Una reseña para el libro «Cerrado por fútbol» del escritor Eduardo Galeano
“Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía: Cerrado por fútbol. Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado sesenta y cuatro partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido. Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia”, cuenta el escritor uruguayo con ese estilo tan característico que lo acerca definitivamente a los mortales, a nosotros, los que caminamos por la calle, pero que al mismo tiempo lo pone en el olimpo de los escritores cuya carrera ha sido tan consagratoria como necesaria para quienes se consideran verdaderos amantes de la literatura, como Lionel Messi de su sed por la red del arco contrario.
“Desde chico quise ser jugador de fútbol. Y fui el mejor de los mejores, pero sólo en sueños, mientras dormía. Al despertar, no bien caminaba un par de pasos y pateaba una piedrita en la vereda, ya confirmaba que el fútbol no era lo mío. Estaba visto: yo no tenía más remedio que probar algún otro oficio. Intenté varios, sin suerte, hasta que por fin empecé a escribir”, se sincera Galeano poniendo sobre la mesa, al unísono, el deseo de millones y millones en el mundo por ser las grandes estrellas del balompié, aunque sin el menor atisbo de, ante el lógico fracaso, poder gambetear con la misma cintura que Galeano en el sagrado campo de juego de las letras.
Con prólogo del reconocido periodista deportivo Ezequiel Fernández Moores, este libro reúne todos los textos que Galeano escribió sobre fútbol, la mayoría dispersos en su obra publicada, pero también varios inéditos y verdaderos hallazgos, como la crónica en la que, con sólo 23 años, llama “traidor” al Che Guevara en persona por haber adquirido en Cuba la pasión por el béisbol. Las páginas proponen un intenso y apasionado recorrido por la historia del deporte más popular entre los deportes, desde la época en que un jugador recibía una vaca como parte de pago por cada gol convertido hasta el tiempo de los jugadores multimillonarios agobiados por el éxito, pasando por el relato de los diez futbolistas que se pintaron la cara de negro en solidaridad con su compañero discriminado por la hinchada. Galeano también habla de Maradona: “el hombre que no podía vivir sin la fama que no lo dejaba vivir”, y de Zidane, que en su último partido como jugador profesional con la camiseta de Francia embistió a un rival y se retiró expulsado de un Mundial que hasta el día de hoy se recuerda como mediocre.
Eduardo Galeano, autor de célebres libros como “Las venas abiertas de América Latina”, “Memoria del fuego”, “Días y noches de amor y de guerra”, que fueron traducidos a veinte idiomas, y por los que fue distinguido en Suecia, Argentina y el resto de América, creía que el fútbol expresaba “emociones colectivas”, esas que generan “fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas”. De esas inexplicables pasiones habla Cerrado por fútbol. Y Galeano en estas lides, una vez más, es el dueño de la pelota.