Podría estar ocurriendo

Una reseña para el libro «Todo es ahora» del escritor tucumano Fabián Soberón.

Una calle, una esquina, una senda peatonal, gente caminando, autos esperando la señal, más gente caminando, gente en moto, en bicicleta, un cielo encapotado detrás, la tarde que se desprende. Todo es en ese instante captado por una mirada que no sabemos de quién ni de dónde, todo ocurre allí, en esa milésima de segundo. En la misma milésima de segundo en la que todo puede dejar de ocurrir también. En esa fracción de tiempo conviven la vida y la muerte, lo que permanece y lo que quedará estático por siempre. Es un juego que se desata en lo constante. Incluso en este momento, mientras se escriben estas palabras, el ser y el dejar de serlo están tensando la cuerda del universo. Todo es ahora. Pero todo, ahora, puede dejar de serlo. O mínimamente tomar un rumbo diferente en el caso de que haya un después, una historia nueva que contar.

En uno u otro caso, al ejercicio de interpretación o análisis más simple lo constituiría el hecho de señalar que Fabián Soberón, en este nuevo trabajo literario que nos ofrece, alcanza una altura notable en su manera de narrar. Tan alto su decir, y al mismo tiempo tan al alcance de la mano, haciendo de lo cotidiano que muchas veces queda envuelto en las sombras, una herramienta de discernimiento de esa realidad que, no obstante su pretendido ocultamiento, golpea con una crudeza criminal.

No descubrimos nada al señalar que el escritor tucumano sabe cómo hacer para llevar al lector -al igual que a sus personajes- hasta un límite, valiéndose de esa capacidad para hacer converger lo literario con lo visual en un mismo punto que termina siendo esclarecedor. Tampoco descubrimos nada al caer en la cuenta, una vez más, que el escritor tucumano sabe cómo hacer para sumergirse -al igual que sumerge a sus personajes y lectores- en ese mundo oscuro (submundo) en el que pocos pueden ser capaces de entrar sin cometer el error (involuntario, pero error al fin) de terminar por banalizar el espanto.

Soberón nos dice “Todo es ahora” (Brumana Editora 2024) y es a partir de allí que nos invita a introducirnos en un tiempo y en un espacio en el que no existe lo complaciente, lo agradable. Lo hace -y lo logra con creces- a partir de un puñado de personajes que muestran la realidad tal cual es: sin concesiones, y haciendo que el lector escape del terreno de la ficción, porque en definitiva ya no sabremos si eso que ocurre -y nos cuenta- es ficción o es realidad; si una supera a la otra, o si finalmente quedan emparejadas en uno u otro desenlace, poniendo así punto final a una discusión que, en este libro, queda reducida a su más mínima expresión.

Ya había dado claras muestras de esto el escritor tucumano en “Naranjo esquina”, donde historias mínimas cobran una fuerza inusitada, al igual que podrían desaparecer, difuminarse, pasar por el frente de nuestros ojos sin que las veamos. Allí, -citando algo de lo reseñado para aquel libro – “el escritor logra establecer una conexión entre eso que se cuenta y que puede pertenecer a lo irreal, pero que termina por afincarse en lo sustancial de nuestra propia existencia, sin importar ya el origen de donde provengamos. Es tan cercana la narración, tan próxima a nuestros tiempos y espacios, que termina por convertirse en una inevitable apropiación”.

Son diez las estaciones en las que el lector se detiene a lo largo de “Todo es ahora”. Partiendo de “El fantasma de Matilde”, una mujer que es brutalmente asesinada y cuyo cuerpo probablemente jamás sea encontrado, hasta llegar al último cuento, “Yo no hice nada”, donde el protagonista se ve involucrado en una conspiración mucho más grande de lo que aparenta, el viaje transcurre por “Eunuco”, que habilita a preguntarse qué aspecto tiene el mundo en una mente infinita, “Una noche de hotel”, que se mete de lleno en una de las tantas relaciones violentas que nos rodean sin que podamos verlas (hasta que las vemos y tampoco pasa nada), “Los senderos”, donde un grupo de jóvenes se topan con un ladrón, disparos y sangre, “Ojos celestes”, en el que reinan la obsesión y el desquicio, “Animal muerto”, donde la cotidiana normalidad de una ferretería se ve completamente alterada por un hecho inesperado, “El telo”, donde la ostentación de poder y el abuso se mezclan mientras afuera la vida sigue, “Romavali”, que cuenta las que podrían ser las últimas horas de Luciana y “Todo es ahora”.

Párrafo aparte para el cuento que da nombre al libro. “He muerto antes y ya no podré ser lo que quise ser. Y todo fue por el cuchillo y el deseo abatido de un muchacho funambulesco y perdido, pero no más perdido que yo; ahora nado en el ahora como nadie lo hizo. Ahora todo es ahora”, nos dice la voz que narra un hecho que puede resultar tan previsible como todos y cada uno de los hechos que sacuden a diario el asombro que aun, por fortuna o milagro, no hemos perdido. En nuestro país, según las estadísticas más recientes, ocurre un femicidio cada 37 horas, en medio de una cultura machista a la que Soberón también describe a la perfección. Podría estar ocurriendo ahora. Ese es uno de los denominadores comunes por el que atraviesa el libro de Soberón: el instante previo al instante posterior en el que no cabe más que un instante que lo transforma todo para asumir, cruelmente, que “lo único real es el dolor” y que “la justicia no sigue a las personas. La justicia es una máquina más poderosa que un tractor pero está ciega como un condenado a muerte”. Fuera de lo común, en cambio, está la manera de abordar cada una de las historias en las que Soberón asume su transfiguración narrativa, cambiando de piel e impregnándose de los devenires psicológicos de cada uno de los personajes, ya sea que se trate de víctimas o de victimarios.

