Maestra, escritora e investigadora cultural, Teresita Flores es una de las voces fundamentales de La Rioja. Desde su infancia en Sanagasta hasta sus noches de poesía y recetas, su vida es testimonio de una mujer que transformó cada golpe en palabras, y cada recuerdo en memoria colectiva. A sus más de 80 años, sigue siendo faro y raíz.
Por Fernando Viano – Fuente: www.nuevarioja.com.ar / 1591 Cultura+Espectáculos
Cuando uno llega a la casa de Teresita Flores, ella está esperando en el patio, como quien desanda las horas en un reloj que no se detiene, pero que deja flotando en el aire la imagen de esa mujer que no se rinde, que no se detiene, que no se doblega y que sigue escribiendo la historia de esta tierra que aún habita en sus pies descalzos de niña, correteando por las calles antiguas de Sanagasta, la villa que la vio nacer hace ya tanto tiempo y que le marcó por siempre las huellas.
Después de un gentil “bienvenido a casa, que dios lo bendiga” en árabe, Teresita abre las puertas de su universo más próximo e íntimo, desde una sensibilidad que le es tan propia como la palabra y que la muestra tal cual es, despojada de todo prejuicio frente al devenir de una vida que no le fue sencilla, que no le fue generosa, pero que le forjó un espíritu de lucha inquebrantable. Desde ese espacio en el que habitan todas y cada una de sus memorias, en ese recordar prodigioso que se vuelve evocación, Teresita pinta su aldea y pinta el mundo. Y luego, con una sonrisa amplia y siempre bien dispuesta (incluso cuando sus ojos se llenan de lágrimas al entregarse a la emoción), se lo ofrenda a 1591 Cultura+Espectáculos, en un encuentro en el que su decir se torna familiaridad.
¿QUÉ LE GUSTA LEER, TERESITA? ¿QUÉ ES LO QUE LEE HABITUALMENTE?
Menos cuestiones relacionadas con la economía… Lo único que me interesa de la economía son dos cosas: cobrar mi jubilación como la gente, cobrarla, sí (risas), y segundo, poder parar mi olla. No tengo sufrimiento económico, gracias a Dios, pero me preocupa en este momento la gente que tiene muy bajo sueldo y que tiene muchos hijos. Eso es una cosa tan natural en las provincias, ¿no?, tener muchos hijos. Y entonces cuesta mucho criarlos… son un montón de cosas que yo junto y no da un resultado ante mis ojos, porque hay gente que es un conglomerado de situaciones. La gente que cobra una pensión, una jubilación, o un plan y en vez de comprar comida o libros o algo como la gente, compran unos aparatos de música más grandes que la casa. Eso no entiendo yo…
Nacida un 23 de julio de 1937 en Sanagasta, La Rioja, ese pequeño y mágico pueblo conocido como “el pueblo de las Brujas”, Teresita Flores creció entre las calles de tierra y las leyendas que aún susurran los vientos del lugar. Fue la sexta de ocho hermanos y, desde niña, su relación con la tierra y su gente fue intensa y profunda, marcando para siempre su vida y obra. Esa conexión íntima con su entorno se convertiría en el motor que impulsó su trabajo como escritora, docente e investigadora cultural.
Formada inicialmente como Maestra Normal Nacional en la emblemática Escuela Normal “Pedro Ignacio de Castro Barros”, Teresita supo combinar su amor por la enseñanza con una vocación literaria que la llevó a obtener también el título de Profesora de Castellano y Literatura. Durante más de cuatro décadas, desplegó su compromiso docente en las zonas rurales de la provincia, enfrentando dificultades como la falta de recursos y la dispersión de los alumnos, a quienes buscaba casa por casa para llevarles educación. Esa experiencia en terreno no solo la enriqueció como educadora sino que le permitió conocer las historias, tradiciones y luchas de las comunidades riojanas desde adentro.

