Mucho más que música. Una vida. Mucho más que una vida. Música. Envuelta en melodías. Así escribió y escribe su historia una de las voces que va trazando su huella en el escenario artístico de La Rioja, en un ir y venir que, de alguna manera, define su esencial inquietud en esa búsqueda constante de nuevos horizontes, pero sin dejar de lado esas raíces fundamentales que son siempre un punto de partida, un renacer, como el Ave Fénix.
Desde muy pequeña, el canto la abrazó al igual que los brazos de su padre, cuando en tiempos de delinear futuros aparecía Córdoba en el camino y aquella Casa de La Rioja frente a la Plaza España, donde los recuerdos se le convierten en emociones palpables, imágenes que no puede borrar de su mente, producto de una memoria siempre presente, pero también de esa evocación esencial de lo que alguna vez le tocó el alma, para luego convertirse en una manera de concebir la vida.
Allí, en ese espacio vital, Yéssica Rezinovsky habita con toda la amplitud de su ser. Y también con toda la amplitud de su hacer, en una multiplicidad de propuestas a las que asiste siempre de la misma manera: con compromiso, responsabilidad y entrega. Pero también con ese disfrute tan particular que se convierte en sonrisa y esa sensibilidad tan propia que se torna en lágrima; desde lo genuino de su expresar, a corazón abierto y transparente sinceridad.
El mismo corazón abierto y la misma transparente sinceridad que la trajeron hasta aquí, hasta hoy, 25 años después junto a la música. Un número para celebrar, pero también para reflexionar, para realizar un balance y para encontrarse, una vez más, entre los acordes y en el compartir con quienes fueron parte de ese camino, en una cita con lo colectivo, que es la manera en la que la artista riojana entiende que debe darse la construcción del mensaje, en tiempos en que los individualismos marcan el devenir de nuestros días.
Por eso “Entre cumas y cumpas”. Esa convocatoria que tuvo lugar anoche en Mama Killa Casa Cultural y que reunió a Los Olivareños, Sofía Carla, Josho González, Johana Santillán, Los Legales, Andrea Bustamante, Miguel Bazán Lucero, Emi Tapia, Con el Alma y el aplauso cerrado para quien se aferra no sólo a la música como una forma de interpretar la existencia, sino también como una manera de establecer relaciones, en función de una fe y una creencia en Dios que la sostienen.
Y desde ese lugar construye. Igual que lo hace desde la Dirección de la Agencia Cultural de la Municipalidad de la Capital, o en su rol de comunicadora que, entre otras cosas, la llevó a transitar un tiempo por la redacción de NUEVA RIOJA, donde dejó su huella en el suplemento cultural “El rastro”, previo a su partida hacia Buenos Aires, donde no sólo acumuló experiencia en lo profesional, sino que también forjó una personalidad que hoy le permite plantarse con madurez y consciencia plena, incluso en los espacios de angustia, de dolor.
“Hoy me encuentro con experiencias personales, en lo emocional y en lo espiritual, que me hacen sentir más segura”, afirma a 1591 Cultura+Espectáculos y su voz se impone entre las otras tantas voces que llenan los espacios de Rayuela, en pleno centro capitalino, pasadas las 10 de la mañana. Allí, el diálogo fluye en ese mismo ir y venir que de alguna manera refiere al tiempo, a su tiempo hoy, 25 años después, en un repaso indispensable que permite comprender de qué se trata eso de ser Yéssica Rezi. Mucho más que música. Una vida. Mucho más que vida. Música.
¿CÓMO TE ENCUENTRAN ESTOS 25 AÑOS JUNTO A LA MÚSICA?