En algún punto, resulta una tentación lógica pretender ubicar a “Todo es ahora” dentro de un género, encasillarlo (algunos lo ubicarán en el “Policial”). Sin embargo, este libro del también cineasta, crítico y profesor universitario parece responder solo a un género: el humano. Todo lo que queda expuesto a la luz en cada uno de los cuentos tiene que ver con eso: con la humanidad en su máxima -y mínima, por deficiente- expresión y como un indicio de lo que nos ocurre siendo una sociedad en la que males como la violencia, el abuso, la desigualdad o la corrupción -por citar solo algunos- están tan enquistados que terminan por rozar una cotidianeidad en la que convivimos estrechamente con el espanto, al que contraponemos la secreta y humilde esperanza de un cambio genuino.

Mientras eso pasa, en medio de los extenuantes avances tecnológicos, la creciente virtualidad y la indiferencia palpable respecto del otro próximo, Soberón sigue produciendo con su escritura el efecto implacable de reflejarnos, como en un espejo. Sin distinciones, y sobre todo sin moralinas, se erige en una especie de documentalista y da identidad a todo eso que está ahí: en una calle, en una esquina, en una senda peatonal; gente caminando, autos esperando la señal, más gente caminando, gente en moto, en bicicleta, un cielo encapotado detrás, la tarde que se desprende. Todo es en ese instante captado por su mirada, porque todo ocurre allí, en esa milésima de segundo. En la misma milésima de segundo en la que todo puede dejar de ocurrir también. Porque ya nos lo puso en evidencia: todo es ahora.

SINOPSIS

AHORA TODO ES AHORA, LA MOLE DE LOS TRIBUNALES QUE SE ELEVA EN LA MAÑANA, EL CUCHILLO EN LA LONTANANZA, EL CHICO QUE SE CRUZA INFINITAS VECES, EL SOL QUE ME PEGA EN LA CARA. LA NOCHE ES EL DÍA Y LA LUZ ES LA OSCURIDAD. MILES DE VECES ME SUSURRA EN LOS PASILLOS Y LA ETERNA NOCHE RETORNA EN LA MISMA CALLE. ESE INSTANTE ES TODOS LOS INSTANTES.”

ENTRE LAS SOMBRAS DE LA NOCHE TUCUMANA Y EL SILENCIO DE LAS CALLES, LOS ECOS DE VOCES SILENCIADAS RESUENAN EN LOS TEXTOS DE FABIÁN SOBERÓN. CADA UNO DE LOS RELATOS QUE COMPONEN ESTE LIBRO NOS SUMERGE EN UN MUNDO EN EL QUE EL HORROR Y LA INJUSTICIA CAMINAN DE LA MANO Y LA VIOLENCIA MACHISTA MUESTRA SUS MÚLTIPLES CARAS. ESTAS HISTORIAS, INSPIRADAS EN CASOS REALES, NOS CONFRONTAN CON LA CRUDEZA DE UNA SOCIEDAD PARA LA QUE EL FEMICIDIO SE HA CONVERTIDO EN UNA NOTICIA MÁS QUE YA NO SORPRENDE: LOS CASOS SE REPITEN, MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES GEOGRÁFICOS. TODO ES AHORA Y ES, ADEMÁS, EN TODOS LADOS. FABIÁN SOBERÓN NOS INVITA A MIRAR DE FRENTE EL ROSTRO DEL HORROR Y A CUESTIONAR LAS ESTRUCTURAS QUE LO PERPETÚAN; NOS RECUERDA TAMBIÉN QUE, MIENTRAS HAYA UN CASO SIN JUSTICIA, LA MEMORIA Y LA LUCHA SE VUELVEN IMPRESCINDIBLES. ESTE LIBRO ES, DE ALGÚN MODO, PARTE DE ESA LUCHA: VISIBILIZA, DESDE LA FICCIÓN, LOS MECANISMOS IMPERCEPTIBLES QUE SOSTIENEN LA SOCIEDAD CADA VEZ MÁS BRUTAL EN LA QUE VIVIMOS. QUIZÁS, SOLO DESDE ESA CONSCIENCIA, PODAMOS GENERAR UN CAMBIO.

LAURA ROSSI

EL AUTOR

FABIÁN SOBERÓN ES ESCRITOR, CINEASTA, CRÍTICO Y PROFESOR UNIVERSITARIO. HA PUBLICADO LA CONFERENCIA DE EINSTEIN, VIDAS BREVES, EL INSTANTE, MAMÁ, CIUDADES ESCRITAS, COSMÓPOLIS, EDGARDO H. BERG Y NARANJO ESQUINA. GANÓ DOS VECES LA BECA A LA CREACIÓN (FNA) Y EL 2DO PREMIO DEL SALÓN DEL BICENTENARIO. COLABORA CON REVISTAS DE NUEVA YORK, MIAMI Y BUENOS AIRES. FUE INVITADO AL BROOKLYN BOOK FESTIVAL Y AL FESTIVAL DE LA PALABRA (PUERTO RICO). PARTE DE OBRA FUE TRADUCIDA AL INGLÉS, FRANCÉS, ITALIANO, RUMANO Y PORTUGUÉS. COMO DIRECTOR DE CINE, REALIZÓ HUGO FOGUET. EL LATIDO DE UNA AUSENCIA, EZEQUIEL LINARES, LUNA EN LLAMAS (SOBRE INÉS ARÁOZ), ALAS (SOBRE JACOBO REGEN), GROPPA. UN POETA EN LA CIUDAD, EL VIENTO SOPLA (2023) Y SOY BERNABÉ ARÁOZ (2024), ENTRE OTROS.

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