Una puerta hacia la luz

La joven y talentosa pianista y compositora riojana Mariana Agüero lanzó a fines de enero su primer trabajo discográfico, «quiero contarte un secreto», en el que apela a la intensidad de su sentir para conmover desde las palabras y las melodías. Experiencia de vida y sensibilidad plena en un ramillete de canciones que abren la puerta a su universo interior, pero que también esparcen sus ansias de conquistar lo que hay más allá de ese territorio.

¿Cuántas voces caben en las manos de Mariana Agüero cuando se dispone a despuntar las melodías de un cielo que llega a verse tan cercano como si fuera posible tocarlo? ¿Cuántas voces se arropan en el abrazo de esas manos que esparcen sobre el instrumento gotas de una emoción tan profunda que por momentos pueden desgarrar y luego, con tierna cadencia, suturar la herida? ¿Cuántas voces hay en su voz, puestas a volar como pájaros en un aire tangible, entre un patio y otro patio, donde los niños juegan para recordarnos que alguna vez fuimos, y decidimos guardar celosamente un secreto que luego soltamos al viento? ¿Cuántas voces dicen cuando la voz de las manos de Mariana Agüero se sumerge en el dolor, en su dolor tantas veces tan injustamente repetido en tantas otras voces, para hacer florecer las palabras que acarician en suspiros, con los ojos cerrados, envueltos en un acorde que hace de lo sutil un tropel de luz después de la oscura angustia del ahogo en la garganta? ¿Cuántas Mariana Agüero caben en la voz de la mujer que ya no se calla, que suelta sus manos huesudas y flacas, enamoradas de harina y aromadas de albahaca, hacia un horizonte que se vuelve canción?

No hay que confundirse, no. No es de encontrar las respuestas de lo que se trata, sino simplemente de disponerse a sumergir cuerpo y alma en un océano de imágenes y sensaciones que van desde las penumbras de un corazón desgarrado y que deambula por los pasillos del hartazgo de la injusticia, que llora solitario en el orco, hacia la claridad de un renacer que es apretón, caricia, mimo acompasado de pasos compartidos en la calle de la lucha, aferrado el sentir a lo colectivo como una causa suprema, frente a tantas causas que encajonadas duermen la pesadilla de la sinrazón y el espanto del abuso. Allí, donde el silencio se vuelve tan pesado.

No. No se trata de encontrar las respuestas. Se trata, simplemente, de escuchar. De aprestar la sensibilidad del rostro al viento que acaricia el perfume de la flor. Y escuchar. Escuchar…

«Quiero contarte un secreto» lleva por nombre el primer trabajo discográfico de la talentosa música y compositora riojana Mariana Agüero. Un ramillete de canciones que trasuntan, a través de las melodías y las palabras, hacia un manifiesto de fe y, a su vez, hacia la más sincera de las expresiones, esa que nace de lo profundo, abrazándose a lo inesperado, para abrirse paso luego al entendimiento del sentir más puro y honesto: eso que va mutando hacia el amor.

Un secreto es eso que pertenece al dominio de lo reservado, a lo impenetrable que solo resulta perceptible o asequible a las personas señaladas. Allí radica, entonces, la ofrenda de la artista, la ofrenda de quien nos viene a contar, de quien vuelve a abrir su herida no para ejercer la lástima cíclica del quejido, sino para construir desde la lágrima la fortaleza inquebrantable del grito para hacerse oír, para decir lo que hay que decir porque el silencio ya no es una opción válida.

«Venía grabando, haciendo algo, de a poquito durante la pandemia. Adelanté mucho en mi estudio en casa. Venía haciendo la planificación, no había largado con la etapa de grabación. Estaba haciendo mezclas, maquetas, todo en casa y cuando llegó la pandemia, frené. Estuve poniendo un poco en orden mi tarea como compositora durante 2020», cuenta a 1591 Cultura+Espectáculos en una primera aproximación al proceso creativo que derivó en «Quiero contarte un secreto», trabajo que vio la luz el pasado 28 de enero y que ya puede (y debe) escucharse en todas las plataformas digitales (Spotify, Apple Music, Youtube, Deezer y Tidal). Se trata de una obra intensa y que -tal como se presenta- «propone una búsqueda de nuevos timbres, texturas y un viaje vertiginoso por las emociones, la raíz, la historia, la creación y la conciencia».

