Rompiendo estructuras

Es una pionera del Exotic Pole en La Rioja, donde las miradas hacia esta disciplina aún se posan con cierto grado de prejuicio, producto básicamente del desconocimiento. Sensualidad, atrevimiento, fluidez en los movimientos, elegancia y tacones altos al servicio de un empoderamiento real de la mujer.

 

Aunque los estilos de Pole que se conocen en la actualidad pueden ser considerados bastante modernos, no deja de sorprender el hecho de descubrir que la modalidad de practicar ejercicios en barras verticales tiene una historia de más de 800 años de antigüedad. Varias son las influencias que ha tenido desde su origen esta disciplina deportiva, cuestión que le ha permitido evolucionar a lo largo del tiempo hasta llegar a ser lo que es actualmente. Pero si de evolucionar se trata, bastará entonces con remitirse a los primeros registros históricos que se pueden encontrar, por ejemplo, en antiguos deportes desarrollados en la India, donde aparece el denominado “Mallakhamb”, disciplina tradicional que utilizaba principios similares a los del Pole Dance actual, en el que las acrobacias y bailes se realizaban en altos postes de madera.

Por el mismo tiempo (Siglo XII) y traído desde la originaria India, en China surge la barra china. Este deporte, que todavía se practica, consiste en dos postes verticales de unos 6 metros de altura y cubiertos de goma, en los que el artista realiza temerarias acrobacias saltando de uno a otro. Los siguientes registros históricos datan de fechas más cercanas a nuestro tiempo y se desconoce la existencia de relación alguna con el “Mallakhamb” o las “Barras Chinas”. En 1890 en Estados Unidos, en el barrio Little Egypt, surgen espectáculos de bailes provocativos como el “belly dance” (baile del vientre) que causan agitaciones en una época donde las mujeres debían vestir moderadamente.

En la década de 1920, los bailes “hoochie coochie” terminarían reemplazando al “can-can” como la elección atrevida de la danza en la ciudad de Nueva York. Serían la base e inspiración para una futura generación de estilos de baile, incluido el baile burlesque y el Pole Dance. Unos años más tarde, en la década de 1950, el Pole Dance se muda de las tiendas de circo a los clubes y bares nocturnos. Tal era su auge que en 1957 el Rey del Rock and Roll, Elvis Presley, incluye en el vídeo clip de tu tema Jailhouse Rock una barra por la que baja y danza. Solo una década después, durante lo que muchos llaman la “revolución sexual” de los años ‘60, en los clubes nocturnos de Estados Unidos y Canadá se instalan de manera masiva barras de latón en los escenarios para que no faltara el show de bailarinas seductoras con trajes temáticos al ritmo de la música.

No faltó mucho para que se perdiera el tono temático y que la ropa fuera desapareciendo. En la década de los ‘80 predominaban el baile erótico y el striptease completo, con desnudez total, como parte del entretenimiento del club. Contrario a lo que uno esperaría de esta situación, su furor ayudó a su desarrollo. Una de las pioneras en abrir su propia academia fue la canadiense Fawnia Mondey Dietrich. En 1990 actuaba como bailarina exótica en uno de los clubes de stripdance en Canadá y pronto comenzó a enseñarle de manera casual a sus compañeras del club. En 1991 comienzan las primeras competencias de Pole Dance en Estados Unidos, denominadas “Po’Lympics” y ganadas por la japonesa Reiko Suemune.

El Pole Dance se torna en algo completamente diferente y comienza a ser visto de otra forma. Desde entonces las clases de Pole Fitness se han transformado en una actividad deportiva y competitiva que puede ser practicada a cualquier edad y por cualquier género: mujer u hombre, niños o adultos. En 2003 el Pole Dance se concibe como deporte en Europa con la fundación de la primera federación del mundo: World Pole Dance Federation (WPDF). A partir del 2005 nacen los primeros estudios de enseñanza de pole dance latinoamericanos en Buenos Aires, aprobados por un equipo de kinesiólogos.