ME DECÍA, PORQUE USTED ES UNA AMPLIA CONOCEDORA, ME HABLABA DE LAS FAMILIAS NUMEROSAS, DE LAS FAMILIAS CON MUCHOS HIJOS…
Es que yo trabajé como docente en todos los pueblos del interior. Yo he sido personal jerárquico, rendí para ascender, no me quedé. Tengo dos títulos. A mi segundo título no lo pude ejercer por mucho tiempo porque en el interior de la provincia no había colegio secundario. En el año 1980 se comenzó a exigir al gobierno de ese tiempo la creación de la escuela secundaria, y así se llenó La Rioja de maestros. Fue doña Teresa Cabero la creadora, que ha muerto hace poco, con un pobre y mezquino reconocimiento. A esa gente habría que hacer un reconocimiento porque ella luchó mucho para crear todo eso que han terminó con la falta de docentes en el interior. Yo viví esa época, que fue muy brava. Una niña joven, adolescente, si terminaba el sexto grado, terminaba la primaria y se iba a Buenos Aires a trabajar de empleada doméstica, se iban y no volvían más. ¿Y qué pasaba? Lo viví en carne propia a eso y dolorosamente. En ese tiempo había una especie de resignación de los padres que quedaban criando a los nietos. ¿Qué iban a hacer? Se fue. Fulano se fue. Sí, estaba como claro, establecido así, digamos, y se lo aceptaba de esa forma. Era una cuestión social.
¿CÓMO FUE SU INFANCIA, TERESITA?
Fue en Sanagasta, mi padre era comerciante, tenía un almacén de ramos generales. Los viejos almacenes; mi abuelo también tenía almacenes. Éramos ocho hermanos y una madre trabajadora; mi mamá también era maestra, pero nunca ejerció porque debía cuidar a sus ocho hijos. Yo soy la sexta de cuatro varones y cuatro mujeres. Mi padre tenía un Ford T que nunca aprendió a manejar; teníamos un señor, don Abel, que lo manejaba. Así que mi papá cuando quería venir a la ciudad se hacía traer. Lo recuerdo claramente. La cuestión es que fue una infancia linda, de juegos, de muchos hermanos, de tíos, tías viejas que nos amaban, tías abuelas. Una de ellas nos daba dulces, nos daba cosas ricas, era bella. Fue feliz mi infancia en Sanagasta. Conocí grandes personajes en Sanagasta, de niña, porque Sanagasta era la villa primigenia del turismo. Todos los señores del gobierno, de la élite poderosa, de los apellidos coquetos iban a veranear a Sanagasta. Lo conocía al Dr. Félix de la Colina, al coronel Hilario Lagos, que era pariente de Joaquín V. González. Sanagasta se llenaba de cosas lindas.
¿Y CÓMO ERA TERESITA DE PEQUEÑA?
Era inquieta y lo sigo siendo, nada más que no me dan las cuerdas (risas). Considero que mi infancia en Sanagasta fue feliz. Mi padre fue de una familia poderosa, porque ellos tenían ganado. Después, con el tiempo, perdimos esas propiedades porque nuestros abuelos guardaron mal los documentos, fueron mal manejados, pero si hay una cosa por la que no soy interesada es por los bienes materiales. Yo soy media espiritual y con mucha espiritualidad tampoco se come (risas). Pero volviendo a Sanagasta, en el verano era una romería de gente paseando por el pueblo. A mí me gustaba eso. En el año 32 inauguran el dique y yo no lo conocía. El doctor Félix de la Colina, que era gobernador, iba mucho a mi casa. Lo recuerdo claramente. Él le decía a mi padre que tenía que hacer estudiar a sus hijos. En Sanagasta había una sola escuela, la número 11. Terminó mi papá vendiéndole la casa al doctor De La Colina; le dio a mi papá el dinero, así, sin ningún papel y mi papa le dio la llave sin ningún papel. Nos vinimos a La Rioja y con ese dinero alquiló mi papá una casa acá cerca de la Llama Votiva; ahí vivíamos. Fue entonces que conocí el dique. Un asombro, yo siempre fui medio soñadora. Para mí fue la maravilla de las maravillas conocer el paisaje acuático, y ahí escribí mi primer poema. Tenía 6 años.
¿Y QUÉ VIO EN EL DIQUE EN ESE MOMENTO?
La presencia del agua, del agua abundante; la presencia de la montaña, el juego de luces, del amanecer.
PERO EL HECHO DE ESCRIBIR EN SÍ MISMO, ¿DE DÓNDE VENÍA?
