Primero La Rioja

La cantante riojana hará hoy, desde La Rioja y para todo el país, el lanzamiento oficial de su nueva producción “Norte”. La cita es en el teatro Víctor María Cáceres. Luego comenzará una gira que la llevará por Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Rosario, Tandil, Trenque Lauquen, Cosquín y Jesús María, para culminar en Buenos Aires en 2018.

– ¿Cómo fueron tus comienzos?
Desde muy chiquita, mi papá me estimuló a cantar, él es un artista popular con una sabiduría universal que aprendió en la calle, supongo que vio en mi algo especial para el canto; si es por elección yo siempre digo que elegí la danza y que el canto me eligió a mí, ganó lo segundo, por ahora. En la escuela a pedido de las maestras, siempre tenía que estar dispuesta a cantar, tal vez ahí fue cuando me di cuenta que el canto generaba sentimientos en los demás, porque en un acto del día de la madre canté una canción dedicada para ellas, al finalizar abrí los ojos y vi a una madre llorando, luego a otra, y a otra… Eso me marcó para siempre.
– De aquella niña que se subía por primera vez a un escenario recibiendo el consejo de su papá, a esta mujer que sos hoy, ¿qué aprendiste?
Que hay que cantar para decir algo, que el don que me fue prestado tiene que ser dignificado, que hay que trabajar todos los días con amor, respeto y convicción, que hay que saber que uno es tan solo un eslabón de algo mucho más grande y que trasciende nuestra propia vida, que no hay que abandonar lo que uno es, que hay que volar alto pero con grandeza espiritual, sin soberbia, que hay que ser por lo que uno es, que hay que ser buena persona, pensar en el otro, saber que si el otro crece, crezco yo.
– ¿Cuál fue la influencia de tu papá, tu mamá, en el comienzo de tu camino con la música?
Como dije, mi papá es el principal responsable, porque mientras todos los chicos jugaban él me tenía practicando el canto hondo, la respiración, la interpretación. Mi mamá, en cambio, tenía que trabajar todo el día en su oficio de enfermera y sus tiempos no eran suficientes como para potenciar lo artístico de mi corta vida, ella se encargaba de contener otras cosas: que no faltara comida, que tuviéramos salud, que estudiáramos, que no nos faltara nada. Ella renegaba un poquito de mi rebeldía adolescente, pero nunca me prohibió nada, me dejó ser libre.
– ¿Qué de todo lo de aquella infancia te gustaría recuperar, tener hoy con vos?
De la infancia no quiero recuperar nada porque nunca abandoné los hábitos de aquella etapa de mi vida. Todos los días los vivo con plenitud, alegría, agradecimiento, cierta inocencia. Sostendría, sí, la celebración del latido de lo minúsculo, que es donde reside la verdadera vida; una flor que se abre, el nacimiento de un ser vivo, el color del cielo, una brisa en mi piel, un plato de comida, un techo…
– ¿Cuándo decidiste hacerte cargo del “don” de la música y el canto?
Fue gradual, porque pese a que yo elegía bailar, siempre terminaba cantando. Mientras viví en La Rioja esa actividad artística estaba rodeada de otras; tocaba de vez en cuando, grababa discos, pero mi vida estaba focalizada a otra gran pasión: la docencia y la bibliotecología. Cuando por otras razones lejanas a la artística tuve que mudarme a Buenos Aires para que la familia siga junta, no me quedó más que hacerme cargo del todo, intentar hacer de esto mi modo de vida, y así fue como empecé a ver que muchos sueños eran posibles, a pesar que la soledad me daba dolor, pero a su vez ciertas libertades de mostrarme sin prejuicios. Me di cuenta también que la vida me estaba dando una responsabilidad mayor a la que tenía, poner ese don al servicio de algo más grande, de nuestros autores, de nuestros compositores, de nuestra música popular, de aquel mensaje profundo del que hablaba mi padre.
– En base al recorrido que hiciste y continúas haciendo, ¿cuál es el hilo conductor de tus búsquedas a lo largo de todos estos años?
Buscar las canciones que describan el mundo actual pero desde la belleza, no buscando lo efímero, lo pasajero, sino más bien lo que perdure para siempre, sin importarme tanto las edades de esas canciones, elegir autores clásicos y contemporáneos, de diferentes épocas pero con una misma ideología y una misma búsqueda. Elegir lo que realmente describe el saber popular. Y con el paso del tiempo noto que me apasiona más la poesía que hable del hombre que del paisaje.
– ¿Te vas acostumbrando a los reconocimientos, a los logros y a “la ciudad de los sueños” como acostumbrás nombrar a Buenos Aires?