En la actualidad esta disciplina es practicada por personas de todas los géneros, tallas y tipos de cuerpo y se encuentra incorporada en importantes compañías del espectáculo, como el Cirque du Soleil. Ese crecimiento evidente se da, además, gracias a quienes ponen todo su esfuerzo y dedicación absoluta a una disciplina que no sólo requiere de una fortaleza física y mental extraordinaria, sino que también -y en pleno Siglo XXI- debe seguir rompiendo estructuras y prejuicios que se arraigan, básicamente, al desconocimiento y a la mirada patriarcal y machista que aún predomina en la sociedad y no sólo entre los hombres, sino también en muchas mujeres.

La Rioja, claro está, no es la excepción en este punto, aunque hay quien trabaja a diario con el objetivo de romper esas estructuras y de dar un salto de calidad que se sustenta en una capacitación constante y, al mismo tiempo, en una búsqueda superadora dentro de la disciplina. Soledad Gregoriadis es, a todas luces, una verdadera pionera de la actividad a la que llegó hace ya varios años, pero a la que decidió dar una vuelta de tuerca para llevarla hacia una dimensión desconocida en nuestra Provincia: el Exotic Pole, una de las ramas que se desprende del Pole Dance.

Sus inicios fueron, allá por 2016, en el Pole Sport, modalidad que se basa en la ejecución de figuras, giros, dead lifts (subidas de peso muerto) y demás movimientos que demandan una exigencia física muy elevada, con ejercicios de fuerza y de flexibilidad intensa, a la par de movimientos aeróbicos que forman la rutina completa. Sin embargo, con el correr del tiempo y con la curiosidad que se le fue despertando en el desarrollo de la actividad, Soledad llegó al denominado Exotic Pole, otra variante del Pole Dance que hace pie esencialmente en la sensualidad y la seducción, haciendo que aquella persona que lo practica se sienta sexy, atractiva, atrevida, provocadora y gane confianza en sí misma, disfrutando plenamente de su cuerpo.

Todos estos principios coexisten en la academia de Soledad Gregoriadis que, como instructora de Exotic Pole (pero también de Pole Sport y Pole Giratorio), va delineando no sólo sus sueños y objetivos, sino también dando forma a los de muchas mujeres que encuentran en esta disciplina de tacones altos y vuelo libre un espacio de empoderamiento real, concreto y genuino, más allá de toda declamación circunstancial.

“No había nada de Exotic Pole en La Rioja”, cuenta a 1591 Cultura+Espectáculos Soledad en una primera instancia, para recordar luego que fue “gracias a la pandemia” que se introdujo cada vez más en esta disciplina, en esa búsqueda constante por conocer y capacitarse. “Siempre me interesó la actividad” asegura. Tan es así que ni bien se enteró que había un lugar en La Rioja donde se realizaba Pole Sport no dudó en ir. “Me encantó, pero desde siempre me gustaba el Exotic Pole y aquí no había instructorados, así que empecé a buscar, a googlear, y encontré uno en Córdoba”. Durante seis meses, Soledad viajó cada fin de semana a la Docta para poder capacitarse y antes del encierro por la pandemia pudo rendir para culminar esa etapa de preparación. Ya en pleno aislamiento, apareció la posibilidad de continuar capacitándose vía online y fue así como pudo conocer a profesoras de distintos lugares. “Cuando veo algo que me gusta, ahí nomás quedo para tomar clases; conocí profes de Brasil, de Buenos Aires y mi sueldo iba todo a las clases, pero está bueno, porque una tiene un estilo, otra tiene otro estilo y vas tomando algo de cada una. También encontré una profe de Pole Giratorio, con quien comencé hace tres años y sigo tomando clases de Exotic”. Así da cuenta Soledad de su pasión por esta disciplina en la que continúa creciendo a puro esfuerzo y dedicación, lo que le permite ofrecer a sus alumnas un amplio abanico de conocimientos, al tiempo que logra satisfacer su necesidad de seguir pisando fuerte con sus tacones altos.