Parece que nace con uno… Cuando éramos niñas no podíamos salir a la vereda, había que cuidar la pureza, la virtud, como se decía en aquel tiempo. Y mis hermanas eran muy controladoras; así fue nuestra crianza. No solo la mía, la de muchas chicas de aquel tiempo. Las niñas no podían salir a las calles si no era con los padres. Yo escondía mis escritos en los forros de las carpetas, pero una de mis hermanas revisaba todo. Yo siempre escribí, pero en ese tiempo no se podía. Después, con el paso del tiempo, seguí haciéndolo, incluso mantenía correspondencia con gente en todo el país.
Su obra literaria es un reflejo fiel de esa sensibilidad y arraigo cultural. A lo largo de los años, Teresita dio vida a múltiples poemas, ensayos y relatos que recorren la memoria de su pueblo y la esencia de La Rioja. Libros como “Esa dulce tristeza”, “Incandescencias” o “Solamente rescoldos” evidencian una poesía cargada de nostalgia, amor y melancolía por un mundo que busca preservar su identidad frente al paso del tiempo. En sus ensayos, su interés por la tradición oral, la cultura popular y la cocina regional queda plasmado en títulos destacados como “La décima y el trovo en América” y “La Rioja mágica y misteriosa”.
Además, Teresita se convirtió en una incansable defensora de la cultura gastronómica local. Su investigación y pasión por la cocina riojana la llevaron a recopilar recetas y tradiciones culinarias en obras como Cocina típica de La Rioja y La cocina riojana. Su labor fue tan relevante que impulsó la creación del Día de la Cocina Riojana, celebrado cada tercer domingo de julio, en reconocimiento a este patrimonio vivo de la provincia.
¿Y CÓMO SURGE LA DOCENCIA?
Por un lado venía porque mi madre era docente y su madre también lo había sido. Sin embargo, mi mamá no pudo ejercer nunca porque tenía que criar los hijos; cada año tenía un hermano, hay un poema en que lo cuento. Tanta vida y tanto hermano; tanto hermano…
Y LA DOCENCIA NACE AHÍ ENTONCES, O EL AMOR POR LA DOCENCIA…
No había otra cosa; no había universidad…
PERO HABÍA UNA VOCACIÓN…
Calculo que sí, y digo que no a la vez porque no había otra cosa. Y la decisión de mi padre fue traernos a la Rioja a estudiar algo que rinda un sueldo, y estudiamos todos en la escuela Normal, así que íbamos en banda. Era otra la vida. Recuerdo que el doctor De la Colina le dio un puesto a papá, lo nombró comisario de Cochangasta. Al estar en la escuela Normal no había otra cosa que ser maestro. Me recibí durante la revolución del 55 que fue terrible para mí. Había sido el derrocamiento de Perón y nosotros sabíamos lo que pasaba, pero no entendíamos por qué pasaba. Yo nunca había entrado en ese clima político, ninguno de nosotros. Entonces, se cerraron las escuelas en el país. El día 16 de septiembre del 55 viene el rector, nos reúne en el patio de la Normal y dice: ‘Por orden del gobierno nacional se dan hoy día por terminadas las clases’. Todos lloramos a los gritos, en vez de estar felices porque estábamos recibidos antes de tiempo. Nos dijeron: ‘vuelvan cuando sean llamados a recibir el título’. Todavía lo recordamos los pocos que quedamos… Muchos se fueron; algunos a Neuquén, otros a Buenos Aires. Se fueron a otros lugares. Tuve compañeros médicos, docentes, compañeras maestras, jardineras. Cada uno tomó su camino…
Y SU CAMINO A PARTIR DE ESE MOMENTO, ¿CÓMO FUE?
