Nacida en Catamarca, desde muy pequeña sintió una atracción por el arte en sus diferentes dimensiones, al igual que una curiosidad muy particular por los espacios que se ofrecen a su deseo de conquistas. Así fue como se convirtió en una ciudadana del mundo, aunque habitando siempre en el territorio del amor. Ahora, vuelta palabra desnuda sobre el papel en blanco, María del Pilar Carabus ofrenda su «Erótica sintaxis» a modo de espejo en el que la humanidad pueda volver a reflejarse.
Se reconocen en el agua exigiendo pasión.
Es el Costworld noche cerrada, se escuchan herrajes
que vibran en paso a caballo.
Las campanas del viejo Rectorado extinguen
su cuarto de luna.
Entre sus ventanas la seda de aquellas sábanas
crujiendo como un exquisito manjar de solsticio,
recreando un equilibrio que sabe a elixir.
Parada en la puerta de un iceberg, me encarno
en sendero, retumbo, me digo a mi misma
qué bella es la forma de aquella piedra que guía
mi encuentro.
Se reconoce a sí misma, no sin antes buscarse en la magnitud de su ser, en ese recorrido que la lleve hacia una esencia que la modifique en lo constante, en esa otra búsqueda de lo que no se ve, porque no ancla sus pretensiones a ningún designio que no tenga que ver con el sueño, con el deseo, con lo etéreo de un vuelo que no se aferra a otro cielo que no sea el de la pasión por lo que transforma, por lo que reconstruye, por lo que sostiene, sin embargo, sin detener el devenir. Se encarna en sendero, retumba y se dice a sí misma «que bella es la forma de aquella piedra que guía mi encuentro».
Y su encuentro va hacia la poesía. Hacia la palabra como herramienta, pero también como ofrenda, como entrega a un universo individual, pero a la vez compartido a partir de la concepción de un otro necesario, que se erige en un puente que le permite sostenerse en el anhelo de forjar su camino más allá del destino, más allá de los paradigmas familiares, más allá de las determinaciones de una sociedad que se olvida en lo sistemático de la importancia de rescatar la simpleza de las pequeñas cosas que habitan, que conviven en lo sutil de un pensamiento, recreando ese «equilibrio que sabe a elixir».
Y una vez allí, en ese territorio fraguado por su entereza, por su determinación y por una honestidad intelectual y emocional inclaudicable, María del Pilar Carabus se despierta y se abre a la poesía para atender a ese llamado que se impone con la fuerza de la naturaleza, pero también con la delicadeza de una caricia; erótica sintaxis sobre la piel, estremeciendo los sentidos, sacudiendo los significados, obligando a sentir, aun cuando la palabra «obligando» no aplique en nada al concepto de liberación con que la escritora asiste a dar forma a los ideales de la mujer.
Nacida en la vecina provincia de Catamarca, donde vivió hasta sus 16 años, desde muy pequeña sintió una atracción muy especial por el arte en sus diferentes dimensiones, al igual que una curiosidad muy particular e intensa por los espacios que se ofrecen a su constante deseo de conquistas. Así fue como se convirtió en una ciudadana del mundo, aunque habitando siempre en el territorio del amor, que es para ella su motor más genuino, más auténtico. Ahora, vuelta palabra desnuda sobre el papel en blanco, María del Pilar Carabus ofrenda su «Erótica sintaxis» (Editorial Autores Argentinos) a modo de espejo en el que la humanidad pueda volver a reflejarse.
«Vengo de un padre sociólogo, que estudió en Buenos Aires en la época de los ’70 y fue amigo de toda la gente del Di Tella, de intelectuales, de artistas como Marta Minujín, y tengo una madre que es músico terapeuta, que fue concertista de piano. Vengo de una familia en la que lo intelectual era lo primordial desde algún lugar. Escribo desde que soy muy pequeña; fue condición desde muy pequeña que el léxico y el lenguaje fuera la forma de trascender, de seducir, de transformar, de cambiar y siempre de una manera cuasi obsesiva se hizo hincapié en esto en mi familia y en que nuestra herramienta somos nosotros. Honestamente fue eso lo que a mí me abrió puertas en todo el mundo» cuenta María del Pilar, abriendo de par en par las puertas de su espacio, en Olivos (Buenos Aires), a 1591 Cultura+Espectáculos.
