La tensión de la (in)existencia

Una reseña para el libro «Lo que pudo ser» del escritor José di Marco

Sumergirse en la poesía de José Di Marco es iniciar un viaje hacia lo inanimado, al mismo tiempo en que se intenta, casi con desesperación, darle respiración boca a boca a la palabra que se nos extingue, para que al fin nos resucite en un mundo posible en el que ser y no ser, sean y no sean en simultáneo. Así se va desandando la historia que se escribe desde un lugar en el que, como bien señala el autor en su adenda final, conviven “las ruinas personales y muy poco de la esperanza de una resurrección colectiva”, la mayor amenaza de nuestros días.
Los poemas recogidos por Di Marco en “Lo que pudo ser” (Serie Poesía de Ediciones la yunta) dan cuenta de diez años de fuerzas contrapuestas entre el “impulso lírico, subjetivo, sentimental y un impulso más bien objetivo, irónico, reflexivo” que acerca al autor al mundo real y cotidiano pero que, al unísono, lo despega de lo terrenal para ubicarlo por encima, en un sitial de observador privilegiado del diario acontecer que, no obstante y más allá de todo vuelo literario, lo desvela y conmina a contarlo con poética dignidad.
“De aire y luz”, “Lo que hacemos” y “Agujeros en el viento” son los pasajes en que el poeta divide ajedrecísticamente su obra, como si fuera posible parcelar el tiempo en el que se vio atravesado por aquellos versos. “Cuando menos lo esperás / una voz te susurra al oído / su música anterior a las palabras. / Y entonces con eso uno hace lo que puede”, dice.
Así se afirma Di Marco a su oficio de escritor que se sostiene, consciente, sobre la parte que le toca y asume. Como un obrero del decir que levanta el hogar para su propia ausencia sobre el juego de la tirantez de su vida y de su muerte. O de la vida de los otros y la muerte de los otros como si, en su justa medida, también le pertenecieran.
Porque el poeta lo sabe, mejor que nadie: “A mí no me salvarán / los versos que escribo”. Y lo sabe, no porque sea un clarividente de sus confines, sino por que ha adoptado con estricta y precisa decencia su destino de corazón herido “a un costado del infierno”. Y es que “El que oye / los fulgores de esa voz / descubre / que habla / en ella / la materia íntima / de la vida: / eso que perdimos / eso que ya no tendremos”.
Lo que pudo ser pero no fue queda sumergido entonces en lo que somos, muy a pesar de las frustraciones que eso conlleva, porque no hay remedio para la enfermedad que no se tiene, mucho menos para la hipocondría constante de un naufragio que no llega, pero que igual nos ahoga. Triste designio: “Alguna vez el mundo estuvo hecho para nosotros / y el amor no era este perro rabioso / encadenado al poste de lo muerto”. Feliz designio: la poesía; o esa satisfactoria sensación que muy de vez en cuando nos roza la lucidez de lo extraordinario. Eso que “se escribe para saber acerca de lo que se escribe”. Acerca de nosotros. Y de la tensión de nuestra (in)existencia.

PERFIL

José Di Marco nació en Río Cuarto, Córdoba, Argentina, el 9 de agosto de 1966. Es Profesor y Licenciado en Letras y Especialista en Ciencias del Lenguaje. Trabaja, desde hace treinta años, en el Departamento de Letras de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, donde enseña Estética y Filosofía del Lenguaje. Ha coordinado talleres de lectura y escritura. Ha sido parte del colectivo de Poetas del Aire. Ha publicado reseñas y ensayos en revistas nacionales e internacionales. Ha participado de varias antologías de cuentos y poemas. Desde 2004 codirige el proyecto editorial Cartografías, junto a Pablo Dema. Actualmente es director de UniRío Editora. Publicó dos libros de poesía: Mundo sublinar (2006) y Una música anterior (2010).

 

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