Los celebro, los disfruto como grandes obsequios de la vida, pero aún no me acostumbro, no los espero, siguen sorprendiéndome; a su vez siempre sigo trabajando como si fuese el primer día, siento que cada minuto es una oportunidad que la vida me presta para seguir creciendo, no siento que esos reconocimientos te pongan en otro lugar superior, en realidad no me siento muy diferente a aquella niña que nació en el Barrio Matadero y creció sabiendo celebrar un respiro más prestado. Creo que me tocó estar en el lugar justo, en el momento justo, tal vez fue un poco de azar, pero considero que en todas las provincias argentinas hay artistas increíbles, artistas que los medios masivos no muestran porque aún consideran que aquellos que no recibieron el aval del público de Buenos Aires no existen, y eso es muy grave, es un concepto unitario, centralista, irreal.
– Recorriste el país con “Grito interior”, te presentaste en lugares muy distintos. ¿Qué te dejó el andar de aquel disco?
Con ese disco transité gran parte del país; hice un ciclo que cerró en La Trastienda el año pasado. Es un disco profundo, con canciones de una poesía y de una introspección hermosa. Un sonido más orgánico y natural, con arreglos orquestales pero con instrumentación popular. Con “Grito interior” estuve nominada a los Premios Gardel, y también recibí el Premio Konex de Platino 2015. Pero lo más importante es que pude decir muchas cosas, desde la participación de Estela de Carlotto recitando un poema de Gieco, hasta la poesía de Ramón Navarro para su Pueblo azul; transitó por la desigualdad social, histórica, pero siempre desde la esperanza y el optimismo de pensar que todo puede cambiar.
– Elegiste La Rioja para el debut de tu nuevo disco, ¿por qué? ¿Qué significa esto para vos?
Porque es donde está mi origen. Además porque quise que fuera a la inversa de lo que se estila, primero en Buenos Aires, después el resto. Yo digo, primero La Rioja, después el resto. Es una manera de reivindicar la fuerza , la lucha federal de las provincias, de agradecerle a mi tierra todo lo que me dio, y como el disco se llama “Norte”, decidí arrancarlo desde esa región del país y desde mi provincia. Será una noche muy fuerte, muy emotiva, creo que seré feliz.
– ¿Con qué se va a encontrar la gente cuando escuche “Norte”?
Con un disco que describe a la región más antigua de la Argentina, pero con autores mayormente nuevos, que describen el norte de hoy. Un disco con un sonido actual, poderoso y diverso. Fue producido por Luis Gurevich, productor y co-autor de León Gieco en canciones emblemáticas como “Cinco siglos igual”, por ejemplo. Luis le puso su impronta con teclados y secuencias que le dieron al disco universalidad pero sin abandonar la esencia de cada obra. Hay canciones de Ramiro González, Juan Arabel, José Luis Aguirre, Santiago Suárez… Se encontrarán con una guaracha santiagueña dedicada a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, con una zamba de Pedro Aznar y Atahualpa, con Facundo Ramírez en el piano y con la primera canción que logré componer en letra y música, que es una vidala.
– ¿Cómo fue concebido tu último disco? ¿Qué hay de diferente en relación a los anteriores?
Todos los discos que intento hacer son diferentes, trato de no repetir fórmulas, de arriesgar, me gusta esa adrenalina. A diferencia de los anteriores, este disco tiene varios arregladores: Luis Gurevich, Bruno Arias, Daniel Patanchón, por ejemplo. En este disco, los sonidos son una mezcla de secuencias y de instrumentos orgánicos. Se grabaron maquetas para ir probando esos sonidos, ideas, etc.
– ¿Quiénes te acompañan en esta nueva aventura?
Son muchos. Luis Gurevich, Bruno Arias, los músicos que están siempre cerca como, Daniel Patanchón, Jerónimo Izarrualde, Julieta Lizzoli, Lucas Homer, Sebastián Henríquez, a los que ahora se suman Pablo Ponce en charango y Joaquín Medrano en vientos, Mariano Beyoglonian, Julián Tinao y Rolando Obregón en sonido, Eugenio Azurmendi en asistencia, Maxi Bort en fotografía, mi gran amigo Fernando Pini, impulsor de todos mis proyectos, y siempre a mi lado está Facundo Herrera, compañero y productor general.
– Te escuché decir por ahí que “es difícil para una mujer callarse”, ¿aún te queda mucho por decir?
Hoy en día ya hasta resulta arcaico hablar de una mujer callada, que no esté luchando por espacios, pero debemos seguir en vigilia por lo ganado y por los caminos que aún faltan por empoderarse. Siempre queda mucho para decir, mientras haya desigualdad social, racismo, odio, pueblos oprimidos por el poder, pero también mientras haya esperanzas, amor y ternura, siempre habrá algo para decir, sino ¿para qué cantar? Siento que todo aquel que se autodenomine “artista popular” debería acompañar con su arte al pueblo, desde sus luchas, anhelos y esperanzas.
– ¿Sentís que encontraste tu “norte”?
Tal vez haya encontrado uno de mis nortes: el de cantar; no creo que haya un solo norte para las personas. Siempre ese norte puede cambiar, ahí está la aventura, lo que no cambia lo que te fue prestado para conseguir esos nortes. Hay que seguir buscando, porque si hubiera alcanzado mi norte, ya no tendría nada para decir y, por ahora, eso no está en mis planes.

