Tango interior

La bailarina chieciteña Natalia Olivera fue la elegida para ser parte de un proyecto audiovisual cooperativo inspirado en la vida y obra de Osvaldo Pugliese: Osvaldo, la película (…Un tornillo más de la máquina tanguera).

Siente el tango correr por sus venas y respira el aire de la milonga desde el instante mismo en que su día comienza. La acompañan, a cada instante, las melodías de una de las músicas más populares de nuestro territorio y, desde su reducto sagrado, en el oeste perlado de la provincia, se convierte en el devenir de lo cotidiano en una referente ineludible. Su nombre suena en todas y cada una de las pequeñas grandes conquistas por la federalización de la danza y por hacer de la mujer una partícipe necesaria de lo que vibra al ritmo del 2×4. Por eso, y por su desmedida entrega a la hora de bailar y transmitir esa pasión inclaudicable, Natalia Olivera fue la elegida para ser parte de un proyecto audiovisual cooperativo inspirado en la vida y obra de Osvaldo Pugliese: Osvaldo, la película (…Un tornillo más de la máquina tanguera).

La convocatoria a integrar esta expresión tanguera y popular le llegó tan naturalmente como todos y cada uno de los logros en su labor profesional y promete llevarla muy lejos, atravesar límites y fronteras de la mano de la figura del pianista, director y compositor que hizo del tango una religión a la que sus fieles y devotos asisten con el mismo compromiso con el que Pugliese revolucionó la música popular desde su piano, al mismo tiempo que redobló el compromiso con el trabajo de músicos, intérpretes, compositores, y sus derechos y obligaciones como artistas.

¿Pero qué hay detrás de la mujer que, la mayoría de las veces desde los esfuerzos en solitario, sostiene al tango y la danza en general en Chilecito? Una charla de café con 1591 Cultura+Espectáculos devela, desde la sonrisa generosa de Natalia Olivera, el pulso constante de una pasión ilimitada y el amor que, como ofrenda, se torna baile en lo cotidiano, cuando su dilatada experiencia se vuelca a la enseñanza desde Alma, su estudio de arte y movimiento. Viene de representar a La Rioja en el Congreso Internacional de Tango en Buenos Aires, junto a los más grandes exponentes del género. Sin embargo, cada una de sus palabras dejan entrever la humildad sincera de quien no detiene su paso, a pesar incluso de las dificultades propias de lo cotidiano, y desde esa grandeza que se esfuerza por ocultar, se proyecta siempre un poco más allá: hacia un futuro que, inevitable e indefectiblemente, la tendrá como protagonista.

«Me convocaron ellos; es una película que se viene gestando hace un año y ellos seleccionaron bailarines referentes de diferentes puntos del país, además de gestores culturales que convivan y dialoguen con la identidad de Pugliese sobre todo. El espíritu de la película es ese», cuenta Natalia cuando se le pregunta por su participación en «Osvaldo», cuyo equipo de producción íntegro pasó por la Perla del Oeste para llevarse un registro que no sólo tiene que ver con el tango, con la danza, sino también con mostrar un espacio, un lugar que, como tal, trascenderá la pantalla grande. El objetivo: ofrecer un homenaje a Pugliese y su trayectoria artística, pero también a su militancia con el tango y la vida. De allí que la figura de la chileciteña haya sido sugerida casi como inevitable por muchos de sus pares de otras provincias. Y es que Olivera resume, en su humanidad tanguera, todo lo que supo pregonar Pugliese. E incluso un poco más: el deseo de federalizar el tango desde el interior más profundo, objetivo esencial que persigue también la producción cinematográfica que se llevó de Chilecito un registro único.

«Con ‘Osvaldo’ todo es muy autogestivo, lo tienen planteado así por el espíritu de Pugliese, que fue el único director que tuvo su orquesta en modo cooperativo. La película tiene ese espíritu y va a ser una película que va a recorrer el mundo, por Pugliese y por el tango», afirma Natalia y se ilusiona a partir del «espíritu» de esta producción que busca mostrar lugares y personas que comulguen con la «religión» de Pugliese, que genera además una mística muy particular dentro del tango y que, en el caso de la Perla del Oeste, toma como ícono la lucha social.

«La verdad es que fue una experiencia hermosa; trabajan con mucho profesionalismo y creo que al tango le estaba faltando algo así luego de la pandemia. En cada lugar por donde van pasando se va despertando la llama del tango», destaca Olivera en relación a la grabación que tuvo lugar en la localidad de Guanchín, pasando Las Chúcaras, donde seis parejas bailaron para la película. Y desde ese lugar, precisamente, desde la profundidad misma de nuestra tierra, la bailarina marca las diferencias. «Hay movimientos diferentes: uno más comercial si se quiere, que tiene que ver con los festivales, los mundiales, las competencias, un poco más vendible for export. Y está el movimiento más milonguero, el más popular, que busca mantener al tango vivo. Creo que la pandemia para el tango fue muy dura, porque fue una de las últimas danzas que volvió, porque es una danza de contacto».

Contacto. Palabra clave, si las hay, al menos para intentar explicar esa convergencia entre Natalia Olivera y el tango, esa unión que se produce en el día a día. «Es lo cotidiano, algo que se da todo el tiempo; el tango tiene otra mística, los grupos que se arman son muy diferentes, son grupos sociales. El tango es mucho más que un baile y te enamorás de todo lo que te brinda, porque es una danza de abrazo». Contacto. Abrazo. Mística. Todo convive en su ser 2×4 que la mantiene en plena vigencia y que la lleva hacia el camino, a seguir siendo parte, cuando de pronto todo parecía indicar que su recorrido junto a la danza iba llegando al final, tal como ella misma cuenta a 1591 Cultura+Espectáculos.

«La verdad que todo fue muy loco, porque todo me encuentra en un momento de mi vida en el que estaba a punto de colgar los tacos. Me empujaban a hacerlo por una situación de salud que me afecta hace 13 años, pero yo nunca paré. En ese momento que estaba tomando esa decisión me llaman del Congreso Internacional de Tango y me comunican que me becaban una vez más; pasa lo de la película; además gané con el proyecto para una obra en el Fondo Nacional de las Artes, que se llama ‘El Tango también es nuestro’, en un doble concepto, en un doble fundamento: el tango es nuestro, del interior y es nuestro, de las mujeres y busca visibilizarlas. Las mujeres no podíamos dirigir nada. También gano con el proyecto «Minas», una obra del Instituto Nacional del Teatro. Y como si todo esto fuera poco, presento una convocatoria para que Hugo Mastrolorenzo, que es un ícono del tango, couchee una obra y también me lo aprobaron. Iba a dejar todo y me pasa todo esto».

¿Casualidad o causalidad? A la luz de los hechos, mucho más lo segundo que lo primero. Porque el tango es la causa de Natalia Olivera y Natalia Olivera es, en Chilecito y en la región, la causa para el tango. Una retroalimentación constante, una búsqueda permanente y una fusión incomparable. Desde el interior.