Pequeña gigante

Entre la gimnasia, la docencia, la acrobacia, la actuación, el cheerleading y el Circo Azul, Yanina Campos, la «Peque», se abre espacio. Inquieta y multifacética, pero siempre comprometida con cada proyecto que emprende, comienza a inscribir su nombre en el amplio firmamento artístico. Con sello propio. Y con un impulso que, entre otras cosas, la llevó a ser parte de uno de los hitos cinematográficos más importantes de la rioja. Un antes y un después. Para ella y para la geografía en la que habita.

Sueña en grande. Y desde ese soñar, desde ese anhelar se proyecta hacia el futuro; traza su camino. Va más allá del horizonte visible. Pero, siempre, con los pies en la tierra. Disfrutando y aprendiendo del proceso, del transitar que la encuentra llenando diferentes espacios, todos con el mismo amor, con la misma entrega, con el mismo compromiso y el mismo profesionalismo que la llevó a ser parte de uno de los proyectos cinematográficos más ambiciosos de los que se tenga memoria por estos pagos: «Hombre Muerto», la película protragonizada por Osvaldo Laport que se filmó íntegramente en La Rioja y que la tuvo como co-protagonista, en su primera experiencia en la pantalla grande. Tan grande como sueña.

El nombre de Yanina Campos (la «Peque») resuena con peso propio, ocupando un territorio de privilegio que en nada puede ser considerado casual. La causalidad de su incansable manera de hacer es la que la puso, precisamente, en el momento y el lugar indicados para dar paso a una nueva instancia en su vida: «un antes y un después», como afirma a 1591 Cultura+Espectáculos en un encuentro en el que deja fluir su alma en forma de palabras, entregando la plenitud de su esencia en cada expresión y dejándose a la emoción de saberse en un tiempo de cosecha, luego de haber transitado una vida dedicada a ofrecer lo mejor de ella misma, sin límites en la entrega y llevando siempre al borde las posibilidades de su cuerpo.

Desde muy niña, cuando contaba apenas sus primeros 5 años, tuvo su primer contacto estrecho con lo que la marcaría para siempre y determinaría, al mismo tiempo, una búsqueda de superación constante. Por aquel entonces, junto a sus padres, vivía en el barrio Hospital, muy cerca de la Dirección de Actividades Recreativas y Deportivas (DARD) y de una amiga, Andrea, que le enseñó algunos movimientos de gimnasia artística. A los seis años, la «Peque» ya estaba compitiendo en Chile, en el marco de los Juegos Trasandinos. «No llegaba de paralela a paralela de lo pequeña que era» recuerda. Pero aquellas experiencias le hicieron sentir que esa actividad «estaba dentro de mi cuerpo», algo que terminó de comprobar luego de practicar otras disciplinas deportivas como Bicicross o Patinaje Artístico. «Era la Gimnasia la que me llevaba».

De aquellos comienzos en la DARD a su paso por el Polideportivo de Vargas, su crecimiento se fue acentuando día tras día, sumando luego entrenamientos en la provincia de Córdoba, hasta que llegó el momento de decir basta, a los 15 años. Un año más tarde, la aparición de Marcos Vega y el Circo Azul le abrió las puertas a una nueva instancia en la que se convirtió en referente indiscutible (tal como lo sigue siendo hasta el día de hoy). «La mayoría de los que empezamos aun seguimos; el Circo Azul es una de las partes más importantes de mi vida. Me vieron crecer, me ayudaron a ser lo que hoy soy. El circo me fue llevando a sacar la timidez, a aprender a bailar, a actuar, a convivir con mis compañeros, a trabajar con ellos, a trabajar en grupo, a tener contacto con el otro».

En definitiva, el Circo Azul fue parte fundamental de un proceso de maduración que, sin embargo, fue vivido «como un juego; nos acostábamos tarde, después de entrenar y nos levantábamos temprano para ir a la escuela. No tuvimos la experiencia de los adolescentes que van a bailar, pero si de estar permanentemente en grupo, de hacer cinco actuaciones seguidas. Y sé que no cambiaría esa experiencia por nada. Tuvimos tiempo de hacer temporada en Buenos Aires, después del programa Talento Argentino; empezamos a trabajar mucho. No salíamos a bailar como un adolescente normal, pero nos divertíamos igual».

