“Mi fantasía eres tú / Un recuerdo lejano / Que guardé en algún lugar. / Mi teatro eres tú / Actuando sin público / Ni aplausos ni ficción. / La verdad no encontré / Donde creí que estaba / Y en los sueños la vida / Siempre fue tan real. / Tú, mi ilusión eres tú / Una estrella que alumbra el corazón / Vi la magia en tus ojos, es caricia en mi piel / Es locura el deseo en tu boca de miel. / En un circo de besos / Fantasía es teatro, es ilusión” (Enrique Bunbury).
Fantasía es teatro, es ilusión. Fantasía es la niñez que se revive con las fantasías de aquella niñez. Fantasía es también el golpe duro, la mueca de tristeza invadiendo el cuerpo, la desolación de la soledad de la ausencia, abriendo todos los interrogantes para los que no hay respuesta. Fantasía es lo lúdico de la adultez retomando esas fantasías de algo que fue tan real y tan complejo. La autopsia de un sentir que, de tan único, tan particular y tan propio, termina por abrir las puertas hacia un sentir social, colectivo, que adquiere, al fin, las formas de una ofrenda genuina en el “ponerle el cuerpo”, pero también el alma a esa entrega artística que va mucho más allá de lo único, de lo particular y de lo propio. A esa experiencia absolutamente vital -aún en el abordaje primario de la muerte como fenómeno ineludible- invita la obra “Abeja Reina – Reminiscencias Rigor Mortis (teatro autoficcional)” que pondrá en escena este sábado 26, a partir de las 22 horas y en el Espacio 73, la actriz y dramaturga riojana Sherina Yubero Busleimán, quien retorna a su territorio de crianza para “devolver” algo de todo lo que La Rioja le brindó, además del reencuentro con ese universo que le resulta tan familiar y que estuvo muy presente al momento de concebir la obra.
Acompañada de un equipo que cuenta con la dirección de Mateo Guerrero, el vestuario de Camila Lapalma y Florencia Ahumada, y la producción de Mantis Religiosa (Córdoba), Sherina asume un protagónico que no solo demanda de sus dotes escénicas -con las que cuenta-, sino también de una entrega en plenitud a una sensibilidad y un cúmulo de emociones que, en primera persona, la llevan a un lugar complejo al que, sin embargo, asiste plena de consciencia y honestidad, al igual que desanda el diálogo con 1591 Cultura+Espectáculos, reflexiva y comprometida con cada respuesta, pero también con una sonrisa que nace desde lo genuino de su decir y que la torna cercana, próxima.
“Somos un grupo interregional, porque Mateo Guerrero, el director es de Córdoba y yo riojana. Somos un grupo pequeño, entonces estamos acostumbrados a encargarnos de las múltiples tareas que puede llevar hacer un espectáculo teatral, y específicamente en lo que es el teatro independiente”, comienza afirmando para trazar un ideario de lo que implica esta puesta en escena que la trae nuevamente a su Rioja natal. “Todo lo que es gestión, producción, requiere de un espacio y un uso mental que no advierte mucho una presión o un nervio; estás ocupado con la cabeza organizando, gestionando, tratando de llenar una sala, y estas semana estuvimos muy abocadas a eso”, agrega, para luego recordar que “Abeja Reina” se estrenó en Córdoba en el mes de junio y que ahora tocó el tiempo de retomar los ensayos, retocar algunos detalles, revisar la escena y la narración.
“Para mí significa mucho ir a La Rioja con esta obra y no solamente para mí, sino para quienes van a ir a verla, porque sé que va a ir gente muy cercana a mi madre, a nosotras y a mi familia, y eso es una incógnita hasta el momento que termine, pero actoralmente estoy muy enfocada, tratando de que esas subjetividades no me atraviesen del todo para poder concentrarme en la performance y no en algo externo que le pueda pasar al espectador.