Tenía apenas 16 años cuando realizó su primer intercambio en Estados Unidos, ya recibida de la Secundaria y con un semestre en la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de Catamarca. Esa primera experiencia fuera del país se convirtió en una marca indeleble para un camino personal que iba a continuar luego por Buenos Aires, España, México e Inglaterra, siempre con «un halo misterioso de energía que me cubre», tal como lo afirma.
«En Londres, que yo creo que es la ciudad más civilizada del mundo, había como una especie de halo romántico, de romanticismo alrededor que hizo que un par de ingleses amigos que tengo por allá me preguntaran por qué no empezaba a hacer algo con lo que tenía escrito, con lo que publicaba en redes y demás. Ya había escrito bastante, pero fue ahí, en Londres, donde me di cuenta. La escritura siempre estuvo, las ganas de sublimar escribiendo siempre estuvieron. En momentos muy tristes siempre estuvo y ahí salió lo mejor y en momentos más felices también. Después que volví de vivir afuera muchos años el puntapié aquí fue cuando una persona muy cercana a la literatura leyó algo mío; ahí fue que me animé a publicar, porque hasta entonces siempre estaba aquello de los preconceptos arcaicos y la sociedad conservadora que indicaba que tenía que seguir como abogada, o empresaria; estaba prohibida la palabra arte».
Así es como María del Pilar va dando señales, pistas de su devenir literario que es, no obstante, el devenir de un universo mucho más amplio en el que la cultura, el arte, fue siempre una cuestión innata, al igual que la búsqueda de las palabras que ahora desembocaron en su primera publicación, «Erótica sintaxis», una recopilación de años de poemas que adormecidos en cuadernos y borradores estaban esperando tomar vida y, desde la delicadeza de su decir, nos invitan a sumergirnos en el mundo del amor, de la resiliencia, del aprendizaje y, sobre todo, a vibrar con la concepción de una vida ligada con lo más profundo del arte. Un libro que, al decir de su propia autora, busca conectarnos con nosotros mismos, pero también con un otro posible: «amaría poder despertar, generar alguna emoción, sensación que se relacione con la reflexión, con lo que nos pasa como seres amorosos y eróticos que somos».
DE NINGÚN LUGAR, SALVO DEL AMOR, DEL EROTISMO
Cadencia de un hechizo de la realidad de este
laberinto, una hendija de dos historias aún no
hechas costumbre.
Un corazón de dos lados con la bella estructura
de una voz.
Preludio. Comienzo. Punto de partida. «Un corazón de dos lados con la bella estructura de una voz». Así, de esa manera, conviven la mujer y la escritora. Entre la transformación y la reconstrucción. Pero también en lo constante de la búsqueda de un otro que le permita elevarse, transitar hacia otro nivel, hacia otra dimensión posible, incluso en la mundanidad que supone lo cotidiano en que nos debatimos.
«La realidad es que siempre mi leitmotiv fue básicamente el amor; a veces suena un poco idealista en un mundo tan mezquino. El único motor genuino que yo tuve a lo largo de mi vida fue el amor. Honestamente fue ese el leitmotiv por el que yo me fui moviendo. Me parece tan rico esto de transformarme a través de un otro; conocer a un otro te abre universos. Quizás también elegí gente con universos bastante ricos o intelectuales, que me pudieran mostrar algo que yo no supiese; ese fue el motivo por el cual me fui mudando, más allá que quizá el motivo más de fondo o más profundo es que siempre fui una persona que adoré conquistar espacios y me interesó mucho porque logré unir este movimiento mío, tan necesario. Pero para que pudiese dar ese paso de irme desafié todo; no creo en el destino, creo que uno se va forjando un camino y fui luchando por muchos caminos y buscando, y en esa búsqueda claramente mi motor era el amor y antes que el amor, el deseo que es el motor de todo lo que queremos en esta vida y eso fue lo que me fue llevando a moverme, a conocer, a transformarme en el otro», sostiene. Y se sostiene, en este laberinto en que vivimos.