Me encuentro como el Ave Fénix, renaciendo, porque pasé por mucho. No estaba en mis planes volver a La Rioja, no lo tenía en mente. Pero vine porque vi una oportunidad no sé si de lograr un cambio, pero sí al menos de marcar una diferencia, y eso no solamente desde la tarea por la que volví, sino también desde lo artístico. Y en lo musical yo creo que La Rioja me encuentra con un bagaje muy grande, porque los diez años que estuve en Buenos Aires no solamente forjaron a la artista, sino también a la persona y a la profesional. Y no solamente hablo desde la comunicación de modo integral, la artista como comunicadora. Hoy puedo decir que puedo integrar eso porque siempre lo tenía separado: una cosa era cantar y otra cosa era comunicar. Hoy me reconcilié con eso, y puedo entender a la comunicación como algo integral. Estos 25 años con la música me encuentran además con experiencias personales en lo emocional y en lo espiritual bastante complejas después de pasar por un divorcio, después de apostar a un proyecto de familia que lamentablemente no prosperó. Y siento que me encuentro mucho más segura.
HABLAMOS ESENCIALMENTE DE UNA MADURACIÓN EN TU VIDA. IMAGINO QUE AL APARECER ESTE NUMERITO DE TUS 25 AÑOS JUNTO A LA MÚSICA EMPEZARÁS A HACER CIERTOS BALANCES. ¿QUÉ TE PASA, QUÉ SENTÍS CUANDO MIRÁS HACIA ATRÁS? ¿CÓMO FUE QUE LLEGASTE A ESE MUNDO DE LA MÚSICA?
En realidad no llegué a la música, la música me llamó. No es algo que busqué, es algo que siempre estuvo. Vivíamos en Córdoba; mi viejo estudiaba Abogacía cuando la Facultad estaba por la Obispo Trejo y nosotros vivíamos por la San Martín, entre Santa Rosa y Rioja, en pleno centro.
¿Y CÓMO JUEGA ESO EN LA MANERA EN QUE LA MÚSICA LLEGÓ A VOS?
Yo creo que tiene que ver con la historia familiar. Estábamos en Córdoba y todo se dio a través de un juego, del juego que hacía mi viejo cuando trabajaba. Él trabajaba en la Casa de La Rioja, era personal de servicios generales y empezó a comprarse de a poquito equipos para armar el sonido para las peñas del Centro de Residentes Riojanos, cuando la Casa de La Rioja estaba frente a la Plaza España. Me acuerdo que mi viejo iba a laburar los fines de semana para ayudar en todo lo que era mantenimiento y me llevaba. Me encantaba subir a esas escaleras de madera en una casa hermosa que estaba al lado de la haladería Dolce Neve; era jugar con el teléfono, o encontraba algo y me ponía a cantar. Cuando papá empezó a trabajar en la parte de sonido una de las formas para hacernos jugar era poner algún tema de Paloma San Basilio, ese tema que se llama ‘Por qué me abandonaste’ y claro, era todo un acting. Y era también una manera de tenerme quieta darme el micrófono y ponerme a cantar (risas).
¿Y CUÁNDO FUE QUE EMPEZASTE A SENTIR QUE LA MÚSICA NO ERA UN JUEGO?
A los 13 años, cuando volvimos a La Rioja. Mi viejo ya era abogado y se postuló en un concurso en el Poder Judicial, porque se habría la sede judicial en Villa Unión, que era la extensión de Chilecito. Eso fue en el ‘95, yo tendría 11 años. Nos fuimos a vivir a Villa Unión, en un día muy puntual, que nunca me olvido, porque nos mudamos justo cuanto Lito Vitale y Baglieto tocaban en La Rioja y no pude ir por esa mudanza. En Villa Unión, a mis 13 años, al lado de casa había un Centro de Animación Sociocultural y fuimos también a tomar clases de guitarra y ahí empezó todo. Empecé con un grupo de chicas: Selva, Erika y Viviana y en el día de Villa Unión, que es el 9 de septiembre presentamos una muestra en la plaza y ahí es donde me dice el profe: ‘¿te animas a cantar sola?’…
¿Y ESE FUE TU PRIMER ESCENARIO?
Si, ese fue el primer escenario como solista, porque siempre estuve en los coros cuando iba a la Escuela Telechea.
¿Y QUÉ SENTISTE EN ESE MOMENTO?
