rostro, orgullosa, la era de su madurez y el territorio de una evolución que marca, al mismo tiempo, una determinación clara y concreta de salirse de los cánones, de lo preestablecido, de lo determinado por un derrotero folklórico que, en algún momento, pudo haberla encasillado.
Se siente segura, tranquila, cómoda. Y ese sentir se traduce en cada gesto, en cada palabra, en cada afirmación. Ya no teme a lo que pueda pasar, a lo que pueda ocurrir. Sólo mira hacia adelante, hacia lo que viene, hacia ese futuro que continúa escribiendo en este presente al que interpreta con solvencia, como a cada uno de los tangos que eligió para su primer disco en un género que, cualquiera podría afirmarlo, le era ajeno, pero que siempre sintió como propio. Con naturalidad, con la misma naturalidad con que las notas fluyen desde su voz hacia un afuera posible de acordes clásicos que ahora le pertenecen.
Mariel Valdez muestra en su rostro, orgullosa, la era de su madurez y el territorio de una evolución que marca, al mismo tiempo, una determinación clara y concreta de salirse de los cánones, de lo preestablecido, de lo determinado por un derrotero folklórico que, en algún momento, pudo haberla encasillado. Sin embargo, la cantante riojana no deja de abrir puertas y sumergirse en universos desconocidos a los que asiste con una sonrisa amplia, tan amplia como el espectro de su llegada a un público que la acompañan en esta y que, seguramente, lo hará también en las aventuras que están por venir.
De allí que, a pocos meses de haber dado a luz a su trabajo «Clásicos del Tango», en el que realizó un minucioso recorrido por canciones fundamentales a las que les puso cuerpo, alma y corazón, ya comienza a proyectarse hacia lo próximo, hacia lo que viene, hacia ese futuro posible y palpable en el que también quiere inscribir su nombre. Y desde ese lugar, plantarse aquí, en el hoy, en el ahora que ya comienza a dar sus frutos al ritmo del 2×4.
«Fue una etapa de mucho estudio, como un volver a empezar y entrar a un mundo totalmente distinto, conocer a la gente del ambiente del tango, conocer a los músicos que tienen otros códigos», cuenta Mariel en la tranquilidad de su hogar, abriendo de par en par las puertas de su espacio a 1591 Cultura + Espectáculos. La afirmación, claro está, hace referencia a esta nueva instancia que encara y que derivó en un trabajo discográfico minucioso, obsesivo, al detalle. Es por eso que no duda en sostener, casi al mismo tiempo, que esa tarea «ha cumplido con las expectativas que tenía; en la preproducción, en la elección de los temas, en el estudio para hacer un producto totalmente diferente a lo que venía haciendo». Y, también, en lo trascendental que supone para la cantante «contar con el apoyo de mi familia, de mi esposo, que siempre me está animando».
«Fueron dos años de estar entre estudiando e ir a grabar. En el medio tenía actuaciones también, entonces las grabaciones se iban postergando», cuenta respecto del proceso de «Clásicos del Tango», que implicó también una intensa tarea en cuanto a amoldarse a las nuevas formas. «Tenía que acostumbrarme a cantar con pistas, que es otra cosa. Era raro saber que estaba sola y tener que valerme de eso, que si cambiaba el fraseo nadie me iba a seguir; pero en cuanto a todo lo que fue la grabación, considera que «es un lujo el que me di de poder grabar un disco como este, con músicos de primer nivel de Buenos Aires, y en estos tiempos que corren».
Parte del desafío asumido en un doble sentido: por un lado quitarse las vestiduras de su historial junto al folklore, con el que estuvo estrechamente ligada desde los comienzos mismos de su ya extensa carrera y, en rigor de verdad, desde los comienzos mismos de su vida, aferrada siempre al destino musical que le heredó su padre, el Chango Valdez. Por el otro, tomar con responsabilidad plena el reto de sumergirse en un universo tan intrincado como el de la música ciudadana, asumiendo con absoluta naturalidad el peso de una historia y tradición extraordinarias.
«Me encantó conocer este nuevo mundo; creo que lo que más me gustó es el modo de expresión, que no lo puedo hacer con el folklore. En el tango me siento como que lo hubiera cantado siempre, me siento en mi lugar ahí, mucho más que en el folklore, lo siento natural, no fue un paso traumático. Sí tenía miedo en su momento que un tango mío se pareciera a una zamba, pero creo que me adapté bastante bien, y me siento muy cómoda en donde estoy», afirma desde un lugar en el que se sostiene con esa seguridad que tiene que ver, también, con un proceso de maduración. «Me encanta esa sensación de enfrentar las inseguridades, ir y hacerlo, y que la gente que antes nos seguía en el folklore, ahora nos siga en el tango».