Quizá, esa hendija de dos historias aún no hechas costumbres, mucho tenga que ver con lo que María del Pilar concibe entre el «transformarse y rescatar la esencia», fracturando así toda barrera entre dos polos que podrían aparecer como opuestos, pero que en la construcción de su propia sustancia mucho tiene que ver con la reconstrucción, no sólo de los sentidos, sino también de los significados, especialmente de las palabras de las que se vale para dar forma a su mensaje. «Transformarse y rescatar tu esencia es lo mismo en el sentido de preguntarse qué esencia tendríamos que rescatar si somos devenir; y somos devenir porque constantemente estamos en cambio. Buscar mi esencia es buscar qué identidad quiero yo ser. No creo demasiado en las esencias ni en las raíces; como dijo Borges tengo tantas patrias como países he visitado; creo que no somos de ningún lado, que enraizarse, afianzarse con las raíces es hasta peligroso, que no hay un progreso, un avance en ello», señala.
Y, desde allí, desde ese lugar que no sabe de lugares en los que afincarse, termina por cerrar una idea que, al mismo tiempo, comienza a definirla desde su manera de ver. Y más aún, desde su manera de sentir, a flor de piel. «Necesitamos evolucionar y quedarse en un solo lugar en tu vida tiene que ver con el miedo. ¿Cómo mirar más allá o cómo cambiar la perspectiva si no te alejás de tu raíz? Sabiendo que somos devenir, claramente no creo en la esencia, creo en que nos vamos transformando todos los días. Cuando uno ama el otro es un espejo y en ese espejo vemos tanto lo bello como nuestra parte oscura y ahí es en donde podemos observar. Si no nos atrevemos a amar, como nos vamos a reflejar en el otro, cómo nos vamos a proyectar. Cuando uno ama tiene que enfrentar y en ese enfrentar hay una transformación extraordinaria. No creo que seamos de ningún lugar; creo que cada uno va creando su propia identidad con las personas y los lugares que va pisando». De ningún lugar, salvo del amor. Y del erotismo, que es también belleza. Y que es también un rescate al que apuesta.
«Hay un amor en mí por la belleza; una alegría intrínseca, no en el sentido superficial, sino como una sed de vida, de enamorarme y tener una curiosidad extrema. Y la curiosidad más fuerte es por las personas. Cuando encuentro a alguien con quien puedo compartir, para mí es todo un hallazgo y allí tiene que ver la conexión, y seguramente tenga que ver también el erotismo, porque soy una convencida que incluso con las amistades tenemos cierto erotismo, y que necesitás admirar a esa persona y tener cierta química para que esa persona sea tu amigo. Por eso quiero rescatar al erotismo, porque parece que lo hemos perdido; no sé si nos da miedo la palabra, si no sabemos muy bien qué significa la palabra. El erotismo significa seducir, y no solamente para enamorarse de alguien, sino seducir desde que uno entra a un lugar y saluda a una persona, la manera como uno se viste, lo que uno transmite con los gestos, tratar bien a la gente, hacer algo por un otro, innovar. Me pareció interesante tocar esto y se dio así, quizá porque toda mi vida haya sido esto. Me pareció súper importante rescatar la palabra erotismo».
Ella despierta, erosionada de atentas miradas.
Los espectadores estremecidos con su figura,
cuasi incólumes,
acuden a un laberinto de emociones sin puntos
cardinales.
Anoche, cerca de la madrugada, un pájaro abrió
su casa, sus frágiles labios pronunciaron un erótico
y eterno silencio.
Su piel se deshizo en mar.