Dije: ‘de acá no me bajo más’. Pero hasta ese momento seguía siendo un juego. Empiezo a tomar más conciencia de la música cuando a mi papá se le ocurre que grabe.
ES DECIR QUE TU PAPÁ FUE EL PRIMER IMPULSOR, EL QUE FUE ABRIÉNDOTE PUERTAS, MOSTRÁNDOTE EL CAMINO…
Yo creo que también venía a cumplir el sueño de mi papá de alguna manera. Mi mamá siempre fue más de la casa, aunque trabajaba en el negocio. Mi mamá era más de la parte estética, digamos, y a ella le debo la danza, ya que ella bailaba folklore, pero nunca se animó a bailar. Mi papá cantaba, pero de entrecasa, con la familia, de juntadas, de guitarreadas, pero no de cantar para mostrarse; mi abuelo igual. El primer disco lo grabé en el estudio de Luis Chazarreta, que en ese momento se llamaba “La cuerda”. Tenía 14 años.
¿QUÉ CONSCIENCIA TENÍAS EN ESE MOMENTO?
¡Ninguna!
¿PERO QUÉ PENSABAS? ¿QUÉ SENTÍAS? ¿LO RECORDÁS?
Lo que voy a decir puede sonar muy osado o atrevido. No quería ser como Soledad o Los Nocheros. En el primer disco había muchas canciones de Mercedes Sosa, interpretadas por Mercedes Sosa y a mí me encantaba la idea de poder llegar. Quería ser una versión aggiornada de Mercedes Sosa, salvando las distancias, obvio, pero digo aggiornada en el sentido del mensaje, de la trascendencia. La propuesta musical de Mercedes es muy señorial, muy conservadora, muy tradicional. Hoy creo que hablo más desde el mensaje y de toda la trascendencia de lo que fue de Mercedes para toda Latinoamérica, para la música latinoamericana.
¿MERCEDES SOSA ES TU REFERENTE?
Para mí sí, sin lugar a dudas. No pude conocerla y me quedó ese sabor amargo, pero al menos pude y puedo cantarla y saber que de alguna manera marcó mi vida en ese sentido.
LO QUE SOÑASTE EN AQUEL MOMENTO, LO QUE IMAGINASTE CON TUS 14 AÑOS, ¿SENTÍS QUE 25 AÑOS DESPUÉS LO PUDISTE HACER O SEGUÍS EN ESA BÚSQUEDA?
En estos 25 años hay tres momento que puedo identificar claramente. Y en esos tres momentos hay un momento de búsqueda que fue justo antes de irme a vivir a Buenos Aires. El primer momento es este del nacimiento, que para mí va desde el ‘97 al 2009, 2010. Estoy hablando de unos diez u once años. En el 2010 ya estaba recibida de la Facultad, pero siempre yendo y viniendo, luchándola; nunca deje de cantar. En realidad aparecieron momentos en mi vida en los que estuve menos presente. No era lo mismo tener el acompañamiento de la familia como cuando sos chico, ese apoyo, que tener que pelearla sola, cuestión que se dio durante ese tiempo de la Facultad, que yo me recibo en 2007, en la UNLaR y tuve que entrar a pelearla desde otro lado, a comunicar desde otro lado. En el 2010 empiezo a trabajar en lo que iba a ser mi tercer disco. Al primer disco lo grabo en el ‘98, al segundo en el 2000 y al tercero lo empiezo grabar en 2010, pero sale en 2011, ya yéndome a vivir a Buenos Aires, y ahí es donde se hace el quiebre. Buenos Aires es otro momento que acá no se conoce, pero que no es que dejé de cantar. Viajé a Estados Unidos, hice una gira por Latinoamérica para cantar, fui con la Misa Criolla de la Navidad Nuestra a Dallas y a Washington. Nunca dejé de hacer música, pero quizás no tuvo la trascendencia que esperaba. Esa búsqueda se da desde 2010 hasta 2015, son cinco años con muchos cambios que se dan en la vida y que a veces te ponen un freno de mano. En 2015 me recibo como Técnico en Música en el Seminario Bautista y ese fue otro momento, porque hay un descubrimiento de Yéssica como compositora. Hay muchas letras que recién van a ver a luz ahora.