“Con estos tacos me llevo mejor que con los bajitos que uso para trabajar”, afirma y sonríe. Y, de inmediato, agrega: “Este es el pívot del zapato; con esto te es más fácil girar, más fácil levantarte que con los zapatos comunes. Las chicas vienen con los zapatos comunes y les cuesta más, se quiebran las uñas, así que yo les recomiendo que se pongan una media fina para deslizarse con más facilidad. A estos zapatos yo les pongo los cubre puntas, porque se rompen y son caros. La diferencia esencial del Exotic Pole respecto de otras variantes son los zapatos y los bailes con coreografías. También se puede agregar cosas de Pole Sport: vuelos, trucos, por eso es mejor que las chicas sepan un poco, pero la mayoría llegan sin saber nada, así que generalmente tengo que empezar de cero y es mucho trabajo. Les explico, les explico, les explico…”

Hoy Soledad es una pionera del Exotic Pole en La Rioja. Y lo es no sólo en base a su preparación, sino también en función de su manera de ofrecer ese conocimiento a las más de 30 alumnas que transitan por su academia: sin guardarse nada. “Cuando empecé había tenido a mi segundo hijo y no tenía nada de fuerza, pero a la fuerza la vas adquiriendo. Muchas chicas dicen que no van a poder hacerlo porque no tienen fuerza, pero esa fuerza se va adquiriendo con el tiempo. Y está bueno, porque las veo bailar y me emociona ver cómo disfrutan de su cuerpo”, recalca. Habla de fuerza y habla de tiempo. Y esos factores, quizás, sean su mayor fortaleza, ya que no sólo los aplica al Exotic Pole. En la vida misma Soledad va trazando un camino que le abre puertas y que abre puertas a muchas mujeres que encuentran en su compañía un espacio de sanación.

“Para mí esta actividad es súper sanadora; en el momento en que la estás practicando no pensás en otra cosa. Las chicas, cuando vienen a esa hora o dos horas de clase se olvidan de todo, porque tienen que estar pensando en el paso que sigue, en la fluidez, en la coordinación, en un montón de cosas. Entonces no tenés tiempo para nada más”, cuenta con una sonrisa que se le dibuja en el rostro como una muestra de satisfacción por la tarea que desarrolla, a pesar incluso de las dificultades con las que se va encontrando. “Es difícil hacer esto en La Rioja por los prejuicios de la gente; por esas cosas yo dudaba mucho en abrir mi academia, porque no sabía cómo iba a andar. Antes iba a una academia a la que le ofrecí hacer Exotic Pole, pero me dijeron que no porque sus chicas no hacían exótico. Gracias a Dios me va re bien, tengo un montón de horarios, todos llenos. Tengo alrededor de 35 alumnas”, afirma. Y en relación a esa repercusión, no deja de sorprenderse, ya que “muchos lo ven como antes, como en los ‘80, cuando se trataba más de un baile de strippers, de los clubes nocturnos y todo eso; pero luego ya apareció en su versión más fitness y después nació el exótico. En Buenos Aires está lleno de estudios de Pole Exotic y hay muchas chicas que lo practican y hay mucho que se desconoce, como que se necesita de mucha piel para adherirse al pole. Hay muchos que todavía tienen esa mentalidad antigua, machista y es como que todavía está mal visto. Son cosas que me enferman, que me indignan, pero por suerte ya lo van aceptando porque ven que no se trata de mover una parte de tu cuerpo únicamente, sino que necesitás fuerza, destreza, fluidez; es mucho más complejo de lo que parece”.

Así es como Soledad Gregoriadis se permite sentir que de a poco va rompiendo las estructuras, los esquemas y los prejuicios que persisten en la sociedad. La alta demanda física que le requiere esta disciplina tanto en las clases que dicta como con las clases que sigue tomando para su perfeccionamiento, se traduce en una enorme satisfacción espiritual cuando ve la evolución en sus alumnas. “Ver a las chicas evolucionar, eso me hace bien. Vienen a la academia con un montón de problemas, algunas depresivas, vergonzosas y después las veo frente al espejo sacándose fotos, etiquetándose; eso está bueno, es como que ayudás a la gente y eso me gusta. A mí me hace bien, lo disfruto todo el tiempo, no lo veo como un trabajo. Me encanta estar acá, aunque termine muerta; me encanta”.