Trabajar; trabajar. Siempre he sido una trabajadora incansable. En ese tiempo La Rioja dejó de ser una aldea, empezaron a cambiar los estamentos sociales, a modificarse todo. Mi papá seguía manteniendo buenas relaciones con gente del gobierno que pesaba políticamente y me dieron un puesto en una escuela del interior. Yo me quería morir, porque tenía solo 17 años. Mi papá venía contento con el nombramiento y yo lloraba como loca porque no me quería ir al interior. Eso fue un quiebre de mi juventud, que aún no la había vivido. Fue muy fuerte. Además, ya había muerto mi madre y venía de ese dolor, del luto. Parecíamos cuervos, porque la sociedad imponía eso. Entonces no tuve más remedio que aceptar, porque papá dijo: ‘ustedes han estudiado, vayan a fundar su vida’. Y me tuve que ir a Los Sauces, al pueblito de Cuipán, con mis 17 años. En ese momento tenía ganas de jugar a las muñecas, pero a cambio de eso me fui y busqué una pensión que recibía maestras de afuera, porque en el pueblo no había secundaria, no había maestras. Me dieron una piecita con piso de tierra. Me fui adaptando, porque obviamente la juventud le provee a uno de otro razonamiento, del entusiasmo de enseñar. Estábamos recibidos, tenía mi título, pero no sabía cómo enfrentar a un alumno. Claro, era una niña; había maestras viejas que me hicieron la vida imposible. Ahí me quedé y terminé casándome. Ahora no lo haría, créame; no lo haría, nada de todo lo que viví en esos años. Pero por otra parte, tengo mis tres hijos y tengo la maravilla de tener a mis nietas que son unos soles maravillosos.
FUE UN CRECIMIENTO MUY ABRUPTO EL QUE TUVO QUE HACER, CASI VIOLENTO…
Sí, pero fue así para mucha gente. Al no tener madre, no teníamos quién nos dirija. Había que madurar y por eso calculo que me casé, de ‘huevona’ (risas), pero fue parte de lo que me tocó vivir en ese momento. Nunca nos tocó vivir una época mala económicamente hablando; nunca nos faltó la comida, no puedo decir que hayamos sufrido, pero sí nos pasó la crisis de la soledad. Uno se va haciendo fuerte, porque había que terminar de criar a los hermanos más chicos, pero sufrimos la soledad, nos faltó la caricia y a eso lo digo también en mis poemas. Mi padre era sumamente recto, exigente, de trato rudo, de falta de caricia. Me crié sin tener la caricia de mi padre; cosas que pasan en todas las familias y mucho más en ese tiempo. Y a mi me encantan los abrazos. No los tuve, ni siquiera de mi madre, porque estaba enferma. Pero recuerdo la soledad de mi padre.
¿Y CÓMO FUERON DESARROLLÁNDOSE EL AMOR POR LA ESCRITURA, LA DOCENCIA? ¿CÓMO SE FUE PRODUCIENDO ESE DEVENIR EN SU VIDA?
Es como un mandato ineludible. Cuando vivía en Los Sauces tenía la cabeza llena de cosas. Escribía por las noches, hasta las 3 de la mañana y mi primera hoja de poesía fue publicada en La Plata. Me publicaron 10 mil hojas de poesía, fue como una gran edición. Escribía por las noches, siempre por las noches. Durante el día criaba a mis hijos, trabajaba en la escuela, atendía a mi marido y a mi suegra.
¿Y SU RELACIÓN CON LA COCINA RIOJANA?
Empecé a cocinar a los 8 años, cuando mamá enfermó. Mi hermana más grande me dejaba todo listo y yo cocinaba; había que darle de comer a la prole. Mi plato favorito sigue siendo el pastel de choclo. Me encanta; lo puedo hacer mil veces, enseñarlo, ofrecerlo, regalarlo. Siendo maestra había que ir a buscar a los niños, que muchas veces por tener que trabajar no iban a la escuela. Y cuando iba, para que no me reten los padres, trataba de generar confianza. Y para entrar en confianza desarrollé una habilidad que no sé de dónde diablos salió. Les preguntaba: ‘¿qué va a cocinar hoy?’ y entonces me abrían las puertas. ‘Venga señorita’, me decían. Ahí me contaban y yo anotaba las recetas. Ahí empezó para mí la cocina en realidad, haciendo esa investigación. Yo llevaba mi cuadernito y anotaba y luego, cuando llegaba a casa, mejoraba las recetas, la anotaba bien.