Nacida en una familia en la que la música siempre estuvo presente en cada uno de los rincones de su hogar y sus sentidos, Mariana Agüero se recuesta ahora sobre lo armonioso de su composición para invitarnos a bucear en una obra en la que «se destaca la música pianística, sonoridades del indiefolk y el universo literario, en el que va hilando la música y la palabra con sonidos frescos, magnéticos y vibrantes». Pero, y al margen de toda clasificación o tecnicismo, lo que Mariana Agüero viene a ofrecer en este disco es, en definitiva, su corazón. Y sus dudas y sus certezas; sus temores y sus fortalezas; sus extravíos y sus búsquedas; sus heridas y esa manera tan particular, tan suya, de sanarlas.

SONORA SENSIBILIDAD

Piensa, reflexiona cada palabra. Busca la justa, la precisa. Pausa el tiempo en el instante en que se encuentra. Y entonces, sólo entonces, se deja fluir como cuando con sus manos emprende el viaje hacia su cajita musical repleta de emociones. Hay sonora sensibilidad en su decir y una acústica que transmite desde su interior la transparencia de ese sentir que ya no se acurruca en las sombras. Reconoce, luego de un largo proceso de indagación, que su pasión es «el piano, escribir, componer…estaba como en shock y decidí invertir en todo un proceso de mentoría, con una cesionista de Córdoba, que es la manager de Ana Robles. Me destapó un poco los miedos, un montón de cosas».

¿CÓMO SE PRODUCE TU ACERCAMIENTO A LA MÚSICA?

En mi familia son todos músicos. No puedo acordarme de un momento en que no haya estado la música. Mi abuelo conformó Los Vicentinos junto con José Oyola. En las juntadas siempre había guitarreadas, muy de ese ambiente del folklore. Gracias a mi hermana Andrea conozco también la música clásica; en casa sonaban las dos cosas. Me parecen como inseparables, por eso creo que compongo ya de esa manera, muy ligada a la forma clásica, pero las letras están más relacionadas a la raíz, a lo popular. No obstante, lo cierto es que en mi vida siempre estuvo ahí la música. La del Profesorado fue una etapa muy linda. Pianísticamente me formó Delia López, que es una maestra en el Norte, una de las mejores pianistas que tenemos y está en el Profesorado, al igual que en la Licenciatura en la Universidad.

¿CUÁNDO TE EMPEZÓ A PICAR EL BICHITO DE QUERER COMPONER TU PROPIA MÚSICA?

Creo que fue cuando terminé el Profesorado. Hice una canción. Escribía cositas, hurgaba en el piano, pero nunca dije ‘eso se llama canción’ ni tenía el concepto de lo que era una composición; un día me senté e hice una vidala, que yo considero que esa es mi primera canción. La presenté para un año que fue el Pre Cosquín, en el 2013, creo. Me vi en esa situación de composición y puse en balance muchas cosas: quiero ser pianista clásica, quiero ser profe de Música y apareció esta faceta que me encantó y empezaron a salir las canciones. En ese tiempo empecé a estudiar con Ramón Navarro (H), algo que para mí fue muy clave. Junto con otros compañeros trabajamos en lo que era instrumentación orquestal, composición y a mí me abrió la cabeza. Ahí me di cuenta que en el Profesorado se veía poquito, lo mínimo para dar clases en la escuela. Me apasionó y estuve mucho tiempo estudiando con él. En el año 2017 sufrí un abuso sexual y ahí sí hice un parate en la música. Dejé de tomar clases, no me podía sentar en el piano, me generaba una cosa muy heavy. Fue en ese momento que conocí a Adriana Petrigliano. Fui a su taller, por una recomendación psicológica. Todo ese año me envolví en el mundo literario y descubrí que también me gustaba. Era un estar descubriéndome todo el tiempo. Uno cree que se conoce y no sé…van pasando cosas. Pensé en ese momento que iba a ser como un fin desde lo pianístico. Supongo que tenía que ver con que era algo que me movilizaba mucho y no quería sentirme expuesta, ni siquiera conmigo misma. Adri (Petrigliano) tiene eso de empujar y empecé a participar de algunos concursos y empezaron a aparecer algunos premios. Por entonces sentía que no sabía cómo volver al piano, pero me di cuenta que era la composición la que me iba a poder reunir con eso. Está muy marcada mi obra más nueva con lo literario y lo musical.

¿CÓMO TE FUISTE ENCONTRANDO CON LAS PALABRAS, CON LAS MELODÍAS, PARA LLEGAR A «QUIERO CONTARTE UN SECRETO?

Me parece que tengo como muchas formas de poder encarar una canción, trato de no trabarme mucho en eso. Siempre dije que mi primer disco me gustaría que tuviera algo que sea trascendental para mí y por qué no pensar en expandir lo que uno hace un poquito más lejos. Me parece que haberle puesto ‘Quiero contarte un secreto’ hizo que todos los que me conocen y supieron el proceso, se interesaran y me volvieran loca preguntándome qué iba a contar. Pero yo lo tenía resuelto. Es una buena herramienta manejarlo desde las palabras, desde lo musical. Quería contar algo que estuviera presente durante todo el disco; lo hice para mí y eso me hace sentir muy orgullosa.

¿QUE TE PASA AHORA CUANDO LO ESCUCHAS?

Ahora lo odio un poco (risas) porque lo escuché mucho. Durante el proceso de mezclas, hay muchas instancias de amor y odio. Cuando fue el lanzamiento lo escuché y seguía sin poder correrme del lugar de compositora; soy muy obsesiva conmigo misma. Pero recibí muchos mensajes que me hicieron muy bien. Quería que la obra genere una expectativa, un suspenso y eso se generó. Estoy feliz porque sé que hice un buen trabajo, y me quiero felicitar; quiero aprender a felicitarme.

¿A DÓNDE TE GUSTARÍA LLEGAR, A DÓNDE TE GUSTARÍA LLEVAR ESTAS PALABRAS, ESTA MÚSICA?

Ese trabajo lo hice antes, durante la mentoría, cuando me hacían este tipo de preguntas. Desde decirte que quiero vivir de esto; quiero decir que mi pasión es esto, que quiero que mis canciones se canten en festivales, que mis canciones se toquen, se interpreten por orquestas, ser una compositora reconocida en Latinoamérica. Estoy trabajando para eso porque siento que ahí vibro de otra forma, me siento con una luz en la mirada cuando lo hago, me atraviesa de otra manera. Creo que tengo para decir varias cosas y eso me hace sanar también. Integro el Colectivo de Mujeres Músicas de La Rioja, son mis compañeras, tienen mi misma edad, incluso hay mujeres más grandes y me ven como alguien que puede, a pesar de que le pasó algo, subirse a un escenario sin miedo. Quiero llegar lejos, quiero tener otros discos. En noviembre del año pasado gané la canción de la Feria de la Música y dije, ‘que bueno eso’. A los días me avisaron que había quedado seleccionada para un Mercado de Música en Salta. Es bueno también saber que en La Rioja hay un gran nivel, que está muy bien posicionada desde lo musical.


HACIENDO UNA ESCUCHA DE TU TRABAJO, HAY COMO MUCHAS COSAS, MUCHO DE RAÍZ RIOJANA, TAMBIÉN MELODÍAS, SONIDOS QUE SALEN DE ACÁ, ¿DÓNDE LO UBICARÍAS VOS MUSICALMENTE HABLANDO, SI SE PUDIERA UBICAR EN ALGÚN GÉNERO O CLASIFICARLO DE ALGUNA FORMA?

Me parece que entraría en lo que sería un poco la música indie. Más allá de que consumí mucho folklore desde niña, en la adolescencia no lo podía escuchar, detestaba el folklore. Me deben haber saturado (risas). Yo quería ser rockera. En el Profesorado, me agarró la música clásica y cuando me recibí, en una de las escuelas me pidieron que tocara una chacarera y no la sabía hacer, entonces dije ‘no puede ser, ya me siento’. Y creo que fue ahí que el folklore me absorbió de nuevo. Después estudié Ritmos Latinoamericanos con Ana Robles y me llevó a ese nivel de amar esa música porque son muy ricos todos los géneros que hay aquí. Trato de rescatar eso porque se van perdiendo un poco con el tiempo. Quiero hacer que mis alumnos escuchen, aunque sea un poquito, que sepan que está esto otro. Eso me apasiona; he vuelto al folklore. Y me parece que este disco mezcla lo indie, el folk y tiene un poquito de la música clásica.

¿LO PENSASTE DE ESA MANERA O SALIÓ NATURALMENTE ASÍ?

Trato de pensar, a veces sale natural, pero Ramón (Navarro (H)) me enseñó mucho a pensar en los recursos. Sentarse y decir: ‘qué tengo’ y componer desde ese lugar.

¿ESO LO LLEVÁS A TU ROL DE PROFE TAMBIÉN?

Sí, pero cuesta un poco más porque si bien todos los experimentos que hago yo en casa trato de hacerlos luego con los niños, es diferente porque quizás no los atraviesa esa misma pasión. Trato de abordarlo desde lo lúdico, pero trabajo muchísimo con los niños en cuanto a la creación. Hay que estimular mucho eso. Yo comencé a componer de grande y no recuerdo mucho una estimulación temprana. Si no hubiera sido por mi familia, no sé…

¿HAY UN MODO, TENÉS UNA MANERA DE LLEGAR A LA COMPOSICIÓN, NECESITÁS UN TIEMPO PARTICULAR, UN ESPACIO?

Tengo que estar sola. Tengo mi estudio y siempre es con el piano. Tengo cuadernitos, hojas pentagramadas y otro que es para la poesía. Me siento con eso y surge. A veces me siento obligada porque ando un poco estresada y veo de liberar por ahí. Si no, me ha pasado principalmente, que se me venían cosas y yo sacaba y anotaba. Capaz que la poesía quedaba en cualquier lado y luego la recuperaba, pero para la música necesito concentrarme, sola, y siempre con el piano.

DEL OTRO LADO DE LA MURALLA

«Quiero contarte un secreto» fue producido y grabado durante 2021 y contó con la participación de poetas, músicos y cantores de La Rioja, Córdoba y Buenos Aires como Graciela Venturini, Pedro Santos de Luca, Daniel Soria, Belén Perea, Mayra Mercado, Balbina Díaz, Chicho Bazán y Laura Escobar. Sin embargo, puede que la característica esencial de este disco radique en que es la primera vez que Mariana Agüero decide poner su voz a las canciones, lo que de alguna manera marca una bisagra, un antes y un después en su carrera. Y no es poco. Es, en sí mismo, una revelación, tanto en el descubrimiento y la manifestación, como en la inauguración de la luz, en contraposición a las sombras en las que le tocó habitar. Como suelen decir por allí, lo que no mata fortalece. Y, a veces, por esa magia de la transformación, de la mutación hacia el amor, se vuelve música.

«Llevo en la garganta un nudo ciego que a veces regala su sonido a mis manos y ellas saben exactamente qué hacer. Mis manos huesudas y flacas florecen en el papel, crean y dan vida a todas las galaxias. En mis manos guardo toda mi historia. Juntas son una bestia que hurga, encierra, apila y acarrea canciones y futuro. Mis manos son mi voz, todas mis voces, las ancestrales y pendientes. Mis manos son la piel que me sostiene, mi muralla, mi casa, mi hogar».

¿Cuántas murallas, cuántas casas, cuántos hogares caben en las manos de Mariana Agüero? ¿Y cuántas voces? ¿Y cuántas palabras? ¿Y cuántos recuerdos? ¿Y cuántas historias? ¿Y cuántas emociones?

Nada mejor, en este caso, que tener la propia visión de la autora -ahora sí, lista para disparar- para emprender un recorrido, un viaje a través de la generosidad de su decir, tramo a tramo, canción a canción. Un itinerario en el que deja ver no sólo ese proceso interior que derivó en «Quiero contarte un secreto», sino también la amplitud de conceptos y recursos de los que se vale para lograr expresar eso que sólo podría expresar entre melodías y palabras que, en este punto del encuentro con 1591 Cultura+Espectáculos, nos comparte.

EN «NANAY» (CANCIÓN QUE ABRE EL DISCO) HAY UNA INSTRUMENTACION MUY PARTICULAR, ESA COMBINACIÓN ENTRE LO MÁS ANCESTRAL Y LO ACTUAL…IMAGINO QUE ESE ES EL PUNTO DE PARTIDA, DESDE UNA BÚSQUEDA PARTICULAR TUYA. ¿PERO CUÁL ERA ESA BÚSQUEDA INICIAL?

En ‘Nanay’…me parecía que era importante comentar que había una herida y que todo comenzaba a partir de ese dolor, que tampoco quería que fuese tan figurativo. Amo el quechua, pero no es algo que maneje, solo palabritas. Tengo varias obras así. Quería que ese dolor con el que se sienten identificados muchos y muchas, esto que viene desde un tiempo que es ancestral, vaya sanando, que se vaya curando esa herida. Quería que fuera este tema el que diera inicio al disco. Cuando se hacen las subidas a las plataformas, hay que elegir un tema del disco para ver si entra en play list y hay que hacer una descripción, que en este caso la hizo Ana Robles, utilizando una expresión muy bonita: ‘ese canto, ese nanay, parece una mujer con una caja en el cerro diciendo ya está; lo canto para que salga’. Esa era la idea general. Sacar eso, contando que hay algo ahí que sigue doliendo.

¿SE PUEDE DECIR QUE ESE DOLOR ES, DE ALGUNA MANERA, TAMBIÉN UN IMPULSO? 

Puede ser tomado como un impulso. Lo que me pasó el año pasado, cuando hago la denuncia del abuso, que aún sigo con esa causa, es un desgaste emocional, físico, económico horrible, y cuando suponía que la causa estaba por terminar, me dijeron que estaba por prescribir, siendo que aún se seguía en una etapa de investigación, así que eso fue mortal. Ahí dije que quería hacer alguna obra, algo que cuente cómo me he sentido todo este tiempo. Amo ‘Nanay’, me encanta esa obra que la tuve que grabar muchas veces porque se me quebraba la voz; me costó mucho.

LA SEGUNDA CANCIÓN, «EL VIENTO Y LA FLOR», ES, CREO, UNA OBRA MUY MÁGICA…

Sí, esa obra es muy…muy como mágica, muy simbólica; suelo escribir así. Tenía la idea de que se hablen dos personajes y fue saliendo así, salió redondita, la debo haber hecho en media hora.

ESTÁ REPLETA DE IMÁGENES, ES MUY VISUAL TAMBIÉN Y HAY MUCHAS EMOCIONES…

Cuando conozco a mi pareja, nos fuimos al Dique, y hay unos sauces muy grandes ahí. Me sorprendió mucho la luna y el sauce que había en ese momento, el agua, el viento y la pregunta disparadora desde lo poético: ‘qué pensarán la luna, el agua’. Por eso la obra cuenta primero cómo yo las estoy mirando y después cómo supuestamente miran a alguien, y ese amor que se está abriendo ahí.

HABLAS DE MUTACIÓN O DE NACIMIENTO…

Quería que se muestren un poco esas dos facetas.

¿Y TE SENTÍAS ASÍ EN ESE MOMENTO?

No, no me sentía de esa manera, pero quería que se muestren esas facetas. Me cuesta mucho hacer entender que no siempre estoy componiendo sobre lo que me pasa. No siempre es así y me gusta jugar con eso. Y me sorprendió que a uno de mis sobrinos le llamó la atención eso. Supongo que ellos ven como muy natural que la flor, que el viento se hablen porque los dibujan todo el tiempo. Me parece que es como inocente a la vez y tiene esa cosa muy emotiva.

¿FLOR O VIENTO?

¿Yo? Viento…

LUEGO APARECE «NO SÉ QUE PIENSA USTED», CON UN RECITADO QUE HABLA MUY DE ESTA ÉPOCA EN LA QUE AÚN ESTAMOS. ES FUERTE. ¿CÓMO FUE QUE DECIDISTE TRABAJAR CON PEDRO SANTOS DE LUCA?

Fue por un disco que no se hizo. Durante la pandemia, como no podía juntar a los músicos, me propuse grabar todos los poemas que tengo con gente que yo admiro y que me lo manden como puedan; que ellos interpreten, que lo hagan suyo, y yo con esa voz iba a hacer una obra. No se pudo dar, pero Pedro y la ‘Gringa’ Venturini me mandaron y quedó ahí. Para esto dije, es cierto que ya vamos saliendo de la pandemia, porque cuando lo escribí yo me había enterado que una tía estaba con Covid, uno de los primeros casos y fue muy feo. Eso de llegar a la noche y ver los informes…Salió ese texto, sé que es muy fuerte, pero me encantó lo que Pedro hizo.

¿CÓMO PENSÁS QUE JUEGA DENTRO DEL DISCO?