De allí, a la Universidad, con una primera experiencia en Psicología Organizacional que, a pesar de haber cursado y aprobado los dos primeros años, quedó trunca para dar paso al Profesorado de Educación Física. Yanina recuerda que fue un impacto para su familia aquel cambio, pero tampoco se arrepiente de aquella elección. «Mamá quería que fuésemos docentes o abogados», cuenta y de inmediato se afirma: «Era muy chica y ya me gustaba enseñar; también tenía eso en mí».

Hoy no se imagina haciendo otra cosa, porque «cuando algo te gusta, lo hacés, y lo hacés con mucho amor y terminás los proyectos». Y cuando habla de proyectos, sabe que son varios y que todos son, para ella, igualmente importantes, tal como el que se ha propuesto ahora: desarrollar a nivel competitivo el Cheerleading en La Rioja, una nueva exigencia que ocupa gran parte de su tiempo. «Después de 15 años que deje de competir, vuelvo a hacerlo» afirma y, de inmediato se afirma en sus objetivos: «Seguir compitiendo es mi sueño y seguir con este proyecto propio». Pero en el medio también la encuentra la actuación y la posibilidad de estudiar con los mejores maestros y seguir abriendo puertas para trabajar. Y a cambio solo pide que el cuerpo le «siga dando, más que todo para el Cheerleading; me autoexijo y exijo que la gente crea en este deporte que ya es un deporte olímpico. Es cierto que muchas puertas se me cerraron; pero es un deporte y me enfoco más en que se genere esto en La Rioja, que haya una estructura, una escuela, y cuando se genere, ya estaré tranquila para empezar con otro proyecto».

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Así, desde su esencia inquieta y multifacética, Yanina Campos acaba de escribir uno de los capítulos más importantes de su historia personal. La «Peque», como todos la conocen y como le gusta que la nombren, fue parte de un hito que marcará, además, un punto de partida para el desarrollo de la industria cinematográfica en La Rioja, para lo cual el Gobierno provincial viene trabajando intensamente a través de la Film Commission, con el objetivo de promocionar a la Provincia como lugar de rodaje y apoyar a las empresas y profesionales de la industria audiovisual en la logística de sus producciones.

La filmación de la película «Hombre muerto» la tuvo como protagonista junto al reconocido actor Osvaldo Laport, luego de haber superado el proceso de casting y la sorpresa de haber quedado seleccionada, tal como ella misma lo expresa.

«Fue rarísimo», cuenta cuando se le pregunta por el momento en que recibió la noticia. «Ese día estaba en el programa Festi Peques y tenía un segmento para conducir, pero también tenía un Zoom con Osvaldo Laport, con los directores de la película y con la directora de casting. Recuerdo que estaba bien peinada. Empezamos a conversar con Osvaldo, de la vida; pasamos una escena y me pidió que me soltara el pelo para ver el largo y yo le dije que no, que tenía una actuación con el circo. Después me despidieron, me empecé a pintar y la directora de casting me mandó un mensaje diciéndome si me podía llamar. Antes que me diga nada, le dije que estaba todo bien, que sabía que no había quedado, que estaba muy agradecida con todo. Y ella me dijo que, no, que había quedado, pero yo no entendía nada de lo que estaba pasando. Era una incertidumbre de no saber si había escuchado bien o mal. Hasta que presentaron la noticia en los medios y ahí dije verdaderamente que sí, que había quedado. Fue como estar en una nube, en un sueño que en mi vida nunca pensé que iba a poder cumplir. No estudié actuación, entonces más que un sueño era una responsabilidad de poder representar a mi Provincia. Por eso creo también que la peli es un antes y un después en mi vida personal».