PUNTOS DE PARTIDA
«A lo largo de nuestro camino vamos inventando diferentes sentidos existenciales como excusas para seguir vivos, ese enriquecedor y entretenido transcurrir, es el que pienso humildemente nos mantiene en pie, sea cual fuera el propósito final», afirma María del Pilar Carabus, quien en «Erótica sintaxis» deshace su piel en mar para entregarse por completo a las emociones sin puntos cardinales, a un despertar erosionada de atentas miradas, frente a la desnudez de un amor que es siempre comienzo, incluso en el que este, su primer libro, no es la excepción.
«Mi punto de partida es la conexión que uno puede lograr con el otro, que estoy convencida que hay algo más allá que esta simple existencia que a veces no tiene sentido. El mayor punto de partida en este libro tiene que ver con esta sed mía de ver cómo logro transformarme y cómo logro crear algo diferente. Tenemos herramientas suficientes para a través de esa comunión hacer el cambio. El cambio está en la conexión que puedas hacer con el otro. El amor es la única vía que puede sanar el problema que tenés; todos los vacíos existenciales son emocionales y acercándonos a un otro es el único lugar en el que vamos a encontrar una respuesta. Estamos muy atemorizados de conectarnos y en ese temor realmente es donde estamos vacíos; casi todos. Hay un vacío existencial muy importante y creo que la única forma de calmarlo es a través de la reconversión y la transformación con el amor y la comunión de erotismo que es lo que une a dos personas para que amen. Si nos hubiéramos focalizado un poco más en los últimos 40 años en ver cómo nos transformamos con el otro, qué podemos inventar en esa unión del cuerpo, que sabemos que no es sólo el cuerpo sino que tiene que ver primero con la cabeza, con lo intelectual, estaríamos en otro estadío». El amor desnudo y el amor que desnuda. Y también, el amor que interroga.
Si provoco, procuro amar, si deseo exijo al espacio
cubrirse de aire, encender su cumbre de erotismo,
e invitarme a cenar.
¿Es aún espejo el destello de mis ojos, o perdimos el artilugio de ser?
¿Somos aún espejo en el destello de nuestros ojos, o perdimos el artilugio de ser? María del Pilar, en «Erótica sintaxis» nos invita no solo a sentir, a desnudar las emociones, sino también a reflexionar a pensar, a ponernos en un lugar en el que no solemos estar, desnudos frente al otro, en la desnudez del alma. Pero también en la necesidad de despojarnos de todo lo que sobra, de todo lo que está de más, de todo lo que nos restringe y subordina. «Hemos fallado en los condicionamientos; nos han condicionado tanto que no supimos o no pudimos hacer. La sociedad entera no supo cómo construir un vínculo verdadero por los condicionamientos de los pueblos, religiosos, de género, económicos, sociales, de clases. El establishment ha logrado que nosotros nos animásemos muy poco o no tuviésemos las herramientas para enamorarnos de la persona que teníamos ganas de enamorarnos. Seguimos anclados en los preceptos sociales y culturales y no estamos pudiendo elegir. Pero esta metáfora del amor desnudo espero que en algún momento produzca una transformación; sé que se va a producir una transformación».
Partiendo de esa expectativa, desde esa visión claramente superadora, María del Pilar Carabus ofrenda a los lectores un libro que promete dejar huellas, marcas, señales compartidas. Entre la escritora y la mujer. Entre la mujer y la escritora. Pero también y fundamentalmente, entre la escritora, la mujer y quien se adentre en las páginas de «Erótica sintaxis», que no es más que su mundo abierto de extremo a extremo, su universo desnudo, despojado de todo lo que sobra, de todo lo que está de más. Su mundo, su universo poético. ¿Pero qué vamos a encontrar, según su autora, en «Erótica sintaxis»?