Ocurre que para Soledad el cansancio, en realidad, es como una especie de alimento: “Siempre quiero más, siempre quiero aprender más y hacer cosas nuevas”. Así es como, al mismo tiempo en que crece en su labor, va trazando sus sueños en base a “ir mejorando día a día; todos los instructorados que puedo los hago porque es un aprendizaje constante. Yo creo que nunca se termina de aprender y está buenísimo eso”.

Una vez más, aparece la pasión y el amor por lo que se hace y por lo que se transmite, por lo que se ofrece.

De esta nanera Soledad Gregoriadis va ensamblando su actividad con el resto de las obligaciones diarias, entre las que aparece también la maternidad, que en nada le impide seguir adelante, aun cuando “a veces es medio estresante; yo me manejo sola con mis dos hijos, pero por suerte cuento con la ayuda de mi papá”, afirma y desde ese lugar consolida sus aspiraciones: “Me gustaría que todas las mujeres bailen, que por lo menos tomen una clase para saber de qué se trata, es re lindo. A todas les aconsejo que lo hagan porque es lindo para el cuerpo, para la mente, para el alma, para todo, porque tenés que manejar la coordinación, la fuerza, la flexibilidad, la fluidez. Es un conjunto”.

Y ese conjunto, tal como también lo afirma Soledad, incluye la sensación de libertad. “El Pole Exotic es muy liberador, me lo dicen siempre. Muchas de las chicas que me escriben o que vienen a la academia me dicen que quieren perder la vergüenza, que quieren liberarse y lo terminan haciendo, al punto que después de un tiempo viven con mucha naturalidad, por ejemplo, usar el short, lo naturalizan. Sé que hay una mirada que juzga todo el tiempo de los dos lados: desde el hombre, pero desde la mujer también, pero gracias a Dios no me importa lo que piensen porque yo sé lo que hago, sé de qué se trata, lo que cuesta hacerlo; entonces, es un problema de ellos o ellas. Hay muchas chicas que primero te critican y después te dicen que quieren hacer”.

Soledad Gregoriadis es una pionera, ante todo. Su labor va mucho más allá de poner en práctica una disciplina que encuentra sus raíces en una extensa historia que nació en la India y que luego se fue extendiendo hasta llegar a este presente en el que goza de una amplia presencia, aun cuando por estas tierras aparece como incipiente. Romper las estructuras. Saltearse los esquemas. Fracturar los prejuicios. De eso se trata en realidad lo que propone esta riojana que hace del descubrir la sensualidad, la seducción, el atrevimiento, la provocación y la conquista de la confianza en sí misma una manera de alcanzar el disfrute del cuerpo y un empoderamiento real y concreto. Con elegancia, fluidez, plataformas elevadas y tacones altos.

UNA CLASE DE EXOTIC POLE

“En las clases tenemos la entrada en calor, después hacemos ejercicios de fuerza y después les voy explicando los pasos por separado para luego ir uniendo las partes. Por lo general trabajamos con coreos de dos semanas, como para no cansarnos con el tema y para no cansarme. Lo ponemos y lo bailamos hasta que sale, y así con todos los grupos. Las que son dos veces por semana son clases de una hora y las que vienen intensivo es porque trabajan; por ejemplo. Entonces vienen los viernes y los sábados, así que ese día es cuando más hago, porque hago los viernes dos horas, de 8 a 10, los sábados a la mañana de 10 a 12, y los sábados a la tarde de 16 a 18. Esas clases son intensivas”.

UN SUEÑO

“Me gustaría tomar clases con Estefanía Jiménez, ese sería un sueño por cumplir”.

SOBRE SOLEDAD GREGORIADIS

Es Licenciada en Nutrición. Inició su actividad en el ámbito del Pole en el año 2016. Es instructora de Pole Sport, instructora de Pole Giratorio e instructora de Exotic Pole. Se capacita constantemente de manera virtual, desarrollando diferentes instructorados con profesoras de Buenos Aires.

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