La escritora y directora de cine italiana fallecida este año escribió en 1963 «Con rabia», en la que ficcionaliza sus días posteriores a la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de Florencia.
La escritora y directora de cine italiana Lorenza Mazzetti escribió en 1963 «Con rabia», la obra que hoy vuelve a editarse y en la que ficcionaliza sus días posteriores a la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de Florencia junto a su hermana, cuando se convirtieron en las sobrevivientes del exterminio por parte de los nazis de sus tíos y primas.
«Con rabia» puede leerse como la continuidad de «El cielo se cae», la novela en la que se dedicó a su infancia y que fue llevada al cine años más tarde con Isabella Rossellini como protagonista, pero también como la segunda pieza de la trilogía que completó con «¿Puede prestarme su pistola, por favor?» publicada en 1969.
La novela que llega a la Argentina de la mano de la editorial Periférica está traducida por Natalia Zarco y encuentra a Penny, la protagonista de la trilogía, en una casona ubicada a orillas del río Arno junto a su hermana Baby y a Elsa, la cocinera que queda con la responsabilidad de cuidarlas luego de la matanza de sus tíos y primas, con quienes vivían por decisión de su padre luego de la muerte de su madre.
Esta protagonista vive su adolescencia y entrada a la juventud aferrada a la complicidad construida con su hermana Baby y con irreverencia y desacuerdo ante las convenciones que la esperan por ser mujer, que se combinan con el intento por procesar el dolor por los fusilamientos de su familia adoptiva.
«Los muertos por muerte violenta no mueren. Sólo nosotros, los que estamos vivos, somos los muertos; presa de convulsiones me debato entre unos y otros», reflexiona Penny y es entre ese intento que avanza su ida a la escuela, su descubrimiento de autores a los que vuelve como Kafka, Camus o Sartre o su encuentro con una forma de seducción que rompa con los comportamientos establecidos en ese período de posguerra.
Sin duda es Baby la otra protagonista de «Con rabia», esa hermana que oficia como compañera de preguntas, juegos y angustias pero que, a diferencia de Penny, no se vuelca a la lectura sino que prefiere que sea su hermana la que le cuente lo que lee, como si esas ficciones se volvieran posibles para ella cuando se convierten en un relato, en una narración de Penny.
Una de sus ultimas fotos.
Las dos vivieron el horror de los asesinatos de quienes las cuidaban después de la muerte de su madre, las dos viven en esa casona en la que los espacios por más grandes que se presenten no parecen dejar lugar para respirar y donde la muerte se instaló de manera brutal para convertirse en una pregunta que la protagonista no deja de invocar.
De esta manera se instala la posibilidad de la venganza: «No he ido a Alemania a matar al comandante del pelotón. No he vengado a mi familia. No he matado al profesor. No he tenido el valor de disparar contra nadie. Y lo que es peor, vivo con la angustia constante de que un pelotón de fusilamiento está preparado para asesinarme en cada esquina de calle».
Mazzetti (Florencia, 1927 – Roma, 2020) transforma la rabia ante la muerte en preguntas: ¿Cómo se procesa la muerte de los seres queridos? ¿Hay posibilidad de prepararse para la muerte propia? ¿Qué lugar darle a nuestros muertos?
Las respuestas parecen estar en cuestionar o replantearse la propia existencia: «Muero continuamente. ¿Tú crees que estás viva? ¿No ves que en esta ciudad están todos muertos?», le dice Penny a Elsa, la adulta que queda viviendo con las hermanas en la casona familiar.
La ciudad de Florencia también protagoniza la novela, ya que al recorrerla, la joven dice sentirse extranjera. En esa casa situada a orillas de Arno describe la angustia al pasear por la plaza de la Signoria o por los Uffizi y ver «las estatuas de grandes hombres a quienes los florentinos no se parecen en absoluto, como Machiavelo, Poliziano, Lorenzo el Magnífico…».
Considera a sus habitantes como «¡falsos-paletos-snobs-burgueses todo el día deambulando arriba y abajo por la calle Tornabuoni y tomando el té en Doney!» y se pregunta si todas las ciudades estarán «tan muertas» como Florencia.
Lorenza con su hermana gemela.
Con elocuencia y desparpajo, la joven sobreviviente protagonista de esta novela de Mazzetti describe a la sociedad de la posguerra como aquella en la que prevalece «su calma presuntuosa de ¡indiferente-reaccionario-democrático-burgués-católico-intelectual!».
Llama a esta forma de vida «la filosofía de la Coca Cola», donde asevera que «superado el fascismo, se extendió el mito de ser normales, de vivir relajados, de disfrutar, de conseguir un coche».
Es allí donde decide que cuestionará el rol asignado a las mujeres y dice que ante que la indignación y la indiferencia, elige la indignación, sentimiento que de alguna manera comparte con Fabrizio, un lector del que se enamora cuando la acerca a los libros de Camus o Kafka pero que luego cuenta que la deja sola con su responsabilidad y su memoria haciendo que su cielo se caiga.
Penny, el alter ego de Lorenza Mazzetti, fue construido por la guionista, escritora y directora de cine en la novela «El cielo se cae» publicada en 1961 y la llevó a ganar el Premio Viareggio en 1962.
Las dos tienen una hermana gemela, la de Mazzetti es Paola, con quien quedó, tras la muerte de su madre, al cuidado de la hermana de su padre que estaba casada con Robert Einstein, primo del famoso científico. Ambas se convirtieron el 3 de agosto de 1944 en las sobrevivientes del asesinato de esos tíos a manos de un destacamento de soldados de las SS que entró en la casa de campo de los Einstein, junto a Florencia, y mató a la mujer y a las dos hijas de Robert, que murió al día siguiente.