Esa aceptación de su público es, al mismo tiempo, un empuje, un envión que le permite proyectarse hacia el sueño de lo próximo, donde le gustaría ir variando los ritmos. Siente que el hecho de que la gente cante con ella «Caminito» es un logro insuperable, pero entiende también que los grabados eran los tangos con los que se sentía más familiarizada y que está lista para dar un salto más, que podría llevarla hacia la milonga.
No obstante, y en relación al proceso de selección de los temas de su último trabajo discográfico afirma: «siempre trato de buscar, para hacer una buena interpretación, que la canción tenga que ver conmigo, desde la forma de pensar, desde el ponerme en el lugar del autor. Uno trata de escribir también ese tipo de cosas, por eso buscaba que las canciones se relacionen con mi manera de pensar, de sentir. El tango tiene mucho de eso de la traición, entre amigos por ejemplo, y yo me pongo en ese lugar, me ha pasado, se cómo se siente, se lo que puede llegar a doler y cómo eso se puede canalizar en una canción; buscaba eso, que me duela cuando cante porque si no es como que no tiene sentido».
TIEMPO DE DESPEGUE
Lo diferente, lo innovador, los desafíos que encuentra en lo desconocido, son cuestiones que desvelan a la cantante como un sinónimo de evitar el estancamiento en su carrera musical. Pero también son un punto de partida hacia un nuevo universo en el que Mariel Valdez se asume Mariel Valdez y se hace cargo tanto de sus certezas como de sus incertidumbres, tanto de sus aciertos como de sus errores. «Todo hace a un conjunto que te lleva a crecer, a mejorar y sobre todo a no quedarse, mucho más en La Rioja, donde todo se hace a pulmón. Nunca entré en el circuito de los artistas del Gobierno, sin embargo nuestros discos estuvieron en sellos nacionales como Pop Art y Art Music; eso tiene otro valor». Pero no sólo se trata de eso para la reconocida cantante riojana. Se trata, también, de un camino de maduración.
«Siempre tuve la ayuda de mi papá y de mi hermano y siempre valoré mucho eso y lo seguiré haciendo, pero ahora siento que es momento de que me suelten. Se puede decir que hay una maduración, un despegue. De todas formas mi papá estaba, él no puede no estar. Él siempre ha sido mi profe de canto y es increíble cómo a veces me simplificaba y resolvía las cosas. Siempre los voy a necesitar, pero quería probarme a mí misma, quería probar que podía hacerlo sola; ahora siento que ya me animo a todo», afirma y recalca la importancia de tomar cada desafío con el nivel de seriedad que corresponde y como parte de un crecimiento constante.
«Este proceso en el que siento que he crecido mucho en cuanto a la parte vocal, también me ha ayudado mucho a madurar como persona, a aceptar las cosas que te pueden pasar, a entender que para todo hay un tiempo; así es como aprendí a ser un poco más paciente, a escuchar más y eso me sirvió para poder tomar las riendas de lo que quiero hacer. Son etapas, siento que ya no soy esa nena que necesitaba todo el tiempo de su papá y de su hermano; ahora siento que puedo hacerlo sola y sé que en este disco se nota ese crecimiento de interpretación, de maduración, incluso en lo sentimental».
Ocurre que, más allá de la cantante, existe también la mujer que se asume como tal. «Todo lo que te pasa en la vida influye. Antes, cuando aún no era madre, había cuestiones que quizás no me llegaban, pero ahora hay cosas que me llegan de otra manera; empezás a entender un montón de cosas que antes no entendías». Y en ese entender, queda también una convicción irrenunciable: «Lo he pensado muchas veces, pero no podría vivir sin cantar».
Y es que el canto, para Mariel, es un pulso vital y una forma de vivir la vida haciendo frente a lo cotidiano y sus circunstancias, en las que muchas veces ingresan también las determinaciones asociadas a los prejuicios, mucho más si se remonta al tango a sus principios mismos, dominado íntegramente por el hombre. Allí decide insertarse, justamente, la cantante riojana, haciendo caso omiso a lo ya establecido, rompiendo estructuras a la par de otras tantas voces femeninas que dejaron su impronta en la música ciudadana. «En la historia del tango siempre hubo mujeres que fueron muy fuertes, pero que siempre estuvieron relegadas. No es fácil, pero las cosas van cambiando de a poco y no sólo en el tango. En el folklore, durante años me pasó de ser la única mujer en una grilla, habiendo tantas mujeres que merecen tener un lugar. Por suerte vienen ocurriendo cosas positivas» sostiene, aunque desde un lugar de búsqueda plenamente consciente.