Este es el primer disco en el que canto, quería largarme con todo. Y me parecía que iba a sorprender meterlo a él ahí. Me encanta cómo quedó con los bombos, con la caja, con esa cosa de vidala. Me gustaba como para ir tirándola para el final, pero la dejé tercera por si a alguien le hiciera mal, luego se olvide (risas). Yo me quedaba como angustiada cuando la escuchaba, cuando eran las mezclas, me movilizaba mucho, así que dije que quede ahí, porque estamos todavía…

EN «MI MURALLA» (CUARTA CANCIÓN DEL DISCO), ¿PODRÍA DECIRSE QUE SOS VOS COMPLETAMENTE? ¿QUE AHÍ PONÉS TU CUERPO Y ALMA?

Si, definitivamente. Me pregunté si le hacía música o si la dejaba así. Estuve probando varias cosas y quedó así.

¿CUÁNTAS VOCES RECONOCÉS EN TUS MANOS?

Te podría decir que diez, capaz. O te podría decir que reconozco la cantidad de voces de todas las veces que me quedé callada, que no podía hablar. En un taller vocal de mujeres, una chica dijo: ‘nosotras no cantamos por nosotras nada más, cantamos por todas las que no pudieron cantar’. No me salía la voz en ese momento, entonces encaré la creatividad, la música, desde lo pianístico, y para mí esa fue mi voz durante mucho tiempo. Me subí a los escenarios sin un micrófono durante años. Puede haber muchas personas representadas, cantidad de voces. Ahora quiero que sea la mía.

JUSTAMENTE TE IBA A PREGUNTAR SI HAY UNA VOZ QUE SE IMPONE SOBRE EL RESTO DE LAS VOCES Y SI ESA VOZ ES LA TUYA…

Sí. Tengo que hacer todavía un trabajo grande, pero tiene que ser mi voz. Llevo más años de que otros canten mis temas que de cantarlos yo. Llevo un mes de cantarlos, desde que salió el disco, pero me di cuenta que hasta es más fácil. Si yo me siento en el piano y lo compongo ya está, lo tengo yo, yo soy dueña de hacerlo mejor o no, de desafinar o no, porque es mío, pero de eso me estoy dando cuenta ahora, que me lo estoy permitiendo.

NO ES SOLO PERMITIRSE, ES TAMBIEN HACERSE CARGO DE ESO…

Claro, tal cual, es hacerse cargo. Soy muy obsesiva y ahora me doy cuenta que cuando es de uno y lo hace uno, tiene otro valor.

EN «PRELUDIO DEL RECUERDO», QUE PARA MÍ ES BELLÍSIMA, NO HAY PALABRAS, PERO HAY MILES DE HISTORIAS. ¿HACIA DÓNDE TE LLEVA A VOS EN MATERIA DE RECUERDOS? 

‘Preludio del recuerdo’ estuvo mucho tiempo gestándose. Está inspirada en la obra de Atahualpa Yupanqui que se llama ‘Recuerdos del Portezuelo’; no me gustaba Atahualpa Yupanqui en su faceta interpretativa, pero me volvió loca con la poesía que tiene. Escuché una obra en la que hacían ‘Recuerdos del Portezuelo’ con piano y dije ‘qué loco…esto de la espera, un hombre y una mujer capaz esperando años, así es como es la gente sencilla del interior’, me encantó y dije ‘la voy a arreglar’. Hice una introducción, alargué la obra y en el interludio quería que vaya un poema más largo, entonces hice otro pedazo y terminaba el tema. La introducción dura unos dos minutos, y ensayándola me dicen ‘es una obra sola, tocala vos aparte’. Estoy anticipando que va a venir este recuerdo y quedó así, el preludio de lo que cada uno quiera recordar y cuando Belén Perea presenta la canción dice ‘estamos por cantar sobre un recuerdo’ y además me dice que ‘recuerdo quiere decir volver a pasar por el corazón y vos estás anticipando que vas a volver a pasar por el corazón’. Es una obra antes del recuerdo y que hace que nos preguntemos ‘¿cuál es el momento en que llega el recuerdo?’

«DONDE PREFIEREN VIVIR LOS PÁJAROS» TE POSICIONA Y POSICIONA A QUIEN ESCUCHA EN UN LUGAR, EN UN ESPACIO MUY PARTICULAR. EN ESE LUGAR, ¿SOS LA QUE ESCUCHA LOS PÁJAROS? ¿SOS LA QUE ESCUCHA LAS RISAS? ¿O SOS LOS PÁJAROS?

Creo que soy los pájaros, porque no se deciden en dónde…Tengo en mi cotidiano la posibilidad de estar en esos tres patios. Tengo muchos sobrinos. Los sonidos están grabados en ambiente, en un campo de la familia. Ya estaba por terminar y no sé qué estaba haciendo y ellos estaban como cuando soltás niños en el campo. Lo grabé y me encantó; luego volví a hacer otras tomas. Quería que sea algo natural. Hice muchos audios.

UNO ES NIÑO Y DE PRONTO SE ENCUENTRA EN UN LUGAR COMPLETAMENTE DISTINTO. ¿HAY UN LUGAR FUERA DE LA MÚSICA, FUERA DEL PIANO, EN DONDE PUEDAS UBICAR ALGUNA DE TUS RAÍCES?

Donde me sienta plena, puede ser. Me gusta mucho la jardinería y me parece que ese texto está muy relacionado con eso también. No soy una persona muy sociable, me cuesta bastante socializar, soy bastante introvertida. Por eso me parece que caben bien esas facetas de cerrarme en mi casa, escribir, componer. Creo que con mi familia me siento muy bien en esos momentos también.

¿Y SI PUDIERAS VOLVER A UN LUGAR?

Creo que volvería a la casa de mi abuela materna. Mis abuelos fallecieron cuando era muy chica, entonces tengo como más por foto las sensaciones. Quisiera sentir lo que sienten mis sobrinos con mi mamá, eso de llorar cuando se tienen que ir, ese amor, me encantaría volver a la casa de mi abuela, a esos pocos destellos que tengo en mi mente.

LUEGO LLEGA EL TURNO DE «BRUJA», QUE ES UN TRABAJO MÁS COLECTIVO…

Es una obra que habla de un pueblo encantado, que es La Rioja. Quería grabarla con mujeres, con estas mujeres que durante mucho tiempo fueron mi voz. La hice en pandemia. Les dije ‘tengo una canción que quiero que vengan a grabarla ya, no que la estudien’, porque quería que suene como a ronda, que suene a juntada de personas que gritan eso.

EN ESA CANCIÓN DECÍS «DEBO SER UNA SALAMANCA», ¿CUÁL ES EL PUNTO DE ANCLAJE PARA ESA AFIRMACIÓN?

Creo que tiene que ver un poco con eso de estar parada más firme, ser más segura. A mí la palabra ‘Salamanca’ me generaba respeto. Más respeto que temor. Esa sensación me daba, y la canción dice también ‘debo ser una flor’, pero… ¿voy a ser así toda mi vida, esa flor que se va a quebrar, que si le pasa algo ahí nomás llora, se encierra, o voy a ser una Salamanca, con otra postura?

¿Y EL TROPEL DE LUZ AL QUE HACÉS REFERENCIA?

El tropel de luz es una frase que está dedicada a todas las mujeres que cantaron mis temas. Cuando fui a mi primera marcha, cuando recién estaba sucediendo todo, no podía creer la cantidad de personas que andaban conmigo. Ahí me salió esa frase ‘tropel de luz’. En ese momento no podía hablar, no me salía la voz para cantar.

Y LLEGAMOS AL FINAL, QUE ES COMO VOLVER AL PRINCIPIO. ME LLAMÓ LA ATENCIÓN EN «SECRETO» ESTO DE «APRENDER A PAUSAR EL INSTANTE», LLEVADO A ALGO MÁS AMPLIO…HABLAS TAMBIÉN DE QUE ESTÁS LISTA PARA DISPARAR Y DECÍS QUE ESTA CANCIÓN, EL TRABAJO EN GENERAL ES UNA BISAGRA EN TU VIDA, ¿CÓMO FUISTE LLEGANDO A ESAS SENSACIONES?

Es una bisagra porque nunca suelo publicar cosas que hablen de mí; no sé si tiene que ver con una cuestión de timidez, pero esta canción salió cuando me enteré de esto de la causa y dije ‘ya basta, quiero encontrarme fortalecida y voy a hacer una lista de las cosas que me hacen bien’, como el rezo de mi vieja, el instante cuando freno, el momento en que mi papá venía y me abrazaba, la entrega de algún premio, cuando te quedás como congelada y decís soy tan feliz ahí, quisiera pausarlo…

APRENDISTE A VER ESE INSTANTE, A DETENERLO…

Si, aunque sé que no se puede, porque después sigue todo. Pero dije: ‘si todo esto me hace bien y me gusta deberían ser las balitas’. Cuando me refiero a arma, me refiero a mi voz. Estoy lista para disparar, para decir todo lo que no pude decir antes. Me encanta ‘Secreto’, me gusta mucho, porque sale de mi estilo. Me gusta esa impronta de ir diciendo cosas que son muy importantes.

