Y una vez allí…

Una reseña para el libro «Si preguntan por vos» del escritor riojano Nerio Tello.
¿Cómo se construyen los recuerdos? ¿Cómo es que toman forma? ¿Cómo es que algunos de esos recuerdos se enquistan en la memoria? ¿Existen, en realidad, los recuerdos? ¿Existe, en realidad, la memoria? ¿Son fieles los recuerdos que recordamos? ¿Nos puede traicionar la memoria? ¿Qué hay de la memoria que se deja envolver por la nostalgia? ¿Qué hay de nosotros sin recuerdos? ¿Qué quedaría de nosotros sin la memoria? ¿Cómo podríamos proyectarnos hacia mañana sin ayer?

“Vos sabés que tendemos a contar la vida más que a vivirla. Vemos a través de lo narrado”, afirma un reflexivo (y diletante) “Nito” sosteniéndose, a su vez, en la idea deslizada por el -entre otras tantas cosas- filósofo Jean-Paul Sartre. Ese personaje creado por Nerio Tello en “Si preguntan por vos” (Ediciones Ciccus Literaria) es, quizá, el punto de partida para una disquisición que se debatirá todo el tiempo entre la realidad de la ficción y la ficción de la realidad, interpelando en lo constante a un lector que debe agudizar su capacidad de atención frente a una escritura desordenada, caótica, atemporal, incluso en la pretendida temporalidad en que se agolpan los recuerdos, la memoria del narrador.

Un juego. Podría ser un juego. Pero no lo es. Porque es demasiado serio ese ejercicio de recordar, de rememorar, de traer al presente a partir de flashes del pasado. Tanto, como el oficio de un (una vez más) iluminado Nerio Tello, que se reinventa en esta novela, entendiéndose el “se reinventa” como una manera de cuestionarse también en las formas de una creatividad que, a todas luces, le resulta ilimitada y lo saca definitivamente de sus zonas de confort.

Incomoda “Si preguntan por vos” desde ese punto de partida. El lector intenta ordenar un relato desmembrado (ese antidiario), por esa maldita costumbre de querer poner cada cosa en su lugar. Pero al final, o mejor dicho en el transcurso de la lectura, se deja llevar por lo intrincado de un relato que, así planteado por su autor, obliga a preguntarse: ¿cómo se construyen los recuerdos? ¿Cómo es que toman forma? ¿Cómo es que algunos de esos recuerdos se enquistan en la memoria?

Incomoda “Si preguntan por vos”, también, por la fastuosidad con que Tello expone la historia, nuestra historia, o al menos parte de ella. Esa tan dolorosa, tan cruenta y tantas veces contada, pero aquí expresada de otra forma. Allí radica, incuestionablemente, lo vital. El “escribir para no volvernos locos y evadir los insomnios” al que “Nito” se aferra en busca de poder conciliar un sueño que, sin embargo, no llega (¿y llegará?). Y es que después de todo, y como bien afirma Hugo Barcia en el prólogo de este libro, “cuando una generación es pasada a degüello por una dictadura cívico-militar, es inevitable que un país se rompa”. Tan inevitable como que los recuerdos se fragmenten.

Sin embargo, ocurre que hay recuerdos, y recuerdos que se enquistan en la memoria, que no nos dejan dormir. Son formas de volver a un tiempo y a un espacio en el que la realidad aprieta tanto que se nos empieza a confundir con algo más. Con eso que creemos que fue como creemos que pudo haber sido, pero que sin margen para la duda (suponemos), así debió haber sido. Ese recordar irónico, sarcástico, ácido, que revuelve el estómago, pero también el corazón. Y allí nos encontramos, de pronto, tratando de ordenar los recuerdos, tratando de ordenar las fotos, las imágenes en blanco y negro de una dictadura atroz que apunta (y secuestra, tortura, dispara), además, sobre lo que recordamos. Las bestias con saña y sin alma. Monstruos que nos siguen matando, sin importarles. ¿Y a quién le importa, en realidad?

Lo que “Nito” quiere decir (decirnos) es que solo cuenta: “Trato de que alguien, un lector, vos, pueda reconocerse, quizás entenderse, o perdonarse, o simplemente entretenerse”. Esa, la de “Nito”, bien podría ser la voz (o la pluma, en este caso) de Nerio Tello. Pero también podría no serlo, porque de eso se trata ese entrecruzamiento de identidades, en un escenario en que los rostros se difuminan, se confunden, desaparecen y vuelven a aparecer como fantasmas.