«Creo que también he sido siempre un poco desafiante, a la hora de cantar es como si fuera otra persona. La verdad es que cantar me gusta mucho y muestro otra personalidad. Es por eso que a futuro estamos pensando en un festival de tango en La Rioja. Quiero apuntar a la Ruta Internacional de Tango, pero entiendo que un poco el problema es el machismo. He notado muchas veces en el ambiente del tango ciertas cosas, como que vos sos mujer y tenés que ir para atrás. No me gusta ese manoseo que se hace con las mujeres, ese intentar relegarlas. Ese tipo de cosas son feas, pero yo sigo haciendo la mía».
Esa misma determinación para seguir en el camino elegido, es la que pone a la hora de buscar nuevos horizontes que le permitan seguir creciendo y, al mismo tiempo, abrir puertas que, a su vez, abren otras puertas. «Me encantaría poder ir afuera del País, que vengan esas propuestas como las que ya tuve el año pasado, cuando tuve que decir que no, porque eran más de dos meses y medio y mi hijo recién empezaba la primaria», cuenta, evidenciando también el compromiso con ese rol de madre al que tampoco está dispuesta a renunciar. «Estamos esperando eso, y poder contar también con el apoyo de alguien que vea la posibilidad de explotar este arte, que es un de exportación. La Rioja tiene a Caminito, que se puede explotar y no se hace nada. Además la Provincia cuenta con tangueros que andan muy bien, como Christian Díaz Vidal, María Rosa Carra o Carlos Ferreira, que para mí es excelente. En Chilecito conocí a un trío que se llama Derecho Viejo y me gustaría poder cantar con ellos, unificar. Tal vez el año que viene podamos concretar algo juntos. Me gusta innovar; no quiero hace lo que hacen todos, quiero cantar lo que me gusta. Y uno, mientras haga cosas, va a tener más posibilidades».
Segura, tranquila, cómoda. Pero constante. Así es como Mariel Valdez encara su día tras día; hacia ese futuro que continúa escribiendo en este presente al que interpreta con solvencia, como a cada uno de los tangos que eligió para su primer disco en un género que, cualquiera podría afirmarlo, le era ajeno, pero que siempre sintió como propio. Con naturalidad, con la misma naturalidad con que las notas fluyen desde su voz hacia un afuera posible de acordes clásicos que ahora le pertenecen.
EL FOLKLORE, SIEMPRE
Seguimos con el folklore. Empezamos con mi hermano a armar temas nuestros, pensando en la Chaya. No quiero ir a cantar otra vez lo mismo. Lo más difícil en La Rioja es hacer algo nuevo, pero creo que es porque no se animan, buscan el aplauso fácil. En plena Chaya decidí hacer otra grilla, hacer una canción de amor y fue el tema que más gustó, que más aplaudieron.
REFERENTES
En cuanto a las mujeres del tango me gusta mucho Virginia Luque. Muchos me dicen que les recuerdo a ella, somos muy pasionales para cantar. El polaco Goyeneche y Hugo Marcel para mi son los mejores, Jorge Falcón, Julio Sosa, hay varios. Uno canta lo que a uno le gusta, pero también lo que a la gente le gusta. Vamos probando, pero creo que vamos bien.
DECIRLO DE LA MEJOR MANERA
Me gusta estudiar mucho la letra. Me gusta saber a qué le estoy cantando, por qué, en qué ambiente, qué me genera a mí para poderlo interpretar, ver el tema de los fraseos. Hay que decirlo más, no cantarlo tanto. No se trata de mostrar todo el caudal de voz, sino decirlo de la mejor manera. Son historias, toda una obra, un comienzo, un desarrollo y un final.
DISFRUTAR
El tema pasa por la continuidad, por no quedarte. Sabemos que ya no existen las grandes productoras, que todo pasa por uno, por explotar uno en las redes. Lo vamos a intentar, buscamos trabajar en lo que se pueda con la música, es lo que disfrutamos. Aprendí a disfrutar y que las cosas se den si se tienen que dar, es parte de la maduración. La fama termina siendo efímera. Al otro día seguís con tu vida.
(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura + Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)