ES FUERTE, ADEMÁS, LA IDEA DEL «TE VOY A CONTAR UN SECRETO», QUE NO MUCHA GENTE LO HACE…

Me gustó como quedó. Cuando entra la banda…no estaba previsto que termine así. Es el único momento en que hay banda en el disco. Pero quiero decir que hay momentos en que mis canciones me han salvado.

PARA TERMINAR, YO TOMÉ UNA FRASE TUYA QUE DICE: «CUANDO ESCRIBO ME SANO Y SI LO HAGO CON MÚSICA ME LIBERO».

Sí…quería cerrar diciendo que tengo ese secreto, muy fantasioso; pero a mí me han pasado cosas. A mí y a otras personas con mis canciones. Bueno, dije, tengo como ese don, entonces por qué no explorarlo y considerarlo como algo que me pasa. Hay una obra que se llama ‘Oración para hacer llover’, una canción que habla de pedir justicia, pero pidiendo agua. El día del estreno, en el año 2014, se largó a llover. Hacía mucho que no llovía en La Rioja y hacía un calor ese día…todos pedían que la cantemos de nuevo. No pasó una sola vez. Así, con muchas canciones que me atraviesan. Quería que se sepa que siento eso con mis obras y quiero contarlo.

¿Cuántas voces caben en las manos de Mariana Agüero cuando se dispone a despuntar las melodías de un cielo que llega a verse tan cercano como si fuera posible tocarlo? No hay que confundirse, no. No es de encontrar la respuesta de lo que se trata. Se trata, simplemente, de escuchar. De aprestar la sensibilidad del rostro al viento que acaricia el perfume de la flor. Y escuchar. Escuchar…Porque en sus manos -ya lo sabemos- pueden caber todas las voces y, muy especialmente, las de todas las que no pudieron ni pueden cantar. Ella estuvo allí. Y hoy, su voz nos cuenta un secreto de salvación. Y al mismo tiempo nos abre, con sus manos (en donde caben todas sus otras voces), una puerta hacia la luz.

SOBRE MARIANA AGÜERO 

Mariana Agüero nació en La Rioja Capital, el 11 de diciembre de 1990. Es profesora de música egresada del ISAC «Alberto Mario Crulcich», pianista y compositora. Su música tiene aire de folklore latinoamericano, con melodías teñidas de historia, geografías, anhelos y sensaciones. El piano prevalece en sus composiciones, indagando entre armonías, formas y tímbricas, en un diálogo atrapante con la poesía. Apasionada por la escritura, Mariana obtuvo varias menciones y premios en concursos literarios con sus textos que abarcan géneros como la poesía, cuentos, microcuentos, coplas, relatos, fantasía y novelas. Ejerce la docencia en escuelas/colegios de la provincia y como profesora de piano. A demás de su proyecto solista, integra grupos literarios y proyectos musicales como pianista y arregladora. Grabó y produjo canciones y videos, el EP «Un nuevo hogar» con un poemario para piano y recientemente lanzó su primer trabajo discográfico «Quiero contarte un secreto» que reúne las facetas más destacadas de la artista: piano, poesía y composición.

FORMACIÓN

Estudió teclado a los 8 ocho años en academia de Yamaha. Bajo eléctrico, teoría y armonía con el músico Raúl Carrizo. Egresó como Profesora de Artes en Música en el año 2012, en el ISFDyTAC «Alberto Mario Crulcich». Estudió 4 años piano con la pianista Delia López. Composición e instrumentación con Ramón Navarro (h). Escritura y creación literaria con Adriana Petrigliano. Técnica y Armonía aplicada al piano con Gabriela Bernasconi.

QUIERO CONTARTE UN SECRETO

Canciones

1. Nanay (feat Daniel Soria)

2. El viento y la flor

3. No sé qué piensa usted (feat Pedro Santos de Luca)

4. Mi muralla

5. Preludio del recuerdo

6. Donde prefieren vivir los pájaros (feat Graciela Venturini)

7. Bruja (feat Mayra Mercado, Belén Perea, Balbina Díaz y Laura Escobar)

8. Secreto (feat Daniel Soria)

Disponible en plataformas: Spotify, Apple Music, Youtube, Deezer y Tidal

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