Una reseña para el libro «Con el corazón en las manos» del escritor cordobés José Antonio Novo.
Por Fernando Viano – Fuente: www.nuevarioja.com.ar / 1591 Cultura+Espectáculos
“Una bailarina en puntas de pie / provoca un estruendo en el alma / parecido al vuelo de la mariposa / que no sabe que morirá hoy” (JPN).
La primera vez que leí a Pepe Novo con sus “Papeles del Café Gijón” sentí que estaba frente a la presencia inevitable de una búsqueda igualmente ineludible de hallar la respuesta para la pregunta: ¿de qué estamos hechos los seres humanos? Luego de bucear una y otra vez entre las páginas de aquel libro de lectura indispensable sentí que había, incluso, una pregunta anterior, fundacional casi, que vendría a disipar aquella duda prácticamente existencial: ¿de qué otra cosa podemos estar hechos los seres humanos que no sea de memoria?
La memoria, como el vuelo de la mariposa que no sabe que morirá hoy (parafraseando a Pepe), provoca siempre un estruendo en el alma que solo puede compararse con la contundencia de estar renaciendo aquí y ahora. Renacer, como despertar. Despertar, como redescubrir lo verdaderamente fundamental, eso que por el maldito adormecimiento de lo cotidiano (y la tarea fina y constante de los perversos de siempre) solemos desatender, habilitando así el paso a lo intrascendente que habita en lo superfluo, de lo nimio que puede llegar a convertirse en atroz pesadilla cuando permitimos que se activen los mecanismos de lo cruel que habitan aún en las mentes de algunos trasnochados que, en ese contexto, logran imponer fraudulentas metodologías que no pretenden otra cosa que arrasar con todo lo conquistado (mucho sabemos de esto, lamentablemente, en nuestros actuales días).
Así de grave, así de peligroso resulta el hecho de dejar de ejercer la memoria que somos, sencillamente porque nuestra memoria es, también, la invención del otro. Un otro sin el cual, además, jamás podríamos ser.

Estas primeras reflexiones me llevan -ahora sí- directamente a “Con el corazón en las manos”, esta nueva entrega poética y narrativa (en modo de aguafuertes, crónicas y encuentros) de Pepe que es, en todo el sentido de la palabra, “su entrega”, porque claro está no puede ser de otra manera. Así es Pepe. Así va por la vida: con el corazón en las manos.
Hay libros que se presentan ante el lector (y este es uno de ellos) como un mapa emocional, como una cartografía del sentir donde cada palabra es un latido, cada imagen un recuerdo anclado en el alma. Memoria. Todo memoria trayendo al presente la fuerza y la agudeza del decir de quien, en su sustancia, es un incansable explorador del delicado arte de expresar lo humano en todas sus dimensiones, pero también del decir sin vueltas, sin eufemismos sobre el amor, el horror, la lucha, la pérdida, las ausencias, las presencias, la nostalgia, el dolor, la bronca, la suavidad, la esperanza. Y más aún. Todo está allí, entre sus dedos, moldeando las palabras. Y las palabras bien moldeadas, se sabe, no solo enriquecen el lenguaje sino que también elevan la escala de valores que dan forma a lo colectivo, frente al resquebrajamiento de los tejidos sociales por parte del salvajismo y la beligerancia anárquica en la escena pública.
Pedro Flores, escritor nacido en Las Palmas de Gran Canaria que fuera galardonado en 2023 con el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández por su poemario “Tocar de oído”, afirma que “el efecto que un buen poema debe causar en el lector es incomodarlo; debe molestarlo. Un buen poema normalmente suele y debe ser incómodo; debe ser una patada al estómago del lector. El lector no puede cerrar un libro de poesía o terminar la lectura de un poema sin que ese poema haya suscitado en él esa incomodidad”.
En lo personal, no puedo imaginar una poesía, una narración de Novo que no cause ese efecto. Y allí radica, muy probablemente, lo estrictamente indispensable de su lectura, entendiendo esa “lectura” como el estar frente a frente con su visión del mundo, anclada a la inquieta vitalidad de su andar por los días, sin dejar que nada se le pase de largo, mucho menos aquello que debe ser recordado como una premisa de lo existencial. La memoria -una vez más-, como un engranaje de supervivencia y, al mismo tiempo, como un límite exacto, preciso a la insoportable levedad de la indiferencia y el retroceso, la degradación del lenguaje que tendemos a naturalizar.
DESGARRARSE LOS OJOS
No es novedad -tampoco lo es en “Con el corazón en las manos”- que Pepe despliega en su escritura una vehemencia de notable profundidad. Sus poesías son destellos de nostalgia y amor, pero también la fractura expuesta de la ausencia y la resistencia frente al abismo. La palabra puede convertirse a veces en refugio y otras veces en herida abierta, pero por sobre todas las cosas, la palabra de Pepe es un testimonio indispensable que oscila entre la ternura y el desgarro, entre la brevedad y el estallido del amor, entre “la puta muerte” y el horror, los 30 mil viviendo en Juan, en Olga, en Pedro, en Claudio, en Graciela, en Antonio, en Ana y en tantos otros y otras a los que el escritor nombra, porque el escritor les pone nombres en su memoria y en la memoria de todos para que ya nadie, siquiera, haga el más mínimo intento de querer volver a mancillarlos.