PALABRA DE BRUJA: “YO QUIERO DECIR QUE LA RIOJA ES MI LUGAR”

Con muchos cambios internos en general, pude entender la mirada federal, sentirme orgullosa y amar aún más a mi tierra por ello, por tener memoria, por tener constancia, pero a su vez pude tomar distancia de ciertos moldes que yo permití me limitaran en los procesos creativos que latían naturalmente, los que siempre estuvieron escondidos por vergüenza, por el qué dirán. Hay otra realidad que también late en este proceso de desarraigo: a mí me tocó venirme para estar junto a mi familia, así se dio, pero con el paso del tiempo a veces se cree que el que se va comienza a dejar de pertenecer, simplemente por el hecho de irse. También a veces pasa que aquella sociedad tan tuya, tan propia, la que sentís cercana, se aleja del que abandona el lugar detrás de algunos objetivos, eso se siente y duele. Yo quiero decir que La Rioja es mi lugar, la llevo conmigo, cuánto más lejos, más profunda la siento. Por otro lado el dolor del hecho de no tener más los olores, los sabores, los cerros y los rostros que me acompañaron desde niña, también me sirvió para madurar y ver el mundo de otra manera, con un poco más de amplitud. Apenas llegué grabé un disco con los arreglos de Daniel Homer donde participaron como invitados Juan Carlos Baglietto, Peteco Carabajal y Franco Luciani, eso fue en 2008, al año siguiente ese disco me estaba dando el Premio Clarín Revelación. Empecé a estudiar canto, teatro, fonoaudiología, todo eso por primera vez de manera sistemática. Comencé a relacionarme con gente que admiraba desde lejos y que me demostraron mucho cariño y apoyo. Ahí también supe aprender que la verdadera grandeza de un artista no es compatible con el egoísmo y la soberbia.

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