Un antes y un después, afirma. Sin embargo, la «Peque» sabe mejor que nadie que no puede haber un después sin un antes en el que el esfuerzo y la dedicación hicieron lo suyo para llegar hasta este punto y proyectarse hacia los sucesivos. «Todos me preguntan lo mismo: cómo me hago el tiempo para hacer todo. No paro; mi cabeza tampoco, pero siempre estoy haciendo las cosas que me gustan hacer. Trabajo en lo que me gusta y uno, cuando hace lo que le gusta, se hace el tiempo». Esa es su fórmula y la comparte, al tiempo que se enfoca.

«Vengo trabajando desde chiquita; desde los 16 años que estoy con el Circo Azul, incursionando de a poco en la actuación, con el teatro, pero esto del cine es totalmente nuevo y por fortuna me tocó un gran director, (Andrés) Tambornino, una muy buena producción, compañeros de trabajo que me ayudaron y enseñaron mucho. Hasta el día de hoy no tomo conciencia».

Puede que sea cierto que aun no logra creerlo. Sin embargo tiene por demás claro que la experiencia de «Hombre muerto» le vale un enorme crecimiento personal y el desafío de «despegarse» con su nombre. «Hoy me conocen por mi nombre y eso significa muchísimo. En mi interior, sin darme cuenta, capaz tenía esa necesidad de lograr cosas sola y ahora siento que lo logré. Cuando me enfoco en algo y tengo un proyecto, trato de hacerlo de la mejor manera, con todo el respeto, la dedicación y el amor que le pongo a todos mis trabajos. La primera semana de filmación fue caótica, pero cuando pasó dije ‘lo logré, lo puedo hacer sola’. Y a medida que fue pasando el tiempo, pude sentir que sí, que me empiezan a conocer por lo que estoy logrando de manera individual, aunque siempre llevando la bandera de Circo Azul como estandarte. Es un crecimiento personal, totalmente».

Sueña en grande. Y desde ese soñar, desde ese anhelar, la «Peque» se hace gigante. Y disfruta del proceso. Por eso no duda en afirmar que la de «Hombre muerto» «fue una experiencia impresionante; me fui convenciendo y me fueron haciendo convencer con un cuidado espectacular. Una producción de otro lado, un trabajo diferente; tenía mi lugar, te cuidan en todo porque el actor es el producto que tienen para poder vender lo que ellos hacen. Me cuidaron, me respetaron muchísimo».

La «Peque» se agiganta. Crece. Se proyecta. Abre puertas. Y desde ese lugar al que llega por méritos propios, abarca nuevas posibilidades laborales que la tendrán, en enero, en a gran ciudad, en Buenos Aires, emprendiendo una nueva propuesta cinematográfica, denominada «Unicornio». En esta ocasión compartirá actuación con una referente de la talla de Nancy Dupláa, en una película que pondrá en pantalla los diferentes escenarios del amor y que tendrá música de otra reconocida artista en Latinoamérica: Julieta Venegas.

«Esta peli es un musical en el que tengo que bailar al final. Ojalá surja que me vean y surja también ese camino de bailar, de la acrobacia. No me cierro a nada y creo todo llega en el momento en que tiene que llegar», afirma. Y, desde allí, desde esa interioridad puesta al descubierto deja también un consejo: «Sigan estudiando; el título cuenta, el estudio que sea. Crean en sus sueños porque en algún momento se hacen realidad. Con mucho amor, con mucha pasión, con respeto, siempre hay frutos. Los proyectos y sueños se realizan y se realizan con mucho amor. No había soñado ser actriz, pero llegó».

ENTRE LA EXPECTATIVA Y LA EXIGENCIA 

Quiero poder seguir transmitiendo lo que tengo adentro; poder hacer mi caminito de a poco. Tengo la posibilidad de que se me abran puertas; en Buenos Aires hay muchas más posibilidades. Tengo la expectativa y quiero poder demostrar que lo puedo hacer, pero hasta que no llegue…Soy muy exigente conmigo misma; eso me fue llevando en mi caminito, con esa exigencia propia.