«Cuando abras ‘Erótica sintaxis’ vas a encontrar una especie de belleza muy armónica entre sutilezas y el deseo puro. Hablando de mi vida también, me he manejado años y años siguiendo el deseo puro. Lo que quiero es que la gente en esta corta obra de teatro que se llama vida, pueda dejarse llevar por el deseo. Vas a encontrar también mucha belleza, mucha armonía en dos personas amándose o simplemente teniendo un momento. Creo que logré, además, encontrar un nicho que no está muy explotado. Siempre considero que lo exquisito y lo que tiene que ver con algo más refinado se puede mezclar claramente con algo más transgresor. También hay mucha libertad de haber vivido todos los momentos que tuve que vivir donde sea que tuve que vivirlos. Vas a encontrar una extraña conjunción de mucho erotismo, mucha pasión, bastante naturaleza, porque somos parte de un todo. Algunos modos, algunos giros idiomáticos que no son muy comunes; pequeñas historias con bastante arte, muy sentidas, muy genuinas y eróticas que es lo que yo más busco. Y con eróticas me refiero a que transmitan algo que tenga que ver con los sentidos, con la sensualidad, con la sexualidad. Y hay también una sutileza muy fina, porque de otra manera siento que no voy a poder transformar nada».
ENCENDER LA LLAMA, TOCAR LAS FIBRAS
Hay un sabor a incondicionalidad en tu olor
que estremece planetas.
Es mirarme cada día en tus curvas, sabiéndome
enamorada de tus limites fantasiosos, arrinconados
de faltas.
Es declararme al firmamento, descubriendo que es
posible ese ser, con heridas suficientes, para
reflejar las mías.
Reflejar. Como un espejo. Reflejar lo uno en lo otro. El uno en el otro. Reflejar la belleza que no se puede ver, que no se puede tocar, pero que existe en cada palabra que la habita para darle una vitalidad distinta, diferente, única. Dice María del Pilar: «Amaría encender alguna llama. El mayor regocijo es el de sentir que puedo tocar alguna fibra, evocar alguna memoria, emoción, sorpresa, reflexión». Pero sabe, al mismo tiempo, que en vano sería intentarlo sin antes dejarse encender, sin antes dejar que la vida, que la poesía, que el arte toque alguna de sus fibras, evoque alguna emoción, sorpresa, reflexión. De esa manera se aproxima a la escritura. Y también desde la belleza.
«La belleza, en el sentido amplio de la palabra, es algo que a mí me cautiva y la belleza puede estar en un lugar o en una persona, no necesariamente porque esa persona sea bella, sino porque lo que transmite es bello. Mi motor fue el desear siempre a ese ser humano al que yo veía, en el sentido que uno tiene figuras a quien admira. La música es para mí el pilar fundamental de crear contexto, de generar sentido. Cuando escucho música mis sentidos se exacerban y puedo escribir cualquier cosa, puedo decir cualquier cosa. La música me sensibiliza, es una llama para mí, despierta en mí todo tipo de emociones tanto positivas como negativas y es un precioso motivo para entrar en un estado más vulnerable. Me han transformado películas, libros, piezas; he ido ocho años al Teatro Colón a escuchar ópera, he visto mucho teatro alrededor del mundo. Pero básicamente lo que a mí me fascina es poder sentarme con un ser humano con quien yo conecto, por algún disparador que llame mi atención y encienda mi interés».
Conexión. Interés. «Volver a lo simple, a lo más simple que uno pueda. A un atardecer, a un café con alguien», tal y como lo afirma cuando se le pregunta por este tiempo raro, extraño, por el que atravesamos como humanidad. «Creo que lo que hoy está muerto es el interés por lo otro, el interés por encontrar en un otro algo que genere o deje una huella. Mi intención es dejar una huella en un ser humano, robarle una sonrisa, regalarle una historia, robarle alguna emoción y por eso creo que yo básicamente escribí ‘Erótica sintaxis’. Creo que quiero ir un poco más allá y que la gente se anime a conectarse más con un otro, no importa desde qué lugar. La conexión a la que apunto para la gente que lea o pase por mi vida tiene que ver con el misticismo de hacer querer sentir bien al otro, no irnos de esta vida sin trascender con algo pequeño, con lo sea, sin haber hecho sentir bien a la gente. Vivimos con el resto y somos los que somos gracias al resto, y esa generosidad también está relacionada con el vocabulario, con las palabras, donde podés establecer una conexión con el otro. Salirnos un poco de nuestras jaulitas y animarnos».