Y ASÍ SE FUE CONVIRTIENDO EN UNA VERDADERA REFERENTE…
Soy consciente de eso, sí, pero no es algo que haya buscado o querido. Todo se fue dando así. Incluso participé de la primera edición de Caminos y Sabores que se hizo en Buenos Aires. Me animé y fui, y ese evento tuvo un éxito bárbaro, con más de 700 personas. Cociné el pastel de choclo. No tenía quién me ayude, así que me ayudaron los chicos de diario Clarín, que auspiciaba el evento. Había una pantalla gigantesca y yo cocinaba, hablaba, enseñaba. La verdad es que esa fue mi primera gran actuación en la cocina.
El compromiso cultural de Teresita Flores ha sido reconocido con múltiples distinciones, entre ellas el título de Mujer Destacada de La Rioja y Vecina Ilustre, además de honores recibidos en otros países, como Bolivia. Es también fundadora del Museo Rumi Mayo en Sanagasta, un espacio dedicado a preservar y difundir la memoria y las raíces de su comunidad. Hoy, a sus más de 80 años, Teresita continúa siendo un faro cultural en La Rioja, manteniendo viva la llama de sus tradiciones a través de sus palabras y su ejemplo. Su historia y su obra son el testimonio de una mujer que no se rinde, que no se detiene y que sigue, como en aquel patio de su infancia, escribiendo la historia de esta tierra que la vio nacer y que habita en ella, indómita e inquebrantable.

¿QUÉ LE PASA CUANDO PIENSA EN TODAS ESTAS SITUACIONES QUE LE TOCARON ATRAVESAR EN SU VIDA?
De algunas cosas me arrepiento (risas), pero ya están hechas, no las puedo cambiar. Mi primer embarazo fue de mellizos, y murieron los dos. Eso para mí fue insertarme en la realidad dolorosa de la vida, fue un golpe durísimo. Sin embargo, lo pude superar. Ya después de eso…
SU VIDA ES UN APRENDIZAJE CONSTANTE…
Si, de cuestiones elegidas y de otras que no pude elegir, pero que tuve que aprender también.
PERO FUE ASÍ COMO SE FUE HACIENDO UN NOMBRE…
Si, es verdad, pero no es algo que me importe; no estoy detrás de mi ego. No es algo que haya buscado ni me siento grande por eso. Yo sé lo que hice y estoy satisfecha de haberlo podido hacer. De alguna manera uno nace con esa impronta, con esa cosa del destino, y estoy contenta con lo que hice. Sé que lo hice bien, o que traté al menos. Sé que lo hice de corazón y como leonina que soy, a pura voluntad. Además, soy muy espontánea y a veces me va mal porque hablo de más, pero soy sincera, soy así. Y tengo además el sentido del manejo de la palabra.
¿QUÉ SIENTE EN ESTE MOMENTO DE SU VIDA?
¿Sabe qué? Como que lo puedo hacer tripartito. Por un lado siento que he cumplido la misión que yo me había impuesto. Mis hijos son profesionales los tres, he cumplido con la patria. He cumplido con mi trabajo honrado. El sueldo que cobro de jubilada sé de verdad que me lo gané. No me lo han dado. A mí nadie me regaló nada. Yo me lo gané honradamente. Por un lado tengo esa satisfacción de tener de qué vivir. Estoy satisfecha de mi vida y de mi obra. Eso no significa que yo me sienta Neruda, no, para nada. Y la tercera opción que tengo: siento que no debo nada. Amo a Dios, creo en Dios y tengo fe en mí misma. No he ofendido a nadie. Donde yo puedo colaborar y dar mi corazón lo doy entero. Por otro lado, creo que no tengo nada pendiente. Dios me ha permitido tener dos nietas que son dos soles preciosas. No me quiero morir, le aviso. Yo le digo a Dios: ‘No me llevés, flaco’. Yo vivo para pensar, soy una pensadora, pienso tonteras, a veces, y pienso en cómo será ese tránsito. No creo en lo que dicen las religiones, creo que hay que vivirlo a eso todo. Pero estoy tranquila con la vida. Tengo mi obra y tengo muchas obras sin publicar. Mi obra en la escuela ha sido realmente extraordinaria, porque yo hasta cocinaba en las escuelas. Andaba de guardapolvo y cocinaba con las maestras, porque el cargo no te tiene que cambiar la cara.