ESO ES FUERTE, PORQUE SUPONE ABRIRTE A LA MÚSICA DESDE OTRO LUGAR…
Es un tema, porque de alguna manera es desnudarse ante el público. Ese proceso se dio ahora, viniendo acá, con experiencias fuertes, porque ya al volverme venía con un divorcio a cuestas. Son como muy marcados mis momentos, no hay grises, es blanco o negro. Y fue venirme con un desafío profesional dentro de lo cultural, que también fue tremendo para mí, y que de alguna manera me llevó a reinventarme emocional y profesionalmente.
TUVISTE MOMENTOS MUY FUERTES EN TU VIDA, TAMBIÉN DE REINVENCIÓN, DE REUBICARTE, DE REACOMODARTE, DE RECONOCERTE…
Por eso digo que este momento me encuentra como el Ave Fénix. Es esto: ceniza, salir, ceniza, salir. Lo más grandioso de todo es que nada de esto podría haber sido posible, y acá es donde yo no puedo evitar ser confesional en lo que voy a plantear, y es que quien nunca me desamparó frente a todas los cambios fue Dios. Por eso también mi énfasis con el mensaje, porque yo entendí que hay un Dios de relación, no de religión, que eso es algo que no todos tienen la oportunidad de poder vivir y que tiene que ver con la espiritualidad de cada uno. Cada uno vive su espiritualidad como mejor le parece, pero todos somos seres espirituales; cómo abordamos esa espiritualidad es otro tema. En mi caso pude experimentar a un Dios de relación y no de religión. Saber que en mis peores momentos, cuando no tuve a nadie, Dios estuvo ahí y de maneras extraordinarias, sobrenaturales.
DE TODAS FORMAS, TENÉS QUE TENER CIERTA PREDISPOSICIÓN PARA ESO…
Esto es clave, porque Dios es un caballero. Dios no obra en la vida de las personas que no dejan que obre. Por eso tenemos libre albedrío. Creo que parte desde esa premisa, pero estos 25 años son este recuento que te acabo de hacer, son tres momentos: el de la adolescencia, el de la juventud y del forjarse; y el momento en el que ya estoy casi señora de las cuatro décadas (risas), que me encuentro ya con un bagaje de cosas en donde soy más yo. Antes era el proyecto que tenía pensado mi viejo, de una nena que jugaba. Después fue esa búsqueda más de una identidad propia, y ahora esa entidad tiene que salir a la luz.
25 AÑOS Y DESPUÉS
El tiempo de los balances es tan necesario como el tiempo de las proyecciones. En la carrera musical de Yéssica Rezi siempre hay un nuevo punto de partida, sustentado en un pasado que se constituye de acordes, pero también de experiencias de vida que fueron marcando un recorrido siempre auténtico y de ofrenda constante. Y también de una mirada a consciencia de los entornos, de los contextos por los que fue desandando sus sueños, sus expectativas y sus vivencias, que hoy la ubican en un sitial de reflexión, pero que al mismo tiempo abren otros horizontes que hacen de este nuevo comienzo la posibilidad de continuar creciendo.
¿QUÉ FUE LO MEJOR QUE TE PASÓ CON LA MÚSICA EN ESTOS 25 AÑOS?
Lo mejor sin duda fue que…va a sonar medio idílico lo que digo, pero lo mejor sin duda fue que la música siempre estuvo, nunca me dejó. Cuando he estado en situaciones difíciles en Buenos Aires, por decirte, me salvó una cantada. Cuando he estado en situaciones muy críticas de salud, por ejemplo, que me han tocado atravesar, me sanó cantar. La música, y a su vez la danza porque si tengo que describir una pasión para mí es más la danza que la música, pero predominó una por sobre el otra. La música fue lo que me salvó y lo mejor son las relaciones que me dejó, las amistades, el hoy poder tener amigos en toda Latinoamérica a raíz de esa experiencia de estar en Buenos Aires y de poder animarme a pensar en un futuro no muy lejano de seguir proyectando fuera del país. Las relaciones, las amistades, las experiencias de vida, el conocer lugares maravillosos, el poder tomar una conciencia cada vez mayor del mensaje. Lo más triste o lo menos desafortunado, es no ver más referentes de La Rioja en una proyección mayor.