Encender las llamas, tocar las fibras. Ser un lugar para el amor, ser poesía.
«TENEMOS QUE ENCONTRAR EL EQUILIBRIO Y EL BALANCE»
-¿»Erótica sintaxis» tiene que ver también con estos tiempos de reivindicación de la mujer?
– Siempre fui una persona completamente libre. No me interesan los guetos. Siempre me manejé de manera tan libre, que jamás sentí presión de absolutamente nada por ser mujer. Creo que podemos desafiar estos 2500 años de patriarcado de otras maneras. El arte es la respuesta, la ciencia es la respuesta, el granito de arena que cada uno aporta, porque creo que somos un punto cósmico, y lo podemos sacar a relucir sin entrar en ningún gueto. Yo amo la naturaleza del hombre, amo al hombre también y creo que nos hemos equivocado en los rótulos, pero no quiero ir en contra de nada, no me parece que tengamos que ir unos contra otros, tenemos que encontrar el equilibrio y el balance a través del lenguaje, de la comunicación, del seducirse en la mejor forma, desde el lado de la empatía, del entenderse.
SEGUIR UN SISTEMA NO TIENE SENTIDO
– ¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Cómo llegás a la palabra?
– Necesito estar sola, estar en soledad y necesito que me haya pasado algo que me movilice. No tengo la rutina de algunos escritores de sentarse todos los días de su vida a escribir cuatro horas. Necesito haber tenido alguna emoción fuerte, no puedo en piloto automático, por eso es que me alimento de los vínculos. Busco constantemente lugares, adrenalina, cuestiones que me movilizan, juego mucho, sigo esto del deseo puro. Si pudiésemos todos ser un poquito de arte para transmitir al otro algo; eso es lo que hay que hacer, ir en contra de todo, romper los paradigmas, las reglas, reformularlas. Seguir un sistema para mí no tiene sentido.
RESCATAR LA SIMPLEZA Y VOLVER A LAS MIRADAS
– ¿Qué aprendizaje deberíamos tomar de este tiempo en que nos toca vivir, de este tiempo en pandemia?
– Que hay que alejarse de la tecnología, de los medios de comunicación -aunque yo trabajo en medios de comunicación-, volver a lo simple, a lo más simple que uno pueda. A un atardecer, a un café con alguien. Estar muy alertas para que no nos manipulen; si seguimos el camino de lo que nos dicen que tenemos que hacer, vamos a perder el arte, a la humanidad, nuestra esencia, nuestra capacidad de buscar nuestra identidad. Hay que irse para atrás, si se pudiera a la vida en la edad media, disfrutando de la naturaleza. Rescatar la simpleza y volver a las miradas; volver a conectar con los sentidos; rescatar la simpleza de las pequeñas cosas.
SOBRE ERÓTICA SINTAXIS // EDITORIAL AUTORES ARGENTINOS
Versos recorriendo continentes, reconstruyendo esencias. El amor junto a su eros, principales protagonistas de esta obra, como único impulso de un camino a descubrir, donde gotas de belleza, fantasía, aprendizaje, crecimiento y deseo puro, se convierten en una forma de vida cuasi inevitable, dónde el leitmotiv es la transformación. En «Erótica Sintaxis», se siente una extravagante mixtura entre erotismo, identidad, psicología y pasiones resueltas y no resueltas. Verdaderas tramas de amor, en trelazadas y elaboradas con intensa y compleja sensualidad, ensamblan una mirada profunda, cinematográfica por momentos, interpretando pasos de orquesta, a través de grandes urbes transitadas. Impregnada de orígenes en convivencia con pueblos originarios, en sus poemas se observa una peculiar riqueza narrativa. «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». Ludwig Wittgenstein
LA AUTORA. MARÍA DEL PILAR CARABUS nació en Catamarca. Es abogada, empresaria, periodista y escritora. «Erótica sintaxis» es su primera publicación.
(La presente entrevista fue publicada en el suplemento 1591 Cultura+Espectáculos de diario NUEVA RIOJA)