"Allá en el lejano Cono Sur, en mayo de 1591, el logroñés Juan Ramírez de Velasco, Alférez General de la Gobernación, tras consultar unos complicados mapas y los informes verbales de sus topógrafos, exclamó ante sus soldados, señalando desde lo alto de su caballo hacia un enorme cerro azul: - Henos aquí ante las entrañas mismas del oro y de la plata, a cuyo pie fundaremos la 'Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja'".