«Moyano era mucho más que su escritura»

El escritor e investigador Diego Vigna presenta hoy en el marco de la Feria del Libro de Córdoba “Los desvalidos”, un trabajo minucioso, casi obsesivo sobre el legado fotográfico de Daniel Moyano, estrechamente ligado a su literatura. Un encuentro imperdible con las huellas de un artista de variedades que sigue dejando marcas indelebles más allá de todo tiempo y espacio.

Dice el escritor Roberto Juarroz en una de sus poesías verticales: Si alguien, / cayendo de sí mismo en sí mismo, / manotea para sostenerse de sí / y encuentra entre él y él / una puerta que lleva a otra parte, / feliz de él y de él, / pues ha encontrado su borrador más antiguo, / la primera copia. Diego Vigna, escritor e investigador radicado en Córdoba bien podría ingresar en esa categoría de explorador de universos interiores que trasuntan hacia un origen, hacia un principio en el que colonizar es sinónimo de nacer. Aunque, en rigor de verdad, esa conquista no se trate aquí de su propia copia inicial o su borrador más antiguo, sino de la de uno de los autores más trascendentales de la literatura argentina, como lo es Daniel Moyano: un artista polifacético que invita a hacer un recorrido por su vasto catálogo de talentos.
Por allí anduvo Diego Vigna, precisamente, transitando un viaje maravilloso entre -como el mismo afirma- “el repertorio de huellas que imprimió Moyano en la memoria de sus cercanos, y en la persistencia de los objetos”. Entre la municiosidad y la obsesión, para dar a luz a “Los desvalidos. Fotografías, textos periodísticos y ficciones de Daniel Moyano”, un trabajo imperdible que hoy hará su presentación en la Feria del Libro de Córdoba y que promete también echar raíces por estos pagos riojanos, donde el artista de variedades dejó también sus huellas.
Previo a la presentación que tendrá lugar en el Cabildo Histórico de La Docta, Diego Vigna dialogó con 1591 Cultura+Espectáculos y dio algunas pistas sobre “Los desvalidos”, el libro que es fruto de una investigación que dio origen al Archivo de Fotografías Daniel Moyano, incluido dentro del Archivo Virtual que se aloja en el CRLA-Archivos.
¿CÓMO SURGE LA IDEA DE TRABAJAR SOBRE OTRAS FACETAS, TAL VEZ NO TAN CONOCIDAS, DEL ESCRITOR DANIEL MOYANO?
Surgió a partir de la curiosidad, la suerte y un poco de terquedad también. De mi parte, por supuesto. En 2012 pude conocer a Irma Capellino de Moyano en Madrid. Fuimos con Marcelo Casarin, en una escala posterior a la presentación de la edición crítica de Tres golpes de timbal en Oviedo. Casarin es un verdadero especialista en la obra de Moyano, que viene trabajando con su legado desde hace más de 20 años. Él supo armar un equipo de trabajo en archivos con el que realizamos ese enorme trabajo que duró tres años, sostenido y guiado por el Centre de Recherches Latino-américaines / Archivos de la Université de Poitiers. Fue Casarin, entonces, quien me transmitió el gusto y la pasión por la obra de Moyano, y ayudó a encontrar mi propio camino en la investigación. En Oviedo, en aquellos días de la presentación de la edición crítica, me tocó sentarme durante una cena al lado de José Luis Roca Martínez, quien había sido muy cercano a Daniel durante sus años de trabajo y permanencía en Asturias. Yo ya venía masticando la curiosidad sobre qué había pasado con los documentos fotográficos de Daniel. En esa cena le pregunté a Roca Martínez si Daniel había sacado fotos en Oviedo, y me dijo que sí. Me dijo que, de hecho, él mismo había sacado fotos con Daniel. Entonces le pregunté si podía haber alguna relación entre las fotos que sacaba Daniel (su mirada) y su literatura. Y me dijo terminantemente que ‘no’.
En ese estado fui al departamento de Irma, en calle Ronda de Segovia, con el “modo terco” encendido. Me pasé dos tardes enteras con ella, mirando fotos de la familia, copiadas por Daniel. Hasta que le pregunté por los negativos: quería saber si los había conservado. Me señaló la parte alta de su biblioteca; busqué una silla y los encontré. Entre todos los sobres de nailon había uno que se destacaba por ser blanco, de papel. Lo saqué, lo miré, y encontré una palabra manuscrita por Daniel en una de sus caras. “Gracimiano”, decía, como el cuento publicado en 1974. Desde ahí todo cambió. Así se juntaron la suerte, la curiosidad y la mejor versión de mi terquedad, que empezó a disolver aquella negativa de Roca Martínez. El libro es una muestra de que Roca no tenía mucha idea sobre lo que veía Daniel a través de la cámara.
¿CÓMO SE DESARROLLÓ ESE TRABAJO Y CUÁNTO TIEMPO DEMANDÓ?
A partir de ese descubrimiento empecé a trabajar para poder hacerme del tiempo de investigación necesario. Mi intención fue, desde el comienzo, incorporar las fotos de Daniel a su Archivo digital. Presenté un proyecto posdoctoral en la Université de Poitiers para continuar el trabajo que veníamos realizando (en el CRLA-Archivos está alojado el Archivo Virtual Daniel Moyano, creado en 2009, que cuenta hoy con este trabajo de las fotos y otros posteriores, todo dirigido por Marcelo Casarin y Fernando Colla), y salió el financiamiento. Estuve ocho meses en Francia digitalizando los negativos (más de 4300) y empezando a bocetar la idea del ensayo que terminó en el libro. Después, la escritura me llevó al menos un año y medio más. Fue un trabajo hermosísimo pero muy cansador, y muy estimulante. Es el trabajo más lindo que hice desde que trabajo en la investigación.
¿POR QUÉ EL LIBRO LLEVA EL NOMBRE “LOS DESVALIDOS”? ¿QUÉ PERÍODOS DE LA VIDA DE DANIEL MOYANO ABARCA?
Podría decir que abarca casi todo el periodo adulto de Daniel o, dicho de otro modo, todo el tiempo que pasó Daniel mirando como aficionado a la fotografía. En España siguió sacando fotos, revelando rollos y copiando en su ampliadora: todo un conjunto de objetos e insumos que alcanzó a llevar desde La Rioja hasta su trastero madrileño.
Ahí mismo donde escribía, encerrado, sin ventanas (pude conocer el lugar: es una suerte de “baulera”, como le llamamos aquí a los depósitos o piezas reservadas para cada departamento), también copiaba fotos. Pero el libro en sí se ocupa casi en su totalidad del periodo riojano. Desde su llegada con Irma hasta los años previos al exilio. Un periodo que está atravesado por su condición de corrresponsal de Clarín, desde 1960 hasta 1976. Y para entender por qué el libro se titula así, ¡hay que leerlo!
¿EN QUÉ ASPECTOS SE CONECTAN LAS FOTOGRAFÍAS DE DANIEL MOYANO CON SU ESCRITURA?
En muchos, y en el más importante: ambos lenguajes dependían de su forma de mirar. El libro cruza las fotos no sólo con su escritura literaria, sino sobre todo con la periodística, que a su vez, como se puede ver, es indisociable de la literaria. Quizás el aporte más valioso de este trabajo es la constatación de que Moyano hacía de su mirada el motor de su potencia creativa, argumental y crítica, más allá de los lenguajes, los géneros y las disciplinas. Mi intención fue ver cómo miraba, para después volver a los textos. Y me pasaron un montón de cosas con ese tránsito, por eso encontré tantas conexiones, diálogos e influencias. Algunas son muy evidentes. Basta revisar las crónicas y fotos que publicaba en Clarín, y después vincularlas con sus textos de ficción.
EL LIBRO CUENTA YA CON UNA EDICIÓN EN FRANCIA, ¿CÓMO FUE ESE PROCESO QUE, DE ALGUNA MANERA, SE DA DE FORMA INVERSA HASTA LLEGAR A LA EDICIÓN LOCAL?
En realidad no se dio de forma inversa, como expliqué antes. Este trabajo se desarrolló en Francia, financiado y guiado por el CRLA-Archivos, que es la institución con la que realizamos, desde la Universidad Nacional de Córdoba, nuestras investigaciones conjuntas. De modo que la edición original del libro es del CRLA-Archivos, que tiene convenio en Córdoba para imprimir sus títulos.
DE MOYANO SE CONOCEN SUS TALENTOS COMO MÚSICO, PERIODISTA Y ALBAÑIL; ¿CÓMO FUE ESE DESCUBRIMIENTO DE SU VINCULACIÓN CON LA FOTOGRAFÍA?
Fue como lo narré en la primera pregunta. De ese modo llegué a tomar contacto primero con las fotos que quedaron, y después con los negativos. Irma y Ricardo Moyano colaboraron mucho con ese comienzo, porque me volví un insistente y empecé a hacerles preguntas. Después armé el proyecto y se terminó de cerrar el vínculo con su fotografía cuando hice el trabajo de pesquisa archivística, para ver qué había publicado en Clarín. Estuve en el archivo del diario, en Buenos Aires, y en la Biblioteca Nacional, y en el Círculo de Periodistas de Córdoba, durante varios meses buscando noticias, crónicas, resportajes firmados por Daniel.
¿QUÉ ES LO QUE MÁS TE SORPRENDIÓ, A PRIMERA VISTA, DE TODO LO QUE PUDISTE ENCONTRAR EN ESE ARCHIVO FOTOGRÁFICO DEL ESCRITOR?
Su frescura para mirar, su ternura y su humor. Ese humor que sus cercanos destacan en él, eso que cada “moyaniano” recuerda cuando lo cita, y que hace brillar los ojos en el recuerdo, está también en sus negativos. La mirada de cada persona que retrató devuelve, con mucha consistencia, su propia imagen. Mirar las fotos de Daniel ha sido para mí (y todavía lo es, porque de vez en cuando vuelvo al archivo) una experiencia increíblemente enriquecedora para tratar de conjurar eso que pasa cuando te metés con alguien que ya no está en este mundo. Y a su vez, quizás el regalo más importante que me hizo este trabajo fue el de volver a sorprender a las personas que me formaron en esto, y que me involucraron con su vida.
Casarin es un ejemplo: cuando él vio el trabajo, y las fotos, volvió a experimentar esa magia que transmite la obra de Moyano. Verlo a Casarin sorprendido fue otro signo de que estaba haciendo algo lindo de verdad. Y esa sensación explotó cuando pude atestiguar la devolución de Irma, María Inés y Ricardo. Ellos también se sorprendieron mucho, y pudieron rememorar cosas hermosas de la vida en familia. Ricardo, un día, me mandó un Whatsapp, muy emocionado, para contarme que se pasó toda una noche en vela mirando fotos en su computadora. Empezó a mirar como quien no quiere la cosa, y me dijo que se le hizo de día. A partir de ahí entendí que nada malo puede pasar con esto.
¿PENSÁS QUE “LOS DESVALIDOS” ES OTRA MANERA DE REIVINDICACIÓN DE MOYANO?
No creo que Moyano necesite una reivindicación. Podría pensarse algo así desde el lugar bastante silencioso que ocupó durante años en el campo literario argentino, en comparación con otros autores contemporáneos que tuvieron reconocimiento como Tizón, Di Benedetto o Saer. Pero los movimientos del campo literario son bastante misteriosos, tanto como lo es el derrotero de los libros. Y además, ese silencio ha sido claramente empujado por su derrotero vivencial, tan brusco e injusto, a veces trágico. El exilio truncó una carrera de notable proyección en el país, y lo dejó desterrado y hasta deslenguado durante tres o cuatro años. Pero evidentemente Moyano era mucho más que su escritura, aunque la obra que dejó incluya algunos de los textos más lindos que se hayan escrito en esta tierra, como dice Casarin. De cualquier modo, todas las palabras que escribí antes dan cuenta de que este trabajo aporta un granito más a la notable figura artística que fue, y que seguirá siendo.
LA PRESENTACIÓN DE “LOS DESVALIDOS” SE DARÁ EN EL MARCO DE LA FERIA DEL LIBRO DE CÓRDOBA Y ESTARÁ ACOMPAÑADA DE LA MUESTRA “LAS TRAMAS DE UNA LENGUA. HOMENAJE A DANIEL MOYANO”. ¿DE QUÉ SE TRATA ESA MUESTRA? ¿CON QUÉ SE VA A ENCONTRAR EL PÚBLICO ESE DÍA?
La muestra celebrará y cerrará, de algún modo, estos últimos cinco o seis años de trabajo con el archivo de su obra. Me tocó a mí ser el responsable de la ampliación de los documentos, primero con las fotos y después con la exhumación de los disquetes informáticos que dejó en esa misma biblioteca donde siguen estando sus negativos y sus libros. En 2012 organizamos una muestra bastante más grande para celebrar la edición crítica de Tres golpes de timbal, que se llamó “Cómo se hace una novela” y que condujeron Casarin y Gabriela Macheret, con más de 20 personas en escena, entre actores, músicos, investigadores y artistas. En ese momento no sabíamos que iba a pasar todo lo que pasó. Por supuesto que yo no tenía idea de todo lo que me tocaría vivir. Así que esta muestra homenaje a Daniel es muy especial para nosotros.
El trabajo de archivo y de curaduría está a cargo de Casarin y Vigna. La muestra es en el mismo lugar que la anterior (el Cabildo de la ciudad de Córdoba), y forma parte de varias actividades que se están planeando, desde la gestión de la Ciudad, para promocionar el Congreso Internacional de la Lengua Española que se llevará a cabo el año que viene. Desde ese punto de vista, es muy importante para nosotros presentar documentos del Archivo Moyano porque su lengua forma parte de la disidencia; opera desde un lugar periférico y crítico, tanto en sentido literario como político. En la muestra que se inaugura el próximo 7 de septiembre el público podrá ver fotos que Moyano tomó durante el periodo riojano, prosas y poemas inéditos, fragmentos de su correspondencia con amigos y artistas, borradores y manuscritos de sus textos literarios, crónicas y artículos periodísticos que publicó en Clarín, documentos que remiten a su relación con la música, y hasta una película, “Vivir cada día”, que se emitió en la Televisión Española y que fue grabada en Madrid, Buenos Aires y La Rioja para abordar su experiencia en el exilio.
CONOCIDA ES LA ESTRECHA RELACIÓN DE DANIEL MOYANO TANTO CON CÓRDOBA COMO CON LA RIOJA Y AMBAS PROVINCIAS HAN SIDO DETERMINANTES A EN SU VIDA, POR DIFERENTES ASPECTOS. ¿CÓMO QUEDA REFLEJADO ESTO EN LOS DESVALIDOS? ¿EXISTE LA POSIBILIDAD DE TRAER A LA RIOJA ESTE TRABAJO DE TU AUTORÍA?
Ese reflejo es el espíritu y el contenido del libro, algo que se va formando a partir de las fotos, los textos y los testimonios de muchas de las personas que tuvo cerca. Daniel confesó más de una vez, en entrevistas, que los años riojanos fueron para él los más felices de su vida. Irma sigue visitando la provincia cada vez que vuelve a Argentina. Y de algún modo todos los que nos involucramos con su obra nos hicimos un poquito riojanos, a fuerza de experiencia y de atracción por sus lugares y su gente. En mi caso, la atracción por algunos paisajes del interior de la provincia se potenció por mis años de infancia y adolescencia, porque soy de Neuquén. La estepa patagónica no difiere mucho de lo que se ve en los llanos y en la parte más seca de La Rioja. Así que Daniel nos acercó a todos, y nos llevó a mirar, con nuestros ojos, eso que él miraba hace 40 años. Por esto mismo es casi indispensable presentar el libro en La Rioja, algo que haremos muy pronto si encontramos apoyo de alguna institución interesada.

EL AUTOR DE “LOS DESVALIDOS”

Diego Vigna (1982) es escritor, investigador y docente. Trabaja en CONICET y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

También es investigador asociado del Centre de Recherches Latino-américaines / Archivos de la Université de Poitiers, institución que editó “Los desvalidos”.

Ha publicado varios artículos científicos en revistas internacionales y nacionales y los libros Grises, verdes (cuentos, 2004), Hadrones (cuentos, 2009), La década posteada (ensayo, 2014), Los próceres (relato, 2016), Cometa de la noche negra (novela, 2017) y Archivos, artes y medios. Teoría y práctica (investigación, compilado junto a Pampa Arán, en prensa para 2018).

DANIEL, EL ARTISTA DE VARIEDADES

Narrador argentino que reflejó sin concesiones al folclorismo la realidad del interior del País. Moyano vivió en las provincias de Córdoba y La Rioja.

Emigró durante el régimen militar instaurado en 1976 y residió en España hasta su muerte.

Ya en su primer libro de cuentos, Artista de variedades (1960), propuso un tipo de realismo que él mismo confesó que incorporaba procedimientos de C. Pavese y F. Kafka; le interesaba más reflejar atmósferas y estados mentales que la realidad externa. Publicó cuentos y novelas en los que alude al abandono y la pobreza provincianas, así como a la migración desde el interior hacia las grandes ciudades argentinas.

Ha escrito El rescate (1963), La lombriz (1964), El fuego interrumpido (1967), Una luz muy lejana (1967), El monstruo y otros cuentos (1967), El oscuro (1968), su novela más celebrada con la que obtuvo el premio Primera Plana, Mi música es para esta gente (1970), El trino del diablo y El estuche del cocodrilo (ambas de 1974), El vuelo del tigre (1981) y Libro de navíos y borrascas (1983).

 

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