¿POR QUÉ CREÉS QUE PASA ESO? ¿QUÉ NOS ESTÁ FALTANDO?
Creo que falta una mayor conciencia de empatía en todo el ambiente artístico, aunque creo que ahora se está dando. Por eso al evento lo llamo ‘Entre cumas y cumpas’. La pandemia nos obligó a eso también: a poder empezar a vernos en el otro no como un rival o como un contrincante, una competencia, sino como un amigo, como una comadre, como un compadre. Te tengo a vos y de acá no salimos solos, tenemos que salir juntos. Creo que cuando podamos lograr esa consciencia colectiva, los riojanos podremos superar ampliamente a los santiagueños, a los salteños…
DE HECHO, ME PARECE QUE LA MÚSICA DEBE SER UN HECHO COLECTIVO EN SI MISMO…
Un triste ejemplo, que me marcó mucho porque lo conocí, es el de un artista riojano como Enzo Mercado Cabrera, un riojano en Córdoba que hizo temas con Roberto Ternán, nada más y nada menos, y que es un ilustre desconocido. Eso ocurre a raíz de la indiferencia. Yo creo que lo peor que le puede pasar a un artista con otro artista es ser indiferente.
EN ESE SENTIDO ESTÁS DANDO UN EJEMPLO AL CELEBRAR TU CAMINO JUNTO A OTROS ARTISTAS…
Sí, cada uno de ellos tiene una historia conmigo y de alguna manera se trata de honrar eso: las relaciones. Es honrar la amistad. En el caso de Los Legales, por dar un ejemplo, yo pude cantar en La Trastienda, en Buenos Aires, gracias a ellos. Son gestos que tienen que ver con esa siembra y cosecha. Lugares donde yo no he podido llegar por mí misma y lo pude hacer gracias a amigos como ellos que han tenido la generosidad, el respeto y la estima de hacerme parte. Gracias a Dios tuve esa bendición con muchos grandes artistas.
DEDUZCO, POR TODO LO QUE ME VAS CONTANDO, QUE HAY MUCHA CAPACIDAD DE RESILIENCIA EN VOS, ¿ES ASÍ?
No podría haber sido resiliente si no entendiera el amor de Dios.
ME HABLABAS HACE UN RATO DE LA MÚSICA Y DE LO QUE LA MÚSICA FUE Y ES PARA VOS. ¿SE PODRÍA DECIR QUE LA MÚSICA ES TU DIOS?
En realidad es el medio que me conecta con Dios. La música es el medio, porque curiosamente la música, según la Teología, es el medio que se usa precisamente para adorar a Dios, pero que en realidad también es el medio en el que Dios se comunica con nosotros, que nos hace sentir, al menos en mi caso, su presencia, su compañía, su consuelo, su fortaleza.
¿Y QUÉ SENTÍS VOS RESPECTO DE ESO? ¿QUÉ SENTÍS CUANDO SUBÍS A UN ESCENARIO Y SOS EL MEDIO PARA TRANSMITIR UN MENSAJE?
Para mí la música es como un cuchillo, en el buen sentido, digo. Pero dependiendo del contexto puede ser un arma o puede ser una herramienta.
¿Y EN QUÉ CONTEXTO LA PREFERÍS?
Como herramienta toda la vida. Y si es necesario usarla como arma, que sea para combatir injusticias, para combatir desigualdades…
¿PENSÁS QUE LA MÚSICA PUEDE FUNCIONAR DE ESA MANERA EN EL CONTEXTO COMPLICADO EN QUE VIVIMOS Y AL QUE NO SOS AJENA?