Todo lo que narra Sherina, en una primera instancia, tiene que ver con un proceso de preparación que le resulta cotidiano, aunque en este punto ese “viaje” (en todo el sentido de la palabra) se entrelaza con otras circunstancias que le son muy personales y que también la llevan hacia tiempos remotos, en los que descubrió -también gracias a su madre- al teatro con apenas 7 u 8 años, en el Centro Cultural Umbral, donde luego de una pausa retomó a los 17 años. “Era otro Umbral, era otro teatro, ya no nos peleábamos por quién compartía la merienda o no, sino que ya era mucho más serio y ahí fue algo bisagra para mí, se empezó a generar algo desde lo profesional”, recuerda. Tiempo más tarde, llegó el momento de emigrar hacia Córdoba, donde en un principio decidió estudiar Diseño de Indumentaria, con la convicción de que tenía que hacer algo diferente o que no hubiera en La Rioja, para luego darse cuenta que “era algo que no iba a ocurrir”.
“Empecé a averiguar dónde podía estudiar y llegué a la Universidad Nacional de Córdoba, a la Facultad de Artes, donde encontré el Seminario de Teatro Jolie Libois, así que apunte hacia ahí porque la orientación de la carrera estaba enfocada en lo que era la técnica corporal, lo que me pareció muy interesante. Comencé allí y en el 2018 egresé, y desde entonces hago teatro. Desde ese año en que concerté este grupo estamos haciendo distintas manifestaciones artísticas: hacemos producciones audiovisuales, teatrales, danza también, estamos siempre activos y siempre desde un lugar independiente y autogestivo”.
YENDO A LA OBRA EN SÍ, DESDE SU NOMBRE QUE LLAMA MUCHO LA ATENCIÓN, APARECEN MUCHAS SEÑALES Y UNO ENTIENDE QUE ESTA OBRA BUSCA EXPLORAR LA PÉRDIDA, LA MUERTE, DESDE UNA PERSPECTIVA MUY ÍNTIMA Y MUY VISCERAL TAMBIÉN, ¿COMO SURGE LA IDEA DE COMBINAR LA FIGURA DE LA ABEJA REINA CON EL PROCESO DE DUELO?
La obra en un principio se iba a llamar “Decoro”. Surge un poco en el contexto pandémico, cuando se respiraba mucho colectivamente la muerte y el hecho de preservar la vida. Quería escribir, quería hacer algo y empecé a investigar. Yo tengo un interés particular con la muerte porque me sucedió de niña esta pérdida tan importante y como que materialicé la muerte cuando la vi a ella (su madre) ahí, entonces desde ese momento tengo una curiosidad específica. Empecé a escribir, pero cuando me di cuenta que estaba justamente narrando un proceso muy íntimo no quería ser explícita con el modo de muerte, porque ya iba a entrar en otro mundillo que no era el que quería abarcar. Entonces recordé, porque hice también todo un proceso de investigación: hablaba mucho con mis tíos, tengo muchas cosas de mi madre, documentos, agendas, cuadernos, cartas y estaba viendo su agenda y en las agendas está siempre esa primera hoja donde rellenas tus datos, y había una que decía alergia: mi madre era alérgica a las abejas, entonces pensé que era por ahí. El modo de muerte de mi madre está relacionado con las abejas y a la vez en mi casa ella era nuestro hogar. La abeja reina es la que mantiene toda la colmena, el panal. Tiene un gran protagonismo la abeja, el insecto en sí en la obra. La abeja reina, específicamente ella, y a la vez el modo en que sucede la muerte, por ahí empezó a girar este nombre. Y la reminiscencia a rigor mortis es porque es el mayor registro que tengo en ese proceso médico. Estoy cursando Antropología Forense, entonces también muchos términos, muchas formas de ver aparecen en la obra, y la verdad que sí, que me parecía fuerte, pero me parecía también que era eso. Y justamente como no tengo tanto drama en hablar de la muerte, en pensarla, en escribirla, me atreví a usar esta combinación.
ES LLAMATIVO, PORQUE UNO ASOCIA EL RIGOR MORTIS A LO QUIETO, A LO QUE YA NO SE MUEVE, TAMBIÉN A LO FRÍO, PERO APARECEN IMÁGENES EN LA DESCRIPCIÓN DE LA OBRA COMO LA ELASTICIDAD DE LA MIEL, EL CALOR DEL VIENTRE, ESOS SIMBOLISMOS ¿QUÉ BUSCAN TRANSMITIR VINCULADOS CON LO OTRO, CON LO QUIETO, CON LO ESTÁTICO?
La obra en sí lo que quiere mostrar primero es un proceso de duelo que no es lineal y hay dos categorías que utilizamos en la obra y que desde allí subyacen otras emociones, que son la curiosidad y la furia. El escenario de la obra es el espacio mental de una niña adulta, en donde no hay un texto dramático narrativo tradicional, sino que hay una yuxtaposición de memoria, de recuerdos, desde la curiosidad, donde aparece también la alegría, el recuerdo vivo de la madre y todo lo que había en torno a eso antes de la muerte. Hay una memoria también de siestas en La Rioja con la cabeza apoyada en su vientre, haciéndole preguntas sobre su vientre, sobre el tipo de piel que ella tenía, y de la nada surge rápidamente otro escenario que es la furia, que es el combate con lo quieto. El esquema de la obra es la muerte en la vida; la muerte sigue siendo parte de la vida para quienes seguimos acá, entonces un poco es eso: demostrar que la persona que vemos ahí, que está quieta, que no sabemos exactamente dónde está, dónde no, la memoria, la textura, los olores. El proceso del duelo está todo el tiempo y es elástico, y puede ser hasta dulce. Está todo el tiempo trayendo lo vivo con lo muerto y esa melancolía de recordar que hacía dos siestas yo estaba ahí, en ese vientre, y dos siestas después en un entierro, esa contraposición entre la vida y la muerte. El vientre de la madre también es un símbolo muy importante; el tratar de ver ese vientre y entender sus estrías y esta cosa de que las estrías son una piel muerta, entonces hay piel muerta en un cuerpo vivo, y eso forma parte también de la narrativa.
EL PROCESO DEL DUELO DEBE SER UNO DE LOS MÁS ESTUDIADOS Y SE DEFINEN DISTINTAS ETAPAS DENTRO DE ESE DUELO, SIN EMBARGO EN LA OBRA HAY COMO DOS INSTANCIAS QUE VOS MARCABAS: LA CURIOSIDAD Y LA FURIA ¿SE LOGRAN EQUILIBRAR EN ALGÚN PUNTO ESAS TENSIONES DENTRO DE LA ESCENA?
Sí, efectivamente sí, porque se necesitan una a la otra, por lo menos escénicamente; de hecho coexisten todo el tiempo y lo que creo que hace a ese equilibrio, es que la curiosidad está ligada a la infancia y la furia a la adultez. Uno necesita ser infancia para después ser adulto y está trayendo todo eso en su transformación tanto social, como individual o colectiva. Uno necesita todo el tiempo recordar que estuvo allí y luego lo lleva a cabo en la adultez también, o no, no lo sé, pero sí se que se genera un equilibrio escénicamente.
HABLANDO JUSTAMENTE DE LA PUESTA EN ESCENA, ¿QUÉ DESAFÍOS TE PLANTEÓ LLEVAR LA OBRA A ESE ESPACIO? ESOS RECUERDOS, ESAS TENSIONES, ¿CÓMO LAS TRABAJASTE?
La primera consigna que le di al director es que yo no quería usar nada en escena, no quería utilería. Quería que sea el cuerpo porque algo que también me parecía clave era que en estos procesos, con estos fenómenos que nos ocurren inevitablemente, quería hacer un trabajo corporal en el que el cuerpo sea toda la utilería que necesitamos, en donde podamos reflejar la furia desde el cuerpo, lo curioso desde el cuerpo, la mirada y algo fundamental que nos fue dando la forma a la obra, que es el verdadero protagonista, que es la dramaturgia. Acentuamos mucho el trabajo en la palabra, en la pausa, es muy poético el texto, entonces nos fuimos apoyando en eso: en la descripción de las escenas o en la descripción de los estados, siempre partiendo del gesto, y el gesto va desde la punta del cabello hasta la punta del pie. No tenía idea cómo lo íbamos a llevar a cabo, la verdad es que yo di la consigna de que no quería usar utilería y Mateo (Guerrero) ha hecho un gran trabajo. Iba saliendo en el proceso, iba ocurriendo, pero hemos trabajado como siempre: desde el punto inicial del texto, viendo qué sensación hay, y a partir de ahí empezar a habitar esa sensación, y es el cuerpo mismo el que te va llevando a una forma, a una acción.
DE ALGUNA MANERA SE PUEDE APLICAR UNA ESPECIE DE PARALELISMO CON ESTO QUE SE DICE DE “PONERLE EL CUERPO” A UN TODO…
La obra es un gran ‘dígalo con mímica’ y ese también era el desafío: que en esa mímica realmente el espectador pueda estar ahí adentro, entonces es un gran laburo físico, todo el tiempo estoy trabajando con el cuerpo, mi cuerpo es la carnicería, es la sala velatoria, es mi madre, soy yo, y la palabra siempre presente.
IMAGINO QUE ES UNA PUESTA DE ENERGÍA IMPRESIONANTE, ¿CÓMO TE BAJÁS LUEGO DEL ESCENARIO?
Cuando bajo del escenario, al igual que me pasa con todas la obras que hago, me pongo muy feliz; hay una sensación de satisfacción maravillosa, pero el problema viene al otro día. Particularmente con ‘Abeja Reina’ me pasa algo que no me había pasado con otras obras, y es como que estoy con una resaca, es una gran resaca. Me duele el cuerpo, me duele la cabeza. Es un gran trabajo que contiene mucha emoción, entonces la verdad es que también me desgasta hacerla.
DE TODAS FORMAS, SUPONGO QUE TE PREOCUPARÍA SI NO TE PASARA…
Por supuesto, porque es una resaca con felicidad, con alegría; pero sí, me deja un poco temblando.
LEÍ POR ALLÍ Y ME RESULTÓ LLAMATIVO EL CONCEPTO DEL “AMOR MOLESTO”, QUE ES AL MISMO TIEMPO MUY INTRIGANTE. ¿DE QUÉ MANERA PODRÍAS PROFUNDIZAR ESE CONCEPTO? ¿CÓMO EL AMOR Y EL DUELO SE ENTRELAZAN EN LA NARRATIVA DE LA OBRA?
Creo que tiene que ver con esto que te decía al principio, pensándolo siempre desde mi vivencia real, porque esa era la idea de llevar a cabo esta obra. Mi madre era realmente mi hogar, más allá de la materialidad de la casa, y de repente me parece que el combate con la ausencia es muy molesto, muy agotador. A mí me arrancaron el hogar, entonces hay mucha molestia y esos primeros momentos eran muy agobiantes. Era muy agobiante seguir amándola, porque uno dice: ‘cómo puede ser posible seguir amando a una persona que ya no está aquí y sigo recordándola y en la calle me paran, me besan’… era como: ‘qué molesto este amor que no tiene otro fin’. Tiene que ver con eso. Adoro a mi madre y era mi mejor amiga, éramos muy buenas amigas, entonces retomar esa ausencia siempre es desgastante y molesto, porque aparece la injusticia y está relacionado con eso: con el ‘qué molesto es amar a esta persona y no poder siquiera tocarla’.
¿CÓMO INFLUYE EN VOS ESTA PELEA QUE SEGUÍS LLEVANDO ADELANTE CON LA AUSENCIA, AHORA EN TU VIDA ADULTA, Y TAMBIÉN COMO PROTAGONISTA DE ESTA OBRA?
Yo creo que con esto se resume un poco: en mi vida adulta sigo teniendo el impulso de llamar por teléfono; es algo que va mejorando con los años y uno se acostumbra también a la ausencia, a la fuerza o no, pero se acostumbra. La verdad que hacer esta obra como protagonista… lo que tiene y lo que me parece tan magnífico del arte, es esa cinética de querer agarrar el teléfono muchas veces y escuchar una voz. Bueno, utilizo esa fuerza en hacer la obra y en poner en palabras ahí lo que tengo para decir sobre el tema, y creo que uno entiende cuando es adulto que inevitablemente a todos nos toca, ya sea la muerte de otro o la propia muerte, pero lo que también me parece interesante de haber explotado esta obra es el recurso de haberlo vivido a los 12 años y que ahí hay un periodo donde ya tenía una curiosidad por la muerte, por los animales, las propias mascotas que se te van muriendo y de hecho en la obra también uno de los recuerdos son los otros tipos de muerte con los que la niña se hace preguntas. Pero es lo que te decía anteriormente, yo cuando vi el cajón y la vi a ella, había una materialidad de la de la muerte que no la he vuelto a ver, era como algo que yo sentía mío, que una parte mía estaba ahí, una sensación que la tengo muy registrada en el cuerpo, y también algo hay que hacer con eso, aunque suene trillado. Entonces lo abandono todo ahí en la escena, que es donde mejor queda.
¿CONSIDERÁS QUE HAY ALGO DE CATARSIS EN ESO?
Cuando comencé a escribir la obra pensé que la estaba escribiendo para mi madre, pero después me di cuenta de que la estaba escribiendo para mí. Cuando empezamos a ensayar, hubo momentos en los que tuve que parar porque no podía seguir. Lo que potencia le escena es que llegar a ese imaginario no me cuesta porque ya lo he sentido. Tengo muy presente todo ese momento, ni siquiera tengo que cerrar los ojos, es algo que está ahí, entonces es como que lo puedo llevar a ese lugar y me parece que es una forma de hacer algo más fructífero con todo ese mambo emocional.
HABLAMOS DE LO QUE TE PASA A VOS EN TODO ESTE PROCESO, ¿PERO QUÉ ESPERAS QUE EL PÚBLICO SIENTA O REFLEXIONE DESPUÉS DE VER LA OBRA, ESPECIALMENTE QUIENES HAYAN PASADO POR EXPERIENCIAS SIMILARES?
Lo primero que creo es que… algo que no lo había pensado, porque estaba muy individualizado en mí, es que empecé a entender la dimensión y la magnitud en las marchas sociales o de los encuentros colectivos por alguna problemática social o política; allí empecé a entender que había duelos colectivos. Dolemos individualmente y dolemos colectivamente, y me parece que eso ya es un hecho social, el duelo es un hecho social, y me parece que justamente es un nodo de encuentro y es otra forma de hablar, es otro lenguaje con el que podemos conectar un sentido más humano y algo tan natural, que es lo que sabemos con certeza que va a suceder. Cuando empecé el duelo no entendía qué me pasaba, ni lo necesario que es hablar de la muerte, pensarla, resignificarla en conjunto, que la gente vea un proceso particular, porque mi proceso no va a ser igual al de otro u otra, pero me parece que hablar colectivamente de la muerte, y de eso que se siente en el pecho, es una forma también de acercarnos, de conectarnos de, al fin y al cabo, reflexionar. Creo que es muy reconfortante poder acompañar la tristeza y acompañar estos momentos que no son lineales, que están y después se van y después retornan. Creo que el duelo no está significado solo en la muerte, sino que hay duelos de todo tipo, es la estructura de la vida. Entonces me pregunté: ‘¿Cuál es el objetivo de esta obra más allá de contar mi historia o una parte de la historia?’ Ahí fui entendiendo que fue lo social lo que me llevó a entender eso.
¿HACERLA EN LA RIOJA TAMBIÉN RESIGNIFICA UN MONTÓN DE OTRAS CUESTIONES A LAS QUE TE VAS A EXPONER DE ALGUNA MANERA?
Toda la obra menciona a La Rioja. La Rioja también es protagonista de mi crianza, y los lugares que se describen siguen estando en La Rioja, siguen permaneciendo. Ahora que converso con vos quizás voy tomando un poquito más de dimensión de lo que está por suceder, y me parece que más allá de las fibras que pueda sensibilizar en cuestiones que tienen que ver con angustias o recuerdos, para mí es también parte de un ciclo, y me parece súper importante. Cuando la estaba escribiendo y antes de que empecemos a ponerle el cuerpo dije: ‘esto lo tengo que hacer en La Rioja’, es devolver algo a La Rioja y es devolver algo también al territorio que me crió en un momento tan extraño en mi vida, poder devolverlo con algo que sé que puedo hacer bien.
ME QUEDO CON UNA FRASE TUYA SOBRE LA OBRA, ANTES DE TERMINAR, QUE DICE: “ACTUARLA ME ENCANTA, REVIVIRLA DESDE LA POÉTICA Y EL FLUJO CALIENTE DE HABERLO VIVIDO EN CARNE PROPIA TERMINA SIENDO UNA GRAN FANTASÍA”, ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO DE LA GRAN FANTASÍA?
La fantasía es mi niñez. Creo que revivo esa fantasía. Pensaba muchísimo en una autopsia y todo lo que podía enmarcarse dentro de esa autopsia y es una fantasía constante y en general soy una persona a la que no le cuesta fantasear, pero en ese momento de la niñez había una fantasía todo el tiempo, constante, de ‘qué pasa si la desentierro’, ‘qué pasa si hubiese hecho esto’, ‘qué pasa sí’… había muchas fantasías en torno a eso que eran molestas, pero ahora de adulta retomé esas fantasías desde lo lúdico. El teatro es fantasía; poder revivir algo que fue real y que fue muy complejo, vivirlo desde la fantasía, o pensarlo desde la fantasía, me parece algo muy asombroso. Hay personas que no pueden ni siquiera hablar de la muerte de alguien y yo de repente utilizó todos esos recursos, y estoy ahí flotando en un estado mental, y retomo todas las fantasías que alguna vez fueron serias, muy serias.
CUANDO TE ESCUCHO DECIRLO, EXPLICARLO CON PALABRAS, SIENTO QUE HAY MUCHO DE DIFRUTE TAMBIÉN…
Me gusta mucho el teatro, pero además disfruto de poder tratar esto de esta forma, es una de las mejores decisiones que he tomado, pensar la muerte desde la escena.
“Mi fantasía eres tú / Un recuerdo lejano / Que guardé en algún lugar. / Mi teatro eres tú / Actuando sin público / Ni aplausos ni ficción”. Fantasía, realidad, teatro. Cuerpo y alma, la vida y su antítesis, en escena.
SOBRE LA OBRA
Abeja Reina – Reminiscencias Rigor Mortis (teatro autoficcional)
Lugar y fecha: 26 de octubre a las 22 en Espacio 73.
Acerca del evento: Reminiscencias de la muerte de mi madre, mis manos de niña acariciando su piel fría, los escombros bajo mis uñas, las flores teñidas de colores para ser decorado bajo tierra, el combate con la desaparición, la elasticidad de la miel, lo molesto del amor, el calor del vientre de mi madre. Abeja Reina Reminiscencias Rigor Mortis, reconstruye la experiencia de una niña-adulta con la muerte de su madre desde la curiosidad y la furia.
Ficha técnica:
En escena: Sherina Yubero Busleimán; Dirección: Mateo Guerrero; Dramaturgia: Sherina Yubero Busleimán; Composición y diseño sonoro: Mateo Guerrero; Vestuario: Camila Lapalma y Florencia Ahumada; Producción: Mantis Religiosa.
Entradas en venta: www.lacoplera.com.ar
En 1591 Cultura+Espectáculos: Este sábado 26 de octubre, con la edición #150 del suplemento cultural de NUEVA RIOJA, la entrevista completa con la actriz y dramaturga riojana Sherina Yubero Busleimán.