Queda claro: no se trata simplemente de detenerse en la contemplación sensible del mundo. Se trata de ser parte, y en ese ser parte desgarrarse los ojos, la piel, los sentidos para llevar al lector hacia un extremo en el que el olvido y la fugacidad no son opciones válidas sino todo lo opuesto. Es entonces cuando la memoria cobra la esencial existencia de lo que respira, de lo que late, de lo que vive y de lo que se mueve como un monstruo por nuestros espacios interiores. Esa memoria, que irrumpe también con la fuerza de la crónica, es tan importante para la humanidad como las raíces que sostienen de pie a un árbol.
Desde ese lugar, el escritor se posiciona como el espectador minucioso pero activo de una realidad que muchas veces duele y otras tantas conmueve. Sus textos atraviesan la historia, la injusticia y la infamia con una voz que se sostiene entre la denuncia y la evocación tierna, en un reclamo que resuena como un eco de muchas voces que pretendieron ser silenciadas por la historia, pero también en el torrente sanguíneo de lo propio. Desde relatos de exilios y desapariciones hasta estampas urbanas de una cotidianidad que se resiste a la apatía, las poesías, aguafuertes y crónicas de Pepe son un espejo donde el pasado y el presente dialogan sin concesiones, y en el que el autor ejerce como una suerte de cronista poético, narrando episodios que, aunque marcados por la crudeza de lo que nos pasa, no pierden la belleza de un estilo que escapa a las treguas, a las licencias, a las tibiezas, en nombre de una pasión (el corazón en la mano) que aglutina. En la poesía, el autor se expone sin reservas, con una sinceridad que estremece; en las aguafuertes y crónicas, su pluma adquiere un tono crítico y a veces feroz, sin perder nunca la sensibilidad que atraviesa toda su obra, ese ya mencionado delicado arte de expresar lo humano y que refleja su capacidad para transmitir emociones universales con una simpleza inquietante. Es la honestidad, en definitiva, lo que dota a su escritura de una potencia única, capaz de atravesar al lector y hacerlo partícipe de sus propias emociones.
Dimensión humana. A través de las palabras de Pepe, se pone en marcha un viaje en el que la nostalgia y la memoria son puentes que el autor construye, casi inconscientemente y en el devenir de lo cotidiano, para llevarnos a uno y otro lado de su propia nostalgia y su propia memoria, en un derrotero compartido por la claridad de sus visiones y, al mismo tiempo, por la generosidad de las vivencias vueltas anécdotas y que, ahora, se comparten con un lector que va descubriendo las vidas, las historias y los paisajes que lo abarcaron desde siempre. Pero por sobre todas las cosas, el testimonio vital de una parte de nuestra historia que aún nos duele y que no podemos ni debemos relegar ni desatender.
“Con el corazón en la mano” es, en suma, un viaje por la memoria y la identidad, por el amor y la lucha, por la belleza y el dolor. Eso que nos obliga a preguntarnos ¿de qué estamos hechos los seres humanos? Pero también es una obra que se lee con la piel erizada, con el alma en vilo y con la certeza de estar ante un escritor que no solo observa lo que lo rodea, sino que a eso que lo rodea lo transforma con sus palabras como evocaciones, porque no podemos estar hechos de otra cosa que no sea de memoria. Una vez más, José Antonio Novo nos entrega uno de esos libros donde cada página es un testimonio de vida (de su vida y de la de todos), una invitación a mirar con otras profundidades, a sentir con mayor intensidad y, sobre todo, a recordar que la literatura sigue siendo un espacio de resistencia y de verdad. Que el lector se disponga a caminar estas páginas con el corazón abierto, con el corazón en las manos, porque Pepe nos invita, en cada una de sus palabras, a sentir y recordar, a no olvidar. Y, sobre todo, a ser la invención del otro sin el cual no podríamos ser.
EL AUTOR
JOSÉ ANTONIO NOVO NACIÓ EN DEÁN FÚNES (CÓRDOBA). PERIODISTA, POETA Y COMPOSITOR. TRABAJÓ EN DIARIOS, REVISTAS, RADIOS Y CANALES DE TELEVISIÓN DE CÓRDOBA Y BUENOS AIRES. COLABORÓ EN DIARIOS Y REVISTAS DE ZARAGOZA Y BARCELONA (ESPAÑA) EN LA DÉCADA DEL ‘70. PUBLICÓ LOS LIBROS CANTO DE UN HOMBRE SOLO (EDITORIAL SOL URBANO), HOMBRE DE PAN Y LUZ (EDICIONES DEL BOULEVARD) Y PAPELES DEL CAFÉ GIJÓN (BABEL EDITORIAL). PRESENTÓ LOS ESPECTÁCULOS POÉTICOS-MUSICALES CANTO DE UN HOMBRE SOLO Y EN NOMBRE DE TODOS EN DISTINTAS CIUDADES DE LA ARGENTINA, JUNTO A NOTABLES MÚSICOS CORDOBESES. FUE SUBSECRETARIO DE CULTURA DE LA MUNICIPALIDAD DE CÓRDOBA Y DIRECTOR DE PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.