Lo creo cien por ciento, porque independientemente de la melodía, de la armonía, lo que hace más poderosa a la música es la palabra. Hay música que no hace falta que tenga letra y sin embargo eso también reconforta, alivia. La música son alturas, son frecuencias, notas, todo eso el cuerpo también lo percibe. Somos seres físicos y la música es física también. Para dar un ejemplo, una vez estábamos jugando en el coro, hacíamos un ejercicio de copas llenas con diferentes niveles de agua que iban emitiendo un sonido. Es maravilloso eso, porque nosotros somos como esas copas, según como esté el vaso lleno de agua es el sonido que uno da. No hay sonido si no hay agua.
¿Y QUÉ SERÍA EL AGUA?
El agua tiene que ver con el alma, tiene que ver con lo que uno tiene, sea bueno o malo; hay fuentes de agua limpia y fuentes de agua sucia y aún con agua sucia suena, pero no es el mismo sonido. Digo, no es agua transparente.
SER TRANSPARENTE CUESTA MÁS…
Se sufre más, porque se sufre la calumnia, se sufre la injuria, se sufre el maltrato, la indiferencia y también se sufre esta cuestión de que haya gente que te quiera socavar. Más allá de la transparencia, creo que también tiene que ver con una cuestión de luz, porque a veces la luz pone en evidencia lo que hay en la oscuridad. El ser transparente es evidencia de que hay algo que no está bien. Me ha pasado, ahora planteando en relación a la función pública, en la que me ha tocado entrar a un área donde tuve que acomodar un montón de cosas y preguntarme cómo hago. Empezar a combatir eso también tiene un precio, un precio no solamente a nivel personal, sino también un precio a nivel social. La transparencia, esos valores, también tienen un precio, un costo, y también se sufre bastante, pero no claudico en relación a eso.
O SEA QUE ES UN PRECIO QUE ESTÁS DISPUESTA A PAGAR SIEMPRE…
Totalmente. ¿Sabes por qué?, porque mi tranquilidad no tiene precio, mi paz no tiene precio; yo no negocio con eso. Y eso tiene que ver incluso con llegar a instancias de ponerte de acuerdo en que no vas a estar de acuerdo con ciertas cuestiones y marcás límites en el decir: ‘yo hasta acá llego, de acá para allá no negocio’.
PERO NO ES TAN FÁCIL…
No es fácil. Pero gracias a Dios, si hay algo que tengo que agradecer puntualmente desde el lugar en el que estoy, es que se me ha respetado eso. Me ayudó también a forzar el carácter, a poner altos donde tengo que poner, a elegir mis batallas: eso también es un aprendizaje.
¿QUÉ TE GUSTARÍA QUE TE PASE CON LA MÚSICA DE AQUÍ EN MÁS?
Me gustaría lo que a todo artista le gustaría: vivir de la música. Sigo teniendo ese sueño, esos sueños de niña, de copar lugares, de que canten mis canciones. No tiene que ver con el ego, tiene que ver con esta siembra del mensaje. Que las canciones sean esas semillas en cada persona. Impactar vidas, el poder generar a través de la música esperanza, amor, sembrar valores, unir familia. No sé: el hecho de que estés, por ejemplo, en un asado y que canten temas tuyos creo que es el mejor legado que uno puede tener. Trascender en el mensaje.
¿Y CUÁL ES ESE MENSAJE EN EL QUE QUERÉS TRASCENDER?
Es el mismo mensaje de todos los tiempos: el amor. Pero el amor no desde lo relativo, no desde un amor líquido o de un amor descartable. Hay una frase muy trillada que dice ‘todos hablan de soltar, pero nadie habla de sostener’. El amor sin violencia, el amor que la Biblia habla, que todo lo sufre y todo lo soporta, pero no a costa de la violencia, sino saber que si hay una persona que la está pasando mal hay que estar al lado de esa persona, condolerse con esa persona y acompañar el proceso de esa persona. Yo creo que va por ese lado.