SOBRE TERESITA FLORES
Teresita Flores es una destacada escritora, poeta, docente e investigadora nacida en Sanagasta, La Rioja, Argentina. A lo largo de más de cuatro décadas, ha dedicado su vida a la enseñanza, la literatura y la preservación de las tradiciones culturales de su región.
FORMACIÓN Y CARRERA DOCENTE
Flores se formó como maestra en la Escuela Normal Pedro Ignacio de Castro Barros y se graduó como profesora de Castellano. Durante más de 40 años, ejerció la docencia en diversas localidades de La Rioja, especialmente en zonas rurales como Sanagasta y Los Sauces. Su labor educativa no solo se centró en la enseñanza formal, sino también en la recopilación y transmisión de saberes populares, convirtiéndose en una fuente invaluable para estudiosos de la cultura del noroeste argentino.
OBRA LITERARIA Y TEMÁTICA
La producción literaria de Teresita Flores abarca diversos géneros, con un enfoque particular en la poesía, el ensayo y la investigación cultural. Sus obras reflejan una profunda conexión con la identidad riojana, abordando temas como mitos, leyendas, tradiciones culinarias y la vida cotidiana en su provincia natal.
Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran:
“La Rioja mágica y misteriosa”: Un compendio de mitos, leyendas y creencias populares del noroeste argentino, donde Flores explora las raíces precolombinas y la influencia de la colonización en las tradiciones locales.
“Cocina típica de La Rioja”: Publicado en 1998, este libro recopila recetas tradicionales y saberes culinarios transmitidos de generación en generación, resaltando la riqueza gastronómica de la región.
“Claroscuro”: Una colección de poemas que reúne trabajos inéditos y reflexiones personales, muchos de los cuales fueron redescubiertos durante el confinamiento por la pandemia. La obra destaca por su sensibilidad y la evocación de paisajes y momentos cotidianos de La Rioja.
“Ocupante del mundo”: Este poemario le valió el primer premio en el Concurso de Poesías “La ciudad de los Naranjos”, consolidando su reconocimiento en el ámbito literario regional.
RECONOCIMIENTOS Y LEGADO
La labor de Teresita Flores ha sido ampliamente reconocida. En 2013, fue homenajeada por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la Legislatura de La Rioja por su contribución a la cultura y la literatura provincial. Además, su influencia en la preservación de las tradiciones culinarias fue fundamental para la creación de la “Sala Cocina”, un espacio dedicado a la gastronomía riojana inspirado en sus relatos y libros.
Actualmente, Flores continúa compartiendo su conocimiento y pasión por la cultura regional como columnista dominical en Radio María (Córdoba), donde aborda temas relacionados con las comidas locales y las tradiciones del noroeste argentino.
DÍA DE LA COCINA RIOJANA: UN LEGADO CULTURAL
Uno de los aportes más significativos de Teresita Flores a la cultura riojana es la creación del Día de la Cocina Riojana, establecido por la Ley Provincial N° 8.961 en 2011. Esta ley, impulsada por Flores, declara al tercer domingo de julio como la fecha oficial para celebrar y promover la cocina típica de La Rioja.
La iniciativa surgió de su profundo interés por rescatar y valorar las prácticas culinarias tradicionales que observó durante su labor docente en zonas rurales. Flores documentó meticulosamente recetas, técnicas y costumbres gastronómicas transmitidas de generación en generación, especialmente aquellas relacionadas con la preparación de alimentos en morteros y la utilización de utensilios de barro.
Gracias a su incansable trabajo de investigación y difusión, la cocina riojana ha sido reconocida como parte del patrimonio cultural inmaterial de la provincia. Cada año, durante la celebración del Día de la Cocina Riojana, se realizan actividades que incluyen degustaciones de platos típicos, exposiciones de utensilios tradicionales y homenajes a las mujeres que han mantenido vivas estas prácticas culinarias.
La promulgación de esta ley no solo honra la riqueza gastronómica de La Rioja, sino que también destaca el compromiso de Teresita Flores con la preservación y promoción de la identidad cultural de su pueblo.
Teresita Flores es una figura emblemática de La Rioja, cuya obra y trayectoria han contribuido significativamente a la valoración y difusión de la identidad cultural de su provincia.