La mirada que desgarra

Una reseña para el libro de poesías «En el aire», de la escritora Valeria Sardi.

Un ahogo. La asfixia. Esa opresión. El instante previo al instante final. El instante posterior. Un grito. Lo que vive. Lo que ya no. El ir y venir, discurriendo. El tiempo que se detiene. La palabra. Siempre la palabra. Aún en el silencio. En el espantoso silencio que nos dice. En lo estupefacto. En lo estático. Cuando el oxígeno falta. Incluso en el oxígeno. El dolor. Allí, en ese intersticio en el que la poesía extirpa para sí -y para nosotros- un último gesto, una señal de mínimo pulso abatiéndose contra los demonios (pero también contra los santos) de un precipicio que no nos termina de abismar. 

Así es como se va deslizando (y deslizarse no es aquí sinónimo de un viaje de ocio) la lectura a través de las páginas de «En el aire» (Ediciones Del Dock, 2020), la más reciente publicación de la Profesora y Doctora en Letras Valeria Sardi. No hay complacencias en su conjeturar; no hay beneplácitos ni concesiones. Hay, en cambio, una mirada que se desgarra, que se desprende de la piel de su vital esencia, disociada entre lo que busca afianzarse a la memoria del jardín, viendo la parra crecer, el gato, la niña, la joven; y el horror de los cuerpos (de mujeres) arrojados a la descomposición, producto de una violencia (machista) incomprensible pero latente, permanentemente latente. 

Para eso escribe Sardi. Detrás de eso va su decir. En busca de comprender o, al menos, de dejar testimonio del abismo. Pero también como una manera de sentirse viva frente a todo eso que huele a podrido, a extinción, y de rescatar el aliento de esas figuras emotivas debajo del aroma de la vid, soñando un sueño a colores, porque allí es donde queda la vida, fuera de la jaula de hierro, donde la soledad retumba como un grito y decir «no» es igual a firmar una sentencia de muerte. 

«En el aire», de Sardi, es un manifiesto más de la resistencia femenina (y de la resistencia en general). Pero sería un error, no obstante, pretender tal reduccionismo. Ocurre que la escritora propone, además, un complejo juego de tensiones en el que la poesía se erige en herramienta y mecanismo de sustento para un mensaje que hace uso, por momentos, de lo superficial que puede suponer lo cotidiano para anclar luego en una profundidad que abruma, conmueve y, al mismo tiempo, alumbra. 

La poesía de Sardi en este libro es, en suma, como esa bocanada de aire que puede ser la última, pero también la primera, la que inaugura, la que nos nace. Un abrir los ojos para ver más allá de lo que a simple vista se ve (para leer más allá de lo que a simple vista se lee). Pero también el ahogo. La asfixia. Esa opresión. El instante previo al instante final. El instante posterior. Un grito. Lo que vive. Lo que ya no. El ir y venir, discurriendo. El tiempo que se detiene. La palabra. Siempre la palabra. Lo que en definitiva somos. Lo que quedamos y lo que no, flotando en el aire.

Dos mujeres fuman

bajo la parra

el sol apenas se siente

y en ese humo

que las envuelve

añoran una vida sin tiempo

donde solo la luz de la tarde

las deje estar ahí

apenas, todavía

juntas.

A Melisa y Mónica

LA AUTORA. Valeria Sardi (1971). Poeta y ensayista. Profesora y Doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata, donde se desempeña como docente e investigadora en temas vinculados con la formación docente en Letras y los estudios de género. Autora de numerosos artículos, compilaciones y libros en relación con su especialidad. Ha sido galardonada en el año 2012 con el Segundo Premio Nacional de Ensayo Pedagógico Producción 2008-2011, por su libro Políticas y prácticas de lectura (Miño & Dávila, 2011). Como poeta ha publicado «Morada» (Ediciones la yunta, 2013); «Las formas del día» (Ediciones del Dock, 2016) e «Inviernos» -en coautoría- (Ediciones del Dock, 2017).

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