SIN EMBARGO ESTAMOS VIVIENDO EN UNA SOCIEDAD MUY INDIVIDUALISTA, DEL “ME SALVO Y ARREGLATE COMO PUEDAS”…
No dejo de creer en la familia, no dejo de creer en el amor. Uno puede caer en ese individualismo y sin embargo, no, porque insisto en esto; creo en eso porque yo veo el poder de Dios transformador a través del amor que puede hacer nuevas todas las cosas.
¿Y A QUÉ YÉSSICA VAMOS A VER A PARTIR DE AHORA?
A todas juntas (risas).
¿CÓMO TE LLEVÁS CON TODAS TUS YÉSSICAS?
Ahora estoy reconciliada. Para mí La Rioja, lamentablemente, es un ambiente hostil. Digo lamentablemente y me hago cargo de lo que digo: es un ambiente muy hostil, una sociedad muy hostil. Pero creo que entendí en este tiempo el propósito de por qué volví, que era reconciliarme conmigo misma.
NO PODRÍAS HABERLO HECHO EN OTRO LUGAR…
No, porque era reconciliarme con el pasado, sanar lo que estaba viviendo en el presente con todo este proceso interno en lo emocional, en lo familiar. Me fui sola y volví sola y tiene que ver con eso, tiene que ver con el amor propio, tiene que ver con la autoestima, tiene que ver con saber que uno se tiene a sí mismo, y que si uno no se salva primero, tampoco puede salvar al otro. Si yo pretendo a través de un mensaje generar algún impacto, a través de lo musical o de lo artístico, tengo que ser coherente, más allá de una propuesta artística o comercial que es relativa últimamente. Tiene que ver con esa coherencia, con tratar de ser coherente con lo que digo y hago; que lo que digo lo vivo, entonces esa reconciliación pasó por ese lado: con poder reconciliarme con esa Yéssica de 14, 15 años, porque yo renegué de esa Yéssica.
SI TUVIERAS LA POSIBILIDAD DE CAMBIAR ALGO DE ESTOS 25 AÑOS DE TU VIDA CON LA MÚSICA, ¿QUÉ SERÍA?
No cambiaría nada de lo que me pasó, salvo las cosas que dependían de mí y postergué o resigné; ya no las postergaría ni las resignaría. Es lo único, pero hablo de esos momentos. El resto no cambio nada. Sí cambiaría el no haber sido disciplinada cuando tuve que serlo. Pero eso es algo que tiene que ver conmigo, no con el entorno, ni con mi historia, ni con lo que me pasó, sino que tiene que ver con lo que yo no pude hacer. No obstante, aún así no reniego de eso porque sé que eso me llevó a hoy poder entender lo que entiendo y que debo tener otra consciencia, que tengo que ser disciplinada, que no puedo resignar ni postergar. Me costó mucho la procrastinación.
¿Y EL SER MUJER?
También, sí. El poder reconciliarme con algunos mandatos. Y digo reconciliarme, no combatirlos, reconciliarme; el ponerte de acuerdo en el desacuerdo. ¿No estoy de acuerdo, estamos de acuerdo? Y aún así decir ‘en lo que estamos de acuerdo, avancemos’. Entender que la religión es un medio de control social, pero que a mí Dios me está dando otra pauta y ese descubrimiento tiene que ver con las relaciones: no podés amar lo que no conocés. Y ahí entra un valor que hoy está muy vapuleado: el respeto. Hoy lamentablemente el respeto está bastardeado. Todo el mundo habla del respeto, pero de la boca para afuera. Me considero feminista, pero en el sentido de la igualdad en su justa medida. Las cuestiones extremistas no las comparto, porque se desdibujan los roles y las responsabilidades. Creo en la caballerosidad, creo en el romance. Creo en el rol del hombre pero no desde el autoritarismo, sino de la autoridad; hay cosas que las mujeres nunca vamos a poder hacer y que los hombres no van a poder hacer como las hacemos nosotras.
Mucho más que música. Una vida. Mucho más que una vida. Música. Envuelta en melodías. Renaciendo siempre. Como el Ave Fénix, Yéssica Rezi.