LO MEJOR QUE TENEMOS LOS RIOJANOS

En la película se van a encontrar con una «Peque» diferente, una «Peque» más señora, pero con ese amor que me caracteriza. Van a encontrar mucho amor, muchos paisajes, muchas escenas graciosas y otras que no lo son tanto; el amor intacto de una pareja, a pesar de la diferencia de edad. Van a encontrar a una Patricia muy enojona, pero también con mucho amor y muy sensible. Soy muy llorona, lloro por cualquier cosa, soy muy amorosa con mis amigos, mi familia, mi gente cercana y también soy muy enojona. Creo que no me podría haber pasado algo mejor que vivir esto, como primera experiencia, en mi provincia, porque en la película van a conocer también a una provincia hermosa y van a ver diferentes tipos de paisajes que también pude conocer a través de esta película. Es un orgullo, una felicidad, un respeto y una enorme expectativa de poder verla. Se grabó toda una película en La Rioja, no son partes. La gente de Buenos Aires se fue feliz, con ganas de volver y eso es lo mejor que tenemos los riojanos.

HUMANOS

Desde un principio, nos encontramos en una cena, en orígenes y fue una energía tan linda, un abrazo tan lindo, que me generó mucha confianza. Se generó una amistad. Nos conectamos mucho. Pasamos escenas en mi departamento; me ayudaban a que esté cómoda, a que me sienta tranquila. Cuando nos fuimos al Chiflón, estuvimos compartiendo una semana. Osvaldo (Laport) es muy amigo, podés halar con él de cualquir cosa; lloramos contándonos historias, uno va generando mucha amistad y ese referente se vuelve muy natural, muy humano. Cuando te juntás, compartís la mesa, el cubierto, el vaso, ves que somos todos iguales; son muy humanos.

EL DÍA A DÍA

Al personaje lo fui armando poco a poco, soltándome poco a poco, haciéndolo de manera natural poco a poco. Ellos lo querían de esa manera, natural. Le costó mucho a Osvaldo la primera semana ser un señor de pueblo, venía con otra estructura. Creo que por eso eligieron a una persona como yo, que no tuviera esa base actoral para acompañarlo. Disfruté cada escena que hice. Estudié muchísimo con Osvaldo, con Diego Velázquez, con Daniel Valenzuela, con Sebastián Franchini.

EN EL FUTURO

Me gustaría seguir viéndome en mi provincia; estoy muy aferrada a mi tierra. Tuve posibilidades de irme, pero sigo acá, con mi familia. No estoy predispuesta hoy a formar mi familia. Mi vida es un poco complicada, estar en pareja implica tener otros tiempos que no tengo y ahora no me lo quiero hacer. Amo a La Rioja y también a Córdoba; no sabría si estaría acá o allá, pero sí con mi familia, con mis hijos, y mis hijos realizando lo mismo que yo: arte o deporte.

CON PAPÁ, PRINCIPALMENTE

Sensibilidad. Tal vez sea esa la palabra que mejor la define. Sensibilidad. A flor de piel. Junto con el amor y la entrega que pone en cada proyecto que encara. Pero sobre todo sensibilidad. Como cuando se le pregunta con quién desearía compartir este momento especial por el que atraviesa y que la encuentra traspasando sus propios límites. «Primero, siempre va a ser lo primero cuando surja eso y me lo pregunten, mi papá y mi mamá, siempre muy presentes. No tengo a mi papá al lado, creo le hubiera encantado esta situación. A mi formador, Marcos Vega; a los compañeros del Circo Azul y todo el resto. Pero principalmente a mi papá que siempre lo tengo ahí presente. El Circo también, siempre; siempre digo que es la última actuación, pero creo que la última actuación no es la última. Mi cuerpo me tira, lo quiero hacer. No me da más el cuerpo pero lo quiero hacer. Es mi vida. En algún momento lo voy a tener que dejar, pero es mi vida, es mi enseñanza.

Comparte este contenido en tus redes
Facebook
X
LinkedIn
WhatsApp