El escritor apela, en este punto y tal como acostumbra a hacerlo, a los pequeños protagonistas. Tipos como “Nito”, que tienden a despertar mucha más compasión que deslumbramiento. Tipos que no pueden con el peso de su propio cuerpo pero que, por necesaria identificación causada por esa capacidad innata del escritor de encontrar en lo hueco, en lo vacío, y hasta en lo abismal un gesto de reconocimiento colectivo, social, terminan por interrogarnos, exhortarnos y hasta demandarnos la parte que nos toca en ese derrotero individual que, no obstante, forma parte de un todo al que arribamos de manera brutal e impostergable. Así como el texto se descubre atravesado por otros textos (por otras lecturas, también), el lector se descubre atravesado por un relato que no se detiene en ese ir y venir frenético de la memoria, en ese volver a los recuerdos brumosos del pasado para saltar luego hacia un hoy que se torna inapelable por aquello de que somos lo que fuimos y si no, no podríamos ser. Y aún más: lo que pudimos ser, por sobre lo que quisimos ser. Pero, en definitiva, esto que somos cuando preguntan por cada uno de nosotros. Cuando preguntan por vos, por él, por mí.

“Quiero escribir sobre Pablo, sobre Bárbara y Lola, sobre Leandro, sobre la Turca, que se perdió tan sola, sobre Laura Lau y sobre los que estuvieron y luego fueron sombras, sobre los que quedaron, quedamos, y soplamos las cenizas buscando otro fuego”, insistirá “Nito” y traerá a colación a John Banville para afirmarse: “El pasado es un presente luminoso y eterno, para mí están todos vivos, pero ausentes, excepto en el frágil más allá de estas palabras”. Y es aquí -en esta afirmación- donde subyace, tal vez, la mayor de las rupturas a las que nos expone sin piedad Nerio Tello. Lo que está vivo pero ausente, igual que los recuerdos, igual que la memoria: irremediablemente frágiles.

Porque… ¿Cómo se construyen los recuerdos? ¿Cómo es que toman forma? ¿Cómo es que algunos de esos recuerdos se enquistan en la memoria? ¿Existen, en realidad, los recuerdos? ¿Existe, en realidad, la memoria? ¿Son fieles los recuerdos que recordamos? ¿Nos puede traicionar la memoria? ¿Qué hay de la memoria que se deja envolver por la nostalgia? ¿Qué hay de nosotros sin recuerdos? ¿Qué quedaría de nosotros sin la memoria? ¿Cómo podríamos proyectarnos hacia mañana sin ayer?

“Recordar y hacer memoria no son la misma cosa. Hay en lo primero una pulsión involuntaria que nos toma de imprevisto y nos deja a la intemperie. El recuerdo -como el olvido- se abisma sobre la persona y no existe allí más que una materia desconocida en un tiempo que se impone”, sostiene Julieta Santos a modo de epílogo para “Si preguntan por vos”.

Recordar y hacer memoria no son la misma cosa, claro que no. Y esa, puede que sea en definitiva la mayor de las certezas a la que logremos arribar en este libro en el que el escritor riojano, hábilmente, nos sumerge en un océano de incertidumbres cuya profundidad se abraza a la endeble certeza de los hechos que ocurrieron, pero que podrían no haber ocurrido así, como el personaje los recuerda (o como los recordamos). Nos sumerge en lo indefinido de los pensamientos de “Nito”, que se parecen tanto a lo indefinido de nuestros propios pensamientos. En lo que quisimos ser, para ser tan solo lo que pudimos. Nos sumerge, Nerio Tello. Y una vez allí… aunque no queramos, no nos quedará otra cosa que poner en marcha la maquinaria de recordar.

 

EL AUTOR. NERIO TELLO es periodista, escritor y dramaturgo. Nació en La Rioja. Vivió en Mendoza donde estudió periodismo y trabajó en teatro. Actualmente vive en Buenos Aires. Ha publicado unos 40 libros sobre diferentes temáticas. Trabajó en diarios nacionales, revistas y radios de Capital Federal. Su obra teatral “El viajero remoto” recibió el Premio del Instituto Nacional de teatro. Ha escrito guiones para Canal Encuentro y otros medios audiovisuales y radios. En 2018 publicó “Brasas de Ulapes” (Relatos, Ediciones Elemento, Buenos Aires). En 2019 “Por qué es tan triste despertar (novela, Espacio Hudson, Buenos Aires) y en 2020 “Teoría general de la indecisión (novela, Espacio Hudson). http://neriotello.blogspot.com/

 

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp