Límites difusos

Una reseña para el libro «Puntos Sueltos», última publicación de la escritora riojana Cecilia Pagani.

Cecilia Pagani lo hizo otra vez. Sí, otra vez. Con esa facilidad, con esa soltura, con esa insolencia, con ese atrevimiento. Para ella, para la escritora, desparramar la «basura» de lo cotidiano sobre la mesa resulta una tarea tanto más sencilla de lo que para nosotros contar hasta diez. Para ella, para la escritora, es uno más uno. Para nosotros, el resumen perfecto de cómo debe entenderse la complejidad de una palabra ocupando un espacio, ese espacio, y no otro. Mucho más cuando de microficción se trata. 

Y es que, en rigor de verdad, cada uno de los pequeños relatos contenidos en Puntos sueltos» son como un golpe seco que sacude las neuronas del costado más esquivo del entendimiento, interpelando de lleno a la comprensión, poniendo contra las cuerdas al raciocinio, pero exponiendo también con maestría (la maestría literaria a la que nos tiene acostumbrados) una crueldad que se reproduce a diario e impide, al mismo tiempo, eludir nuestra cuota parte de culpabilidad consentida. 

Hay tanta cruda realidad desparramada por las páginas del último libro de la escritora riojana, tanta dureza humana atravesando a cada uno de los cuentos, que nada ni nadie podría escapar al minucioso catálogo de monstruosidad al que asistimos -y alimentamos- a diario, en la mayoría de las veces con una pasmosa indiferencia que, sin embargo, no nos hace menos cómplices, sino todo lo contrario. De allí que, como bien lo señala la reconocida escritora Patricia Nasello en la contratapa del libro, «Puntos sueltos necesita que su lector mantenga una actitud atenta y osada frente a sus micro-narraciones». Radica allí, con total certeza, la mayor conquista de Cecilia Pagani. 

En un mundo insensible y apático, en el que casi nadie suele mirar más allá de los contornos de su propio ombligo, la también autora de Cautivos -novela fundamental, si las hay- vuelve a ponernos frente a frente con la incontrastable necesidad de hacernos responsables no sólo de nuestros monstruos, sino también de los monstruos ajenos, en un arrojo de vital solidaridad, aunque más no sea en clave de desgracia. 

Porque si hay algo que termina por mostrarnos la escritora, es que somos tan vulnerables al amor como al odio, a la compasión como a la impiedad, a la bondad como a la perversidad, a la justicia como a la arbitrariedad. Porque si hay algo que termina por mostrarnos la escritora es que somos ángeles, pero también demonios. Héroes y villanos. Víctimas y verdugos. En esencia, seres antagónicos. Animales solitarios tratando de recoger del lodo nuestros puntos (cabos) sueltos para armar el rompecabezas de una existencia fragmentada por el dolor y la felicidad,  por la felicidad y el dolor, en simultáneo. Y el incansable juego entre la vida y la muerte, oscilando siempre entre los límites difusos de una y otra. 

Y es que, después de todo, ¿hay otra cosa que separe a la vida de la muerte que no sea un mínimo suspiro, un cabo suelto, no hallado, y que termina por desequilibrar al resto, en suave caída de dominó o en implosión incontrolable? Cecilia Pagani lo hizo otra vez. Y nos lo deja, una vez más, así de claro.    

LA AUTORA. Cecilia Pagani (La Rioja, Argentina, 1964) es Licenciada en Letras y profesora en el Instituto Superior de Formación Docente «Albino Sánchez Barros». Ha escrito cuentos y novelas. Sus cuentos han aparecido en varias publicaciones y en diferentes antologías. Ha recibido premios y menciones en concursos literarios de Argentina y México. Es autora del libro de cuentos El Cruce del Umbral (2014) y la novela Cautivos. Sus novelas Interiores y Las Preciosas son aún inéditas. Puntos Sueltos se editó en diciembre de 2019 (Macedonia Ediciones).

(La presente reseña fue publicada en el suplemento 1591 Cultura + Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)

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